Por Adrián Pignatelli
Rosas
lunes, 31 de julio de 2023
El asesinato de Rucci: la reacción de Perón y el intento por culpar al ERP
Bartolomé Hidalgo, el Patriarca de la gauchesca
Por Adrián Martínez
JUAN PERÓN Y LEANDRO ALEM, VISIONES SOBRE LA CORRUPCIÓN POLÍTICA EN ARGENTINA
Schliemann, el alemán que hace 150 años descubrió Troya
Micenas....polis griega en Asia Menor
En la época de la guerra de Troya ciudades griegas como Argos, Pilos y Micenas traficaban por todo el Mediterráneo y se relacionaban en pie de igualdad con los grandes soberanos del próximo oriente. Puerta de los Leones. La entrada monumental a la fortaleza de Micenas fue erigida hacia 1250 a.C., y debe su nombre al relieve de leones rampantes, de tres metros de alto. Las murallas de Micenas encerraban, para los griegos de la Antigüedad, el violento destino de sangre del señor de guerreros Agamenón. Según la leyenda, transmitida primero por Homero y luego por los poetas trágicos, el rey que había enviado mil naves por mar contra la poderosa ciudad de Troya había perecido a su vuelta a Micenas víctima de una conspiración urdida por su primo y su propia esposa, convertidos en amantes. Agamenón es el representante mítico de una generación de señores de la guerra que en torno a 1500 a.C., en el cénit de la Edad del Bronce, desplegaron su dominio sobre las llanuras situadas a los pies de sus fortalezas y en los confines del Mediterráneo. Los griegos de la Antigüedad no dudaban de que Micenas era la fortaleza de Agamenón y cuyos destinos estuvieron marcados por la tragedia. En fechas tan tardías como el siglo II a.C., el infatigable viajero Pausanias creyó localizar en las ruinas de Micenas las tumbas de todos los protagonistas del drama: Atreo, su hijo Agamenón, Clitemnestra, Egisto... Siglos después, los arqueólogos encontraron en las líneas de Pausanias la excusa para emprender en Micenas las excavaciones que devolvieran a los viejos guerreros homéricos al terreno de la historia. Sin embargo, su esfuerzo fue en vano. Sería un arqueólogo amateur, Enrique Schliemann, quien en 1876 inició sus excavaciones en el interior de los muros de la ciudad fortificada (no en el exterior, como habían hecho sus predecesores) y allí, junto a la puerta de los Leones, el monumento más antiguo de Europa, halló unas tumbas con los restos de diecinueve adultos y dos niños, junto con toda suerte de armas de bronce, joyas de oro, vasijas y tres soberbias máscaras mortuorias de oro, pertenecientes, sin duda, a quienes cerca de tres mil años atrás habían manejado las riendas de Micenas. Schliemann estaba convencido, según anunció triunfalmente, de que había descubierto el tesoro de los míticos Atridas. Pero se equivocaba: las fechas de las tumbas eran anteriores en tres siglos a la época en la que los antiguos griegos databan la guerra de Troya. En realidad, lo que Schliemann había descubierto bajo una de aquellas máscaras era una civilización entera de la Edad del Bronce que, desde mediados del segundo milenio hasta poco antes de su final, allá por el siglo XII a.C., se había adueñado del Mediterráneo oriental desde sus poderosos centros de poder situados en territorio griego. En efecto, en torno a 1500 a.C., en el Peloponeso y otras áreas de Grecia continental se produjo un aumento de la población, así como una expansión hacia el exterior y un crecimiento general de la economía. Ello fortaleció el poder económico y político de los caudillos griegos de la Edad del Bronce radicados en la zona, que pasaron de ser meros conductores de tropas a formar una élite de reyes guerreros que al morir se hacían enterrar con sus codiciadas armas y tesoros. Es más que probable que donde primero se hicieron sentir estos cambios fuera en Micenas, un centro de poder situado en la encrucijada de una ruta que unía el Egeo con el golfo de Corinto. Electra y Orestes, hijos de Agamenón, rey de Micenas. Relieve del siglo V a.C. Museo Kanellopoulos, Atenas. Pero Micenas no fue la única: en Argos, Atenas o Tebas se constituyeron igualmente comunidades independientes que gravitaban en torno a ciudadelas fortificadas gobernadas por un rey. Los palacios de todas estas ciudades ejercían su poder sobre un amplio territorio