Rosas

Rosas

lunes, 31 de enero de 2022

Recorriendo la Isla Martín García

 Por Claudia Alejandra Heredia

En 1516, el explorador Juan Díaz de Solís navegó por primera vez las aguas del Río de la Plata en busca de nuevos horizontes. Fue durante este viaje que el despensero de la expedición murió y el español decidió buscar un lugar para sepultarlo. Fue así que el tripulante fue enterrado en la isla y que Solís decidió bautizar el lugar con el nombre de ese navegante: Martín García.  En 1838 fue  Su soberanía fue disputada Por Argentina y Uruguay. La polémica sobre la soberanía de la isla continuó hasta 1973, año en que La República Oriental del Uruguay y la República Argentina firmaron el Tratado del Río de la Plata.  En el tratado con Uruguay se señala que la isla será destinada exclusivamente a reserva natural para la conservación y preservación de la fauna y flora autóctonas, bajo jurisdicción de la República Argentina.

 En 1814 fue testigo de la primer gran hazaña naval del Almirante Guillermo Brown y en 1838 de la defensa Heroica de nuestra soberanía por el Tte Cnel Jerónimo Costa frente a la Escuadra Francesa y sus aliados unitarios y riverista. Tanto Brown como Costa serán grandes actores de la Confederación Argentina liderada por el Brigadier General Juan Manuel de Rosas.    La isla se hizo famosa por ser un lugar de confinamiento. Los presos comunes fueron quienes trabajaban en las canteras de granito y volcaban la producción de adoquines en grandes carros que, mediante un sistema de rieles, llegaban hasta el muelle de la isla donde las piedras eran cargadas en los barcos.  Estos primeros “adoquines” dieron origen a las calles de lo que hoy se denomina el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires, sobre todo la calle Defensa, que fue la primera en comunicar el puerto de Buenos Aires con la Plaza de Mayo o la Plaza del Mercado, como se la conocía entonces.

 La isla albergó a presidentes e importantes políticos derrocados. Fue pensado a lo largo de la historia como un lugar ideal para mantener incomunicados a distintos líderes políticos.   Luego del golpe de estado de 1930 que derrocó a Hipólito Yrigoyen, éste fue trasladado a la cárcel de la isla.  A esa misma cárcel fue preso el expresidente Marcelo Torcuato de Alvear, que llegó con su mujer, su médico personal y toda su comitiva, además de llevar su inodoro personal de porcelana pintado, que hoy se exhibe en el museo de la isla.   En 1945, el poder militar encarceló a Juan Domingo Perón que fue liberado cuando el 17 de octubre una multitud se reunió en Plaza de Mayo para pedir el regreso de su líder. En 1962 fue confinado el presidente Arturo Frondizi fueron algunas de las reconocidas figuras que estuvieron presos en la isla.  En 1983 se la declaró Monumento Histórico Nacional, por ser un sitio en el que se dieron importantes hechos históricos para el país.  En la actualidad, la isla se encuentra prácticamente deshabitada en los años '50 vivían unas 4.700 personas, ahora quedaron apenas 180 personas.








Es una de las islas más lindas del Delta y es conocida por la mayor parte de los argentinos sólo por referencia.  Surge como una de las más interesantes propuestas ecoturísticas de los alrededores de Buenos Aires. En la isla existen más de 800 especies de árboles, más de 250 especies de aves y 123 especies de mariposas.  










La isla es para recorrer a pié, las caminatas son fáciles y accesibles. Tiene un sendero que la circunda junto a la costa y pasa por los puntos más interesantes como el barrio Chino, el Parque a los Héroes, el cementerio, el faro y la pista de aterrizaje. Caminando se puede apreciar la vegetación formada por ceibos, tipas y jacarandás y la fauna donde se destacan variedad de aves, mariposas y los lagartos overos.









