Rosas

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viernes, 30 de abril de 2021

La conspiración de "los Maza"

 Por el Prof. Jbismarck

Fines de junio de 1839. Rosas descubre una conjuración para derrocarle y quitarle la vida. Iniciada por los jóvenes de la Asociación de Mayo, iba a dirigir el movimiento militar el teniente coronel Ramón Maza. Su padre, el doctor Manuel Vicente de Maza, ocu­paría el gobierno, provisionalmente. Los conspiradores han con­tado con un desembarco de Lavalle, quien, dedicado a preparar su instalación en Martín García, no se decidió.  Mediante la presencia del joven Félix Frías, embarcado en el navio francés Sapho frente a la rada porteña, los conjurados mantenían informado a Lavalle en Montevideo de sus progresos.   Rosas tenía noticias del movimiento desde meses atrás. Una gran parte de la sociedad distinguida conspiraba. 

En abril, en que pasa unos días en Palermo, él solo, con un empleado, escribe ince­santemente. El general Paz dice: “se obraba con tan poca reserva que he oído en un estrado, delante de dos señoras, hacer mención de los puntos más reservados, sin la menor precaución. un secreto que rolaba entre nubes de depositarios”. Pero Rosas no tiene la certeza de la conjuración y los nombres de sus enemigos hasta que uno de los conspiradores los delata.  

Ramón Maza está muy vinculado al Restaurador: se ha casado el 3 de junio con una íntima de Manuelita y cuñada de Juan Rosas y Ezcurra. Cuatro meses antes, don Juan Manuel le ha dicho unas palabras irónicas que pudieron hacerle comprender cómo sospechaba de él. Ramón Maza ha de comprometer a su padre, a quien no ha de halagar tanto el ser gobernador —ya lo ha sido— como para traicionar a su gran amigo Rosas. Probablemente su hijo le ha hablado del movimien­to cuando ya era tarde para aconsejarle que lo suspendiera. El doctor Maza debe haber pasado días de trágica desesperación: no puede denunciar a su hijo y tampoco quiere traicionar a su amigo. Pero no cabe duda de su culpabilidad.  Todo concluyó el 24 de junio, fecha en que Ramón Maza fue detenido y aprisionado. La represión contra los demás implicados comenzó de inme­diato.  ¿Qué había sucedido? Dos de los iniciados, el coronel retirado Nicolás Martínez Fontes y su hijo el Capitán del mismo nombre, lo delataron, siendo apoyados en sus declaraciones por los capitanes Nicolás y Paulino Medina Camargo, los cuales fueron ascendidos un grado y recompensados por $ 60.000 entre todos, según informaba La Gaceta Mercantil el 1 de enero de 1840, por un servicio de importancia rendido a la causa de la libertad y honor del Con­tinente Americano”. Días antes, el 11 de diciembre de 1839, el Gobernador Rosas había nombrado al coronel Martínez Fontes, edecán de la Legislatura Provincial, en reemplazo del que falleció.

¡Conjuración descubierta contra la vida del Restaurador! el pueblo que está exasperado por la alianza de los unitarios con los franceses y con Rivera, experi­menta una conmoción. La Sociedad Popular Restauradora, reunida en sesión permanente, pide el castigo de los asesinos. Esa misma noche es asaltada la quinta de Maza. Son tan violentas la indignación del pueblo y su furia por vengarse, que Rosas no puede contenerlas.  Entonces le ofrece a su amigo, por medio del cónsul norteame­ricano y de otras personas, la posibilidad de huir. A Terrero le escribe el 26 de junio: “Vuelvo a repetirte lo que ya te he mani­festado, que es absolutamente necesario que el doctor Maza salga del país. Tremendos cargos pesan sobre él, y la opinión pública, lo señala conspirando contra el Gobierno. El Gobierno no puede salvarlo: Dile que es preciso que se aleje: éste es mi consejo y quizá muy pronto sea tarde”. Pero Maza, se dirige a la Legislatura y allí, en su despacho de presidente, mien­tras firma su renuncia, es muerto a puñaladas por dos sujetos.  Mientras tanto, Manuelita trata de salvar a Ramón. “Hubo muchas lágrimas en casa -dirá Rosas varios lustros más tarde—, pero si veinte veces se presentara el mismo caso lo haría; no me arrepiento”. El 28 a la madrugada, Ramón Maza es fusilado. 

