Rosas

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jueves, 1 de febrero de 2018

Homero...

Por José Luis Muñoz Azpiri (H) 
¿Manzi fue un letrista del tango o un poeta que escribió a través del tango? “Manzi nació poeta. Fue poeta, y de los buenos, desde la infancia; mucho antes que García Lorca fuera conocido, el mismo género de lirismo yla misma calidad campeaba en los versos de aquel muchacho de barrio. Estaba en la conscripción Manzi cuando dijo un día: “Tengo por delante dos caminos: hacerme hombre de letras o hacer letras para los hombres”  Y así fue como sacrificó la gloria, para dar su talento a una labor humilde, convertido en letrista de canciones. Cumplió esa tarea, lo mismo que Discépolo, asumiendo el deber de jerarquizar el arte de su pueblo. Y esto lo hizo conscientemente, sacrificadamente, arrojando por la ventana la gloria que deslumbra a los que buscan la consagración literaria”  Tales son las palabras de Arturo Jauretche, reproducidas por el poeta Horacio Salas en su libros “ HomeroManzi y su tiempo”.

En el mismo, Nelly Omar le confiesa al autor: “Tangos, me escribió muchos: “Fuimos”, “Solamente ella”, “Después”, “Torrente” y otros”, y se adivina en la prosa del cronista la posibilidad de algún romance secreto. “Solo puedo escribir lo que me ha pasado” aseguró Manzi.  Sin embargo, quién fue la musa inspiradora de “Malena” persistirá en el misterio de las leyendas.  Al Manzi del final le quedó tiempo para ejercer la presidencia de SADAIC, acompañar la renovación cultural del peronismo, aunque sin afiliarse y mofarse de la censura impuesta a las letras de tango, tener un hijo, “Acho”, poeta como su padre y firme custodio de su memoria, dejó de yapa poemas inéditos, proyectó libros para películas que no llegó a realizar con temáticas dispares: Rubén Darío, Jorge Newbery, Antártida. Tampoco dejó de lado su  afición por las carreras de caballos (una anécdota tragicómica cuenta que Manzi atrasó su última operación porque tenía el “dato” para una carrera en el Hipódromo de San Isidro).
Así recuerda Alen Lascano su final: “La noche caía sin frío sobre la ciudad. Una lenta caravana se desplazaba por Lavalle, en espera de poder entrar a la sede de SADAIC. Alguna figura popular del cine o la radio, era reconocida y saludada con afecto por las gentes que colmaban la vereda. Después se entraba al gran hall iluminado y cubierto de flores. Allí estaba...Veníamos caminando desde Callao con Elpidio Vázquez y Jacinto Brunet. Un gran dolor nos oprimía a los tres. Allí estaba... “Veinte años temblando de cariño”. Buenos Aires. Lo lloraba un pueblo. Y dos compañeros de los días dorados, a quienes la muerte reunirá muy pronto. Luisito Dellepiane le sigue el 31 de agosto. Discepolín se irá en vísperas de Nochebuena... Hundidos en la nada, quedan los enconos y luchas   A la tardecita siguiente, el sol marchitaba las flores del cortejo. La calleresultó estrecha para contenerlo. Y el afecto anónimo y popular, para desparramarse junto a la madre, estoicamente plantada a despecho de  Luis y Román, para despedir al hijo. Y Acho, y Cátulo con voz tranquila y entrecortada leyendo su discurso y el llanto inconsolable de Pichuco.   Una voz tremante dijo en aquella despedida, el símbolo con que se cerrábase la vida de Homero Manzi: “Esas flores que ha mandado Perón, son las mismas que de haber vivido hubiera mandado Yrigoyen para honrar su devoción a las causas populares”. Era Jorge Farías Gómez.     Y un adiós quedó flotando en el espacio, perdido tras aquella tumba, al dejarle su afecto Arturo Jauretche aplicadas a él, las estrofas de su verso: “Varón, pá quererte mucho...”  (Alen Lascano, Luis C. “Homero Manzi. Poesía y Política” Editorial Nativa. Buenos Aires. 1974)
Y agrega Aníbal Ford: “Quedan muchas cosas sin tratar. Queda el Manzi biográfico, el de todos los días: el humorista, el amigo, el padre, el de la noche, el del juego, el de los burros. Hombre negativamente contradictorio para los que se manejan  con las budineras sociológicas. Hombre positivamente contradictorio para los que piensan que no es necesario caer en ellas para interpretar y transformar la realidad. Manzi ejemplifica a la Argentina como pocos pudieron hacerlo. Y en muchos aspectos, aún en los que vuelven con las palabras de Jauretche: “Era una mezcla curiosa de porteño de barrio, de intelectual, del centro, con un arrastre provinciano, santiagueño y campero, curiosa mezcla que coordinaba muy bien dando el tipo de hombre argentino integrado”. Aclaro: integrado y al servicio del pueblo. Gran maestro de la cultura popular, como esos dos grandes que lo acompañaron: Troilo y el nunca suficientemente reconocido Sebastián Piana; político lúcido en las luchas nacionales, crítico, a veces intuitivo, de las formas alienadas y clasistas de la cultura, Manzi a dejado un gran mensaje. Pero un mensaje articulado en una época. No lo mitologicemos. No caigamos en un populismo embobado Y menos aún en una crítica anacrónica que exija pensar en términos de 1971 (fecha de edición del libro). Reconozcamos sí que fue un gran precursor. Un inolvidable precursor, un nombre real de la cultura argentina, en esa cultura poblada de usurpadores”  (Ford, Aníbal “Homero Manzi” La historia Popular. Vida y Milagros de nuestro Pueblo. CEAL. Buenos Aires.1971.)
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Pero es tal vez su propio hijo, Acho Manzi, quien nos brinda la visión más equilibrada del bardo de Añatuya:  “A medida que pasa el tiempo, su figura se agranda. Antes se hablaba de los tangos, y ahora de las películas, las obras de teatro y su mirada política. El sólo quería representar en el arte la personalidad del pueblo, que tenía cien facetas porque había muchas nacionalidades, profesiones y culturas, pero todas compartían este lugar común llamado la Argentina. El apareció en una época en que nacían los medios de comunicación, y el se subió a esa industria para, desde esa montura, hacer todo lo que conocemos, seguir dándole clases al pueblo, enseñándonos cosas que no se van a borrar nunca” (La Nación, 1/11/07).
Cuando falleció, el 3 de mayo de 1951, con solo 44 años de edad; la época se los llevaba jóvenes pues Roberto Arlt lo hizo a los 42, Barquiño le dijo a Troilo:  “Para esto...no hay reposición”
“Mucho de mi yrigoyenismo se lo debo a Homero Manzi, que tenía 20  años por esos días. El medió una de las explicaciones más orgánicas y tal vez  más poéticas del caudillo y de lo que significó” contaría Jauretche tiempo después.  “Si por sus ideas le cerraban el camino a ser hombre de letras, el se dedicó a hacer letras para los hombres y se transformó de Homero Nicolás Manzione en HOMERO MANZI”  “Homero se nos fue al mundo de la noche” señaló Jauretche, y allí no pudieron con él.

Forjista que estás de guardia,
Si te preguntan contesta,
estoy de guardia en la noche
¡Esperando que amanezca!

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