circundante, como parecen apuntar las grandes distancias existentes entre ellos. Aunque, en términos generales, las relaciones entre las distintas fortalezas debieron ser estables, es obvio que las murallas ciclópeas que las defendían –construidas por los Cíclopes, los gigantes que forjaron el rayo de Zeus– presuponen la existencia de hostilidades entre los diversos centros de poder. En este sentido puede recordarse el mito griego que refiere el asedio de la famosa ciudad de Tebas por parte de siete guerreros venidos de Argos, el corazón del mundo micénico. istoria, bien conocida a partir de la tragedia de Esquilo titulada Los siete contra Tebas, narra cómo los hermanos Eteocles y Polinices, maldecidos por su padre Edipo, decidieron alternarse en el trono de Tebas para conjurar la maldición de su progenitor. Volviendo a las tumbas que descubrió Schliemann, es especialmente interesante observar que los objetos que allí se encontraron habían sido fabricados por artesanos cretenses. En torno a 1500 a.C., la isla de Creta era la sede de una civilización que aventajaba notablemente a la que estaba cobrando forma en el continente, y que se había erigido en dueña del Mediterráneo gracias al poder de su flota. En Grecia, las dinastías gobernantes de Pilos, Tirinto, Argos o Micenas fijaban su mirada en su refinado estilo de vida y reclamaban los servicios de los artistas isleños. Sin embargo, un inquietante dato en el que coinciden los estudiosos apunta a que los tesoros de las tumbas micénicas no eran el fruto de un cordial intercambio entre potencias vecinas, sino el botín procedente de incursiones llevadas a cabo en suelo cretense, si es que no habían sido fabricados en suelo griego por artesanos conducidos hasta allí como prisioneros.
Los tesoros de Creta. Piezas como esta cabeza de toro con cuernos y roseta de oro, hallada en una tumba de Micenas, dan fe de la relación entre Creta y Micenas en el siglo XVI a.C.Los micénicos debieron de aprovechar también la catástrofe que supuso para Creta la explosión del volcán de Tera en torno a 1500 a.C. El maremoto o tsunami consiguiente provocó la destrucción de la flota minoica y el colapso de sus centros de poder, incluidos los magníficos puertos de Festos y Cnosos, dejando al alcance de los príncipes micénicos un botín demasiado apetecible como para dejarlo escapar. Fue entonces cuando los señores de la guerra micénicos, guiados por su empuje guerrero, y aprovechando el profundo conocimiento que tenían de Creta y sus defensas, conquistaron la isla y colocaron al frente de los palacios a sus propios gobernantes. La conquista de Creta consolidó la cada vez más intensa presencia de las ciudades micénicas en el Mediterráneo oriental, donde sus comerciantes desarrollaban una intensa actividad mercantil. A finales del siglo XV a.C., los micénicos controlaban la ruta marina del metal, desde Oriente hasta Occidente. Al mismo tiempo, desde sus fortalezas enviaban al exterior productos agrícolas y manufacturas, y recibían las materias primas necesarias para el trabajo de los metales, así como marfil, especias y ámbar, obtenidas a menudo a través de varias colonias que los micénicos fundaron en lugares estratégicos. A esta actividad comercial se añadían expediciones guerreras, con un objetivo más crudo: la rapiña, fuente inagotable de riqueza para los belicosos príncipes micénicos. La huella del comercio micénico está presente en todo el Próximo Oriente y a lo largo del Mediterráneo, incluso más allá de las zonas frecuentadas por los expertos marinos cretenses. Su paso por Sicilia y la Italia meridional está bien atestiguado gracias a los hallazgos de cerámica micénica. Por su parte, Cerdeña tuvo especial importancia debido a sus minas de cobre, material que les llevó a las costas de la península Ibérica; allí, en los yacimientos de Cuesta del Negro (Córdoba) y El Oficio (Almería) se han localizado cuentas de pasta de vidrio, piezas de fayenza y puntas de jabalina de factura claramente micénica. Los micénicos llegaron incluso a trabar un contacto fluido con Europa septentrional y central (principalmente Cornualles y tal vez Bohemia), con el fin de obtener estaño, producto vital para la fabricación del bronce.
