Por Agustina Vaccaroni
La renovación de los estudios rurales ha discurrido por diversas líneas de investigación que incluyen los análisis de las estructuras productivas,sociodemográficas y económicas rioplatenses, las condiciones y relaciones sociales de producción, la implantación de diferentes derechos de usufructo y propiedad de los recursos o de la tierra, la heterogeneidad de sus actores y, más recientemente, las formas de politización. El libro de Sol Lanteri, merecedor del premio a la mejor tesis doctoral del Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S. A. Segreti, logra interconectar los distintos ejes problemáticos mencionados para reconstruir, desde una perspectiva microanalítica centrada en la zona sur de Buenos Aires, un proceso más vasto, esto es, la construcción de la hegemonía rosista.
La autora se aboca al estudio de un caso específico: la frontera sur, reflejada a través de Azul y Tapalqué, que posee características diferenciales y específicas, fundadas especialmente en su particular política de colonización de tierras. Lanteri las analiza mediante el relevamiento y examen de una extensa y variada cantidad de fuentes que incluyen padrones, censos de población, registros parroquiales, registros de enfiteusis, correspondencia, padrones electorales, actas y decretos. El trabajo realizado por la autora se divide en dos partes: la primera está dedicada al estudio de la materialidad, esto es, las formas de producción, el uso de los recursos y la estructura
sociodemográfica, mientras que en la segunda se focaliza sobre las herramientas institucionales y políticas que utilizó el régimen rosista para lograr la adhesión de los habitantes situados al sur de la provincia. Así, se inserta en una renovada visión sobre el sistema político rosista como construcción que combina la coerción con un andamiaje institucional particular y con relaciones basadas en diversas contraprestaciones, no siempre materiales. En la primera parte del libro, entonces, Lanteri se propone examinar las características de la población, sus relaciones y actividades económicas, en definitiva, la estructura agraria predominante en Azul y Tapalqué, considerados como parte del “frente colonizador” por excelencia, en el cual se produce la implementación de singulares políticas públicas. Se refiere a las “donaciones condicionadas”, así denominadas por Infesta, las cuales se enmarcan en el asentamiento de población criolla en la campaña bonaerense. Dichas políticas públicas se producen en estrecha relación con dos elementos fundamentales de las iniciativas desarrolladas durante el rosismo: en primer lugar, el establecimiento del negocio pacífico de indios y en segundo lugar, aunque no menos importante, la campaña militar al Río Colorado. Estas políticas iniciadas en 1832 constituyeron una premisa vital para la pacificación de la frontera. Así, los modos punitivos estuvieron lejos de ser la única forma de acción del régimen. Estos se combinaron con la monopolización del gobierno provincial sobre los contactos con las comunidades indígenas, estableciéndose relaciones de contraprestación y reciprocidad. Asimismo, lo dicho fue conjugado y complementado con la instalación de población criolla, inmigrante y miliciana, que desarrolló diversas actividades productivas en el marco de la expansión de la frontera ganadera. En su mayoría se conformaron como pequeños y medianos productores, a partir de ser beneficiados con una “suerte de estancia”.
Los elementos mencionados se insertan en un marco más amplio: el “unanimismo” territorial conforma la problemática que es abordada en el segundo capítulo. Como plantea la autora “no fue sólo un conjunto de medidas realizadas para el beneficio de los grandes propietarios vinculados con él [Rosas], sino que estuvo planificada de antemano y orientada también a los pequeños-medianos como una formar de ampararlos y de ampliar su base social. De hecho, como veremos, el rosismo creó exitosamente un unanimismo territorial en la zona de estudio” (p. 113). Específicamente para ello, desarrolló el proceso de donación de “suertes de estancia”, práctica realizada sobre campos enfitéuticos. Para ahondar en los modos en que discurre esta política, Lanteri profundiza sobre el perfil político y socioeconómico de los beneficiados, para luego detallar las modalidades de transferencia. En estos últimos observa que las formas en que se produjeron dichas transferencias exceden el marco legal, abonando a los aportes más prístinos de Raúl Fradkin sobre la importancia de la costumbre como reguladora y configuradora de las relaciones sociales. Dice el autor que “el peso de las normas, las costumbres y los vínculos personales en la estructuración de las relaciones entabladas entre pobladores (…) parecen haber estado basadas en vínculos de parentesco, vecindad y paisanaje”. En definitiva la autora, mediante un trabajo heurístico exhaustivo, observa la materialidad de la política económica rosista en la frontera sur a partir de la combinación de diferentes medidas que se interconectan. A la campaña al Río Colorado, se suma el negocio pacífico de indios y el establecimiento de población criolla que es beneficiada con una singular política de tierras, la donación de suertes de estancia en contraprestación a la defensa regional. De esta manera, aporta a combatir aquella visión que hacía pie en las formas coercitivas del régimen rosista en beneficio de las grandes unidades de explotación, matizando esto último con formas de reciprocidad y subordinación que establece con pequeños y medianos productores.