En la isla Martín García funciona una hostería y un camping.  En la Isla funciona el restaurante-comedor Solís donde se ofrece comida casera a buen precio. Está abierto al mediodía y por la noche. Además cuenta con una piscina que se puede utilizar durante el verano.   Vale la pena visitar

Museo Histórico – Teatro - Ruinas del penal - Plaza Guillermo Brown y Centro Cívico - Batería 25 de Mayo  - La cantera y la laguna  - La Panadería - Playas

 

JULITO OTAÑO… el TERMINATOR Paraguayo

 Por Victor Medem

El Teniente Julio Dionisio Otaño (Concepcionero), fué identificado en la Guerra del Chaco como uno de los Oficiales más sobresalientes por su valentía, coraje y arrojo.  Sus amigos lo llamaban afectuosamente Julito y decían que era un intrépido, un fanático de los asaltos a las trincheras enemigas y del combate cuerpo a cuerpo.  Peleó en Boquerón, Yujra, Alihuatá, Km 7, Saavedra, Herrera, Falcón, Pozo Favorito, Strongest, El Carmen, Oruro, Ybybobo, El Mirador, Agua Blanca y Capiírendá. Recibió todas la medallas otorgadas en la Guerra, la Medalla de Boquerón, la Cruz del Chaco y la Cruz del Defensor.  Asombrosamente y desafiando cualquier serie de acción de NETFLIXse convirtió en uno de los Oficiales Paraguayos en ser herido más veces, sin abandonar el campo de batalla hasta el final de la Guerra del Chaco.  Durante el primer día de la Batalla de BOQUERÓN el Tte. Otaño, Oficial integrante del R.I. 3 “Corrales” resultó herido seriamente en el omóplato derecho, y una vez que recibió las curaciones en el puesto sanitario, volvió de inmediato a la línea de fuego, rechazando rotundamente la evacuación a la retaguardia que le ofreciera el Médico. El Teniente a pesar de esta herida, lucharía en la primera línea de combate durante los 20 días de la Batalla de Boquerón.  En el camino de YUJRA, rodeados de enemigos y apoyando a un reducido grupo de soldados, a lo que la sed amenaza con derrumbar, Otaño se yergue para animar a sus hombres, los incita y se coloca al frente de ellos donde es herido de bala, de su cuerpo comienza a manar sangre, pero Otaño sigue al frente sus soldados. 
No cesan sus voces de ánimo, no se doblega al dolor ni al desfallecimiento. La imágen de un Jefe empapado en sangre agiganta a sus hombres, rato después el enemigo se retira derrotado.  En POZO FAVORITO, también es herido en una circunstacia igualmente grave, donde Otaño conduce hacia adelante a sus tropas personalmente, uno a uno durante 200 metros.
Durante la Batalla de SAAVEDRA en Noviembre de 1.932, el Tte. Julio D. Otaño recibió en dos días quince heridas, sobreviviendo nuevamente a todas ellas.   En CAPIÍRENDÁ, recibió 22 heridas, donde fue evacuado a retaguardia regresando de nuevo al frente.  Hay un pasaje que es relatado por el Tte. de Intendencia Horacio Ramón Jimenez en su libro “Reminiscencias”, donde nuevamente resalta las agallas de este osado Oficial, ya ascendido a Capitán y siendo Comandante del R.I. 1 2 de Mayo” luego de la Batalla de El Carmen.   Resulta que en las proximidades del Fortín Oruro el enemigo había construido una línea defensiva sobre la recta a orillas de un bosque con cuatro ametralladoras pesadas, dejando como campo de tiro un descampado completamente limpio.
El Cap. Otaño dispuso emplazar morteros para atacar esa posición. A tal efecto y valiente como el que más, acomodó dos morteros sobre un burro y montando el cuadrúpedo cruzó indemne la barrera de fuego para la admiración de nosotros, sus subalternos y a la vista también del Cap. Ricardo Benza Carreras con todo su R.I. 4 “Curupayty” que llegaban para hacer un relevo.
Cuando veíamos cruzar al Cap. Otaño en medio del nutrido fuego enemigo, el Tte. Andrés Santacruz, Jefe morterista del R.I. 1 me dijo: ___pero está loco este Julito…
Lo cierto es que después con esas piezas se pudieron acallar rápidamente las cuatro ametralladoras pesadas que a caballo batían la recta haciendo que el enemigo se replegara hacia Oruro.
Mucho tiempo fue tema de comentarios y admiración el hecho protagonizado por el Cap. Otaño. Imaginen al manso burrito con dos morteros Stokes- Brandt a cuestas, y montado en él, al Cmdte. del R.I. 1, cruzando serenamente frente al enemigo en medio de un infernal tableteo de cuatro ametralladoras en un descampado.
Incomparable la audacia del Cap. Otaño con su burrito…
Paradójicamente, falleció un 17 de Febrero de 1.936, a los 29 años de edad en la Plaza Uruguaya durante la revolución de Franco, donde recibió una bala perdida en la ingle no pudiendo ser evacuado, para morir desangrado.
En el Departamento de Itapúa hay un distrito con su nombre (Mayor Otaño) en su conmemoración.