Por otra parte, se ha demostrado la existencia de colonias micénicas estables en varias islas del Egeo, así como un contacto permanente con enclaves de Egipto (como un yacimiento vecino a El Fayum), Siria, Levante y Anatolia. A este respecto, nuestros conocimientos relativos al tráfico comercial se basan fundamentalmente en los tres pecios de la Edad del Bronce localizados en el cabo Gelidonia, Uluburun e Iria, en las costas de Turquía. Si bien ninguno de ellos tiene visos de ser una nave micénica, no cabe duda de que los tres estaban implicados en el comercio con el mundo micénico.
Caza del jabalí en un fresco procedente del palacio micénico de Tirino, Museo Arqueológico de Atenas.
de todos ellos el pecio que ha aportado una información más reveladora es el de Uluburun, donde el grueso del cargamento que se ha preservado consistía fundamentalmente en materias primas, en particular metales (unos trescientos lingotes de cobre de 25 kilos cada uno), pero también vidrio, maderas y resinas. Entre los artículos de lujo destacan unos lingotes de vidrio de azul obsidiana que, procedentes de Egipto, tenían como destino los talleres micénicos; o las cargas de marfil de elefante e hipopótamo, material empleado en la fabricación de cascos. Las ánforas contenían, asimismo, productos muy apreciados en los intercambios entre principados y ciudades-estado de Siria y Egipto, como piñones de aceituna, semillas de vid, coriandro y granada, y olorosa resina de terebinto. Pero los contactos de las ciudades micénicas no eran sólo comerciales, sino también políticos. Los grandes puertos orientales de Egipto y el Levante, como la deslumbrante Ugarit (en Siria), recibieron las embajadas de los príncipes –a la vez guerreros y comerciantes– de Micenas. En los archivos encontrados en las ruinas de Hattusa, la antigua capital hitita, se hace constante referencia a un poder militar llamado Ahhiyawa, término que se puede poner fácilmente en relación con los akhaioi o «aqueos», que es el nombre con que Homero denominaba a los griegos micénicos que atacaron Troya. Existen misivas en las que el tabarna (rey) de los hititas saluda a su «hermano» el rey de Ahhiyawa, lo que en el lenguaje diplomático de la época equivalía a reconocerlo como a un igual con el que se intercambiaban regalos para estrechar lazos de amistad. Y no era, desde luego, algo insólito que los griegos enviaran a sus hijos al país de Hatti para recibir adiestramiento en el manejo del carro de combate, elemento que los príncipes micénicos usaron para aumentar su prestigio personal como atestigua un famoso fresco hallado en Pilos o los versos de homero, que llama a Néstor –precisamente el soberano de Pilos– «señor de carros de guerra».
Los reyes de Micenas se enterraron siempre con sus tesoros y posesiones más queridas.
