Rosas

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viernes, 7 de enero de 2022

Los Padres del Restaurador

Por Ricardo Geraci Del Campo Ríos


Un 12 de diciembre de 1845 partía hacia latitudes celestiales doña Agustina López de Osornio, madre de J. M de Rosas. En este caso y como hechos anécdoticos, repasaré algunos elementos de la vida cotidiana del matrimonio que dará al país a uno de los hombres más determinantes de la historia. Aclarar la fuente en este caso me parece importante debido a que el sobrino de Rosas, Lucio V. Mansilla, hijo de Agustina Rozas y Mansilla y el gran general patriota Lucio N Mansilla fue en definitiva un hombre más de la <<Generación del 80>> que hacia 1898 escribe un ensayo histórico-psicológico sobre su tio Juan Manuel con un tipo de narrativa coloquial, breve y plagada de interpretaciones de tinte psicológico , absolutamente exageradas y errantes. Tuvo de hecho critícas por esta osada forma de escribir de los intelectuales de su tiempo. Como hombre de esa generación de rosistas arrepentidos o liberales conspicuos, Lucio fue polifacético: militar, gobernador, escritor, Presidente de la Cámara de Diputados, orador, etc. Aún asi fue un hombre inflado por su propio ego y era un dandy de modos un tanto teatrales.
Su conocimiento de la familia a la cual pertenecía no se sirvieron tanto de sus propias experiencias sino del relato de familiares y supo conocer algunas cuestiones del andar cotidiano de los padres de su madre, es decir sus abuelos ( Don León Ortiz de Rozas y Doña Agustina López de Osornio ) y hacer una breve semblanza de lo que allí en Rincón de López acontecía.
Su madre le habrá contado- como aquellas historias que se le cuentan a los niños- muchisímas anécdotas y cuestiones que le dieron a Lucio una idea que después definitivamente deforma con sus elocuentes interpretaciones psicológicas. De todos modos, aquello que cuenta en su obra sobre Rosas lo interpretaré bajo mi criterio, pero solo aquello en lo que puede uno percibir como descriptivamente importante, para disfrutar de una semblanza sobre los progenitores de Juan Manuel y sus hábitos cotidianos.
LOS PADRES DE J. M DE ROSAS, SU LINAJE Y HÁBITOS ALIMENTICIOS
"LA CULTURA DEL COMER ABUNDANTE" : Don León Ortiz de Rozas descendía de una familia de nobiliarios y linajes distintos al de su amada esposa Agustina. La naturaleza de estos apellidos, su composición e historia también lo serían. Doña Agustina solía referirse al linaje del esposo como plebeyo de origen y en alguna disputa por el estilo llegó a decirle: "Y tú quién eres? , un aventurero ennoblecido, por otro que tal (se refería a don Gonzalo de Córdoba, del cual fue soldado el primer Ortiz, don León había sido capitán del Rey) mientras que yo desciendo de los duques de Normandía; y, mira, Rozas, si me apuras mucho, he de probarte que soy pariente de María Santísima" ¹
En los modos orgullosos de abolengo de la madre del Restaurador, hay una diferencia importante con otros apellidos de alcurnia del país. Por ejemplo las tertulias que ofrecía doña Agustina a sus parientes o amigos ( todas familias patricias ) se desenvolvían en un ambiente de decoración austera y hábitos católicos, asistían los Pueyrredón, Necochea, Las Heras, Olavarría, Guido, Alvear, Balcarce, Saavedra, Olaguer y Feliú, los Azcuénaga y los Álzaga, pero claramente distaba el matrimonio Ortiz de Rozas y López de Osornio de aquellas costumbres nuevas que las uniones de parentesco tradicionales adoptaban en relación a la comida francesa y los hábitos de consumo:
"El pan cotidiano era siempre abundante y suculento. Aunque llegaran de improviso los parientes y amigos que llegaren, siempre sobraba lo suficiente para la numerosa servidumbre de tan larga familia. No había muchos adornos en la mesa, de cuando en cuando algunas flores. Vino se tomaba poco. Los niños no lo probaron. El lujo de doña Agustina consistía en la pulcritud del mantel y limpieza de los cubiertos de plata maciza. Nada de fuentes con tapa, todo estaba a la vista; “pocos platos, pero sanos, era su divisa, y que el que quiera repita”. Así solía decir: “Déjame, hija, de comer en casa de Marica (se refería a la célebre misia María Thompson de Mandeville), que allí todo se vuelven tapas lustrosas y cuatro papas a la inglesa, siendo lo único abundante su amabilidad. La quiero mucho; pero más quiero el estómago de Rozas". ²
RELACIÓN DEL MATRIMONIO
Asi como expuse que pensaba doña Agustina sobre su posición de alcurnia superior a la de su marido, es correcto precisar que la relación entre ambos fue de mucha cordialidad y respeto. Se llevaban bien en un hogar muy austero, de modos cristianos y costumbres criollas. Según Lucio, Doña Agustina se ocupaba de su marido y lo cuidaba con esmero, pero hay que comprender que estuvo más ocupada en la crianza de sus hijos ya que por año lograba con precisa fecundidad dar a luz a un niño o niña, ( 20 hijos ). Juan Manuel de Rosas es el segundo y primer varón del matrimonio. Doña Gregoria fue la unica hermana mayor de Rosas y ambos lograron enlazarze con otra familia de abolengo de Buenos Aires; los Ezcurra.