sábado, 22 de enero de 2022

CoronelJosé Félix Bogado

 Por el Prof. Jbismarck

(Puerto Cué, 7 de noviembre de 1777 - San Nicolás de los Arroyos, 21 de noviembre de 1829) fue un militar de origen paraguayo, que tuvo extensa participación en las Guerras de Emancipación Americana y brevemente en las luchas contra los indígenas y la Guerra Civil de su país de adopción.  Valiente, pundoroso, honrado, rígido y austero en el cumplimiento del deber, era generoso y desinteresado su corazón como su bolsillo, al decir del general Geronimo Espejo.  El coronel José Félix Bogado fue humilde hijo de las misiones guaraníticas que iniciara la carrera de las armas en San Lorenzo como soldado raso, y regresara del Perú en julio de 1826 como jefe del regimiento de granaderos a caballo, donde había servido siempre. Tal circunstancia especialísima mereció a Mitre en su “Historia de San Martín”, el siguiente comentario. “Para que ningún accidente dramático faltase a este pequeño combate de San Lorenzo, uno de los presos canjeados por el enemigo fue un lanchero Paraguayo José Félix Bogado, que en ese mismo día se alisto voluntariamente en el Regimiento de Granaderos a Aaballo. Este fue el mismo que trece años después elevado a coronel, regreso a la patria con los sietes últimos granaderos fundadores del cuerpo que sobrevivieron a las guerras de la revolución desde San Lorenzo hasta Ayacucho”. 

Era descendiente de indígenas de las misiones jesuíticas guaraníes. En su juventud fue lanchero, y se estableció río abajo por el Paraná, en la aldea de San Lorenzo, a orillas del río Paraná. El 2 de febrero de 1813, Bogado ―de 35 años de edad― fue secuestrado por un buque «realista» español que merodeaba en las cercanías de esa aldea, para que no alertara a los habitantes de la aldea antes del desembarco y saqueo que estaba planeado para la madrugada siguiente, y para que les sirviera de guía. Cuando al otro día (3 de febrero de 1813) la dotación española desembarcó, fue sorpresivamente atacada y derrotada por el Regimiento de Granaderos a Caballo, al mando del coronel José de San Martín, en el Combate de San Lorenzo.   Bogado fue liberado, y el propio San Martín le ofreció incorporarlo al Regimiento de Granaderos como «trompa de órdenes», lo que Bogado aceptó. Pertenecería a ese cuerpo durante más de trece años.  Su primera actuación militar fue en la segunda expedición auxiliadora al Alto Perú, en la que participó en las derrotas en las batallas Vilcapugio (1 de octubre de 1813) y Ayohúma (el 14 de noviembre de 1813). También participó en la tercera expedición con el grado de alférez, y en la Batalla de Sipe Sipe (29 de noviembre de 1815) fue tomado prisionero; días más tarde fue canjeado por un prisionero español y ascendido al grado de capitán, lo que denota su destacado comportamiento.   A principios de 1816 se incorporó al Ejército de los Andes, con el grado de mayor, y participó en el Cruce de los Andes. Tomó parte en las batallas de Chacabuco, Curapaligüe, Gavilán, Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú.  En junio de 1820, cuando ya el Ejercito Libertador se aprestaba para la gran campaña del Perú, Bogado recibe su nombramiento de capitán. El 8 de septiembre pisa el imperio de los Incas, y ya no tendrá descanso su caballo ni su espada hasta la jornada de Ayacucho, que acaba con la dominación española en América. Bajo las ordenes de San Martín entra en Lima libertada, se bate ante los castillos del Callao, anda por las sierras escarpadas; después, cuando el general se retira del Perú, hace las tristes jornadas de Torata y Moquehua y está a punto de perder la vida, extraviado con trescientos granaderos, en las arenas del desierto de Pisco.   El mayor José Félix Bogado al frente de un escuadrón de granaderos sorprendente en Pisco una avanzada realista y después de batirlos, vuelve a su cantón con dos tenientes coroneles, tres capitanes, cinco oficiales y 90 soldados prisioneros. Antes de abandonar el Perú, San Martín lo ascendió al grado de teniente coronel, y lo nombró segundo jefe del Regimiento de Granaderos, cuyo jefe era Alejo Bruix.  Fue apresado durante la sublevación de los Granaderos a Caballo y luego liberado con los soldados que no quisieron unirse a los sublevados del Callao, con los que unió al ejército de Simón Bolívar y participó en las victorias decisivas de Junín y Ayacucho.  Bolívar lo ascendió al grado de coronel y lo nombró comandante del Regimiento de Granaderos a Caballo; en tal cargo condujo los restos del regimiento hasta Buenos Aires, pasando por Chile y Mendoza. Todas las fuerzas que le quedaban ―fuera de los oficiales que habían pasado a otras unidades, como Lavalle― eran 22 granaderos, de los cuales sólo cuatro eran de los que San Martín había formado en el cuartel del Retiro (en las cercanías de Buenos Aires) a fines de 1812. A lo largo del camino tuvo serios problemas económicos, y se permitió recordarle al coronel Enrique Martínez, un ex granadero, sus obligaciones morales para con el regimiento.


