Rosas

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sábado, 22 de enero de 2022

CoronelJosé Félix Bogado

 Por el Prof. Jbismarck

(Puerto Cué, 7 de noviembre de 1777 - San Nicolás de los Arroyos, 21 de noviembre de 1829) fue un militar de origen paraguayo, que tuvo extensa participación en las Guerras de Emancipación Americana y brevemente en las luchas contra los indígenas y la Guerra Civil de su país de adopción.  Valiente, pundoroso, honrado, rígido y austero en el cumplimiento del deber, era generoso y desinteresado su corazón como su bolsillo, al decir del general Geronimo Espejo.  El coronel José Félix Bogado fue humilde hijo de las misiones guaraníticas que iniciara la carrera de las armas en San Lorenzo como soldado raso, y regresara del Perú en julio de 1826 como jefe del regimiento de granaderos a caballo, donde había servido siempre. Tal circunstancia especialísima mereció a Mitre en su “Historia de San Martín”, el siguiente comentario. “Para que ningún accidente dramático faltase a este pequeño combate de San Lorenzo, uno de los presos canjeados por el enemigo fue un lanchero Paraguayo José Félix Bogado, que en ese mismo día se alisto voluntariamente en el Regimiento de Granaderos a Aaballo. Este fue el mismo que trece años después elevado a coronel, regreso a la patria con los sietes últimos granaderos fundadores del cuerpo que sobrevivieron a las guerras de la revolución desde San Lorenzo hasta Ayacucho”. 

Era descendiente de indígenas de las misiones jesuíticas guaraníes. En su juventud fue lanchero, y se estableció río abajo por el Paraná, en la aldea de San Lorenzo, a orillas del río Paraná. El 2 de febrero de 1813, Bogado ―de 35 años de edad― fue secuestrado por un buque «realista» español que merodeaba en las cercanías de esa aldea, para que no alertara a los habitantes de la aldea antes del desembarco y saqueo que estaba planeado para la madrugada siguiente, y para que les sirviera de guía. Cuando al otro día (3 de febrero de 1813) la dotación española desembarcó, fue sorpresivamente atacada y derrotada por el Regimiento de Granaderos a Caballo, al mando del coronel José de San Martín, en el Combate de San Lorenzo.   Bogado fue liberado, y el propio San Martín le ofreció incorporarlo al Regimiento de Granaderos como «trompa de órdenes», lo que Bogado aceptó. Pertenecería a ese cuerpo durante más de trece años.  Su primera actuación militar fue en la segunda expedición auxiliadora al Alto Perú, en la que participó en las derrotas en las batallas Vilcapugio (1 de octubre de 1813) y Ayohúma (el 14 de noviembre de 1813). También participó en la tercera expedición con el grado de alférez, y en la Batalla de Sipe Sipe (29 de noviembre de 1815) fue tomado prisionero; días más tarde fue canjeado por un prisionero español y ascendido al grado de capitán, lo que denota su destacado comportamiento.   A principios de 1816 se incorporó al Ejército de los Andes, con el grado de mayor, y participó en el Cruce de los Andes. Tomó parte en las batallas de Chacabuco, Curapaligüe, Gavilán, Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú.  En junio de 1820, cuando ya el Ejercito Libertador se aprestaba para la gran campaña del Perú, Bogado recibe su nombramiento de capitán. El 8 de septiembre pisa el imperio de los Incas, y ya no tendrá descanso su caballo ni su espada hasta la jornada de Ayacucho, que acaba con la dominación española en América. Bajo las ordenes de San Martín entra en Lima libertada, se bate ante los castillos del Callao, anda por las sierras escarpadas; después, cuando el general se retira del Perú, hace las tristes jornadas de Torata y Moquehua y está a punto de perder la vida, extraviado con trescientos granaderos, en las arenas del desierto de Pisco.   El mayor José Félix Bogado al frente de un escuadrón de granaderos sorprendente en Pisco una avanzada realista y después de batirlos, vuelve a su cantón con dos tenientes coroneles, tres capitanes, cinco oficiales y 90 soldados prisioneros. Antes de abandonar el Perú, San Martín lo ascendió al grado de teniente coronel, y lo nombró segundo jefe del Regimiento de Granaderos, cuyo jefe era Alejo Bruix.  Fue apresado durante la sublevación de los Granaderos a Caballo y luego liberado con los soldados que no quisieron unirse a los sublevados del Callao, con los que unió al ejército de Simón Bolívar y participó en las victorias decisivas de Junín y Ayacucho.  Bolívar lo ascendió al grado de coronel y lo nombró comandante del Regimiento de Granaderos a Caballo; en tal cargo condujo los restos del regimiento hasta Buenos Aires, pasando por Chile y Mendoza. Todas las fuerzas que le quedaban ―fuera de los oficiales que habían pasado a otras unidades, como Lavalle― eran 22 granaderos, de los cuales sólo cuatro eran de los que San Martín había formado en el cuartel del Retiro (en las cercanías de Buenos Aires) a fines de 1812. A lo largo del camino tuvo serios problemas económicos, y se permitió recordarle al coronel Enrique Martínez, un ex granadero, sus obligaciones morales para con el regimiento.


Llegado a Buenos Aires en julio de 1826, el “presidente” Bernardino Rivadavia los ignoró durante varios días, cumplidos los cuales ordenó la disolución del mismo.

