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martes, 31 de enero de 2023

Quiroga frente a Paz: Oncativo y sus repercusiones....

por Julio R. Otaño
El combate de Laguna largo u Oncativo librado el 25 de marzo de 1830...entre las fuerzas unitarias de José M. Paz y las nacionales o federales de facundo Quiroga se enmarca en las luchas civiles que comenzaron en 1828 luego del golpe unitario de Lavalle y paz y el posterior fusilamiento del gobernador legítimo y legal Manuel Dorrego. Se realiza en Córdoba donde el ejercito de Paz se habia apoderado del Gobierno y creado el supremo Poder Militar. Paz era militar de carrera y tenia soldados disciplinados y con un armamento muy superior, fusiles y cañones. Facundo Quiroga fue una figura mistica y prestigiosa del federalismo, un caudillo popular y carismático..quien se lanza contra el golpista. Las fuerzas de Quiroga eran similares en numero pero la mayoria eran simples paisanos armados con chuzas (lanzas) y facones. La Historia oficial a sobredimensionado al Gral Paz..un hombre de firmes convicciones unitarias y oligarquicas, y de palabra tan falsa como dólar anaranjado....  El combate se desarrollo entre la laguna Larga y la llanura de Oncativo y como lo vengo explicando, las fuerzas unitarias eran notablemente superiores en preparación y armamento. Facundo Quiroga se retira y Paz ordena a lamadrid su persecusion y que lo capture vivo o muerto.  Así era paz..quien se destacó en represiones y fusilamientos y cuando fue capturado...Rosas en lugar de hacer lo cotidiano en el manco...es decir mandarlo al pelotón de fusilamiento, le perdona la vida y BAJO JURAMENTO (que no cumplio) es destinado a la ciudad de Luján.NO A LA CARCEL O ENCADENADO COMO ALGUNOS SOSTIENEN....allí llegó Margarita Weild...su sobrina (hija de su hermana) y esposa....en lujan naceran sus dos primeros hijos. Luego de la huida nocturna de paz y su esposa en barcos franceses, el manco retomó las armas contra la Confederación y venció en Caa Guazú a los federales de echague. exiliado en brasil. margarita morirá a los 33 años pariendo su ultimo hijo...sus restos estuvieron en recoleta y en la actualidad estan en la catedral de córdoba.
Luego de sucesivos intentos de rearmar sus tropas, Quiroga emprendió la huida. Según relata Lamadrid, él y Pringles entraron en la línea federal acuchillando y lanceando a sus adversarios, hasta que los alcanzó Paz y les ordenó que se dedicaran a capturar a Quiroga.  Lo quería ver ingresar ridiculizado en un burro celeste....al igual que lo había hecho con el Padre Aldao. 
Es que civilizado, europeo y oligarca "Manco" Paz...era así.  Lo llamaban manco porque no podia utilizar ni antebrazo ni mano...no es que carecía de ellos. 
Un grupo de soldados de la escolta de Quiroga fueron alcanzados por Lamadrid, quien los interrogó acerca de dónde se encontraba el caudillo, ...dichos tres hombres un pequeño grupo que corría hacia el naciente, y a cuatro o cinco cuadras de distancia, y díchome allí va señor, les pregunté todavía cual es el pelo del caballo que monta, y habiéndome contestado que era un overo ordené que lo lanceen....   El propio Lamadrid relató que en dos oportunidades ordenó la ejecución de los soldados federales que le daban la información. Sin embargo, no se logró alcanzar a Quiroga, quien tomó por el camino de las postas, en dirección hacia Paso de Ferreira, donde actualmente se ubica villa María.
Finalmente, el día 28 se hace saber desde Fraile Muerto (hoy Bel Ville) que Quiroga había llegado a destino el día anterior a las 12.00 y que los diputados de Buenos Aires, llevaron a Facundo en un coche con destino a la ciudad de Santa Fé, El Gral Paz continuó ordenando fusilamientos y represiones.  Después de la batalla, Quiroga pierde Córdoba para siempre, Villafañe y su columna se retiran a La Rioja para quedar para reserva..ya que sabían que Facundo era indomable.​ Se efectúa en Buenos Aires el nombramiento de Anchorena, el oráculo de Rosas y el decreto contra los golpistas decembristas y fusiladores intensificándose en las zonas federales EL MISMO ACCIONAR QUE LOS UNITARIOS.  El general Paz dividió su ejército, enviando divisiones a la conquista de las provincias del oeste y del noroeste, quedando la Argentina desde entonces dividida en dos estados beligerantes.  El gobernador federal Rosas prepara un ejército para enfrentar a Paz. El jefe cordobés inicia la ofensiva. Se generaliza la guerra.
Quiroga regresa con 400 presos que Rosas le entrega..pero se le incorporan miles de voluntarios..la sangre encendida por Lavalle, Paz y sus cómplices causaba represalias, cruza el sur de Córdoba y reconquista Cuyo. El gobernador federal santafesino López emplea una táctica de desgaste contra Paz, con federales cordobeses, como los Reynafe.  Paz cae sorpresivamente prisionero en las cercanías del fortín de El Tío, y comienza a desmoronarse su sector.  López no lo fusila y lo entregará luego a Rosas...quien piensa aún en la reconciliación con el mas sangriento represor unitario...a quien Mitre y la historia oficial lo pretendió convertir en un caballero cruzado....Estanislao López y Balcarce entran con su ejército en la ciudad de Córdoba el 1º de junio de 1831.  Lamadrid el ladrón, torturador de la madre y esposa de Facundo Quiroga es derrotado por éste en Ciudadela de Tucumán —entonces un bastión- Quiroga concluye triunfalmente oficialmente la guerra que tuvo su punto culminante en Oncativo.  Las provincias se incorporar al Pacto Federal. Es el gran triunfo de ese jugador de ese hombre práctico, realista, afirmado en su tierra...Don Juan Manuel de Rosas

