Rosas

Rosas

jueves, 31 de marzo de 2022

Palabras del Prof. Julio R. Otaño en los 40 años de la recuperación Transitoria de Nuestras Islas Malvinas

 Organizado por la Sociedad vecinal de Malaver como desde hace 40 años ycon la presencia de su presidente el Sr. Coco Torres se realizo el acto conmemorativo de la Reconquista de nuestras Malvinas. El mismo contó con la adhesión del Instituto de Investigaciones Históricas de Gral San Martín y con la Asociación Cooperadora del Museo Rosas. El Secretario de nuestra institución Dr. Julio R. Otaño esbozó unas palabras. Estuvieron Presentes el Ministro de obras Públicas Gabriel Katopodis, el Senador (MC) Oraldo Britos, el Intendente Municipal Fernando Moreira, la Secretaria de cultura y educación nancy Katopodis y numerosísimo publico presente. Los Veteranos de Guerra engalanaron la ceremonia con su ilustre presencia. Viva la PATRIA...

.

1859. Solano López: La forja de un agresor.

 Por Jorge Enrique Deniri y Dardo Ramírez Braschi

Abril es un mes agridulce para la Ciudad de Corrientes. A las mieles del día tres, con la conmemoración de la fundación de la ciudad, la única en el Río de la Plata que lo fue por mano de un Adelantado, el legendario Juan Torres de Vera y Aragón, lo sigue el acíbar del ataque a traición perpetrado por el ejército y la armada paraguayas el día 13, por orden del tirano Francisco Solano López. A la hora de sacar las cuentas, la Historia es pródiga en agresores aleves e invasiones perpetradas a traición. Desde el prusiano Federico II invadiendo Silesia (Polonia), hasta Putín haciendo lo propio con la vecina Ucrania. La única diferencia es que Federico invadió sigilosamente, y el ruso estuvo haciendo alardes desde un tiempo antes como si dijéramos “practicando” con su ejército concentrado en la frontera, pero, claro, siempre negando enfáticamente lo que pensaba hacer. ¿Y cuáles eran las motivaciones de aquel Federico del siglo XVIII? Diríamos que son modélicas al momento de la interpretación histórica, y fueron reseñadas en su momento por los estudiosos del pasado. Parafraséandolos: Un corazón ávido, una bolsa repleta y un ejército preparado. En ambos casos, desde luego que podrían argüirse muchos elementos más, pero lo que muestran en común ambos invasores es la falta de escrúpulos, el ruso suma el cinismo y el doblez.
Por su notoria destreza militar, Federico II, merecidamente o no, ha pasado a la Historia como “El Grande”. Putín…habrá que ver, porque hasta ahora es algo así como “el hombre de la bolsa” para Occidente, a pesar de la poderosa campaña de desinformación que desarrollan los servicios y espías del ex KGB, fabulando teorías conspiranoicas según las cuales los tenebrosos estadounidenses operan en Ucrania, ¡mediante neonazis!, laboratorios tipo Wuhan donde se busca clonar seres humanos, crear falsas vacunas que conviertan en zombis a los que se las apliquen, y cosas así. ¿Y qué tiene todo esto que ver con las notas que venimos pergeñando? Vale aquí recurrir a Cervantes, maestro de maestros, cuando habla de la Historia como maestra del pasado y advertencia de lo porvenir. Evocación o augurio, lo cierto es que para nuestro arbitrio, entre Federico y Vladimir, aparece un personaje que siempre da para señalar algo más: Francisco Solano López.
Insistimos en que fue un agresor, y fue un invasor, a usanza del prusiano de ayer y del ruso de hoy. Y siempre recurriendo al ataque aleve, sin declaración de guerra, sin aviso alguno. A Brasil lo invadió en el Matto Grosso, pese a que sus presuntas justificaciones las estableció autoproclamándose campeón de la causa de uno de los sectores en pugna en la Banda Oriental, como quien dice, bien pero bien al sur, y, más que con escasa, con ninguna conexión con los diferendos que sostenía con el Brasil, que derivaban de la pretensión paraguaya de negar a los brasileños la navegación del río Paraguay, lo que en aquella época les hacía casi imposible mantenerse en contacto con su provincia matogrosense. Por cierto que, buena, mala o peor, esa pretensión de vallar el río sí es posible vincularla con un interés directo del dictador paraguayo en contra del Brasil, pero ¿qué tenía eso que ver con el Uruguay? Presumiblemente, esa autoproclamación lopista como adalid o campeón de un sector de los orientales, viniera a cuento o no, el proclamarse paladín de la causa de un tercero ajeno, se asentaba sobre el papel que había jugado cinco o seis años antes, en 1859, al haber intervenido como mediador entre Urquiza y Mitre durante los sucesos relacionados con la batalla de Cepeda, que condujeron al Pacto de San José de Flores, escenario en el que Solano López desempeñó un papel tal como para almibarar su megalomanía, justificándole, presumiblemente, auto percibirse como una figura de relieves continentales. Una publicación argentina, exalta esa actuación de Solano López afirmando que “Terminada tan felizmente su misión diplomática, resolvió Solano López, regresar a su país. El día de su partida…el pueblo de Buenos Aires le preparó una grandiosa despedida. Desde su alojamiento hasta el puerto, las calles fueron adornadas con arcos triunfales, siendo profusamente embanderada la ciudad. Cuando apareció el ministro paraguayo, se organizó una inmensa columna, que le acompañó entusiasmada…Al subir a bordo del Tacuarí, el pueblo estalló en un viva clamoroso al Paraguay y al general Francisco Solano López, mientras la banda de músicos ejecutaba el himno nacional paraguayo y la plaza atronaba con una imponente salva de artillería.