En esta relación de familia laboriosa, numerosa y de tradiciones bien criollas, don León era el hombre tranquilo, bondadoso, paciente, aunque de vez en cuando tenía sus arranques como suele describir Lucio V Mansilla en su obra.
El padre de Rosas, vivía sano, contento, leía poco y jugaba al truco, presidiendo la mesa con solemnidad y solía en medio de la partida recitar algunos versos que él mismo inventaba:
"Tienes un grande barreno
En jugar al truquiflor;
Yo te he de bajar al talle
Y has de quedar de mirón" ³
Se puede llegar a confundir uno, en creer, como suele decirse ,en que la madre de Rosas llevaba los pantalones en la casa. No fue asi, o por lo menos, no del todo. "Atendía al marido como los de su época, ella misma le hacía el moño de los zapatos de paño negro, de lo más fino, y el nudo de la ancha blanca corbata; y después de mirarse en la reluciente pechera de la camisa brillante como un espejo, le ponía con gracia el sombrero alto de copa, y le presentaba el bastón de caña de junco con puño de oro". ⁴
El carácter dominante de dóna Agustina contrastaba con cierta pasividad de don León, de allí da claramente la sensación del poder adjudicado a la madre de Rosas en la relación. Otro factor importante, es que el aporte de la ampulosidad económica la dio absolutamente la López de Osornio , y el poder laborioso del conocimiento en el trabajo rural pasado de generación en generación, sobre todo desde Rincón de López y la fortuna del padre don Clemente López. Dicho esto es necesario aunque ello implique caer en repeticiones, que más allá de lo dicho arriba, no debe deducirse que don León Ortiz de Rozas fuera un hombre debil o adocenado como describe Lucio...su aparente docilidad eran condescendencia y amor. Agustina de cualidades sólidas era la cara más activa y altiva de la pareja; "diligente, activa, movediza, trabajadora, ordenada, económica, caritativa , y a la vez imperiosa" ⁵
Una anécdota de indiscutible autenticidad para Lucio V Mansilla, es aquella que a continuación se podrá leer.
" Una noche, viviendo en la calle de la Defensa ahora, la casa está intacta , serían así como las dos de la mañana, se sintió ruido en las azoteas. Es de advertir que don León y doña Agustina tenían aposentos separados; criando ella casi siempre, no quería que su marido fuera turbado en su sueño. Sentir el ruido, poner el oído, pensar ¡ladrones! y llamar a una huérfana que la acompañaba, diciéndole "anda y cierra la puerta de Rozas no sea que oiga y que se moleste", fue todo uno. Encarnación, que así se llamaba la muchacha, obedeció callandito. Y doña Agustina se levantó, tomó de un rincón la vara de medir (en casi todas las casas la había), y, sin más armas, subió por una escalera del fondo y puso en fuga a dos pájaros que, en efecto, parecían dispuestos a descolgarse. Sólo al día siguiente se supo lo acontecido. He ahi un rasgo caracteristico de doña Agustina, que todos los viernes hacía enganchar el coche grande, guiado por un alto cochero mulato, excelente hombre, llamado Francisco, para irse por los suburbios a distribuir limosna entre los menesterosos reales y traerse a su casa, donde había una sala hospital, alguna enferma de lo más asqueroso, que colocaba en el coche al lado mismo de una de sus hijas, la que estaba de turno, y a la cual le incumbía el cuidado de la desgraciada hasta el momento en que sanaba o el cielo disponía otra cosa" ⁶
En conclusión es un tema largo donde desde la pluma de Lucio se desprenden un sin fín de historias, algunas de las cuales pasaron por el modo exagerado del sobrino de Rosas de teatralizar todo. Quizas eventualmente desde sentido práctico que se debe tener si se quiere relatar aquello que encumbre a personajes históricos relevantes, me pregunto yo a estas alturas ¿no será que todo lo és?. En la historia una cosa siempre lleva a la otra, y eh aquí un pequeñisimo aporte de hábitos y costumbres de personajes que vivieron hace unos doscientos años atrás, como si ello no fuera relevante. Doña Agustina Lopez de Osornio a 176 años de su desaparición física, son de esos personajes importantísimos de nuestra historia que explican aunque sea desde una referencia, ¿que sucedía?, ¿como se vivía?, ¿en que se pensaba? y ¿como se actuaba? en aquellos tiempos coloniales. De este modo coloquial espero haberles hecho llegar una pequeña descripción de lo que a muchos amantes de la historia nos importa; los usos y costumbres de nuestros antepasados.
Finalmente, doña Agustina se vale por si misma en el plano del analisis histórico, dejando de lado su condición de madre de J.M de Rosas, para ganar protagonismo como ejemplo de criollismo y laboriosidad.
Bibliografía: Lucio V. Mansilla / Rozas, Ensayo Histórico- Psicológico
AZ editora.
¹ ² ³ ⁴ ⁵ ⁶ (*)
(*) Textual de la obra de Lucio V. Mansilla

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