BREVE HISTORIA DE LAS ISLAS SANDWICH

Por Jorge Cosentino
Son un grupo de once islas y varios islotes de origen volcánico, ubicadas en el extremo más oriental de nuestro sector subantártico. Se ubican a poco más de 2500 Km al Este-sur- este de Ushuaia y se desarrollan sobre un espacio de unos 350 Km entre la isla más al norte (Isla Jorge) y la más al sur (Isla Thule). A la vez el extremo sur del grupo se ubica a apenas 50 km al norte del paralelo 60, que es donde comienza el área de conservación internacional determinada por el Tratado Antártico. A pesar de su relativo aislamiento tienen una historia bastante interesante y, a criterio de quien escribe este artículo, una influencia determinante en el conflicto de Malvinas de 1982.
Su descubrimiento se atribuye al Capitán Cook (de hecho su nombre homenajea a un integrante del almirantazgo, conde o barón de Sandwich, quien suscribe estas líneas tiene bastante amnesia para los “título nobiliarios” y toda esa parafernalia propia de ingleses, de creer que unas personas son mejores que otras por el simple hecho de nacer en cuna de oro). En aquella época resultaba bastante difícil definir con seguridad los descubrimientos, balleneros y foqueros navegaban por esos mares y aprovechaban las islas para proveerse de agua o algún puerto para capear temporales. Ninguna de esas ventajas está disponible en el Archipiélago de las Sandwich, son casi constantes los acantilados en sus costas y no hay puertos naturales aptos.  Huelga decir que su nombre, en honor a uno de los tantos integrantes de almirantazgo británico, no es de mayor importancia en lo que a justificación de soberanía se entiende. El Atlántico Sur (y en general todo el mundo) está plagado de topónimos ingleses que exceden los valores de descubrimiento y valen más por la picardía británica de imponerle sus nombres a todo. Obviando este detalle, vale aclarar que uno de los primeros datos conocidos de desembarco en costas del archipiélago se data en 1818, señalado por balleneros que buscaron sin fortuna agua fresca y leña. Como explicaba más arriba, para aquellos navegantes detalles como toponimias y descubrimientos no se condecían con su interés comercial, centrado exclusivamente en la caza de ballenas y anfibios. A poco más de 800 Km al este de la Sandwich se ubican las Georgias, en su isla principal – San Pedro – los balleneros consiguieron ese punto de abastecimiento, tanto es así que a principio del siglo pasado había ocho puertos de distintos países funcionando, pero esa es otra historia.
El título principal de nuestra soberanía se data en los tratados de Tordesillas y la posterior posesión por herencia al declararse la independencia en 1816.
Existe poca documentación que verifique desembarcos y acciones, hasta 1955. Y en ese año empieza la historia de la Soberanía Nacional sobre el archipiélago.
Los Radioaficionados de Thule
En diciembre de 1955 la Armada traslada a Thule a dos radioaficionados y un guardiamarina (Manuel Almada, Miguel Villafañe – radiotelegrafista de la Marina Mercante – y Ricardo Hermelo respectivamente). Se constituyen las características de radioaficionados LU2ZY, LU3ZY y LU4ZY. Cabe citar que estas características radioeléctricas se denominan código País y corresponden, obviamente, a la República Argentina. Para dar abrigo a personas y equipos construyen el refugio Teniente Esquivel, donde ponen a resguardo los equipos radiales, en tanto que los tres aventureros pasan sus días en sendas carpas, amplias, las de tipo columna central y vientos alrededor, con piso de madera (el suelo de Thule está saturado de humedad). Esto de las carpas no debe tomarse a la ligera, en un lugar donde el viento es constante y montar esas estructuras es una epopeya.
Me voy a permitir, en medio del relato histórico, mechar una visión personal. Cuando me tocó trabajar en Thule, en el verano 1981/82, disfrutábamos de enormes comodidades: camas con colchón, sábanas y frazadas en un dormitorio calefaccionado; un comedor, baño con ducha e inodoro, máquina expendedora de gaseosas, electricidad, agua potabilizada, ropa adecuada y diseñada para el clima riguroso y hasta televisores y películas (en formato betamax, para los memoriosos). Cada vez que miraba el refugio Esquivel e imaginaba a esos tres pioneros, protegidos apenas con camperas de cuero y abrigos de lana, durmiendo en carpa, sin baño ni comodidades, haciendo Patria, no podía menos que admirarlos. Héroes anónimos que no han sido homenajeados con una calle, con su nombre en una escuela, y que sin embargo estuvieron dispuestos a subsistir en los confines de la Patria para hacerla más grande.  Volviendo a 1955, pasados unos meses se registró un fuerte temblor de tierra (recordemos que son islas volcánicas y una zona de habituales terremotos) y se consideró pertinente abandonar la experiencia. En mayo de 1956 el Transporte Bahía Aguirre rescató a los pioneros. Sin embargo el apelativo radiofónico permanece asignado a las Islas y se utilizó mientras estuvieron habitadas por compatriotas.  
La Estación Científica Corbeta Uruguay (ECCU)
A iniciativa y sugerencia del Comando Antártico de la Armada, en la Campaña Antártica 1976/77 se inicia la construcción de una base científica en la Isla Thule, en la península Corbeta Uruguay, tal vez la única superficie habitable en todo el grupo de islas. La descarga de los materiales, transportados en el Rompehielos General San Martín y el transporte Bahía Aguirre se realiza alternativamente en helicópteros y lanchas que navegaban a la pequeña playa que se forma en el Golfo Caldera.
Subsiste aún el viejo refugio Teniente Esquivel, que lleva en ese momento 22 años, resistiendo los embates del viento y la nieve, como faro de Soberanía Argentina.  Los trabajos demandan poco más de cuatro meses y el 18 de marzo se deja inaugurada la Base con la ceremonia correspondiente. Cumplido el acto el personal se retira, quedando la base deshabitada hasta el verano siguiente.
En ese momento la base cuenta de dos casas habitación separadas, alojamiento para ocho personas en cada una, un galpón destinado a pañol y estacionamiento (de vehículos antárticos), instalaciones complementarias, generadores eléctricos y sectores científicos. El diseño de los edificios es lineal, con una cara cóncava para dar menor resistencia a los vientos dominantes.  En la campaña 1980/81 se construye un nuevo galpón en el interior del cual se diseña un nuevo sistema constructivo experimental de casa habitación. Los trabajos en el galpón continuaron en el verano 1981/82, año en que tuve la suerte y honor de integrar el grupo de trabajo denominado Batallón de Construcciones Antártico.
La protesta Británica
La construcción de la estación científica se realizó sin anuncios de ningún tipo, tanto a los signatarios del Tratado Antártico como internacionalmente. Si bien el grupo de islas es subantártico constituye una unidad geográfica y climatológica con la Antártida que justificaba perfectamente la instalación de la Base y los estudios científicos que se planteaba realizar.  Inglaterra toma conocimiento de la construcción en enero de 1977, por el avistamiento de los trabajadores realizado por un helicóptero de dotación del buque Endurance. En ese momento los británicos reclaman por la ejecución de trabajos en las islas, que consideraban de soberanía propia. Nuestra cancillería contesta que la construcción era para una base científica, dando a entender que no sería habitada de forma permanente, y que la soberanía correspondía a nuestra nación. Luego del intercambio los británicos presentan una protesta formal, aunque sin ultimátum ni amenaza de acciones. La diplomacia de nuestro país intenta bajarle el tono al reclamo de manera de no entorpecer las negociaciones por Malvinas, que venían realizándose desde los acuerdos de 1971. Negociaciones que con altos y bajos resultaban infructuosas.
Durante 1977 el primer ministro inglés James Callaghan ordena la conformación de una fuerza de tareas para enviar al Atlántico Sur. El justificativo para la acción es la posibilidad que Argentina accionara con la recuperación de Malvinas. Sin embargo la operación se diluye sin que se tomaran acciones ni en Malvinas ni en las Sandwich. Las órdenes cursadas al comandante eran de neto corte disuasivo. Al cabo de pocos meses la expedición vuelve a su puerto original sin realizar ninguna acción que valga la pena mencionar.
Funcionamiento de la Estación Científica
finalmente, a partir del verano 1977/78 la Estación Científica Corbeta Uruguay comenzó a tener ocupación permanente, realizándose estudios de glaciología, geología y atmosféricos. Como un dato interesante la dotación permanente se componía de seis militares de la Armada (jefe de base, médico, electricista, mecánico, radio operador y cocinero) y dos o tres meteorólogos de la Fuerza Aérea, siendo tal vez la primera experiencia de “base conjunta” tal como se las denomina a todas en la actualidad. Las características radiofónicas otorgadas en 1955 seguían vigentes y el operador de radio tenía también la función de encargado de la estafeta postal.  Aquel incidente diplomático del verano anterior no modificó las negociaciones que se venían realizando periódicamente sobre Malvinas, lo cual puede catalogarse como un triunfo de nuestra diplomacia. En este sentido es importante aclarar que los acuerdos de 1971 no incluían como dependencias de Malvinas a las Islas Sandwich ni a las Georgias. La evolución de los acontecimientos hasta 1982 hacía que el ejercicio de nuestra soberanía sin nuevos reclamos por la parte inglesa fuera un camino a su reconocimiento formal.

En este punto es interesante entender el estado de las negociaciones por los archipiélagos australes a fines de los años ’70. Durante el año 1975 Inglaterra había acercado una propuesta formal sobre Malvinas, de arrendamiento al estilo Hong Kong. Si bien nuestra diplomacia había rechazado la propuesta en forma global, era un buen punto de partida para negociar sobre una propuesta concreta, y esa era la intención. El golpe militar de marzo de 1976 significó el congelamiento de esa propuesta y el retroceso general de las negociaciones.

La cuestión soberana
Recordemos que desde 1965 las Islas Georgias estaban ocupadas por científicos del British Atlantic Survey. Las ocho compañías (Noruegas, Escocesas y Argentina) que realizaban la caza y proceso de ballenas durante el siglo pasado abonaban un canon en concepto de alquiler a las autoridades de facto inglesas de Malvinas, incluida la Compañía Argentina de Pesca (CAP), constituida bajo leyes nacionales. Durante ese período nuestra Armada realizó tareas hidrográficas, meteorológicas y de abastecimiento, tanto como el poder de policía. Es interesante mencionar que hubo una huelga y “revolución bolchevique” a finales de la década de 1910, los cabecillas fueron obreros de origen ruso contratados por la CAP, y la huelga se extendió a algunas de las otras compañías que operaban en las Georgias. Los instigadores de la huelga fueron remitidos a nuestro País para ser juzgados.  El pago del alquiler por un lado y el reconocimiento de la dependencia judicial por el otro son hechos que se contraponen para definir la soberanía, depende de la capacidad de cada servicio diplomático como utilizarlos en las negociaciones. Siempre debemos recordar los títulos originales de soberanía, históricos y geográficos que avalan el reclamo de nuestro País y las ocupaciones de facto que realizaron los ingleses, tanto en Malvinas como en Georgias.  Volviendo a las Sandwich, dado que nunca fueron ocupadas por fuerza alguna, siendo la Base Corbeta Uruguay el primer asentamiento permanente, sumado a la vigencia en el tiempo del tratado de Tordesillas y los derechos de herencia correspondientes a nuestra Nación, los títulos soberanos son más que elocuentes.
Indudablemente los hechos de Thule de 1977 influyeron de alguna manera en las evaluaciones previas a la recuperación por la vía militar de las Islas Malvinas y la guerra de 1982. Así lo menciona por ejemplo el Capitán César Trombetta en su declaración del informe Rattenbatch. El mencionado marino era comandante del Bahía Aguirre durante la construcción de la Base Corbeta Uruguay y posteriormente comandante de la Agrupación Naval Antártica en el combate en las Islas Georgias el 3 de abril de 1982. En realidad muchos de los Marinos con poder de decisión en 1982 habían sido protagonistas de los hechos de 1977, entre ellos el mencionado Trombetta y los Almirantes Anaya y Lombardo son los más conspicuos. Al momento de escribir estas líneas la afirmación es apenas una hipótesis fuerte, que necesita revisión contundente desde lo documental.
A partir de los acuerdos de 1971 se negoció el tema de descolonización exclusivamente sobre Malvinas. Como expliqué más arriba, la creación de la Base Corbeta Uruguay y la pasividad inglesa fueron un principio de soberanía claro sobre las Sandwich. Tengamos en cuenta en este punto que cada grupo de islas incluye obviamente el mar circundante. Terminada la guerra de 1982, dado que los ingleses invadieron los tres grupos de islas, el reclamo de nuestro País se tornó global.
En 1997 se creó la Comisión del Límite exterior de la Plataforma Continental Argentina. Luego de un trabajo científico y técnico que se prolongó por más de 20 años, en marzo de 2017, se obtuvo de la Comisión Permanente de Límites de la Plataforma Continental perteneciente a las Naciones Unidas la aprobación del Mapa Bicontinental con la inclusión de los sectores correspondientes a Malvinas, Sandwich y Georgias. El dictamen de la ONU reconoce nuestros títulos y menciona la necesidad de resolver el diferendo con Inglaterra en el marco del Comité de Descolonización.
A pesar de la escasísima actividad diplomática que realiza nuestro País, reducida apenas la presentación anual en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, nuestro reclamo tiene bases sólidas, científicas e históricas y un apoyo desde organismos internacionales. Debería ser política de estado una postura más activa en el plano internacional, acompañada de acciones internas, para apuntar a la recuperación y plena soberanía de nuestro mar y nuestros territorios insulares. En este sentido es también principalísimo el accionar permanente desde 1904 en el Sector Antártico Argentino. Nuestros militares y científicos desarrollan una tarea compleja y permanente con enorme cantidad de actos de soberanía, además de la innovación científica y ecológica.
El fin de la Base Corbeta Uruguay
Terminadas las acciones en Malvinas, el 20 de junio de 1982, una fuerza compuesta por varios buques y helicópteros británicos invadió la Isla Thule, desalojando al personal que trabajaba en la misma. La dotación de la base fue trasladada a Montevideo, vía las Islas Georgias.
Los edificios fueron sellados y la base se dejó deshabitada hasta el verano de 1983. Según declaraciones de los ingleses en oportunidad de visitar la base para controlarla encontraron izada en el mástil una bandera Argentina. Esta situación generó la decisión de demoler todos los edificios dinamitándolos. A la fecha se desconoce quién se tomó el trabajo de navegar hasta Thule para colocar la bandera nacional o si al vez haya sido una simple justificación británica para destruir los vestigios de nuestra presencia y trabajo durante varios años realizando investigaciones científicas.  A pesar de la destrucción de las instalaciones - dicen las propias crónicas británicas - el refugio Teniente Esquivel, aquel que los tres pioneros construyeron en 1955, quedó en pié en 1983 después de la destrucción de las instalaciones. Paradojas de la historia y orgullo para Hermelo, Almada, Villafañe y sus familias.