De forma sorprendente, a finales del siglo XII a.C., las poderosas ciudades-fortaleza micénicas quedaron reducidas a cenizas y escombros. Aunque los estudiosos aún no han sido capaces de determinar cómo ocurrió, se ha recurrido normalmente al comodín de la «invasión doria» para explicar el derrumbe de esta espléndida civilización de la Edad del Bronce. Pero aunque nunca lleguemos a saber con certeza las causas de un final tan demoledor y rotundo, lo que sí podemos asegurar es que la fama y el prestigio de sus príncipes traspasaron la marea de los siglos, y cuando los poetas griegos echaron su vista atrás contemplaron a los viejos guerreros micénicos combatiendo junto a los dioses.
sábado, 29 de julio de 2023
"Acción de Perdriel" Dr. Julio R. Otaño en "Sueño de Patriotas"
Invitado nuevamente al programa histórico-cultural conducido por el "Tamborcito de Tacuarí" y Mari, su mamá. Un honor como siempre.
El asesinato de Urquiza: un disparo en el rostro, rematado a cuchilladas en brazos de su esposa y la venganza 20 años después
Por Adrián Pignatelli
miércoles, 26 de julio de 2023
miércoles, 19 de julio de 2023
LA MUERTE DEL GENERAL JUAN LAVALLE
sábado, 15 de julio de 2023
El club que tuvo que cambiar de nombre por el Golpe del ´55 y que hoy protagoniza clásicos de Futsal (Villa Pueyrredón-CABA)
por ariel borenztein De raíces peronistas, el club se armó alrededor de los miles de obreros que trabajaban en la textil Grafa. Todo cambió en el 55 y en los 90, cuando se tuvo que reconfigurar al cierre de las fábricas que le daban dinamismo al barrio. Hoy protagoniza el clásico con Pinocho, que acerca a los argentinos al deporte. Este año, el torneo de Futsal que organiza la Asociación del fútbol Argentino (AFA) tiene como puntero a 17 de Agosto, un clásico equipo conocido por todos los que siguen este deporte. Lo que pocos saben es que hasta el golpe de estado de 1955 se llamaba Club Cultural y Deportivo 17 de Octubre, identidad que los militares obligaron a cambiar.
Franco Plescia tiene 37 años y es el coordinador de la escuelita de futsal en 17 de Agosto. “La gente de mi edad del club no conoce la verdadera historia. Incluso gente más grande que nosotros tampoco la sabe”, se lamenta. Plescia es nieto de Juan Carlos Franzoni, uno de los tres chicos de 17 años que en 1949 formaron un equipo de fútbol al que le pusieron Defensores Argentinos. Al lado de su casa había un baldío que pertenecía a la Corporación de Transporte de la ciudad de Buenos Aires. Otro de los chicos que fundó ese equipo de fútbol, Ángel Santín, convenció a su papá Isaías, miembro de la Confederación General del Trabajo (CGT) y cercano a Evita, de impulsar la construcción de un club en esos terrenos de la calle Albarellos en el barrio de Villa Pueyrredón. Dos años después, en 1951, se inauguró la sede del primer Club Barrio 17 de Octubre, después modificado a "Club Cultural y Deportivo 17 de Octubre". "Apenas vino el golpe de estado del 55 cayó una brigada militar a punta de pistola a una reunión de comisión directiva a exigir cambiar el nombre de 17 de Octubre a 17 de Agosto", relata Andrés Sanguinetti, el actual secretario del club, quien cuenta que por mucho tiempo el ejército mandaba granaderos a la institución cada 17 para hacerse presente. "Los fundadores del club siempre nos contaban la verdadera historia del club", destaca el dirigente a quien todos conocen como "el Uru". Tanto el barrio como el club se armaron alrededor de los miles de obreros que trabajaban en la textil Grafa, que por entonces funcionaba todo el día en tres turnos de ocho horas. Desde los ’90, en que cerró la fábrica, el lugar es ocupado por un hipermercado: originalmente Walmart, en la actualidad Changomas.En tiempos en que el Club se llamaba 17 de Octubre, las familias obreras le daban dinamismo. “Se hacían campeonatos de fútbol en que uno de los organizadores era mi abuelo materno Juan Carlos Franzoni, y el árbitro era mi abuelo paterno Pascual Plescia, que era bombero voluntario”, gráfica Franco. Entre las socias del club estaba Nilda Cabrera, esposa de Juan Carlos Franzoni, abuela de Franco Plescia, que fue enfermera de Evita. El actual secretario, Andrés Sanguinetti, compara y dice que en aquellos tiempos “era un club para toda la familia. Cada uno tenía su actividad. Había mucha vida social y cultural. Hoy más bien es un club deportivo”. Sanguinetti lleva 50 de sus casi 60 años de vida en el club, que empezó a frecuentar a diario cuando su familia se mudó a las torres de Albarellos y General Paz, construidas en 1974. Venían de Uruguay “de donde nos tuvimos que escapar porque mamá era delegada gremial en Paylana en Paysandú”, cuenta en la confitería del club en el que todas las tardes combina sus tareas como periodista con las de secretario de 17 de agosto. Allí entra y saluda su hijo, entrenador de los chicos de básquet de premini, mini, U13 y U15. 17 de Agosto compite en la Federación de Basquet Área Metropolitana de Buenos Aires (FEBAMA).
