Rosas

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lunes, 30 de enero de 2023

Francisco de Miranda, el criollo UNIVERSAL: ¿precursor?, ¿cipayo?

Por el Prof. Jbismarck
Hijo del canario Sebastián de Miranda Ravelo y de la caraqueña Francisca Antonia Rodríguez de Espinoza. Nace en Caracas, Venezuela enb 1750.  Manuel Gálvez lo llama el primer criollo universal. Fue efectivo combatiente en 3 continentes: África, Europa y América. Participó también en los tres acontecimientos magnos de su hora: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la lucha por la libertad de Hispanoamérica. Su adolescencia fue marcada por la animadversión que los mantuanos tenían contra su padre por ser éste comerciante, ocupación que, según ellos, lo inhabilitaba para desempeñar el cargo de capitán del batallón de Milicias de Blancos de Caracas. En Madrid se dedica al estudio de las matemáticas, de los idiomas francés e inglés y de la geografía. Empieza a constituir su biblioteca con obras de filósofos y enciclopedistas, varias de ellas prohibidas por la Inquisición. En 1772, solicita y obtiene del Rey una plaza de oficial en el ejército. Empieza su carrera militar como capitán del regimiento de infantería de la Princesa. El año siguiente está de guarnición en las posesiones españolas del norte de África y participa luego en la defensa de Melilla (1774-1775) contra las fuerzas del Sultán de Marruecos y en la expedición española contra Argel (1775). Su conducta en la toma y capitulación de Pensacola en mayo de 1781 le vale ser ascendido a teniente coronel. Esta acción bélica, enmarcada en la guerra que España y Francia sostenían contra Inglaterra en el Caribe y en América del Norte para apoyar la independencia de Estados Unidos, contribuyó, al facilitar el envío de auxilios Mississipi arriba, a fortalecer la posición de los patriotas norteamericanos en las regiones interiores.  De regreso a La Habana tiene que esconderse para evitar una injusta prisión y se embarca hacia Estados Unidos (1.6.1783), donde pasará 18 meses. Allí estudia el proceso de la revolución norteamericana, frecuenta a prominentes ciudadanos, entre ellos a George Washington, Alexander Hamilton, Henry Knox, Samuel Adams y Gilbert M. de la Lafayette y esboza su primer proyecto de independencia de todo el continente hispanoamericano. En diciembre de 1784 se embarca para Inglaterra, siempre con el propósito de conseguir ayuda para independizar Hispanoamérica. El momento no es propicio y Miranda se dedicará a perfeccionar su cultura, que llegará a ser imponente.  Él conoció las principales lenguas de occidente, por lo menos 6; traducía del latín y del griego; su curiosidad era insaciable.  Visita parte de Holanda, Prusia, casi toda Italia y Grecia, recorriendo y conociendo numerosos sitios de interés histórico, religioso, artístico o social. Pasa al Asia Menor y al Imperio Turco (Constantinopla) y, antes de fines de 1786, se encuentra en Rusia donde hace amistad con el príncipe Potemkin, favorito de la emperatriz Catalina, quien lo invita a visitar Crimea con él. En Kiev, el 14 de febrero de 1787, es presentado a Catalina que hace de él uno de sus predilectos y le autoriza a usar el uniforme del ejército ruso. Visita Moscú y San Petersburgo y con cartas de presentación para los diplomáticos rusos en Viena, París, Londres, La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles, sale de Rusia a mediados de 1787; pasa por Finlandia y llega a Estocolmo, donde es recibido por el rey de Suecia Gustavo III en agosto de ese año. Sigue a Oslo y Copenhague. 