VGM Jorge Cosentino


20 de Febrero de 1827_ Ituzaingó, la batalla de las desobediencias....

Por el Prof. Julio R. Otaño
Para entender la PRIMERA GUERRA CONTRA EL IMPERIO DEL BRASIL entre 1825 y 1828 hay que remontarse a un hecho muy concreto en la historia compartida por argentinos y orientales. Ocupada la Banda Oriental desde varios años antes por portugueses (y tras la independencia del Brasil, por brasileños), un nutrido grupo de orientales refugiados en Buenos Aires emprendieron una campaña para recuperar el control político sobre su territorio. Fueron los famosos “33 Orientales”, quienes liderados por Antonio de Lavalleja y Manuel Oribe (Y financiados por argentinos como Juan Manuel de Rosas) y tras desembarcar en la playa de la Agraciada reunieron el Congreso de la Florida que el 25 de agosto de 1825 declaró la independencia de la Banda Oriental respecto del Brasil y su reincorporación a las Provincias Unidas del Río de la Plata. El Congreso Nacional aceptó el pedido de reincorporación, lo que desencadenó que el Brasil declarara formalmente la Guerra. Se da comienzo así al primer conflicto bélico entre las Provincias Unidas y el Imperio del Brasil. El Ejército Argentino-oriental llamado de Operaciones, una vez instalado en la Banda Oriental, pasó a llamarse “Ejército Republicano”. Hacia fines de 1826, el impulso de Alvear había dado sus frutos. Jefes probados como Soler, Chilavert, Angel Pacheco, Lavalle, Mansilla, Paz, Brandsen, Olavarria e Iriarte integraban la oficialidad; Luis Beltrán, el colaborador de San Martín, estaba encargado del parque. El ejército contaba con unos 5.500 hombres. Alvear, desdeñó sitiar las plazas fortificadas de Colonia y Montevideo y se lanzó directamente hacia el noreste, para hacer del territorio enemigo el teatro de la guerra.  Se marchaba cubriendo unos 13 kilómetros diarios, en una época calurosa y seca en la que abundaban los incendios de campos. El suelo era yermo, sin ganado ni cultivos, y el único alimento de la tropa era la carne. La escasez de agua dificultaba la marcha- 
Por su parte, el ejército imperial estaba distribuido en varios puntos de la frontera con la Banda Oriental.Contaba con más de 15.000 hombres a las órdenes del marqués de Barbacena, cuyo objetivo era expulsar a los republicanos al otro lado del río Uruguay, para atacar Entre Ríos y obligarlos a firmar la paz. Hubo encuentros parciales como el de Bacacay, en febrero de 1827, en el que Lavalle atacó la división de Bentos Manuel, que debió retirarse, y el de Ombú, dos días después, cuando Mansilla cayó sobre los enemigos que lo perseguían.   Carlos de Alvear Jefe Nominal del llamado Ejercito Republicano atrajo al grueso de las fuerzas imperiales, mandadas por el marqués de Barbacena, a un enfrentamiento en la vera del río Santa María. El Santa María separaba el territorio montañoso (donde las caballadas aliadas poco valor táctico tenían) de los terrenos más llanos con buenos pastizales al sur del río. El ejército aliado buscaba campos con forraje adecuado, mas la imposibilidad de vadear el río por estar crecido obligó a efectuar una contramarcha de veinte kilómetros en la noche previa a la batalla recorriendo un camino ascendente que permitía posicionar al ejército aliado en igualdad de condiciones con el oponente. La enemistad entre los generales republicanos y a las diferencias tácticas y estratégicas militares, produjo múltiples desobediencias del lado republicano en el campo de batalla. A la formación inglesa de las tropas imperiales se oponía la marcada influencia francesa de Alvear, gran admirador de Napoleón. Pero la profusa formación militar de Alvear contrastaba con el estilo de guerra gaucha entre jinete y jinete de Juan Antonio Lavalleja. Es precisamente Lavalleja quien comete la primera desobediencia de muchas que se darían ese día. El caudillo había recibido órdenes de posicionarse a la derecha del centro republicano y atacar el flanco izquierdo brasileño. Pero no obedeció, excusándose en la oscuridad de la noche y el desconocimiento del terreno, y ubicándose en el centro del campo de batalla. El historiador Vicente Fidel López confirma esta versión, basándose en un testimonio según el cual, al recibir la orden de Alvear, Lavalleja “prorrumpió en palabras descompuestas contra el general; vociferando que todas esas estratégicas eran farsas, que para ganar una batalla no se necesitaba sino pararse frente al enemigo ir derecho a él, atropellarlo con denuedo y vencer o morir”. La terquedad de Lavalleja comprometería seriamente el triunfo del ejército republicano.
Como los brasileños estimaron erróneamente que los aliados habían cruzado el río en la tarde anterior su marcha fue descuidada y desprolija. Barbacena envió el grueso de su infantería en tres columnas a atacar el primer cuerpo del ejército aliado, comandado por Lavalleja, que estaba ubicado con la artillería en el centro del campo de batalla. Una vez próximos a éste, Alvear ordenó la carga de la caballería, hasta entonces oculta, sobre el flanco izquierdo de los brasileños. Posicionados sorpresivamente frente a un ejército bien formado y dispuesto para la batalla, los voluntarios que componían este flanco, al mando del Mariscal José de Abreu Mena Barreto, se desbandaron. El flanco derecho imperial se replegó también, cruzando el río por el vado, y dejando sólo a la columna central, entre los que se contaban 2.000 mercenarios experimentados de origen austríaco y prusiano, para resistir las sucesivas cargas dirigidas por el Teniente Coronel Federico Brandsen, y el General Juan Galo de Lavalle, que fueron decisivas. Alvear envió deliberadamente a la muerte a este último: teniente coronel Charles Louis Frederic de Brandsen ya que era una locura lo que le pedía: atacar a una fuerza de 2000 mercenarios austríacos y alemanes y y defendida por un foso….Ya tenía 41 años. (Había nacido en París en 1785. Hijo de un médico holandés y luego de recibir educación en el Liceo Imperial de Francia, Brandsen ingresó en el ejército. Tras la abdicación de Napoleón en 1814, Brandsen regresó a Francia. En 1815, intervino en la campaña de los Cien Días que culminó con la batalla de Waterloo donde resultó herido. Llego a Bs As, destinado al Regimiento de Granaderos a Caballo, como capitán de caballería en Las Tablas, cerca de Valparaíso, Chile y que combatía bajo las órdenes del general San Martín. Entre 1818 y 1819, Brandsen participó en la segunda campaña al sur del país trasandino que culminaría con la victoria de Bío Bío. Posteriormente, formó parte de la expedición libertadora al Perú. Participando en Nazca junto al mayor Juan Lavalle. Tampoco olvidó ese 8 de noviembre de 1820, en Chancay cuando con 36 Cazadores vencieron a una fuerza realista de casi 200 hombres. Así, ascendió a sargento mayor. San Martín lo puso al frente del regimiento de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia con el grado de teniente coronel y con el que triunfó en Zepita. Luego, con la Caballería de la Vanguardia del Ejército del Perú intervino en Sica-Sica y en Ayo-Ayo donde contuvo la persecución enemiga para salvar los restos del ejército derrotado en esos encuentros. Entre 1822 y 1823 participó en otras operaciones contra los realistas. Encarcelado, desterrado y luego liberado por Simón Bolívar, el 5 de marzo de 1825 embarcó con su familia en el buque Livonia, a Santiago de Chile. Tras una breve permanencia en esa ciudad, regresó al Río de la Plata. El 23 de enero de 1826 el gobierno lo designó jefe del Regimiento 1 de Caballería con las jinetas de teniente coronel y se preparó parta luchar contra el Imperio del Brasil.) Finalmente, llegó el 20 de febrero de 1827- Tal como lo había previsto, el ataque fracasó y la metralla enemiga rápidamente terminó con su vida y la de varios de sus soldados, entre ellos un hermano de Juan Lavalle.  