Bajo tan gratas impresiones, la gallarda nave paraguaya levó anclas, contestando con otra salva de artillería, mientras en lo más alto de su mástil la bandera tricolor, acariciada por las brisas del Plata, parecía también agitarse en un gesto de cariñosa despedida…”.
¿Fue “tan”así? Porque mientras se embelesa con las mieles de su actuación como mediador, Solano López resulta víctima de las secuelas del incidente paraguayo con la corona inglesa por el asunto Canstatt, un súbdito británico nacido en la Banda Oriental, al que por cuestiones de negocios Carlos Antonio, el dictador, reduce a prisión, acusándolo de estar comprometido en una conspiración para asesinarlo. A comienzos de agosto de 1859, el cónsul inglés en Asunción intima a López padre para que en un plazo perentorio libere a Canstatt y lo indemnice, pero éste se niega, enconando el conflicto. A todo esto, el 27 de septiembre, el vapor de guerra Tacuarí, conduce a Buenos Aires a Francisco Solano, acompañado de un ampuloso “séquito”, según lo califican publicaciones lopistas, para actuar como negociador entre Urquiza y Mitre. En ese momento no hay arreglo sin embargo, y el 23 de octubre Urquiza resulta vencedor en la batalla de Cepeda.
La actuación posterior de Francisco Solano lo expone como un diplomático dedicado y eficiente, contrariamente al escrito de Alberdi, que en 1856 informa desde París que el entonces general paraguayo se halla en aquella capital, pintándolo como un “mozalbete malísimo y calavera, que no promete al Paraguay más que derrotas”. Abad de Santillán por su parte, afirma que “se consideraba nacido para desempeñar un gran papel histórico, como el establecimiento de un gran imperio, para lo cual gestionó el casamiento con una princesa imperial brasileña”. Demás está decir que nunca obtuvo contestación de los Braganza, que a buen seguro lo consideraban un arriviste. Autor hay, que sin mayores elementos de prueba considera que el ataque pirático al Marqués de Olinda y la subsiguiente artera invasión al Matto Grosso, guardan relación con ese desaire que debe haber resultado insoportable para su sobrevaluado ego.
Como sea, su protagonismo en relación con el Pacto que finalmente se firma entre Buenos Aires y la Confederación, el de San José de Flores, resulta insoslayable y realmente le hace honor. Pero, en medio de esa atmósfera de inciensos, el almirante inglés de estación en el Río de la Plata decide capturarlo para convertirlo en rehén por el conflicto Canstatt, y el 29 de noviembre de 1859, dos naves de guerra británicas atacan al Tacuarí cuando intenta abandonar el puerto. Solano López debe poner pies en polvorosa, abandonando el vapor, que queda bloqueado por los británicos. Él, se ve compelido a viajar por tierra hasta Paraná y allí abordar el Igureí, para, sin pompa alguna, oscuramente, retornar a la Asunción. El Tacuarí sólo será devuelto después que Canstatt es liberado en Corrientes, el 30 de enero de 1860.
Creemos que este incidente, que esmerilaba severamente los recién forjados laureles lopistas, omitido en las historizaciones comunes, tanto paraguayas como argentinas, evidencia cuál era realmente el “prestigio” y la influencia que detentaba Solano López ante el principal proveedor de técnicos y maquinarias y armamentos europeo del Paraguay. Porque – hay que decirlo -, la realidad es que, desde el mismo Tacuarí, botado en un astillero británico, hasta los cañones taladrados por los paraguayos durante la guerra de 1865 – 1870, eran obra de ingleses. Y la misión oficial de Solano López en Europa, además de tomar posesión del Tacuarí, había consistido en llevar adelante la contratación de técnicos e ingenieros ingleses y la adquisición de armamentos y maquinarias británicas para dotar los arsenales y promover el desarrollo industrial paraguayo. Pese a ello, a la hora de resolver un entredicho por un oscuro comerciante hijo de británicos, los ingleses lo trataron como a un forajido común y corriente, un bandolero sudamericano más.
Queda por justipreciar en qué medida su contacto con Urquiza y Mitre con ocasión del pacto, tuvo influencia para que, apenas un lustro más tarde, creyese posible hacer su voluntad, convirtiendo en un aliado al uno y plegando a su capricho la conducta presidencial del otro.

