Rosas

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jueves, 9 de febrero de 2012

Güemes y Rondeau

Por Don Singulario

«Excelentísimo Señor: Quando me empeñaba más en proporcionar al Exercito quantos aucillos ofrece esta probincia: quando apuraba los recursos por organizar una fuerza respetable, y contribuir al exterminio del tirano ominoso que intenta para siempre remacharnos las cadenas de la esclavitud, y serbidumbre; y quando eran mayores mis sacrificios por la felicidad de las armas de la patria; reparar la perdida de Sipe Sipe; y vindicar la sangre de nuestos hermanos de armas; llega a mis manos una carta que avisa haber lebantado, el general Rondeau, su campo del punto de Guacalera; y que se dirigia la pueblo de Salta con miras hostiles, arrastrando tras sí la muerte y el espanto.
«Dejo a la consideración de Vuestra Excelencia la sorpresa que me causó operación tan inaudita, y que no contarán las republicas de Grecia, Atenas y Roma; ni la reciente rebolucion de la Francia. La consternacion, y amarguras que cubrió a las que se creyan victimas del opresor; y el mobimiento ruydoso que se exitó en el pueblo y la campaña.
«Boy á representar á Vuestra Excelencia con la verdad, y sinceridad que me es característica, los hechos que se han sucedido unos á otros de una manera que al paso que deben exitar la execracion de las Provincias Unidas, y la justa indignacion de Vuestra Excelencia, exigen, las probidencias más circunspectas para remediar males, que si no se cortan de raíz, llebarán al sepulcro nuestra deceada libertad.
«Suspendiendo el juicio porque la medida tocaba en bisos de imposible; mandé a mi Secretario con el teniente coronel Quinteros para que me examinasen la causa de mobimiento tan estraño: representasen al señor General la conmocion popular; y mi disposición cinsera a los objetos que miran a la perfeccion de nuestra grande obra.
«Este paso de subordinacion, y respeto tubo por recompensa el desayre, y la ámenasa: manifestó furores domesticos: personales resentimientos; y un espiritu de bengansa contra el benemerito, é inocente pueblo de Salta.
«El Cavildo tomando una parte actiba por evitar los horrores de una guerra domestica mandó una diputación bajo los mismos principios de moderacion, y armonia: y no tubo otro efecto que haber conceguido un triunfo el que tubiese yo con el general una entrevista, ó conferencia que terminase personales diferencias. Con este aviso, descansando en la sanidad de mi conducta, y en el testimonio de mi conciencia me presté francamente, dirigiendole oficio con la tercera diputacion que se mando de tres individuos de merito y representacion [...].Aun no se separaron de su presencia mandó hacer fuego á su banguardia [...] a mis ábansadas, que por un principio de precaucion tenia puestas con las ordenes de retirarse hasta el punto de los Serrillos, dejandole el pueblo libre que ocupó sin opocicion el dia quince del corriente con tren guerrero [...]
«Con partidas bolantes tengo coronado el pueblo; entre pricioneros y pasados se hallan en mi campamento cerca de docientos hombres se les ha quitado quasi toda la caballada, y como docientas cabesas de ganado; he ordenado, a mis abansadas impidan la introduccion de biveres obstruyendoles todo aucilio y comunicación.
«Con esta guerra de recursos le hé hecho sentir á este Señor General todo el imperio de la razón, de la justicia, y de la inocencia, y que una probincia valiente y generosa save sacudir el yugo de sus opresores. [...] Ya toca el General el desengaño de sus exfuerzos impotentes: me há dirigido dos parlamentarios, y el segundo con el coronel Juan Bautista Bustos: me queda la satisfaccion de que han regresado combencidos, que un celo patriotico, que el honor, y el deceo de la publica felicidad rigen mis deliberaciones.
«Las propocisiones que me hace son ofencibles, y degradantes a mi persona, a mis comandantes, y á los inviolables derechos de mi probincia; Yo hé contestado lo que devía; sin embargo si este señor conoce sus crimenes, y los detesta: si sofocando particulares resentimientos, une sus votos con los que haspiramos desinteresadamente por las glorias de la patria; y si se le hace entrar en sus deberes; yo protesto en las respetables aras de la nacion correr un belo á la ofenza, y al ultraje: olbidar impostura, y perdonar injurias: recibir entre mis brasos a los mismos que los detestan, y correr con ellos al camino del honor, y la gloria, como lo tengo prometido a los parlamentarios, quienes han buelto al seno de su exercito con distinto espiritu del que los animaba [...]
«Mientras tanto: Vuestra Excelencia que es el asilo de tantos infelices victimas empeñe su respetable autoridad en dictar probidencias que pongan termino a la ruina que prepara una mano destructora: yo tomaré solo aquellas medidas que sugiere el amor a los hijos de una misma madre, y daré quenta oportunamente de todos los acontecimientos que succedan á esta desconocida lucha»
«Dios guarde á Vuestra Excelencia muchos años. Quartel General en los Serrillos, marzo 19 de 1816» Excelentisimo Señor Martín Gúemes (rubricado)»
-Don Singulario, en esa carta, parece que el caudillo salteño está rechivo contra el enviado porteño invadiendo su provincia, es patética en su contenido y muy pintoresca en el vocabulario y ortografía.
-Esas características del texto (todo sic), tomado de la “Revista del Archivo General de la Nación” año IV, Nº 4, Buenos Aires, 1974, pág. 68 y ss, fueron el motivo principal de la elección para compartirla en esta columna. Don Martín Miguel de Güemes (1785-1821) se queja ante el Director Supremo interino, Ignacio Álvarez Thomas (1787-1857), dando cuenta de la entrada del general José Casimiro Rondeau (1775-1844) en Salta al frente del ejército nacional el 15 de marzo de 1816. Recrimina su conducta, a la que califica con duros términos y solicita la intervención del gobierno de Buenos Aires.
-¿Es el que da nombre a la Av. General Rondeau que cruza la 18 de Julio en la Plaza Cagancha. Esa que tiene la Estatua de la Paz en Montevideo? Por allí nos reuníamos unos cuantos que rajamos después de la revolución fusiladora del ‘55…
-¿Usted estaba entre ellos? Rondeau, es considerado en nuestra hermana República Oriental del Uruguay como un prominente patriota por haber sido el primer Gobernador y Capitán General Provisorio cuando se creó el nuevo estado, prestando juramento el 22 de diciembre de 1828. Sin embargo en su larga trayectoria como militar adherido a la Revolución de Mayo –de cuyos presuntos méritos don Bartolo Mitre se cansó de lisonjear– tiene una foja muy floja, especialmente en su recorrido guerrero por la cantidad de batallas perdidas, especialmente en los desastres de Sipe-Sipe y Cepeda.
-Don, me dejó picando algo, Ud. dice que en el paicito vecino es muy importante, pero tengo entendido que tuvo algunos encontronazos con el caudillo máximo, don José Artigas, ¿es cierto?