Sin embargo, luego de varios intentos, el empeño patriota dio resultados. Tras 5 y 6 horas de combate, las tropas imperiales tocaron a retirada. El triunfo de las fuerzas de la República es total. Las cargas encabezadas por Juan Lavalleja, Estanislao Soler, Lucio Mansilla y Angel Pacheco, entre otros, fueron decisivas. Finalizada las acciones, el propio Juan Lavalle recorrió la zona y encontró el cadáver de Brandsen entremezclado entre los cuerpos de sus hombres. Estaba completamente desnudo porque en su huída, los imperiales le habían quitado el uniforme y sus medallas. El valiente guerrero fue promovido póstumamente a coronel y sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires. Su sepultura fue declarada Monumento Histórico Nacional. Lamentablemente, los brasileños lograron retirarse, dado que la caballada republicana estaba agotada. Sin embargo, se pudo destruir la mayor parte de la fuerza enemiga y se capturaron el parque y los trofeos. En realidad, la batalla se libró sin una adecuada dirección por parte de Alvear, y los triunfadores –como escribiría Paz- fueron los jefes de cuerpo, que siguieron sus “inspiraciones del momento”. Paz agrega que Ituzaingó “puede llamarse la batalla de las desobediencias pues allí todos mandanos, todos combatimos y todos vencimos guiados por nuestras propias inspiraciones”.  Los jefes subalternos pelearon de acuerdo a su propia iniciativa, mientras el generalísimo Alvear y Soler no sabían que hacer en el campo.  Tampoco el resultado de la batalla de Ituzaíngó adquirió un valor políticamente decisivo, Alvear se dedico a saquear los despojos de los imperiales; dejaba huir a los brasileños con su artillería y la fuerza militar intacta. "La paz se habría firmado dictando el vencedor las condiciones: la evacuación de Montevideo y de todo el territorio oriental ocupado por las tropas del Imperio, su incorporación a la República Argentina", dice Iriarte en sus Memorias.  El generalísimo se apoderó de la vajilla de plata del marqués de Barbacena abandonada en la precipitada huida, mientras el general Soler "aligeraba los baúles del marqués". Hasta el nombre de la batalla es una invención de Alvear: "Estuvo dos días buscando en la carta un nombre bien sonante, y el de Ituzaingó fue el que más satisfizo su oído. Con más propiedad los enemigos la llaman "batalla del Paso del Rosario". (ituzaingo significa cascada de agua).  
El ejército imperial sufrió 200 muertos, entre ellos el mariscal Abreu y 150 prisioneros. Las Provincias Unidas sufrieron 139 bajas de caballería y 9 de los Cazadores de Infantería. Entre los efectos abandonados por los brasileños en su huida luego de la derrota de Ituzaingó, figuró una valija que contiene un manojo de partituras musicales. En una de ellas y en caracteres de gran tamaño podía leerse: “Para ser ejecutada después de la primera gran victoria que alcancen las tropas imperiales, debiendo darse a esta marcha el nombre del campo en que se libre la batalla”, Dicha misteriosa partitura -cuya composición siempre se atribuyó al mismísimo Pedro I, Emperador del Brasil- pensada para ser tocada por los brasileños en su desfile triunfal por las calles de Buenos Aires, pasó en cambio a incorporarse al repertorio musical del Ejército Argentino y es actualmente la marcha presidencial, es decir, la que se ejecutaba a la llegada del Presidente de la Nación a un acto oficial.
En abril, en Camacuá, Pacheco y Paz triunfaron de manera tan rotunda que el marqués de Barbacena fue destituido. En mayo, en Yerbal, Lavalle logró la victoria, aunque debió ser reemplazado por Olavaria a causa de sus heridas.   Al comenzar la estación lluviosa, el Ejército Republicano dejó el territorio de Río Grande y se estacionó en Cerro Largo. El estado de las caballadas era tan lamentable que para llegar a destino los jinetes debían andar a pie a razón de un día de marcha por dos de descanso. Además, el creciente malestar que causaba Alvear entre los oficiales minaba la unidad del ejército. Así le escribía San Martín a Tomás Guido: “Este joven (Alvear) ha declarado odio eterno a todos los jefes y oficiales que han pertenecido al Ejército de los Andes”, y alegaba que como era un ignorante del oficio militar, no quería tener a su lado a los probados veteranos de las guerras emancipadoras.
En julio de 1827, el general Alvear fue relevado por el encargado de las relaciones exteriores, Manuel Dorrego, pues Rivadavia había renunciado a la presidencia de la República y cada provincia había recuperado su autonomía. El nuevo jefe del ejército fue el general Lavalleja, que tampoco contaba con el beneplácito de la oficialidad argentina. La guerra languidecía por agotamiento de los contendientes; las únicas batallas que se libran eran navales y sus protagonistas mayoritariamente ingleses. El jefe de la escuadra bloqueadora del Río de la Plata era inglés y, curiosamente, el almirante de la flota republicana había nacido en Irlanda, aunque Brown era un criollo de alma y por sentimiento.
Siete meses permaneció el ejército republicano en Cerro Largo. Su situación, pese a las victorias obtenidas, era lamentable. No había recursos materiales y tanto los oficiales como la tropa debían soportar la miseria más increíble. Dorrego envió remesas de vestuario, monturas, armamento y municiones, pero no en cantidad suficiente, como para reiniciar una campaña. Entonces, como último recurso, las autoridades de Buenos Aires ordenaron la creación de un escuadrón de caballería al mando de Estanislao López, gobernador de Santa Fe, con la misión de invadir las antiguas misiones brasileñas. Fructuoso Rivera, ya enemistado con Lavalleja, se le adelantó y ocupó la región. Al enterarse, Dorrego no tuvo más remedio que homologar la iniciativa de Rivera, disponiendo la unificación de fuerzas, pero López no soportó la situación y optó por retirarse a Santa Fe y regresar las tropas que le había enviado.  Después de las victorias de Juncal e Ituzaingó, el presidente Rivadavia envió a su ministro Manuel J. García a iniciar tratativas de paz. El momento estaba bien elegido, pues los triunfos argentinos colocaban a la República en una situación de superioridad, y aunque el bloqueo naval brasileño seguía estrangulando a nuestro país, los enormes gastos de la guerra preocupaban también al gabinete imperial.  A Rivadavia, a pesar de que las victorias hubieran permitido imaginar un triunfal avance hasta el inerme y desmoralizado Río de Janeiro, no le interesa ganar la guerra porque su atención está ocupada en las vicisitudes de su constitución unitaria, unánimemente rechazada por los gobernadores provinciales que se unen en una liga dirigida por el cordobés Bustos, cuyo objetivo es expulsarlo del poder y continuar el conflicto armado que tan favorable se presentaba.  García, firmó un tratado vergonzoso en el que se reconocía a la Banda Oriental como parte del Brasil y se renunciaba a toda reivindicación ulterior; además, la República debía pagar una indemnización por los daños causados por los corsarios, a quienes el gobierno argentino había autorizado guerrear. Se perdió en la mesa de negociaciones lo que se había logrado en el campo de batalla. Esta actitud claudicante de García se debía al temor que el ministro compartía con los hombres de Buenos Aires respecto de las consecuencias internas de la continuación de la guerra con el Imperio. La posibilidad de que la autoridad central se derrumbara y se vieran forzados a entregar su poder a caudillos del Interior, que ellos consideraban salvajes, los estremecía, y era un mal que querían evitar a cualquier precio. Rivadavia presenta entonces la renuncia con su habitual petulancia: “Me es penoso no poder exponer a la faz del Mundo los motivos que justifican mi irrevocable resolución”. La primera magistratura fue asumida provisoriamente y por poco tiempo por Vicente López y Planes. El Congreso se disolvió.
Bibliografia
Beverina Juan "Guerra contra el imperio del Brasil"
Busaniche Jose #Historia Argentina"
Ferla Salvador "Historia Argentina con humor"
Leven e Ricardo "Historia Argentina"
Palacio Ernesto "Historia Argentina"
Paz Jose María "Memorias"
Pérez Amuchástegui "Crónica Histórica Argentina"
Perrone Jorge "Diario de la Historia Argentina"
Rosa José María "Historia Argentina"
Sierra Vicente "Historia Argentina"

Alvear: entre Rivadavia y Rosas...