Llegado a Buenos Aires en julio de 1826, el “presidente” Bernardino Rivadavia los ignoró durante varios días, cumplidos los cuales ordenó la disolución del mismo.

 “La Gaceta Mercantil” del 17 de enero los había saludado con estas palabras”. “Tenemos el honor de haber recibido los restos del Ejercito de los Andes, conducidos desde el Perú por el coronel de granaderos a caballo D. Félix Bogado. Cerca de nueve años han pasado desde que estos valientes marcharon a libertar a Chile. En este largo periodo se pueden contar los días con gloria que han dado a la patria, por las veces que se han batido con nuestros enemigos. Nuestra gratitud será siempre demostrada a estos viejos solados de la libertas con las mas tiernas efusiones de nuestros corazones. Eternamente llenaremos de bendiciones a los héroes de Chacabuco y Maipo; si, a esos que han conducido en triunfo el pabellón argentino hasta Quito y que han sabido derramar su sangre por la libertad de la patria en Junín y Ayacucho. Nosotros al verles, siempre diremos con admiración: He aquí: esos sallaron con su sangre y sus espadas la libertad de su patria y sus nombres Irán de padres a hijos, de generación en generación”.

Durante la enorme gesta libertadora, imaginemos que los granaderos a caballo mudaron de equipo, se hicieron de armas enemigas, reemplazaron sus viejos sables, intercambiaron lanzas colombianas, pistolas, carabinas, tercerolas de Riobamba, sables de Junín; tal cual como ocurrió con su antiguo uniforme azul que regularmente se mantuvo desde 1815 hasta 1822. De 1823 en adelante fueron equipados probablemente con equipo y armamento colombiano, manteniendo algunos “corvos” como su último trofeo, que la memoria les podía acercar a su Patria. A fines de 1825, tras trece años de campaña los granaderos a caballo reunieron sus armas y dejaron el Perú rumbo a la ahora denominada Argentina. Arribaron a Chile 88 granaderos, donde tuvieron que esperar meses para que el país se decidiera a costear su regreso. Hostigados por la penuria económica, a partir del 6 de diciembre de aquel año cruzaron la cordillera por última vez y arribaron a la bella Mendoza, la ciudad que tan entrañablemente une a la historia de los granaderos y la de su creador. No demandó mucho tiempo confeccionar el inventario de lo que traían de retorno, harto menos, ciertamente, que lo llevado al Perú en 1820: 86 sables, 55 lanzas, 84 morriones y 102 monturas. Finalmente el 13 de febrero de 1826 llegaron estos 88 veteranos de la libertad sudamericana. Se alojaron en los antiguos cuarteles de El Retiro; había entre estos, siete de ellos, que habían partido del mismo lugar en 1814.   El Regimiento depositó sus armas en el cuartel del Retiro de donde un día las tomaron –se depositaron en una Caja y sobre ella se colocó una plancha de bronce en la que se grabó esta sencilla pero elocuente inscripción: «Armas de los Libertadores de Chile, Perú y Colombia».”