Carta del Brigadier general Juan Manuel de Ro­sas, al coronel Vicente González, jefe del Regimien­to 3 de Campaña acantonado en Monte. Datada el Io de julio de 1839 desde su “quinta en Palermo de San Benito”, escribió:"Ya habrá Ud. sabido de la maldad inaudita feroz sin ejemplo de los vándalos reos asesinos Ramón y Manuel Maza. Yo todo lo sabía, como también el proyecto de casamiento con la Rosita Fuentes para asegurar mejor el loco infernal golpe, que sólo podía caber en cabezas deslumbra­das y embriagadas por disposición de Dios para que así paguen con una muerte trágica sus enormes inmundos procedimientos de ingratitud y de traición.Al fin llegó el caso de asegurar al Ramón. Luego se hizo trascenden­tal el motivo a los federales, y como ya estaban en sospechas, creció a tal punto su irritación que esa noche fueron a la quinta del padre en tumul­to, la asaltaron para sacarlo y degollarlo, y no encontrándolo pasaron a lo de la Salomé [Maza], mujer de Guerrico, la que también hablaba de Encarnación, de mí y de los federales con tanta libertad como el padre, el hermano y la madre, acaso con licencia o gusto del marido, o sea como sea; el hecho es que era una condenada en contra nuestra y de la Santa Causa Americana que sostenemos. Allí en la casa de la Salomé hicieron otro tanto, pidiendo la cabeza del padre, así como gritaron deseando la cabeza del hijo.Por supuesto que nadie se animó a contener un tumulto semejante, desde que era tan justificado el motivo, y yo callaba por la misma razón.Corrió, en fin, esa noche, y a! siguiente día ¿qué le parece a Ud. que haría el tal doctor Maza? Se le hizo sin duda que aún era chanza, que hasta entonces estaban creyendo los unitarios salvajes que los fedérales luego son desarmados en buscándolos por la misericordia. Mas como a los federales es Dios nuestro Señor quien los dirige, naturalmente cansa­do este Ser Supremo de tolerar tanta iniquidad, quiso imponerles silencio por un ejemplar castigo.El Doctor, puesen vez de esconderse se fue al día siguiente a La Cá­mara, y después a la Junta. Varios federales se entraron a las salas de aquella, sacaron el retrato de dicho Maza y lo patearon, rompieron y que­maron públicamente. Era singular la irritación de los federales, desde que vieron a clara luz que el plan era asesinarme, vendido al oro francés. Co­mo no quedó uno de los que vieron para el plan, de los que eran federa­les, que no se me presentase a comunicarme todo y entregarme el dinero que le habían dado, Todo era ya tan sabido que naturalmente la irritación era tremenda entre los que aman nuestra Santa Causa. En fin, el resultado es que esa noche a las siete y media encontraron muerto al doctor Ma­za en la Casa de Representantes con dos tremendas puñaladas que le ha­bían dado en el corazón. El Ramón estaba en la cárcel con dos baRRas de grillos, ya convicto y confeso: lo mandé fusilar al día siguiente porque así era de justicia y porque no podía ser de otro modo en desagravio de la vin­dicta pública, y a los federales que se sacrifican por el honor y libertad de América. Así han terminado esos dos asesinos singulares en su ferocidad y ru­deza. Mas la irritación de los federales contra los unitarios sigue, y si no se descuidan, la sangre de ellos ha de correr, no ya en conversaciones si­no con hechos"

Rosas ordena levantar un su­mario, que no da luz alguna. Más tarde, preso uno de los asesinos por otra causa se le descubre su culpabilidad y se le fusila.  Los conjurados y sus cómplices son innumerables. Rosas encar­cela a muy pocos: Carlos Tejedor, Santiago Albarracín, Avelino Balcarce y algún otro. Procede con ellos con magnanimidad extraordinaria, y que la pasión política le ha desconocido. Per­dona a todos, salvo al relojero francés Félix Tiola, ex sargento mayor de Napoleón, a quien fusilará en agosto por reincidente, pues ha aconsejado a alguien comprar caballos para Lavalle. “Póngase en libertad al joven Carlos Tejedor, entregándolo a su padre, a quien se le prevendrá cuide de que su hijo no se relacione con salvajes unitarios”. A Balcarce y a los demás, les da la ciudad por cárcel. El Historiador liberal Isidoro Ruiz Moreno dice que los restos de los Maza fueron llevados al cementerio en un carrito y arrojados en la fosa común. El tiempo, que suele complacerse en deshacer las calumnias, los des­mentirá. Los restos de los Maza, conservados en la bóveda de don Valentín Alsina, en una sola urna en la que sus nombres se leían con perfecta claridad, fueron incinerados.E! brigadier Miguel Estanislao Soler habló en la “función federal” celebra­da en la parroquia de la Concepción, con motivo de la misa y te deum por ha­ber salvado la vida de Rosas "del alevoso puñal del salvaje bando unitario, vendido al inmundo y asqueroso oro de los rastreros franceses. Si los federales tuviésemos que sufrir la fatalidad de perder a nues­tro Héroe Porteño el señor general Rosas en la lucha que dignamente sos­tiene contra los pérfidos unitarios y asqueroso guarda cerdos Luis Felipe el anarquista, brindo porque el feliz sucesor de aquel tome el apelativo de Rosas, y con él nos dirija hasta morir o vencer a nuestros enemigos. ¡Vi­va la Federación!'¡Viva el porteño Rosas! iMueran los salvajes unitarios! iMueran los anarquistas de Luis Felipe guarda sucios! iMuera el mulato Rivera y su sirviente Juan Lavalle!

bibliografía

Gálvez Manuel  "Vida de don Juan Manuel de Rosas"

Ibarguren Carlos "Juan Manuel de Rosas, su vida, su drama su tiempo

Irazusta Julio "Vida de Rosas a través de su correspondencia"

Levene Ricardo "Historia Argentina"

Ruiz Moreno Isidoro "Campañas Militares" T2

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