Por el Prof. Jbismarck
Su exilio en 1815, fue por demás discutible. Su viejo rival en el Sitio de Montevideo, Gaspar de Vigodet, también acababa de arribar a Río de Janeiro y buscaba venganza. Alvear se vio forzado a asociarse con Andrés Villalba, encargado de negocios de la Corona Española en la Corte Imperial portuguesa. Al parecer, a cambio de sus favores, le proporcionó información acerca de los movimientos de los ejércitos independentistas, de su armamento y de su grado de instrucción. Además, publicó en la prensa un “descargo” sobre su actuación durante el Sitio de Montevideo. En 1818 se instaló en la Banda Oriental, que estaba ocupada por los portugueses y, desde allí, se alió con el general chileno José Miguel Carrera, enemigo declarado de Bernardo de O’Higgins y de San Martín. En 1819 se unió a los federales Estanislao López de Santa Fe y Francisco Ramírez de Entre Ríos, pese a que ambos mantenían excelentes relaciones con Artigas, para formar un ejército que, tras vencer en la batalla de Cepeda (1 de febrero de 1820), consiguió derrocar al director supremo José Rondeau y disolver el Congreso. Estos hechos provocaron el cese de todas las autoridades nacionales y abrieron un período histórico de inestabilidad.  A las disputas entre federales y unitarios, se sumaron las fuertes discrepancias en el interior de cada bando. Perseguido por representantes de ambos partidos, Alvear fue derrotado en San Nicolás de los Arroyos por Manuel Dorrego y debió refugiarse una vez más en Montevideo. Después de siete años de exilio, regresó a Buenos Aires en 1822, gracias a la Ley de Olvido dictada por el gobernador Martín Rodríguez. Fue en esta época cuando Alvear se inició en la actividad diplomática, representando al Gobierno en distintos destinos en el exterior. Su primera misión fue ante la Corte británica, donde tomó contacto con el secretario de relaciones exteriores George Canning. Las instrucciones que recibió eran, por un lado, buscar el reconocimiento de la independencia de las Provincias del Sud y, por el otro, plantear el reclamo de soberanía sobre la Banda Oriental que los lusitanos, y después los brasileños, mantenían ocupada desde 1817
Con el argumento de que las Provincias Unidas eran de facto independientes y que tenían un gobierno estable, Alvear consiguió que el gabinete inglés reconociera la independencia. A mediados de 1824 desembarcó en los Estados Unidos. Allí se entrevistó con el presidente James Monroe y con el secretario de estado John Quincy Adams, interiorizándose acerca de los alcances de la famosa Doctrina Monroe y procurando también conseguir el favor norteamericano en las discusiones sobre el territorio oriental. Al año siguiente y acompañado por José Miguel Díaz Vélez, se presentó ante Simón Bolívar, recientemente victorioso en la decisiva batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824). El 28 de enero de 1825, Juan Gregorio de Las Heras lo nombró Ministro Plenipotenciario ante la Gran Colombia. Si bien el objetivo oficial era trasmitir al venezolano las felicitaciones por el resultado de la contienda, los motivos principales reclamar la restitución de la provincia de Tarija, bajo control de Bolivia y del comandante Sucre y, segundo, conseguir el acompañamiento del líder de la Gran Colombia en las pretensiones de las Provincias Unidas sobre la Banda Oriental. En el primer caso, aunque Bolívar ordenó la devolución, en la propia Tarija estalló una revuelta que habría de colocarla definitivamente bajo el dominio boliviano; en el segundo caso, si bien Bolívar estaba de acuerdo, se negó a involucrarse personalmente, quizás para no incomodar a los británicos, cuya ayuda le había resultado vital durante el transcurso de la guerra. Vuelto a Buenos Aires durante la presidencia de Bernardino Rivadavia, fue designado Ministro de Guerra y Marina. Debido a la probabilidad cada vez más cierta de un enfrentamiento con el Imperio del Brasil, dedicó todo el año 1826 al rearme del Ejército. En diciembre y ya en medio del conflicto bélico, una crisis interna en las fuerzas armadas forzó a Rivadavia a designarlo como Jefe de Operaciones. Su experiencia, tanto militar como diplomática, fue capaz de compensar sus ambivalentes lealtades políticas. No sin polémica, las tropas a su mando lograron importantes victorias en Bacacay (13 de febrero de 1827), Ombú (16 de febrero de 1827), Ituzaingó (20 de febrero de 1827) y Camacuá (23 de abril de 1827). Sin embargo, no consiguió vencer completamente al ejército enemigo que, aunque se desbandó, pudo finalmente escapar. Algunos lo responsabilizaron directamente por su inacción; mientras que otros culparon al Gobierno porteño por la falta de apoyo. Después de la última de estas batallas renunció y se retiró a Buenos Aires, dejando la conducción del Ejército en manos de José María Paz. La guerra, ganada en el ámbito militar, se perdió en las negociaciones diplomáticas. Prevaleció la posición británica en favor de la independencia del Estado oriental. La caída de Rivadavia, tras la firma del Tratado de Paz, abrió otro período de grandes convulsiones políticas. La posición de Alvear quedó muy debilitada hasta que, en 1832, Juan Manuel de Rosas lo nombró embajador en Estados Unidos con instrucciones para negociar en el diferendo por las Islas Malvinas. No obstante, su mala salud y un cambio de gobierno, motivaron que esta designación quedara en suspenso. Pero tras el asesinato del caudillo riojano en Barranca Yaco (16 de febrero de 1835), de la aprobación de las facultades extraordinarias y de la suma del poder público en favor del Gobernador de Buenos Aires y, ante el complot que Alvear estaba urdiendo para derrocar al Gobierno con la participación del presidente de la Confederación Perú-boliviana, el mariscal Andrés de Santa Cruz, el propio Rosas optó por sacarlo de la escena política, volviendo a nombrarlo Ministro Plenipotenciario en los Estados Unidos. Esta vez, y en medio del bloqueo francés, Alvear partió por fin hacia Washington y retuvo este cargo hasta su muerte en 1852. Durante esos años desplegó una prolífica tarea diplomática, negociando tanto con países americanos como con europeos en los conflictos internacionales del Gobierno rosista, entre otros, los bloqueos francés (1838-1840) y anglo-francés (1845-1850), la oposición argentina a la independencia paraguaya, la pugna con Bolivia por la provincia de Tarija y la persecución del uruguayo Fructuoso Rivera. Los documentos lo muestran como un político hábil, capaz de establecer buenas relaciones con sus pares extranjeros. A la caída de Rosas, Urquiza primero intentó desplazarlo, pero dos semanas después dio marcha atrás y resolvió confirmarlo en el cargo. Alvear falleció en Nueva York el 3 de noviembre de 1852. Sus restos fueron repatriados en 1854 por el almirante Guillermo Brown y trasladados al Cementerio de la Recoleta. El 17 de octubre de 1926 se inauguró en Buenos Aires un monumento en su homenaje, realizado por un discípulo de Rodin, el escultor Antoine Bourdelle.

1ro de Marzo de 1870: muere Francisco Solano López y termina la guerra fratricida