- Don José Casimiro, unitario que fuera Director Supremo en Buenos Aires por dos veces, parece que tenía algunos rasgos elitistas y le molestaba lo que oliera a popular como también los caudillos en general. Tuvo problemas con Artigas, con Estanislao López, con Pancho Ramírez, con Güemes, con Bustos. En el norte despreció a los indios voluntarios y se perdieron las provincias del Alto Perú, su ejército derrotado entró en Salta declarando la guerra al gobierno local; recibió una lección de estrategia guerrillera, pasando hambre y sed, debiendo pactar un acuerdo que significó un triunfo para la Patria Grande, Güemes continuaría patrullando el norte y se podrá realizar al fin el Congreso de Tucumán para declarar la independencia.
-Es increíble que un ñato con ese curriculum así haya perdurado en la historia. Parecía que tenía más vidas que un gato.
-El escritor uruguayo Luciano Álvarez, en el artículo titulado “La borrosa omnipresencia de José Rondeau” * hace un recorrido por la vida pública de este unitario que ocupara tantos cargos en su extensa trayectoria y del que extractamos el siguiente párrafo:
«El más tarde general José María Paz -oficial del ejército del Norte- escribió que "Rondeau era un perfecto caballero, adornado de virtudes y prendas estimables como hombre privado pero de ninguna aptitud para el mando militar principalmente en circunstancias difíciles". También difunde que buena parte de los oficiales le llamaban "José Bueno" o "Mamita Rondeau" y que su "insignificancia personal" iba de la mano con "una refinada hipocresía"».

* http://www.elpais.com.uy/11/06/18/predit_573937.asp

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