Mientras tanto el gobierno de Madrid hace vigilar a Miranda, cuya extradición se propone pedir. Continúa su viaje por Hamburgo, Bremen y Holanda, donde se hace llamar el señor Meroff; va luego a Bélgica, Alemania, Suiza, y el norte de Italia. Para desvirtuar las persecuciones de la Corona española, usa en esa época el nombre de monsieur Meyrat. De Ginebra va a Lyon (Francia) y el 16 de febrero de 1789 se encuentra en Marsella. Sale para el centro y norte de Francia, hasta París, y regresa a Inglaterra el 18 de junio del mismo año. En Londres reanuda sus conversaciones con el primer ministro William Pitt y lord Grenville sobre la proyectada emancipación de Hispanoamérica presentándoles planos y estudios de operaciones militares posibles en América. En 1791, todas las gestiones de Miranda ante el gabinete de Londres pueden resumirse en esas pocas palabras que escribió al ministro William Pitt (el joven): Mis miras han sido siempre y son hoy tan sólo las de promover la felicidad y la libertad de mi propia Patria (América del Sur) excesivamente oprimida; y al hacerlo, ofrecer también ventajas comerciales a la Gran Bretaña. Se dirige a Francia, entonces en plena revolución. Llega a París el 23 de marzo de 1792, entablando en seguida estrecha amistad con el alcalde de la ciudad Jerónimo Petión, y los diputados girondinos Juan Brissot, Armando Gensonné y Víctor Massenet para quienes tenía carta de recomendación. El ministro de Guerra, José Servan, le ofrece un alto grado en el Ejército Revolucionario. El 25 de agosto de 1792 es nombrado mariscal de campo, pero Miranda explica que ha aceptado su nueva situación porque piensa promover así la causa de la independencia de Hispanoamérica. Poco después es segundo jefe del ejército del norte cuyo jefe es el general Carlos Dumouriez. Al mando de una división, Miranda obliga a retroceder el 12 de septiembre de 1792, en las acciones de Morthomme y de Briquenay, a los batallones prusianos; el día 20, éstos, después de varias horas de furioso cañoneo, son rechazados y se retiran del campo de Valmy, donde hoy existe una estatua de Miranda en conmemoración de ese triunfo, al cual él contribuyó. En octubre es ascendido a general de los ejércitos de la república francesa. Se propone el gobierno de París enviarlo a Saint Domingue (Haití), a fin de someter a los esclavos y mulatos que luchan por su libertad y la de su patria, pero Miranda rechaza esa misión. Dumouriez le confía la jefatura del ejército del norte. Ocupa Amberes y toma el mando del ejército en Bélgica. Se ve obligado a levantar el sitio de la ciudad de Maastricht. La derrota de Neerwinden le obliga a retirarse. Pero Dumouriez, que ya está traicionando a Francia y piensa pasarse al campo de los enemigos austríacos, lo denuncia, como responsable de las derrotas sufridas, ante Danton y la Convención Francesa, que le ordena presentarse en París. El 28 de marzo de 1793 está Miranda en esa ciudad, listo para comparecer ante la Convención y denunciar al traidor Dumouriez. Pero las rivalidades entre jacobinos y girondinos lo llevan ante el tribunal revolucionario cuyo acusador público es el terrible Antonio Fouquier-Tinville, quien dicta auto de detención contra Miranda. Empieza en ese momento su largo calvario en las prisiones de París: primero la Conserjería, de donde salen todos los que van a la guillotina, luego La Force, Les Magdelonettes. Defendido por el abogado Claudio Chauveau-Lagarde, recobra Miranda su libertad el 13 de enero de 1795. Reanuda su vida social y conoce al entonces joven general Napoleón Bonaparte, quien dirá de él ese Quijote, que no está loco, tiene fuego sagrado en el alma.... Perseguido de nuevo por la Convención y el Directorio, vive en la clandestinidad.  Regresa a Londres el 15 de enero de 1798 y reanuda en seguida sus gestiones cerca del primer ministro Pitt y el gabinete británico así como ante las autoridades norteamericanas para lograr la ayuda indispensable a la ejecución de su plan de operaciones militares para su empresa hispanoamericana. A fines de ese año y primeros meses de 1799, Miranda aprovecha el regreso al Nuevo Mundo de varios latinoamericanos (entre ellos Bernardo O'Higgins) para difundir el ideario de la emancipación. Hace imprimir en francés la Carta a los españoles americanos del jesuita peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmán. A principios de 1800 vive en Londres con su ama de llaves, Sarah Andrews, que le dará 2 hijos: Leandro y Francisco. En 1802 se traslada a la que iba a convertirse en su residencia definitiva en Londres, la casa núm. 27 de Grafton Way, hoy día propiedad del Estado venezolano. Acompañado por su secretario Tomás Molini se embarca con destino a Nueva York (2.9.1805). En Estados Unidos visita al presidente Thomas Jefferson y al secretario de Estado James Madison, quienes lo reciben cordialmente pero sin comprometerse en la expedición que él prepara. Miranda, con la ayuda de algunos amigos, logra armar al bergantín Leander, al que pone el mismo nombre de su hijo, y zarpa de Nueva York hacia Jacmel (Haití) el 2 de febrero de 1806. Su comandante es Thomas Lewis. En el puerto haitiano se unen al Leander las goletas Bee y Bacchus. El 12 de marzo es creada por Miranda la bandera tricolor (amarillo, azul y rojo) que ondea en el mástil del Leander anclado en la bahía de Jacmel. 