por el Prof. Jbismarck
El 1° de marzo de 1870, en las riberas del Aquidabán, el mariscal Francisco Solano López fue muerto por un lanzazo de Chico Diabo. Esta es la versión oficial, pero hay testimonios que la contradicen. José Francisco Lacerda (1848-1893), apodado Chico Diabo, fue un cabo en el Ejército Imperial de Brasil quien peleó en la Guerra de la Triple Alianza, ganando fama por matar al presidente paraguayo Francisco Solano López en el Combate de Cerro Corá. Chico nació en una familia pobre. En 1865, Chico se unió a un destacamento de Voluntarios de la Patria. En 1870, Chico, siendo cabo, ganó fama por dar muerte a Francisco Solano López con una lanza en el Combate de Cerro Corá​. La herida fue aparentemente fatal, luego el soldado João Soares también le disparó con un revolver al Presidente López. ​ Es posible que Chico halla fallado a la hora de obedecer las órdenes, ya que se demandaba que Francisco Solano López sea capturado vivo. Chico fue premiado al igual que cientos de jóvenes que participaron en batalla (llamados "vaquilhonas"). El también tomo el oro que conlleva haber ultimado al dictador. El oro fue grabado con las iniciales " FL " que por coincidencia también coinciden con las iniciales de Chico. La lanza usada para matar a solano se encuentra en el Museo Histórico Nacional (Brasil), en Río de Janeiro. Al mismo tiempo, el nombre de Chico fue ensalzado con canciones a su nombre como "O Cabo Chico Diabo, do diabo Chico deu cabo". Después de volver de Paraguay in 1871, Chico se casó con su prima, Isabel Vaz Lacerda, con quien tuvo cuatro hijos, y trabajo como capataz en distintos ranchos de la zona. El murió repentinamente en 1893 cuando estaba en Uruguay al servicio de Joca Tavares. Años después, su viuda contrato a un uruguayo que trajera los restos a tierras brasileñas. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la guardia, in Bagé. En 2002, la sociedad de investigadores locales coloco una placa memorial sobre su tumba).
Los testigos oculares de la muerte de López niegan que éste haya sido muerto por un lanzazo de José Francisco Lacerda. Por ejemplo, la declaración del mayor José Portes de Lima Franco, refiere que "el 1° de marzo de 1870 yo formaba parte del Estado Mayor del general Cámara, como su amanuense, y, con el mismo general, asistí a la muerte del Dictador, que murió por heridas de bala y no por un lanzazo. Cayendo junto a la zanja del Aquidabán; fue López alcanzado por el Estado Mayor de Cámara y nosotros, los de ese Estado Mayor, verificamos que el Dictador estaba herido de bala. Entonces, aproximándose, dijo el general al mariscal paraguayo: '-Entregue su espada. Yo, general que comando estas fuerzas, le garantizo su vida'. A lo que respondió el mariscal: '-¡Muero por mi patria!' y lanzando un golpe de espada, ésta tocó la fusta del general Cámara, que se encontraba cerca. Entonces, dijo el general: ' Desarmen a ese hombre y tráiganlo a las tiendas'. En ese momento, un soldado se aproximó a López y lo hirió nuevamente, diciendo: '-Incluso usted, mi general tiene contemplaciones para con este hombre!', y, de esta forma, López cayó al suelo herido de muerte. Posteriormente, su cadáver fue saqueado y colocado boca arriba, siendo cercado por media docena de oficiales. Un alférez del norte se aproximó rápidamente al cadáver y con un facón cortó la oreja izquierda del mariscal paraguayo, diciendo: '-Fue una promesa que hice en mi tierra, llevar la oreja de López!'. 
Luego que López murió, llegó el coronel Jóca Tavares y señalando la herida que el mariscal tenía en el vientre, dijo a unos médicos que hasta allí llegaron: '-¿No es una herida de lanza?'. Respondiéndosele: '-Parece'. Los médicos apenas observaron el cadáver, sin examinarlo. Verifiqué luego la herida. Era de bala. Llegando la madre y las hermanas de López, aquella se mostró muy conmovida e inconsolable, al tiempo que una hermana suya decía, sin signo alguno de piedad: llores madre, que este hombre no supo ser ni hijo ni hermano!'. Madama Lynch, obsequiándome un paquete de habanos que tenía en su carruaje, y sabiendo que el general Cámara me había encargado la misión de enterrar el cadáver de López, me pidió encarecidamente que enterrase juntos a padre e hijo (López y el coronel Panchito).  Atendí a su pedido, ordenando que la fosa fuera abierta por paraguayos y asistí al entierro de ambos. Al día siguiente, cuando nos marchábamos a Concepción, el coronel Jóca Tavares dijo en el Estado Mayor: '-Quien mató a López fue mi trompetista mayor, Chico Diabo. Le había prometido un ciento de Reis en dinero, pero le daré eso en ganado, para que no gaste muy de prisa'. El general Cámara y el mayor José Simeáo se volvieron hacia Jóca Tavares, pero no dijeron nada, a pesar de saber que López no había sido muerto por Chico Diabo, porque el coronel Jóca era violento, impulsivo y muy temido. Era un valiente militar. Días después, José Simeáo fue el encargado de redactar el velatorio o parte oficial para que el general Cámara lo firme. Escrito en tiras de papel, lo copié y lo entregué, siendo firmado por el general, con fecha de 13 de marzo de 1870. Así, como testigo ocular de la muerte de López, afirmo bajo mi fe de veterano de la patria y de hombre de bien, que Chico Diabo (José Francisco Lacerda) no fue el ultimados de López, que pereció victimado por un tiro y no por lanzazo".    Según el testimonio del ayudante Franklin Merma Machado, hecha el 26 de mayo de 1920 y publicado en el Jornal do Commercio, de la dudad de Pelotas, "Atacando el paso del Aquidabán y tomando a la fuerza, pudimos felizmente, llegar al campamento de López. El Dictador, en ese instante, habiendo sido encontrado por el coronel Joao Silva y su Estado Mayor, trató entonces de huir, escuchándose de todos los lados gritos de '-¡Ahí va López!'. El general Cámara ordenó perseguir implacablemente a López; entonces, yo y el teniente Alfredo Miranda Pinheiro da Cunha, también ayudante del general, y dos plazas más, uno de ellos Francisco Lacerda, nos adelantamos en la dirección que suponíamos conducía a López. Llegando a cierto lugar, vimos 'a una cierta distancia, cerca del bosque a López caminando y sin sombrero, y acompañado de dos ayudantes. Más tarde, él y sus ayudantes se dirigieron hacia la tienda del Aquidabán. Bajando a dicho barranco, López se volvió con sus ayudantes y, con la espada en guardia, nos enfrentó. En este instante dirigí al grupo que estaba a diez pasos más o menos, un disparo de revólver, que hirió a López gravemente en el vientre, zona que se tiñó inmediatamente de sangre; volví a disparar, verificando que también había alcanzado a López en el vientre. En ese momento, el tirano cayó de rodillas, pero empuñando todavía la espada. Uno de sus ayudantes huye y el otro cae muerto por una bala disparada por el soldado Joao Soares. En ese ínterin, llega el general Cámara e intima a López a rendirse, diciéndole que garantiza su vida y que él es el comandante de aquellas fuerzas; López respondió que no se rendía y que iba a morir por su patria. Ordenó, entonces, el general Cámara a un soldado del 9° Batallón de Infantería que lo desarmara. El Dictador hizo movimiento con intenciones de herir al general Cámara; acto seguido, dicho soldado le sacó la espada y López cayó a tierra, agonizante. Estaba sin gorro, de pantalones azules con galón de oro, camisa fina, chaleco, botas Millie. En el bolsillo del chaleco tenía un reloj de oro, que el general Cámara obsequió a uno de los museos de la Corte. En la tapa superior, se veían las tres letras iniciales de la firma F.S.L.; en la otra, los escudos de la República: el gorro frigio sobre un mástil, cuyo pie descansaba al lado del león de Castilla y las palabras: Paz y Justicia; en el anverso: República del Paraguay. En el bolsillo de la blusa había dos estilógrafos, un anillo de marfil con la habitual inscripción de vencer o morir, que el coronel Tavares recogió y ofreció a Su Alteza, además de algunos papeles en blanco".
La declaración de otro protagonista de Cerro Corá, el mayor José Simeáo de Oliveira confirmando que el mariscal López fue muerto por los tiros de revólver disparados por el alférez Franklin. Recibiendo orden de rendirse y desobedeciendo a tal orden, luchó con un soldado que intentaba desarmarlo, siendo herido más una vez con un tiro en la región clavicular izquierda, expirando en esa ocasión, siendo su último agresor el soldado limo Soares".  Según el parte enviado por el general fosé Antonio Correia da Cámara, redactado el mismo día de la finalización de la guerra, dio cuenta lo siguiente: 'Campamento en la izquierda del Aquidabán, de marzo de 1870. "Ilustrísimo y Excelentísimo Señor: "Escribo a V. E. desde el campamento de López en medio de la sierra. El tirano fue derrotado y no queriendo entregarse fue muerto al instante. Le intimé la orden de rendirse cuando ya estaba completamente derrotado. Doy los parabienes a V.E. por la terminación de la guerra, por el completo desagravio que ha tomado el Brasil del tirano del Paraguay. El general Resquín y otros jefes están presos. Dios guarde a V.E. José A. Correia da Cámara Al excelentísimo Mariscal de Campo Victorino José Carneiro Monteiro (Archivo Militar)".
En correspondencias posteriores confirma que no fue Chico Diabo el asesino del mariscal López. Por ejemplo, en una carta a un periodista del diario La Nación de Buenos Aires, fechada el 4 de abril de 1870 refiere que López "procurando resistir, fue muerto. Y así las balas de nuestros soldados pusieron término a la vida de López". Años después, seguía sosteniendo la misma versión. En una carta dirigida al consejero Schneider el 9 de marzo de 1883, decía: "El cabo Francisco Lacerda no fue quien ultimó al mariscal López. López murió por herida de bala recibida en el vientre y de esa exposición verídica nadie tiene derecho a dudar para creer en lo que dicen los mal informado?. El Ministerio de Guerra brasileño confirma las versiones contrarias a que fue Chico Diabo el asesino del mariscal. Según documentos del Ministerio de Guerra brasileño, fechados en 1871: "El último tiro disparado en las márgenes del río Aquidabán fue realizado por un soldado brasileño, que así puso término a la guerra de cinco años, la cual nos provocó y nos hizo el feroz dictador del Paraguay.   Por su parte, el general Francisco Alves de Nacimiento Pinto, teniente cuando los hechos de Cerro Corá, a pedido del profesor Francisco Assis Cintra declaró que "estando en Concepción en ocasión de la muerte de López y del regreso de las tropas del general Cámara de Ceno Corá, escuché de los testigos que el Dictador había muerto por tiro y no por un lanzazo enviado por Chico Diabo".
La versión de que fue Chico Diabo el autor del asesinato del mariscal López provino de una imprudencia del príncipe Gastón de Orleáns, conde D'Eu y generalísimo de las fuerzas aliadas: En un parte oficial, fechado el 13 de marzo de 1870, señaló que "Por comunicaciones verbales y otras sin carácter oficial, pasibles de error, constan los siguientes pormenores:... El ex dictador, no queriendo atender a la orden de rendirse, fue muerto por un cabo del cuerpo 19° de Caballería, conocido por el nombre de Chico Diabo".
Bibliografia
Benítez, Justo Pastor. Carlos Antonio López
Cristaldo Domínguez, César (2011). Colección PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA. Francisco S. López.
García Mellid: Proceso a los Falsificadores de la Historia del Paraguay
Herrera: El Drama del 65, la Culpa Mitrista
O'Leary, Juan: El Mariscal Francisco Solano López 
Pomer: Guerra del Paraguay. Estado, Política y Negocios
Resquín: Datos Históricos de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza
Rosa José María: Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas 
Thompson: La Guerra del Paraguay 
 Whigham Thomas- La Guerra de la Triple Alianza