En la segunda parte, Lanteri pasa a indagar sobre las formas y configuraciones políticas. Su intención es vislumbrar al vecindario federal en acción, para lo cual se propone observar las herramientas que utiliza el rosismo con el fin de construir una hegemonía provincial. Así, el tercer capítulo pone el foco en la relación de Rosas con las autoridades locales, complementándolo con las prácticas políticas concretas de los habitantes de Azul y Tapalqué. De esta manera, sostiene que “pese a la constitución político-electoral autoritaria y 'unanimista' rosista, para afianzar la instauración del Estado provincial en la frontera sur fue necesario establecer consensos a nivel local, donde ciertas autoridades y reciprocidades entabladas con la sociedad rural fueron centrales en su construcción” (p. 182). Con esta directiva teórica, la autora analiza a las autoridades políticas, militares y religiosas, en donde observa una gran continuidad en el elenco, por un lado, y un amplio espectro de atribuciones, por otro. Seguidamente, se aboca a la deconstrucción de las prácticas y costumbres de los pobladores en el marco de diferentes fiestas y rituales. Así, observa que dichas celebraciones, de corte republicano son utilizadas por el rosismo para instalar pautas y hábitos en la estructura sociopolítica. Un dato a tener en cuenta es la participación indígena en estos eventos. A esto se agrega la participación electoral cuyo éxito, no obstante la continuidad de la ley electoral de 1821 y del establecimiento de la lista única a partir de 1835, reside especialmente en la acción de las autoridades intermedias. La capacidad reclutadora de las mismas es verificada por Lanteri en la gran cantidad y heterogeneidad de los votantes. Discute, una vez más, con las ideas más tradicionales que homologaban al rosismo solo con los grandes terratenientes. Se desentraña, entonces, un elemento medular de la constitución del orden rosista, esto es la articulación entre gobierno y sociedad local a partir de las reciprocidades establecidas, no sólo con las autoridades intermedias, sino también con los propios productores.
En el cuarto capítulo la autora se aboca al análisis del rol de las milicias y los militares en la formación del régimen en Azul y Tapalqué, para comprender la articulación y coexistencia de
componentes coercitivos y de intervención civil. Se apoya en la distinción que realiza Ricardo Salvatore al hablar de “federales de bolsillo” y “federales de servicio”. La participación de los habitantes en pos de la mantención del orden público, entonces, discurre por dos caminos que muchas veces se entrecruzan y que implican contribuciones en forma de dinero o bienes, o contribuciones en forma de participación miliciana. Lanteri saca a la luz los aspectos y elementos que profundizan la relación entre autoridades y población rural, y que hacen del rosismo un régimen exitoso en este sentido, a partir de la combinación de la reciprocidad y la subordinación para abrir las puertas a la expansión ganadera y su defensa miliciana. Luego de esta clasificación, Lanteri especifica la acción de las tropas durante las coyunturas críticas, estas son, el levantamiento de 1829, la campaña la Río Colorado durante 1833 y 1834, los malones de 1836 y 1837 y el levantamiento de los Libres del Sud. Aquí Lanteri se apoya en Gelman para afirmar que este último constituye la expresión más dramática de la crisis de las bases de poder rosista, poniendo de manifiesto que la capacidad coercitiva militar del gobierno reside en su apoyo social, y no en un cuerpo sujeto al Estado. Lanteri finaliza la segunda parte sosteniendo la “gran afección de este 'vecindario federal' al régimen inclusive hasta su caída”. Las conclusiones retoman todos los elementos analizados por Lanteri para plantear uno de los principales problemas políticos de los Estados post independentistas en construcción; la conformación de nuevas comunidades en áreas de frontera. La necesidad de configurar una hegemonía estatal se vislumbra en la frontera sur durante el período rosista. La campaña al Río Colorado, el negocio pacífico de indios, el establecimiento de población criolla, la distribución de pequeñas y medianas extensiones de tierra en carácter de suertes de estancia, las relaciones de reciprocidad establecidas y el despliegue miliciano regional conforman los elementos que dan al régimen rosista la matriz de construcción hegemónica, cuyo éxito se confirma en el apoyo del vecindario, incluso luego de Caseros.
El libro de Sol Lanteri se destaca, en primer lugar por su trabajo heurístico de excelencia que le permite desarrollar un estudio cuanti-cualitativo a escala micro-regional que abarca todos los aspectos de la vida en la frontera sur. Con el objetivo de desentrañar las formas en que se construye la hegemonía rosista se aboca a entrelazar e interconectar la materialidad con los aspectos subjetivos. La contribución realizada por la autora emerge de los aportes realizados por la renovación de los estudios rurales acontecida en 1980 y continuada hasta la actualidad, que a su vez ha despejado el camino para la problematización de las construcciones políticas que se asentaron sobre el espacio rioplatense. A la profundidad de los debates con las conceptualizaciones más tradicionales sobre la campaña y el rosismo se adjunta una novedosa visión sobre el caudillismo, en donde encontramos la conformación de un orden social a partir de la yuxtaposición de elementos institucionales que se asientan en prácticas anteriores para lograr una relación recíproca pero a la vez, de subordinación en vistas a la construcción de un régimen político en particular.
Muy interesante corroborar estos datos q nos permiten comprender la interaccion d diferentes actores sociales participantes d la construccion nacional. Ahora debemos profundizar en la dignidad desde los términos q elegimos para representar y visibilizar nuestra realidad identificativa. No es régimen sino gobierno, no es rosismo, sino Federal, no es coercion, sino organización, no es hegemonía, sino Estado, no es indio, sino paisano, pampas-patagónico, auca, boroga o ranquel, no es criollo sino gaucho, etc. Muchas gracias
ResponderEliminarExcelente comentario
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