Al mando del Regimiento de Caballería n.º 4, Bogado fue destinado a la frontera con los indígenas, en la zona de Pergamino y Salto.  A fines del mismo año hizo la campaña del sur, contra los indios, bajo la dirección de Rauch, que dio tan buenos resultados, pasando enseguida con su regimiento a la guarnición de los pueblos de San Nicolás, Arrecifes, Salto, Zarate y San Pedro, donde mantúvose todo el año 1827, hasta mayo de 1828, que fue reemplazado bajando a Buenos Aires para revistar como coronel de la plana mayor general, por estar terminada su comisión.  Así permaneció hasta el motín del 1º de diciembre de 1828, formando entre los sublevados de ese día en la plaza de la Victoria. En seguida marchó con las fuerzas de Lavalle, Batiéndose el 9 de diciembre, contra el ejército del gobernador Dorrego. Después de la tragedia de Navarro, se separo de sus compañeros, permaneciendo en su casa hasta el 19 de mayo de 1829, en que fue nombrado comandante militar de San Nicolás “para la seguridad y defensa del referido punto y a fin de que hostilice al enemigo por todos los medios posibles, facultándolo ampliamente para ello, recomendándle, especialmente, que dedique su celo para establecer el orden publico”. 

Uno de los lugartenientes de Estanislao López Facundo Borda, puso sitio a la ciudad de San Nicolás, lo que resistió heroicamente a las órdenes del coronel Bogado, durante ocho meses, soportando la población con paciencia y heroicidad el hambre, las privaciones y los continuos incendios que arrasaron sus mejores edificios, sin que el enemigo pudiera rendirla, permaneciendo fiel a Lavalle. En esas circunstancia rindió su vida al coronel Bogado, de resultas de una enfermedad contraída en actos de servicios, de los “pulmones dañados”, dice la partida de defunción. Era, según el testimonio de un contemporáneo, el general Frías, de regular estatura, grueso, de color pálido, ojos negros y mirada muy viva, nariz recta, boca regular y cabello negro. Usaba la barba como casi todos los guerreros de la época es decir, bigote, mosquita y patillas a la española. Era pesar de ser grueso, su figura a caballo gallarda, pues fue muy jinete. Su apodo era "Guayreño".

Falleció de tuberculosis el 21 de noviembre de ese año, en la calle Francia n.º 223, donde aún se conserva el solar. Allí existen en la actualidad placas en su homenaje.  Fue enterrado en el cementerio de San Nicolás, adyacente a la iglesia de San Nicolás (actual Catedral). El 15 de julio de 1835 sus restos mortales se anonimizaron en ocasión del traslado del viejo cementerio al nuevo cementerio en el barrio Alto Verde

miércoles, 19 de enero de 2022

En el lugar donde vivió Juan Manuel de Rosas funcionará el Museo del Sitio, con reliquias del 1800 (¿Tanto costaba nombrarlo Museo Juan Manuel de Rosas?)