EL GOBERNADOR BONAERENSE QUE PROHIBIÓ EL FUNERAL DE J.M DE ROSAS

 Por Ricardo Geraci Del Campo Ríos

Carlos Gumersindo Casares se convirtió gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1875 nombrado por el presidente Nicolás Avellaneda y durante los episodios que se desarrollaron en Buenos Aires, ante la noticia de la muerte de Rosas, fue quien estuvo a cargo de tomar (como gobernador) una posición al respecto. Casares nacido en Buenos Aires el 12 de febrero de 1830, fue hijo de Gervasia Rodriguez Rojo y Vicente Casares. Fueron importantes hacendados y pudieron enviar a Carlos a estudiar a Alemania. Ya en la Argentina de los tiempos de Rosas, Carlos Casares se convirtió en un oponente vocal al régimen, lo que a la caída del Restaurador en 1852, se convirtió en uno de los tantos que engrosaron las filas del mitrismo. En 1857 fue miembro del cuerpo legislativo provincial y luego decidió dedicarse a la cria de caballos de carrera y fue miembro de la junta del Ferrocaril Oeste de Buenos Aires. Se casó con María Josefa Martínez de Hoz y tuvieron un hijo. El Diccionario Histórico de Argentina (Londres) manifiesta: << Se afilió al Partido Autonomista Buenos Aires-céntrico de Adolfo Alsina , y en 1875, el abanderado del partido, el presidente Nicolás Avellaneda , nombró a Casares gobernador de Buenos Aires ; el nombramiento de Casares, un moderado, contribuyó a mejorar las relaciones con los caudillos provinciales del interior y fomentó la unidad nacional >>  En tiempos donde se supo la noticia de la muerte de Rosas y ante las situaciones varias que mostraron el respeto de algunos y el odio de otros, Casares como gobernador, tomó la misma posición lógica del gobierno Nacional. En función del anuncio de los Rozas-Terrero sobre el funeral y las honras acordes al ex gobernador, el gobierno nacional condenó y prohibió tal manifestación y a su vez, respondió con una misa y un funeral que recuerdaría a las víctimas del rosismo. Lo hizo con decretos y la provincia también. El odio a Rosas seguía siendo unánime de aquellos que lo habían tratado de derrocar y por supuesto, de aquellos que habían desfilado inclusive con los imperiales brasileros en febrero de 1852. No habían menguado para nada tales odios y las autoridades así lo manifestaban. A continuación el decreto de Casares prohibiendo el funeral de Rosas en Buenos Aires auspiciado como ya hemos dicho, por sus deudos:
"Considerando: Que Juan Manuel de Rosas está declarado por la ley reo de lesa patria por la tiranía sangrienta que ejerció sobre el pueblo durante todo el período de su dictadura,
violando hasta las leyes de la naturaleza y por haber hecho traición en muchos casos a la independencia de su Patria, sacrificando a su ambición su libertad y sus glorias; Que por esos crimenes atroces fue declarado fuera de la ley común, confiscados sus bienes y condenado a la pena ordinaria de muerte, en calidad de aleve;  Que toda demostración pública en favor de Juan Manuel de Rosas y su memoria no puede menos que provocar justos actos de indignación contra tan inaudito tirano y su sistema, que perturbarfan el orden público;
Que hay conveniencias de alta moral política en evitar que la fuerza pública, sostenida para defender las libertades del hombre y de la sociedad, sea puesta al servicio de esas provocaciones, lo que vendría a suceder si llegase la oportunidad de reprimir conflictos por ellas producidos; y, considerando, por último, que es deber de los gobiernos velar porque se mantengan incólumes y puros los sentimientos de amor a la libertad y odio a los tiranos, el Poder Ejecutivo acuerda y decreta: Art. 1º. Queda prohibida toda demostración pública en favor de la memoria del tirano Juan M. Rosas, cualquiera que sea su forma.  Art. 2º. Prohibense, en consecuencia, como demostración pública, los funerales a que se ha invitado para el día martes en el templo de San Ignacio.  Art. 3º. Comuníquese a quienes corresponde, y publiquese en el Registro Oficial. (Fdo.) Carlos Casares - Vicente G. Quesada - Rufino Varela". _________
Por otro lado en un gesto inédito de la iglesia católica, Doallo (autora de El Exilio del Restaurador) afirma en su investigación, sobre cómo el arzobispo Añeiros se apresuró por ese entonces a corroborar canónicamente la prohibición de la misa por el alma de Juan Manuel.  Casares en otro decreto. al igual que el gobierno nacional, adhiere al funeral por las víctimas de la tiranía:
Buenos Aires, Abril 24 de 1877.
Considerando: Que una respetable y numerosa reunión de ciudadanos de todas las opiniones, ha promovido una demostración pública en honra de las víctimas de la bárbara tiranía de Juan Manuel de Rosas;  Que es digno de pueblos viriles honrar la memoria de los que cayeron en la lucha contra los tiranos y por la libertad; y Que es deber de los gobiernos estimular esas mnifestaciones populares, que retemplan el espíritu cívico con el recuerdo y la veneración de los buenos y de los patriotas; el Poder Ejecutivo acuerda y decreta:
1º. Asociarse a las honras fúnebres consagradas a los mártires de la libertad que se celebran en la Iglesia Metropolitana el día de mañana.
2º Ordenar que en todos los establecimientos públicos de la Provincia se mantenga a media asta la bandera nacional.
3º Ordenar que el Batallón Provincial se ponga a las órdenes de la Inspección General de Armas para formar en la columna que haga los honores fúnebres.
4º Autorizar a todos los empleados de la Administración para que puedan concurrir a esa solemne ceremonia.
5º Comuníquese, publíquese, e insértese en el Registro Official.
(Fdo.) C. Casares - Vicente G. Quesada - Rufino Varela".
________
Allí firmando aparece Vicente Quesada, uno de los precursores en contar parcialmente y bajo la versión mitrista, la historia de Rosas. Vicente y su hijo Ernesto más adelante serían visitantes del anciano caudillo en Southampton. Se entrevistaron con él, lo que dejó un jugoso y rico intercambio de opiniones, donde Rosas volvió a explicar su negativa a una Constitución. Ernesto quien compartía vínculo sanguíneo con el general Pacheco, era muy pequeño cuando vio a Rosas, pero tomó por pedido del padre, nota de todo lo hablado. Años más tarde, sería el precursor de la escuela revisionista junto a Adolfo Saldias.
Lo que resulta irremediable (por ahora) es el daño que se le hizo a la figura de Rosas, que puede ser discutido, analizado y hasta criticado, pero el desagradecimiento a su figura, luego de veinte años de sostener las fronteras y defender la soberanía de los ataques anglofranceses, donde mínimamente hubiera merecido, una misa pidiendo por su alma. Casares increíblemente tiene partido y ciudad en la provincia de Buenos Aires y Rosas, quien fuera el responsable de la fundación de varios partidos y ciudades bonaerenses, solo posee en la provincia, una avenida con su nombre. Ese es el daño de la historia oficial hacia su figura y obra. Aún estamos a tiempo, en modificar estos aspectos, y hacer justicia por el hombre que fuera ninguneado, prohibido y ocultado por décadas y décadas de relato oficial.
Ricardo Geraci
Fuente donde extraigo los documentos.
El Exilio del Restaurador / Beatriz Celina Doallo
ediciones Fabro
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lunes, 30 de enero de 2023

La Confederación Perú-Boliviana.

