Por Fermín Chávez
En
el conflicto de la confederación con Brasil, Inglaterra prefería que no
haya triunfador y que la banda oriental fuera independiente para
debilitamiento de ambos, quedando Inglaterra como árbitro en el Río de
La Plata. Las provincias del interior querían terminar una guerra ya
ganada, pero Rivadavia estaba mas interesado en sus negocios mineros con
los ingleses, que en su patria, y prefiere que regrese el ejercito para
imponer “la organización a palos” (Agüero) en el interior, aun a costa
de ceder la banda oriental. Prevalecen las palabras del ministro Agüero
de “la paz a cualquier precio”. Los federales piden el gobierno y que
les dejen a ellos el peso de la guerra pero Rivadavia prefería perder la
guerra y la banda oriental, antes que dejarle el gobierno a los
federales, e instruye a García para que vaya a Río de Janeiro a terminar
la guerra “a cualquier precio".
Fue
un arreglo tan vergonzoso que ante la indignación popular Rivadavia
intentó usar a García de chivo expiatorio y desconocer el arreglo, pero
sumado al escándalo por saberse el negociado de la Mining, (denunciado
públicamente, entre otros por Anchorena) se vio obligado renunciar.
Luego, (resumiendo) el gobierno de Dorrego, que quiere seguir la guerra a
toda costa, pero hasta el Banco de la provincia (manejado por intereses
y accionistas ingleses) le niega todo crédito.
Regresado
el ejército, Lavalle derroca ilegalmente a Dorrego y lo fusila
(incentivado por unitarios como Del Carril y otros) En semejantes
circunstancias llega San Martín (embarcado con el apellido materno) a
Montevideo y se entera del fusilamiento de Dorrego.
San
Martín es mal recibido, y Paz (gobernador interino) le escribe a
Lavalle (que está en campaña): ”Calcule Ud. las consecuencias de una
aparición tan repentina”.
Desacreditados
los revolucionarios “Decembristas”, le ofrecen a San Martín el
Gobierno, para “salvar la revolución con su prestigio”, pero San Martín
se rehúsa a aceptar.
La propuesta de Lavalle queda en claro en carta que San Martin le envía a O´Higgins el 19 de abril, con copia de su respuesta:
“...su
objeto era que yo me encargase del mando del ejercito y provincia de
Buenos Aires y transase con las demás provincias a fin de garantir por i
parte y el de los demás gobernadores a los autores del 1 de diciembre
(asesinato de Dorrego) …por otra parte los autores del movimiento del 1
de diciembre son Rivadavia y sus satélites y a Ud. le consta los
inmensos males que estos hombres han hecho no solo a este país sino al
resto a América con su infernal conducta. Si mi lama fuese tan
despreciable como las suyas, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme
de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres; pero es
necesario señalarles la diferencia que hay de un hombre de bien, a un
malvado…Digo a Ud. en la mía del 5 que para le próximo paquete
(paquebote) de mayo me marcharía a Europa, pero lo certificaré en el que
sale a fines de éste. Adiós otra vez, pro siempre su invariable San
Martín” (Picianeli, Hector Juan. Op.Cit.)
Así se ponía nuevamente por encima de ese grupo de “iluminados”, y antes de alejarse definitivamente, le dice a Iriarte:
“Sería
un loco si me mezclase con estos calaveras. Entre ellos hay alguno, y
Lavalle es uno de ellos, a quien no he fusilado de lástima cuanto
estaban a mis órdenes en Chile y en Perú…son muchachos sin juicio,
hombres desalmados…”
Muy buenos detalles de un país que exceptuando Rosas y Peron-Eva, siempre estuvo pésimamente gobernado.
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