 Por Mónica Martín  p/ PERFIL

Moreno 550 es la dirección del Museo del Sitio, tal como se llamará un nuevo espacio museístico que exhibirá buena parte de los alrededor de 5.000 objetos arqueológicos de valor incalculable que, de casualidad, se hallaron ahí mismo, en el corazón de la ciudad de Buenos Aires Y QUE EN GRAN PARTE PERTENECIERON A JUAN MANUEL DE ROSAS. Tamaña sorpresa se habrán llevado los operarios mientras perforaban la platea de cemento del suelo para levantar oficinas y locales comerciales. De Pronto, porcelanas, cepillos, jarrones y miles de reliquias del 1800 viajaron sin escalas por el túnel del tiempo hasta sus ojos del siglo XXI.  Apagaron las máquinas y llamaron al gobierno de Caba. Todo lo que había de esa galera de mago sin fondo dejó boquiabiertas a las autoridades y, cuando lograron analizar la situación, dieron voz en alto y las excavaciones continuaron, pero con guantes blancos.  Era evidente que lo que estaba saliendo a la luz eran los tesoros de la historia de la ciudad de Buenos Aires. Y no cualquier historia, sino la de Juan Manuel de Rosas, Encarnación Ezcurra y muchos otros personajes ilustres, pero también anónimos que ocuparon ese espacio y dejando sus huellas unos tras otros.  

Gran parte de lo que se descubrió en esa manzana sita inmediatamente al sur de la Manzana de las Luces, la limitada hoy por Perú, Moreno, Bolívar y Belgrano, pertenecía a la familia Ezcurra Arguibel, los suegros de Juan Manuel de Rosas.  Allí funcionó la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y también la sede de la oficina de Correos y Telégrafos, precisamente en la esquina de Moreno y BolívarLuego de la Batalla de Caseros (1852), cuando el Gobernador de Buenos Aires fue derrotado por la alianza del Ejército Grande y los unitarios, las nuevas autoridades le confiscaron a Rosas no sólo el predio de Moreno 550 sino también todas las viviendas que había en la cuadra, entre Perú y Bolívar. 

 
Todo ese minicentro del poder porteño fue pasando por diversas manos y los 5.000 objetos hallados (sólo unos 300 están íntegros y completos) permitirán reconstruir vertical y horizontalmente cómo fue la vida doméstica de las diversas clases sociales que habitaron Montserrat, a lo largo del 1800.   El proyecto de rescate arqueológico estuvo en manos de la Doctora en Arqueología Ana Igareta, Investigadora del CONICET y coordinadora de Arqueología Histórica del Museo de La Plata. La experta planificó trabajar sobre 15 estructuras arqueológicas que se excavaron a una profundidad que osciló entre los 3 y los 8 metros. Así fue como “renacieron” 3 aljibes, 5 pozos ciegos y 3 letrinas, entre muchas otras sorpresas. Con todo lo hallado, se acopiaron 117 cajones de material arqueológico y se elaboraron 2650 fichas arqueológicas.  Entre pala y pala aparecieron 500 botellas de vino inglés. Una, sin embargo, llamó particularmente la atención de la Dra. Ana Igareta: una botella de un vino que se fabricaba entre 1835 y 1870, de vidrio verde oscuro, llamado “vidrio negro”, pero que en las casas porteñas se guardaba después de los brindis, para reutilizar con otros contenidos.   Entre esos vestigios de los placeres etílicos, otra había quedado en una letrina, tapada con un corcho, cubierta de musgo verde y con olor nauseabundo, claro. La destaparon, pero lejos de aparecer Alí Babá, lo que asomó fue una colonia de insectos, moscas y puparios teñidos de rojo.  Mandaron a analizarlos y se supo que, una vez tomado el vino, la botella se rellenó con sangre de pato. “El Pato a la sangre, o Canard au sang”, era un plato especial en esa familia de elite del XIX, explican desde el equipo de la Dra. Ana Igareta.  