El 31 de diciembre de 1807 está de nuevo desembarcando en Inglaterra. En Londres vive en su casa de Grafton Way, donde están Sarah, Leandro y Francisco, su último hijo, a quien no conocía pues había nacido en febrero de 1806. Miranda reinicia las gestiones ante el gabinete británico durante los primeros meses de 1808, y tiene éxito. Una expedición militar, al mando del general Arthur Wellesley (más tarde duque de Wellington) se prepara para ir a Suramérica en apoyo del movimiento revolucionario. Pero en mayo de ese año España es invadida por las tropas de Napoleón y la expedición inglesa que iba a acompañar a Miranda a América es dirigida entonces a la Península para luchar junto con los españoles contra los franceses. Desde Londres, Miranda escribe a los cabildos y a personajes criollos de Caracas, Buenos Aires y otras poblaciones incitándoles a formar juntas de gobierno independientes.  El 14 de julio de 1810 llegan a Londres los comisionados de la Junta Suprema de Gobierno de Caracas, Simón Bolívar, Luis López Méndez y Andrés Bello. Ha sido iniciado el proceso para la separación de España de las provincias de Venezuela desde el 19 de abril. En Londres Miranda se convierte en el consejero, el introductor y compañero de los comisionados: los recibe en su casa, les acompaña en sus visitas a personalidades e instituciones. Miranda se propone regresar a Venezuela. Bolívar sale de Londres a mediados de septiembre. Miranda lo hace el 10 de octubre dejando alojados a Bello y López Méndez en su casa de Grafton Way.  El 10 de diciembre de 1810, después de hacer escala en Curazao, llega a La Guaira donde es recibido con entusiasmo por la población y por Bolívar, designado a este efecto por la Junta de Gobierno. Sostiene la necesidad de declarar la Independencia definitiva, lo que se realiza el 5 de julio de 1811 y pocos días después se adopta como bandera nacional la traída por Miranda en 1806.  A raíz del terremoto del 26 de marzo de 1812 que destruyó a Caracas y ante la amenaza de varias insurrecciones, el Poder Ejecutivo Federal lo nombra, en Valencia, general en jefe de Tierra y Mar de la Confederación de Venezuela y delega en él facultades ordinarias y extraordinarias. Miranda nombra a Bolívar comandante militar de Puerto Cabello. El capitán de fragata realista Domingo de Monteverde ha invadido, desde Coro, y ocupa la ciudad de Valencia. Poderes dictatoriales han sido conferidos a Miranda para que salve a la República pero la pérdida de Puerto Cabello, en manos de Bolívar, hizo desaparecer toda perspectiva de triunfo. El 12 de julio, después de una junta celebrada en La Victoria, Miranda decide proponer a Monteverde un armisticio y subsiguiente capitulación.  Durante la noche del 30 al 31 de julio, a las 3 a. m., un grupo de militares y civiles, entre los cuales se encuentran Bolívar y Miguel Peña, arrestan a Miranda, a quien reprochan la capitulación con Monteverde: Bochinche, bochinche... es la exclamación del Precursor en el momento de ser detenido y encerrado en el castillo de San Carlos.   Poco después de su arresto las avanzadas realistas al mando de Francisco Javier Cervériz, entran en La Guaira y se apoderan de Miranda, a quien encadenan en las bóvedas. De allí es enviado al castillo de San Felipe, en Puerto Cabello. A principios de 1813, desde la mazmorra porteña, escribe un memorial a la Real Audiencia de Caracas en el cual exige el cumplimiento de la capitulación de San Mateo. El 4 de junio es trasladado a la fortaleza de El Morro, en Puerto Rico y a fines de 1813, un bergantín español lo lleva preso a España. A principios de enero de 1814 está encerrado en un calabozo del fuerte de las Cuatro Torres, en el arsenal de La Carraca, cerca de Cádiz. Aislado del mundo exterior, sólo recibe noticias y alguna pequeña ayuda de sus viejos amigos los Turnbull y de la casa de Duncan, Shaw y Cía. Piensa evadirse y pasar a Gibraltar pero un ataque de apoplejía, desde el 25 de marzo, lo paraliza. Asistido sólo por su criado Pedro José Morán, murió, después de una larga agonía, en la madrugada del 14 de julio de 1816. Sus restos mortales fueron sepultados en una fosa común. Miranda fue como un centro original y único de convergencia: el único hombre en ese tiempo que tuvo contacto personal y directo, con todos y cada uno de los más notables personajes de aquella hora. Conoció y trató personalmente, en modo conjunto, a Washington, Bolívar, Napoleón, Bello, Pitt, O'Higgins, Sucre, Catalina de Rusia, Luis Felipe, Wellington, Danton, etc.; y se relacionó en alguna forma con gente de alta jerarquía en distintas áreas geográficas, como San Martín, del Sur; Nariño, de la Nueva Granada; Montúfar y Rocafuerte, del Ecuador; Servando Teresa de Mier, de México; José Bonifacio, del Brasil.

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