Franco Plescia está a cargo de la escuelita de futsal que explota de chicos de 5,6 y 7 años. “Entre todas las categorías entre masculino y femenino hay cerca de 500 pibes y pibas en el club”, se enorgullece. Si bien el Futsal hoy es semiprofesional y son muchos los clubes grandes de AFA que participan, el clásico sigue siendo para todo el mundo el de 17 de Agosto versus Pinocho. Un clásico entre barrios separados por la Avenida de los Constituyentes: Villa Pueyrredón y Villa Urquiza.Plescia tiene una lectura del clásico que va más allá. “Nosotros para ellos y otros clubes éramos los negros, los peronchos, los obreros de la Grafa. La pica viene por ahí, más allá de la vecindad”, argumenta. “En realidad los primeros clásicos eran en el básquet que era el deporte fuerte tanto de Pincho como nuestro. El Mundial de básquet del 50 que ganó Argentina había hecho muy popular a este deporte en los clubes de barrio”, agrega. En la misma línea, Sanguinetti cuenta que “de los dos gimnasios que tenemos el más grande que históricamente era para el básquet, pero hace más de 20 años que quedó para el futsal”. El creciente interés por el futsal invita a hacer planes de extensión de la cancha “en la que de locales metemos 400 personas”. Pero Sanguinetti aclara que con la situación inflacionaria actual no ve factible dar el paso. 17 de Agosto tiene en sus vitrinas la Copa de Oro de 2019. En la pandemia, el hall del club se convirtió en una verdulería “Teníamos que pagar los sueldos a los empleados y nos era imposible. Un directivo, Carlitos Mariani, se iba a las dos de la mañana al Mercado Central. Todos trabajábamos acá de 8 a 20”, recuerda. Plescia, apenas se salió de la pandemia, tenía que dirigir no sólo la escuelita sino también distintas categorías como la 8,7,6,5 y 4. “Siempre estoy para lo que haya que dar una mano. Estoy en la directiva como vocal. Hice la cartelería del club, acerqué sponsors”, detalla. El club en la actualidad cuenta con casi mil socios pero la cuota social de 4200 pesos más lo que se cobra por cada actividad específica no alcanza para financiar todas las actividades, entre las que se incluyen natación en pileta climatizada, buceo, taekwondo, karate, pesas, patín y gimnasia deportiva, entre otras. “Tenemos acuerdos con el área de Educación del gobierno de la ciudad para alquilar el club a escuelas de la zona y también con la Policía de la Ciudad para que los efectivos puedan usar las instalaciones del club. Eso nos permite complementar el financiamiento”, explica Sanguinetti, para quien “muchos nos vinculan por eso con el PRO”. Además de los convenios con el Estado, el club alquila la cancha a la liga latina de básquet que impulsan residentes venezolanos en Argentina. Más allá del día a día de cualquier club de barrio y de su pelea por quedarse con el campeonato en curso de futsal, el Club 17 de Agosto cuenta con una historia que lo vincula al primer peronismo. El del 17 de octubre