Entre estos sutiles indicios de que en Moreno 550 la comida nunca faltaba, apareció una enorme cantidad de loza inglesa estampada, platos Talavera; más de una docena de platos con la leyenda “Federación o Muerte” (hasta ese día sólo existía un solo plato de Rosas y estaba en el Museo Histórico Nacional); además de 35 platos playos y hondos con el mensaje “Viva la federación”, para que quedara en claro quién mandaba en casa.  Eso no fue todo: siguieron asomando bacinillas (orinales) en colores fuertes y brillantes, aguamaniles ingleses pintados a mano, jofainas con motivos florales Gaudy Dutch; tinteros, pizarras, muchas bolitas “con las que habrá jugado Lucio Mansilla, el sobrino de Juan Manuel de Rosas”; pelotas cosidas con tientos de cuero y otras de caucho; piezas de dominó de hueso pulido; dados de mármol; y pipas de caolín que, cuando se rompían, se las daban a los chicos para que las usaran de burbujeros. Los lujos en tiempos de Rosas no eran solo cosa de hombres. La excavación en Moreno 550 trajo de nuevo al presente muchas coqueterías femeninas del 1800.  Para empezar, los cepillos para el cabello: un mango de madera que sostenía cerdas de cerdo, jabalí o caballo que las damas patricias no sólo utilizaban para peinarse sino también para disimular la falta de higiene (el pelo se lavaba muy de tanto en tanto y todavía ni se soñaba con el spray de shampoo seco).ras los cepillos volvieron a la luz innumerables potes de loza que en sus buenos tiempos guardaban cremas y ungüentos de toda índole; algunos habían terminado entre la basura sin ser abiertos, pero otros, gruesos y culones, eran piezas de cerámica que debían contener productos caros, dado el poco tamaño que el envoltorio le dejaba al ungüento (agrandar envases y reducir contenido es una trampa comercial de larga data).  Muchos de esos lujos estéticos apuntaban a Europa, como el Baronne Durand (la marca que hizo famosa la esposa de un espía francés) y los antisépticos, los incontables tónicos, los perfumeros de vidrio y los infaltables perfumes franceses, sin olvidar la colonia “Laugier, Père et fils” que muchas damas de la época hubieran querido estrenar un sábado.  Y entre los restos del pasado apareció de pronto una perlita insospechada: el Agua de Florida, una de las colonias más populares del siglo XIX, que se vendía como el milagro que mitigaba los dolores del cuerpo. 

Cisterna de Rosas El inmenso volumen del pasado resultó “no tener fondo” cuando se precisaron 63 días más de excavaciones para que una colosal cisterna diera signos de vida en medio de tantos escombros. Era tan regia y descomunal que se precisaron 13 camiones para liberarla de la tierra que la sepultaba.  La “Cisterna de Rosas”, tal como se bautizó a la reliquia subterránea, tenía todo para pensarse que sería uno más de “los túneles misteriosos”, que se le atribuyen a Buenos Aires. Sin embargo, no fue así.  Antes de que Buenos Aires tuviera agua corriente (entre 1860 y fin del siglo XIX), el agua doméstica provenía de ríos, pozos o caía del cielo cada vez que llovía. La mayoría de la gente juntaba el agua en tinajas; sólo una familia pudiente podía darse el lujo de hacer construir este Coloso de Rodas con paredes de ladrillos que garantizaran la pureza del agua.   La Cisterna de Rosas es la mayor alguna vez descubierta en Buenos Aires: redonda, con 7,20 metros de diámetro, 6 metros de profundidad y una capacidad superior a los 200.000 litros de agua (5 piscinas domésticas de 8 x 4 metros). Revestida con mortero de cal y polvo de ladrillo, tiene un piso de baldosas francesas de la región normanda de El Havre. Para no perder la costumbre de sorprender, Moreno 550 siguió siendo noticia en el año 2018, cuando se encontró una segunda Cisterna, de las mismas características que la anterior, pero más pequeña.   Hasta hoy la Gerencia Operativa de Patrimonio, de la Dirección de Patrimonio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, trabajó con 1035 fragmentos de loza roja, 456 pedazos de porcelana, 2176 trozos de otras decoraciones y 72 pedacitos de loza blanca. En total 3739 fragmentos, pero el trabajo sigue: para ser, cada pieza necesita un legajo y un registro fotográfico.  El análisis posterior está permitiendo determinar que no todo lo encontrado perteneció a los Rosas. Por Moreno 550 el tiempo dejó huellas de diversas clases sociales.   “Los tinteros y trozos de pizarras hallados,  seguramente pertenecieron a la Escuela de Catedral al Sur, de la época sarmientina, por ejemplo”, especifica el Dr. José Sellés-Martínez, Presidente del Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces.  “Esa casa fue del obispo, quien se la vendió a la familia Arguibel, bisabuelos de Encarnación Ezcurra. Luego vivirán allí Ignacio Ezcurra y Teodora Arguibel, los padres de Encarnación, que nació aquí mismo en 1795. Rosas pidió su mano en 1813 y vivieron en Moreno 550 desde que se casaron. Allí nacieron sis tres hijos y Murió Encarnación en 1838.  En Moreno 550 también vivió  Pedro Pablo rosas y Belgrano, el hijo ilegítimo que María Josefa Ezcurra (cuñada de Rosas) tuvo con su amante 15 años mayor, Manuel Belgrano.  Moreno 550 también fue “la oficina” desde donde el dos veces Gobernador de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina rjrtvió el Gobierno.   

