Por el prof. Jbismarck
Por decreto de 29 de noviembre de 1813 el Segundo
Triunvirato creó la Intendencia de Cuyo, con capital en Mendoza e integrada por
San Juan y San Luis. Tras los
gobernadores intendentes Juan Florencio Terrada (otro hombre que estuvo en
Cádiz) y Marcos González Balcarce, llega el Libertador futuro a Mendoza
nombrado por Posadas por decreto de 10 de agosto de 1814. "Debiendo recaer el mando de la provincia de Cuyo... en un jefe militar de
probidad, prudencia, valor y pericia militar" elige a San Martín y agrega
"con el doble objeto de continuar los distinguidos servicios que tiene
hechos a la patria y el de lograr la reparación de su quebrantada salud en
aquel delicioso temperamento..." La
tarea fue múltiple, la resistencia de los
españoles, Rancagua (octubre 1814) que abatió a la "patria
vieja", instaló en Santiago a Osorio, pero que además obligó a los
patriotas chilenos a buscar refugio en Cuyo, y a quienes se tuvo que alimentar,
vestir y separar en sus disputas con los hermanos Carreras. Su gran obra fue levantar el Ejército de los
Andes, desde los cimientos. Le sobraba coraje. "Amigo mío -le dice a Tomás
Guido en carta de mayo de 1816- hasta ahora no he visto más que proyectos en
pequeño, excepto el de Montevideo; pensemos en grande, y si la perdemos sea con
honor". Y además agrega "estamos en la inmortal Cuyo, ¡y todo se
hace! No hay voces, no hay palabras, para expresar lo que son estos
habitantes". Por ello le escribía a Godoy Cruz, el 24 de octubre, y le
confiaba ".. .No puede usted
persuadirse cómo estoy de quehaceres, basta decir a usted que apenas tengo
tiempo para el preciso descanso, pues todo se va aprontando; gracias a los
buenos deseos y ayuda que me dan estos buenos vecinos; con otra provincia como
ésta, todo estaría concluido en breve...". Su gobierno civil fue notable. Impulsó las
obras de irrigación para incorporar tierras vírgenes, permitió la entrada de
plantas y semillas nuevas, estimuló los cultivos de forrajes para los animales,
la ganadería. Activó la colonización, y su fruto fueron las colonias de Pocitos
y Caucete. Además dio nuevo impulso a
una decadente minería. En efecto se pusieron en actividad minas de oro, plata,
cobre, bórax, salitre. Había que fabricar armas, pólvora. Aumentó la sanidad. Creó los hospitales
militares de Mendoza, San Juan y San Luis, con una adecuada legislación e
introdujo la obligatoriedad de la vacuna antivariólica. Su preocupación llegó
hasta la situación de las cárceles y la vida de los presos. Una preciosa nota
de San Martín al Cabildo, de 25 de mayo de 1816 dice "Me ha conmovido la
noticia que acabo de oír de que los infelices encarcelados no se les suministra
sino una comida cada veinticuatro horas. Le transmito a V.S. sin embargo del
feriado para que penetrado de ¡guales sentimientos, propios de su
conmiseración, se sirva disponer se les proporcione cena a horas que no alteren
el régimen de la cárcel. Aquel escaso alimento no puede conservar a unos
hombres que no dejan de serlo por considerárseles delincuentes."
San Martín armó una "economía de
guerra" que no descuidaba ningún detalle, y que soportó, con tenacidad,
todo el pueblo de Cuyo. La mayor parte de los esclavos, por ejemplo, fueron
incorporados al ejército en un número de 710, muy apreciados por San Martín,
quien llegó a escribir que el "mejor soldado de infantería que tenemos es
el negro y el mulato..." San
Martín reconoció el aporte de Cuyo en esta carta al Director Juan Martín de
Pueyrredón, de fecha 21 de octubre de 1816 "Un justo homenaje al
virtuosismo de los habitantes de esta provincia..No haré mérito del continuado servicio de todas
sus milicias, destacamentos de cordillera, guarniciones y otras muchas fatigas.
Tampoco de la tarea infatigable e indotada de sus artistas, en los obrajes del
Estado. En fin, las fortunas particulares son casi del público. La mayor parte
del vecindario sólo piensa en prodigar sus bienes a la común
conservación...". San Martín poseía el talento
de ganar los corazones de los que le trataban, de avivar las más elevadas
pasiones y de atraerlo, no a medias, sino enteramente, a sus planes. Se había
granjeado tan por completo el cariño de los pueblos de Cuyo,que pusieron a su
disposición, sin ninguna reserva, todo lo que tenían. El gobierno de San
Martín en Cuyo coincide -felizmente- con el Directorio de Pueyrredón y el
Congreso de Tucumán. Desde Mendoza el Gobernador incitará a dar el golpe
magistral de la independencia, en cartas a Godoy Cruz suficientemente
conocidas. Y siempre ese ánimo, esto es ese aliento del alma, que nos empuja,
con coraje, a llevar a cabo las grandes empresas. "Y ¿quién hace zapatos
me dirá usted? -le escribe a Godoy Cruz el 12 de mayo de 1816- y contesta:
"Andemos con ojotas; más vale esto que nos cuelguen, y peor que esto es
perder el honor nacional. ¿Y el pan, quién lo hace en Buenos Aires? Las
mujeres; y sino comamos carne solamente. Amigo mío: si queremos salvarnos, es
preciso grandes sacrificios". Por la misma época, Pueyrredón le decía a San
Martín "A más de las 400 frazadas
van ahora 500 ponchos, únicos que se han podido encontrar... está dada la orden
para que se remitan a usted las mil arrobas de charqui que me pide;... Van los
despachos de los oficiales. Van los vestuarios pedidos y muchas más camisas...