 Por el Prof. Jbismarck

Con la caída de la Gran Colombia, el Perú independiente es desgarrado por furiosas guerras civiles. Los tenientes o capitanes de los ejércitos sanmartinianos y bolivarianos ya son coroneles o generales. La disolución del programa unificador de Bolívar parece un hecho. Un audaz aventurero que la historia peruana conoce bajo el nombre de Agustín Gamarra se encarama a la presidencia de la República (en las guerras de la independencia se distinguió en el lado realista, peleando a las órdenes de José Manuel de Goyeneche, Joaquín de la Pezuela y José de la Serna; en 1821, se unió a José de San Martín, y a pesar de que fue jefe de Estado Mayor del ejército libertador en la batalla de Ayacucho, en 1824, antes había sido condenado a muerte por su conducta en la batalla de la Macacona, salvándolo Andrés de Santa Cruz. En Perú fue partidario de la destitución de Simón Bolívar. Firmó con Colombia el tratado de Guayaquil, cediendo las reclamaciones peruanas sobre la ciudad. En 1829, Agustín Gamarra fue nombrado presidente constitucional, cargo que desempeñó hasta 1833. Promovió, al igual que Andrés de Santa Cruz, la Confederación Peruanoboliviana; pero cuando ésta se creó, se alió con Chile y participó en la expedición victoriosa de Manuel Bulnes Prieto contra la Confederación (1839), volviendo a ocupar la presidencia de Perú. En 1841 su intervención en territorio boliviano, dirigida en principio contra Andrés de Santa Cruz, se saldó con su derrota en la batalla de Ingavi, en la que pereció, y con la que la independencia de Bolivia quedaba definitivamente consolidada)   Preside la República Bolívar o Bolivia un antiguo oficial del Rey, convertido por San Martín en militar americano, el mestizo Andrés Santa Cruz. Quien quiere lograr la unidad con Perú. Ingresa a este país con sus fuerzas. Lucha con Salaverry, encamación del "nacionalismo peruano", lo vence  (Salaverry fue sometido a un proceso sumario y pese a la promesa que se le hizo fue condenado a muerte. Su último deseo fue una pluma y unos folios, en los que escribió tres documentos: su testamento, una carta a Juana Pérez, su esposa, y una protesta «ante la América » por su ejecución. Fue fusilado al lado de sus principales oficiales. Salaverry se paró, dio un paso atrás y dijo: «La ley me ampara», pero una nueva descarga acabó con su vida 1836). Tras su muerte se erigió la Confederación Peruano  entidad política que duraría hasta 1839.  Su régimen parodia a la Constitución vitalicia bolivariana; es un puro edificio político, que no altera la estructura social básica del Perú ni de Bolivia. Se tendrá presente que en lo relativo al problema de la tierra y del indio, el mestizo Santa Cruz retrocederá en relación a la política implantada antes por Bolívar. En Bolivia había promulgado el 2 de julio de 1829 una ley que volvía a someter a los indios del, Altiplano a la antigua condición servil que, al menos en la ley escrita, ya que no en la práctica, había suprimido el Libertador. "Desde el Decreto Santa Cruz, la servidumbre personal que en realidad no se había extinguido, ni morigerado, adquiere el carácter de una institución pública.  El propósito de Santa Cruz era obtener el apoyo de las clases terratenientes y mineras del Alto Perú despojando de toda amenaza legal a su secular explotación de las mayorías bolivianas.
Sea como fuere, los adversarios de Santa Cruz no se preocupaban mucho más por la suerte del pueblo peruano o altoperuano. El crimen del mariscal consistió en pretender ampliar las fronteras de campanario y constituir una Confederación. La traición brotó en sus propias filas.  Asimismo, la noticia de la Confederación conmovió el "sistema político" de América del Sur, en primer lugar de Chile y de la Confederación Argentina.
Santa Cruz había sido Presidente del Perú y mariscal de sus fuerzas armadas, del mismo modo que la historia común del Bajo y el Alto Perú, sus analogías raciales, históricas, lingüísticas y económicas volvían la unidad política un resultado obvio de puro necesario. Pero los factores separatistas comenzaron a minar rápidamente la construcción confederal. Peor aún, el principal enemigo de la Confederación resultó ser el dictador de Chile, Don Diego Portales. Cuando los partidos de la lucha por la independencia -carrerinos y o'higginistas- fueron desalojados del poder por anacrónicos, se apoderó del gobierno de Chile una sólida clase social que no ha soltado sino raramente el control del país desde esa época: una rancia combinación de comerciantes y terratenientes conservadores, desplegados en diversos partidos, pero unidos todos en la continuidad de un orden estable. Católicos o liberales, ultramontanos o masones, pelucones o pipiólos, los integrantes de la clase dominante chilena aborrecían todo cambio y en particular toda intervención del "demos", todo gran proyecto nacional, todo atrevimiento histórico.  Su gran hombre político fue un comerciante de Valparaíso, el puerto extranjero por excelencia de Chile, el Buenos Aires del Pacífico. Ese hombre fue Diego Portales. Es el pequeño burócrata práctico que aparece en todos los Estados balcanizados y aborrece las quimeras. Organiza la administración pública, pone orden en las finanzas, somete el ejército al poder civil oligárquico, gobierna con mano de hierro y aspira a una República chiquita y centralizada, una especie de Estado comercial más próspero que sus propios negocios privados, siempre ruinosos.  Desconfiaba de O'Higgins únicamente porque Carrera había muerto; porque detrás de O'Higgins advertía la sombra de Bolívar en el Perú. Y cuando Bolívar fue vencido y murió, aparecía ahora en el Perú otro Bolívar, más pequeño sin duda, pero que reformulaba la Confederación, y tendía a hacer del puerto del Callao un puerto más importante en el comercio del Pacífico que el de Valparaíso. De este modo, Portales prepara la guerra, desecha todas las propuestas del boliviano para negociar, lo provoca de mil maneras, asalta los barcos peruanos y los convierte en barcos chilenos y, finalmente, declara la guerra a la Confederación.
Expone sus ideas con loable concisión: "La posición de Chile frente a la Confederación Perú-Boliviana es insostenible. No puede ser tolerada ni por el pueblo ni por el Gobierno, porque equivaldría a su suicidio. No podemos mirar sin inquietud y la mayor alarma, la existencia de los pueblos confederados, y que, a la larga, por la comunidad de origen, lengua, hábitos, religión, ideas, costumbres, formarán, como es natural, un sólo núcleo. Unidos esos dos Estados, aún cuando no más sea que momentáneamente, serán siempre más que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancia... La Confederación debe desaparecer para siempre del escenario de América".   
Pero además de Portales, había otro gran estadista, superior aún buscando un equilibrio sudamericano al otro lado del Atlántico. Era Juan Manuel de Rosas. También era hombre de negocios, como Portales, muy rico aunque no menos conservador que su colega.  El "Gran Americano", era un hombre arraigado, propietario de grandes estancias en la mejor pradera del mundo, la de Buenos Aires.  Desde ahí observó con creciente desconfianza que el "cholo Santa Cruz", como lo mencionaba hasta en sus notas oficiales  (su primo y socio Anchorena llamaba “CUÍCOS” a los altoperuanos) se proponía reiniciar el plan de Bolívar. Para peor, acogía a los emigrados argentinos en Bolivia y urdía con ellos vagos planes políticos. Nada de eso podía satisfacer a Rosas, quien controlaba las relaciones exteriores y los asuntos de guerra en caso de haberla. De hecho, las provincias se regían por sus propios gobernadores y legislaturas como Estados relativamente autónomos.
En tales circunstancias, la perspectiva de una Confederación Perú- Boliviana, cuyo ejemplo podría despertar las viejas vinculaciones del Norte argentino con las provincias del Alto Perú, acarrearía problemas serios al poder hegemónico que Rosas se proponía mantener sobre las provincias restantes. No estaba dispuesto a permitir que Santa Cruz pudiese eventualmente atraer al seno de su Confederación a algunas provincias del Norte argentino.  Rosas declaró la guerra a Santa Cruz fundándose en "que la concertación en su persona de una autoridad vitalicia, despótica e ilimitada sobre el Perú y Bolivia, con la facultad de nombrar sucesor conculca los derechos de ambos estados e instituye un feudo personal que solemnemente proscriben las actas de Independencia de una y otra República... Que el ensanche de tal poder por el abuso de la fuerza, invierte el equilibrio conservador de la paz de las Repúblicas limítrofes de Bolivia y el Perú... y que la Confederación Argentina rehusará la paz y toda transacción con el general Santa Cruz mientras no quede bien garantizada de la ambición que ha desplegado y no evacué la República Peruana dejándola completamente libre para disponer su destino".  
Pero Rosas, de acuerdo a su costumbre, no pasó de provocar algunas escaramuzas en la frontera por medio del general Heredia, gobernador de Tucumán, y dejó morir de languidez su declaración de guerra. 
Por su parte, las tropas chilenas invaden el Perú, acompañadas por el general Agustín Gamarra, el traidorzuelo eterno y otros generales peruanos opuestos a la Confederación. ¡Todos los politiquillos lugareños en América del Sur, sean peruanos, chilenos, bolivianos o argentinos se unen para fragmentar, marchan juntos para vivir separados, se sienten hermanos en la balcanización! Las maniobras diplomáticas y militares del astuto Santa Cruz resultan inútiles ante la vastedad de las fuerzas chilenas y peruanas que se unen contra la Confederación.  El insumergible Gamarra se hace proclamar "Presidente del Perú". En ese momento hay siete presidentes en el Perú: Orbegoso, Gamarra, Santa Cruz, Riva Agüero, Pío Tristán, Nieto y Vidal.  Poco después, Santa Cruz es deshecho en la batalla de Yungay por el general chileno Manuel Bulnes. Simultáneamente el vicepresidente de Bolivia, general Velazco, se subleva contra el jefe en Tupiza y felicita al chileno Bulnes por su victoria sobre la Confederación. El 16 de julio de 1839 se instala en Chuquisaca el Congreso "Nacional" con la presidencia de José María Serrano, incondicional de Santa Cruz y de su política hasta ese momento. Serrano fulmina a Santa Cruz: "Gracias a los heroicos hijos de Caupolicán y de Lautaro, ha desaparecido de entre nosotros ese abominable monstruo, que insensible a los encantos de la virtud, era como el hierro de la ambición y la codicia. ,."Dicho Congreso, compuesto de los mismos Olañetas, Serranos y encomenderos que apuñalaron a Sucre, declara "A Don Andrés Santa Cruz, Presidente que fue de Bolivia, insigne traidor a la Patria, indigno del nombre boliviano, borrado de las listas civil y militar de la República y puesto Juera de la ley desde el momento en que pise su territorio... "
El nuevo presidente Velasco ordena el embargo y secuestro de los bienes de Santa Cruz. Se glorifica a los chilenos en las ciudades de Bolivia y se amenaza con el fusilamiento a la mujer del ex Presidente. Emigrado en el Ecuador, Santa Cruz carece de recursos y vive en la miseria. En definitiva, y después de alguna frustrada tentativa de regresar a Bolivia, Santa Cruz se exilia a Europa por la común decisión de tres gobiernos, los de Chile, Perú y Bolivia. Un caudillo popular boliviano, el general Belzú, lo nombrará años más tarde agente diplomático boliviano en Europa. Tal fue el destino del último altoperuano que quiso meterse a unificador. ¡No había crimen peor!. Lo mismo le sucederá a Juan Manuel de Rosas