Museo Cisterna de Rosas en la Manzana de Las Luces 20210124
Museo Cisterna de Rosas en la Manzana de Las Luces 20210124
Cada fragmento encontrado se analiza, se clasifica y se archiva con su correspondiente foto.

Entre 1836 y 1844, el líder federal le fue comprando a su suegra, Teodora Arguibel de Ezcurra, no sólo la casa de Moreno 550 sino los lotes adyacentes. Se quedó casi con media manzana.En 1870, cuando el ex líder punzó vivía en Sothampton Reino Unido, un plano municipal de la calle Moreno testimoniaba que las propiedades de Rosas se habían mutado y fragmentado en la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, la Escuela Modelo, el Papel Sellado de la Provincia, la Oficina de Patentes, la Escribanía Mayor del Gobierno Provincial y la Casa de Justicia Nacional –futuro germen de la Corte Suprema de la Nación-.Donde estuvo el Correo, para el primer centenario de la patria, los hermanos Lorenzo, José y Benito Raggio, presionaban contra reloj para que se inaugurara su flamante y portentoso local comercial, que hoy se denomina Palacio Raggio.  Y en el gran caserón que habitaron los suegros de Rosas junto a sus nueve hijos, en donde el mismo Rosas pasó su luna de miel, fue demolido en 1890 y en 1970 ya era una playa de estacionamiento.

 Museo del Sitio: “En este momento se sigue trabajando justo en donde están las cisternas. Por ahora y hasta tanto se inaugure el Museo del Sitio (aún no hay fecha precisa) lo que se exhibe son los paneles de la muestra ‘Anticipando el Museo de Sitio’, pero no los objetos originales”, aclara el Dr. Sellés-Martínez.  Las visitas guiadas al Museo del Sitio, que funcionará en la planta baja, se realizarán los sábados a las 16 y 17 hs y serán gratuitas, auspiciadas por la empresa constructora que trabaja en las obras que se levantarán en el predio.  Serán tanto para público general y escuelas, pero aranceladas. En ambos casos requerirán inscripción previa al correo visitasycursos@gmail.com

Mientras se inaugura el Museo del Sitio, los interesados en el patrimonio porteño y la saga rosística pueden visitar la Casa Museo de Juan Manuel de Rosas, en San Andrés.

Juan Manuel de Rosas
El Museo del Sitio, en Moreno 550, completará el reducido circuito rosístico sobre la vida de Juan Manuel de Rosas.

En el Museo Saavedra, en CABA, también hay una importante colección de objetos de Rosas, donada por el arquitecto Eduardo Zemborain.  La denominada Casa de Rosas en San Andrés parece que la hizo construir para cuando tenía que alojarse en la zona porque allí se concentraban cuerpos militares. En esos lugares (los Santos Lugares, precisamente) se alojaban tropas que participaron en la Vuelta de Obligado y en la batalla de Caseros. 

“Además, Rosas tenía en sus estancias casas que habitaba cuando iba por razones ‘de estanciero’  a veces a tomar algún descanso. Pero denominar a ese lugar de San Andrés ‘Casa de Rosas’ es un poco excesivo...”, resume el Presidente del Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces, para trazar el mapa del circuito rosístico disponible en Buenos Aires. Bastante escaso, por cierto.