Van 400 recados. Van hoy, por el correo, en un cajoncito, los dos únicos
clarines que se han encontrado... Van los 200 sables de repuesto que se pidió.
Van 200 tiendas de campaña o pabellones, y no hay más. Va el mundo. Va el
Demonio. Va la Carne. Y yo no sé cómo me irá con los trampas en que quedo, para
pagarlo todo, a bien que, en quebrando, cancelo cuentas con todos y me voy yo
también para que usted me dé algo del charqui que le mando y ¡c ........ ! no
me vuelva usted a pedir más, si no quiere recibir la noticia que he amanecido
ahorcado en un tirante de la fortaleza"
Aún en esos tiempos duros, de urgencias
vitales, el ilustrado que era San Martín, que portaba su biblioteca -su
librería como él decía- no descuidó la difusión de la cultura y la educación.
Un significativo documento testimonia esas inquietudes de su espíritu. Es en
una célebre circular, de fecha 27 de octubre de 1815, dirigidas a los
preceptores de las escuelas públicas, que condensa su pensamiento "La educación forma el espíritu de los
hombres.
San
Martín concibe, pues, a la educación como un pilar que sostiene a la
nacionalidad. No duda de la ejemplaridad del maestro para inspirar ese espíritu
que mueva a infundir el patriotismo y las virtudes cívicas, tan imprescindibles
en todos los tiempos.
Un viejo anhelo comenzó a concretarse a impulsos
de San Martín: la erección del Colegio de la Santísima Trinidad. La educación cuyana
había recibido un rudo golpe con la expulsión de los jesuítas, en 1767, ya que
esta Orden docente por excelencia, había dado vida, desde 1616 al más
importante colegio existente en la época hispánica: el Colegio de la Inmaculada
Concepción, del cual se conservan las ruinas de su iglesia y algunas
dependencias, en la esquina de Beltrán e Ituzaingó, en la ciudad de Mendoza.
La
biblioteca de los Jesuítas, tan bien estudiada por Juan Draghi Lucero, era una
de las más ricas del interior del país. La idea de dotar a Mendoza de un
colegio de relevancia fue retomada antes de 1810, por Joaquín de Sosa y Lima,
suegro de Godoy Cruz. La iniciativa tuvo el visto bueno del Virrey Cisneros, y
del Fiscal de Audiencia Genaro de Villota, con la condición de atender, en la
educación, a los hijos de los caciques y en consideración al aporte cuyano en
la "Guerra contra la Gran Bretaña", según dice un documento, esto es
el aporte cuyano en las invasiones inglesas.
Sin embargo, fue con la llegada de San Martín, el
apoyo de Godoy Cruz, la labor del Padre Güiraldes -su futuro rector- y la
participación del Cabildo de Mendoza, que se pudo inaugurar el Colegio de la
Santísima Trinidad. Era ya Gobernador Intendente el peruano Toribio de
Luzuriaga. El Colegio nació en noviembre
de 1817, otorgaba certificados válidos para el Río de la Plata y Chile. Pronto
estuvo a la altura del Colegio de la Unión del Sud, de Buenos Aires y del
Colegio de Monserrat, de Córdoba. El
plan de estudios, de tres años, abarcaba cuatro cátedras: Idioma (gramática,
ortografía, latín y francés), Filosofía, Matemáticas y Dibujo. En 1821 se
agregará una cátedra de Leyes. Los alumnos estudiaban también elocuencia,
música y levantaron un plano de la ciudad, muy útil para conocer Mendoza hacia
1822. Este Colegio desapareció con el terremoto de 1861.
San Martín está en el origen de la Biblioteca que
lleva su nombre y que está instalada en lo que fue el Solar del prócer, frente
a ese paseo vinculado a San Martín, la Alameda, ya que la prolongó hasta la
actual calle Ayacucho. Recién en
1822 nació la Sociedad Biblioteca Mendocina impulsada por Agustín Bardel,
Ignacio Bombal, Tomás Godoy Cruz, Agustín Delgado, José Albino Gutierrez, Pedro
Molina, Agustín Videla, Lorenzo Güiraldes. Según el periódico de la Sociedad,
el Verdadero Amigo del Pays, San Martín regaló a la Biblioteca Mendocina
"...un famoso sextante, un teodolito, un telescopio armado en su pedestal,
un pantógrafo, un transportador o repporteur y un nivel con su triple, además
de algunos libros que traía consigo, fuera de los que donó en Lima...". San Martín gestionó ante Pueyrredón el envió
de una imprenta destinada a proclamas y boletines. Luzuriaga publicó así el
primer impreso que circuló en Mendoza: la noticia del triunfo de Chacabuco.
Después de ser llevada a Chile con el ejército de los Andes, fue traída a
Mendoza y con ella se imprimió el primer periódico mendocino, "El
termómetro del día", cuyo primer número apareció el 20 de mayo de 1820,
inaugurando una década muy rica en publicaciones periódicas.
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