VICENTE D. SIERRA. Desde el segundo viaje de Colón (1493), aparece
aquello que Pedro Leturia (S. J.), llamó «sentido misional» del descubrimiento
y luego de la Conquista. Tal sentido se lo imprimieron las bulas alejandrinas
(sobre todo las dos Inter Caetera del 3 y 4 de mayo de 1493). «Sentido misional» significa que se
pospusieron las prioridades mercantiles, no que se las excluyera. «España trajo
al Nuevo Mundo todo lo que poseía, y de todo ello, su mejor
riqueza: su fe, su cultura, su estilo. No regateó nada. No trajo propósitos
mercantiles porque ni los tenía ni los tuvo ni los tiene [...]. España no acumula
gloria de piratas y corsarios ni se enriquece con la explotación bárbara de la
esclavitud, que hacen el haber de un pueblo que los historiadores demo
liberales comprenden y admiran". Pruebas
de la primacía histórica del intento misional son, por ejemplo, el flujo
interrumpido de misioneros (mendicantes, jesuitas), la actitud real ante el
problema de la esclavitud (Isabel y Colón). Los «repartimientos» y «encomiendas»
con fines misioneros, la creación de las sedes episcopales (organización de la
Iglesia), el control religioso (más que moral) de los pasajeros a las Indias,
etc.
Elementos básicos de la labor misional fueron,
entre otros, las universidades, las escuelas, la imprenta: las gramáticas y
vocabularios indígenas; los catecismos, confesionarios y sermonarios. Después de la expulsión de los jesuitas,
nadie se ocupó de los indios sino para exterminarlos o dominarlos en servicio
de la civilización, y hoy día ni siquiera existen, en muchas zonas, escuelas
para losrestos de las viejas razas indias. Es que el normalismo tiene menos coraje para
penetrar en la selva que aquellos misioneros, porque para la tarea hace falta
menos pedagogía, pero más fe, más amor a los hombres y más amor a Dios. Y, a parejas de la evangelización, iba la promoción
humana: introducción desde Europa de animales (caballos, vacas, ovejas,
puercos, cabras, gallinas, pavos, palomas, etc.) y cultivos (vid, olivo, trigo,
lino, hortalizas, naranjas, duraznos, melones, frutillas, guindas, manzanas,
peras, bananas, etc.). Las leyes en
defensa y promoción del indígena fueron a veces utópicas e inaplicables, «pero
lo que admira es el espíritu que las anima». Sin dudas hubo fallas, errores, pecados, pero
no hay que exagerar, como Las Casas y los que lo siguen (demo liberales,
indigenistas, filo marxistas). El
análisis histórico va día a día deshaciendo los infundíos de Las Casas, y ya no
hay un solo historiador responsable que sostenga que, en todas las encomiendas,
el maltrato del indio ley común. La existencia de pecados e inmoralidades se explica
en parte, porque el cuidado de España se centraba en lo religioso (dogmático) como
la pureza de la fe y del dogma, más que en la selección moral. La Casa de Contratación de Sevilla no dejaba pasar al Nuevo Mundo judíos, moriscos,
herejes, conversos o reconciliados. Pero no hilaba tan fino en asuntos de
moralidad privada. Hay que admitir entre los indios de América
diversos grados de capacidad, según las religiones y los pueblos. Por ejemplo,
la incapacidad mental para la religión en nuestros pampas llegó a ser absoluta.
EDUARDO GALEANO
EDUARDO GALEANO
La epopeya de los españoles y los portugueses de
América combinó la propagación de la fe cristiana con la usurpación y saqueo de
las riquezas nativas. La búsqueda del oro y de la plata fue, sin duda, el motor
central de la Conquista. Colón llevaba consigo un ejemplar del libro
de Marco Polo, cubierto de anotaciones en los márgenes de las páginas. Los habitantes de Cipango (Japón)
`poseen oro en enorme abundancia y las
minas donde lo encuentran no se agotan jamás... También hay perlas del más puro
oriente en gran cantidad, redondas, y de gran tamaño y sobrepasan en valor a
las perlas blancas. Esta [la misión de
exportar productos a Europa] era la
misión fundamental que habían traído los
pioneros, aunque además aplicaran el evangelio, casi tan frecuentemente como el
látigo, a los indios agonizantes [...]. La economía colonial estaba regida por
los mercaderes y los grandes propietarios de las tierras, quienes se repartían
el usufructo de la mano de obra indígena y negra bajo la mirada celosa y
omnipotente de la Corona y su principal asociada, la Iglesia. He aquí pues individuados con la complicidad
de la Corona y la Iglesia. ¿En qué se invertía ese capital producido por los
despojos? El capital que restaba en América una vez deducida la parte del león,
que se volcaba al proceso de acumulación primitiva del capitalismo europeo, no
generaba en estas tierras un proceso análogo al de Europa para echar las bases
del desarrollo industrial, sino que se desviaba a laconstrucción de grandes palacios y templos
ostentosos, a la compra de joyas y ropas y muebles de lujo, al mantenimiento de
servidumbre numerosa y al despilfarro en fiestas.
Las regiones hoy día más signadas por el
subdesarrollo y la pobreza son aquellas que, en el pasado, han tenido lazos más
estrechos con la metrópoli y han disfrutado de períodos de auge.
Son las regiones que fueron mayores productoras de bienes exportados hacia
Europa o posteriormente hacia Estados Unidos, las fuentes más caudalosas de
capital: regiones abandonadas por la metrópoli cuando, por una u otra razón,
los negocios decayeron [...]. Por ejemplo Potosí, Zacatecas, Guanajuato, Sucre,
Huancacha (Bolivia). Suma riqueza, suma pobreza [...]. La extenuación de la
plata (en Potosí) había sido interpretada como un castigo divino por las
atrocidades y los pecados de los mineros. Atrás quedaron las misas
espectaculares, como los banquetes y las corridas de toros, el culto religioso
a todo lujo había sido también, al fin y al cabo, un subproducto del trabajo
esclavo de los indios. Los mineros hacían, en la época de esplendor, fabulosas
donaciones para las iglesias y los monasterios, y celebraban suntuosos oficios
fúnebres. Llaves de plata para las puertas del cielo: el mercader Álvaro
Bejarano, había ordenado, en su testamento de 1559, que acompañaran su cadáver
`todos los curas y sacerdotes de Potosí [...]. Sucre cuenta todavía con su
Torre Eiffel y con su propio Arco del Triunfo, y dicen que con las joyas de su virgen
se podría pagar toda la gigantesca deuda externa de Bolivia [...] En otras
palabras, Iglesia y capitalismo, aliados en el enriquecimiento, cómplices
también de la pobreza. Los indios han padecido y padecen —síntesis del drama de
toda América— la maldición de la propia riqueza [...].
La pobreza del hombre como resultado de la riqueza de la tierra [...]. En
América, la riqueza engendra pobreza. Los efectos de la Conquista y todo el largo tiempo
de la humillación posterior rompieron en pedazos la identidad cultural y social
que los indígenas habían alcanzado [...].
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