 “La Gaceta Mercantil” del 17 de enero los había saludado con estas palabras”. “Tenemos el honor de haber recibido los restos del Ejercito de los Andes, conducidos desde el Perú por el coronel de granaderos a caballo D. Félix Bogado. Cerca de nueve años han pasado desde que estos valientes marcharon a libertar a Chile. En este largo periodo se pueden contar los días con gloria que han dado a la patria, por las veces que se han batido con nuestros enemigos. Nuestra gratitud será siempre demostrada a estos viejos solados de la libertas con las mas tiernas efusiones de nuestros corazones. Eternamente llenaremos de bendiciones a los héroes de Chacabuco y Maipo; si, a esos que han conducido en triunfo el pabellón argentino hasta Quito y que han sabido derramar su sangre por la libertad de la patria en Junín y Ayacucho. Nosotros al verles, siempre diremos con admiración: He aquí: esos sallaron con su sangre y sus espadas la libertad de su patria y sus nombres Irán de padres a hijos, de generación en generación”.

Durante la enorme gesta libertadora, imaginemos que los granaderos a caballo mudaron de equipo, se hicieron de armas enemigas, reemplazaron sus viejos sables, intercambiaron lanzas colombianas, pistolas, carabinas, tercerolas de Riobamba, sables de Junín; tal cual como ocurrió con su antiguo uniforme azul que regularmente se mantuvo desde 1815 hasta 1822. De 1823 en adelante fueron equipados probablemente con equipo y armamento colombiano, manteniendo algunos “corvos” como su último trofeo, que la memoria les podía acercar a su Patria. A fines de 1825, tras trece años de campaña los granaderos a caballo reunieron sus armas y dejaron el Perú rumbo a la ahora denominada Argentina. Arribaron a Chile 88 granaderos, donde tuvieron que esperar meses para que el país se decidiera a costear su regreso. Hostigados por la penuria económica, a partir del 6 de diciembre de aquel año cruzaron la cordillera por última vez y arribaron a la bella Mendoza, la ciudad que tan entrañablemente une a la historia de los granaderos y la de su creador. No demandó mucho tiempo confeccionar el inventario de lo que traían de retorno, harto menos, ciertamente, que lo llevado al Perú en 1820: 86 sables, 55 lanzas, 84 morriones y 102 monturas. Finalmente el 13 de febrero de 1826 llegaron estos 88 veteranos de la libertad sudamericana. Se alojaron en los antiguos cuarteles de El Retiro; había entre estos, siete de ellos, que habían partido del mismo lugar en 1814.   El Regimiento depositó sus armas en el cuartel del Retiro de donde un día las tomaron –se depositaron en una Caja y sobre ella se colocó una plancha de bronce en la que se grabó esta sencilla pero elocuente inscripción: «Armas de los Libertadores de Chile, Perú y Colombia».”

Al mando del Regimiento de Caballería n.º 4, Bogado fue destinado a la frontera con los indígenas, en la zona de Pergamino y Salto.  A fines del mismo año hizo la campaña del sur, contra los indios, bajo la dirección de Rauch, que dio tan buenos resultados, pasando enseguida con su regimiento a la guarnición de los pueblos de San Nicolás, Arrecifes, Salto, Zarate y San Pedro, donde mantúvose todo el año 1827, hasta mayo de 1828, que fue reemplazado bajando a Buenos Aires para revistar como coronel de la plana mayor general, por estar terminada su comisión.  Así permaneció hasta el motín del 1º de diciembre de 1828, formando entre los sublevados de ese día en la plaza de la Victoria. En seguida marchó con las fuerzas de Lavalle, Batiéndose el 9 de diciembre, contra el ejército del gobernador Dorrego. Después de la tragedia de Navarro, se separo de sus compañeros, permaneciendo en su casa hasta el 19 de mayo de 1829, en que fue nombrado comandante militar de San Nicolás “para la seguridad y defensa del referido punto y a fin de que hostilice al enemigo por todos los medios posibles, facultándolo ampliamente para ello, recomendándle, especialmente, que dedique su celo para establecer el orden publico”. 

Uno de los lugartenientes de Estanislao López Facundo Borda, puso sitio a la ciudad de San Nicolás, lo que resistió heroicamente a las órdenes del coronel Bogado, durante ocho meses, soportando la población con paciencia y heroicidad el hambre, las privaciones y los continuos incendios que arrasaron sus mejores edificios, sin que el enemigo pudiera rendirla, permaneciendo fiel a Lavalle. En esas circunstancia rindió su vida al coronel Bogado, de resultas de una enfermedad contraída en actos de servicios, de los “pulmones dañados”, dice la partida de defunción. Era, según el testimonio de un contemporáneo, el general Frías, de regular estatura, grueso, de color pálido, ojos negros y mirada muy viva, nariz recta, boca regular y cabello negro. Usaba la barba como casi todos los guerreros de la época es decir, bigote, mosquita y patillas a la española. Era pesar de ser grueso, su figura a caballo gallarda, pues fue muy jinete. Su apodo era "Guayreño".

Falleció de tuberculosis el 21 de noviembre de ese año, en la calle Francia n.º 223, donde aún se conserva el solar. Allí existen en la actualidad placas en su homenaje.  Fue enterrado en el cementerio de San Nicolás, adyacente a la iglesia de San Nicolás (actual Catedral). El 15 de julio de 1835 sus restos mortales se anonimizaron en ocasión del traslado del viejo cementerio al nuevo cementerio en el barrio Alto Verde

2 comentarios:

  1. Con los Granaderos a Caballo, regresó a Bs As, el unico caballo que habia partido de Mendoza en 1817 con el ejército libertador; era un Colorado Doradillo propiedad del cap Miguel Cajaraville, llamado "Decano".- Este caballo, se encuentra enterrado en un campro propiedad de la Flia Cjaraville en las cercanias de la ciudad de La PLata. creo que Bavio.-

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  2. Excelencia por su persona y paraguayo, poco conocido en su país natal, gran héroes, ejemplar para muchas personas y patriotas en las libertadores de hombres en america por la unidad americana, muy recordados por mi abuelos y padre saludos hasta el cielos.

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