domingo, 27 de marzo de 2022

Corrientes Historiográficas Argentinas

POR RICARDO GERACI DEL CAMPO RÍOS

Organizado por el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de 3 de Febrero y con la adhesión del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas y el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Gral. san Martín se realizó esta conferencia del Dr. Julio R. Otaño, quien fue presentado por el Presidente del Instituto de 3 de Febrero Profesor Alberto Bertozzi. La misma se realizó en la Biblioteca Gral. San Martín de Caseros
Ante numerosa concurrencia (38 personas, un dia sábado a las 1730 hs) nos deleitarnos con una exposición concreta, detallada y pedagógica sobre quienes escribieron nuestra historia y por supuesto quienes aún lo hacen. El profesor Hizo un recorrido cronológico descriptivo sobre corrientes historiográficas, su historia, autores, posiciones y consecuencias en el saber de un pueblo que se ha servido durante décadas de referencias -algunas de las cuales- se impusieron como única verdad y otras desde la trinchera intelectual y de permanente docencia han sido la resistencia a la hermenéutica oficial. El profesor y abogado ( entre otras cosas ) definió al estudio de la historia como un acto cientifico, donde para poder alcanzar un atisbo de verdad histórica, es necesario servirse de las herramientas que la misma nos presenta, con el fin de obtener una posición (equivocada o no ) bien fundamentada. En la resultante de esta exposición que Otaño explicó con imágenes, cuadros descriptivos y modos didácticos, podríamos sacar conceptos claros, algunos de los cuales mencionaré.
● La Historia como Ciencia Social no es objetiva. El historiador es prisionero de su propio tiempo. De su contexto, coyuntura y de su propia concepción político ideológica.
● Hermenéutica y Heurística. El historiador debe iniciar con una serie de elementos el estudio de la historia de una época o coyuntura. Documentos, cartas, monumentos, relatos de tradición oral, memorias, etc. Debe con ello poder lograr una interpretación. Y es necesario ser honesto desde lo intelectual evitando la tergiversación y la mentira con el fin de acomodar mejor o peor un suceso o un personaje histórico.
La investigación y divulgación son armas del historiador para poder brindarle a su pueblo lo acontecido en el pasado, ya que sin su estudio y conocimiento, los pueblos no pueden proyectar un futuro y mucho menos comprender su presente.
CORRIENTES HISTORIOGRÁFICAS ARGENTINAS
El historiador expuso su vasto conocimiento del universo intelectual en función del estudio de la historia de las distintas escuelas de interpretación de la misma. Identificó la historia oficial o mitrista con autores, obras, diferencias y coincidencias. El porqué de la oficialidad de esta corriente (formación educativa, calles, menciones, etc) y sus consecuencias en el saber común de los ciudadanos. Pasó por todas las épocas y brindo datos formidables acerca de la influencia total de la versión liberal de nuestro pasado, en nuestra vida social y política.
Cuando llegó el turno de desarrollar al Revisionismo Histórico lo hizo desgranando posiciones ideólogicas, la coyuntura política de cada momento histórico del revisionismo y una gran descripción de autores de antaño y los del presente. Dividió inclusive al Revisionismo en diferentes construciones, aunque hermanados en ciertos aspectos. Las diferentes miradas del revisionismo sobre la historia están más vinculadas a la posición politica de cada historiador. En la misma corriente fue necesario explicar como pueden convivir tranquilamente en los estantes de una biblioteca autores como Carlos Ibarguren ( Nacionalismo católico ) o Julio Irazusta, con Manuel Gálvez o Jauretche ( FORJA y revisionismo nacional y popular ) o el colorado Abelardo Ramos, Galasso ( revisionismo de la izquierda nacional ).





En el turno de la corriente de la Historia Social, con su mayor exponente Tulio Halperin Dongui, expuso de manera categórica, las desaveniencias con el revisionismo y acercamiento o reafirmación de la versión liberal de parte de Dongui y muchos de sus discipulos ( Romero, padre e hijo, la Lobato, Hilda Sabato). Posición en cierta medida similar a quienes Jauretche llamó Mitromarxistas (historiadores como Justo, Palacios, Ingenieros, Paso, Ponce o Alvaro Yunque...todos marxistas y que adhieren a la historia oficial) ya que esa afirmación de la versión oficial más la herméutica marxista dio cierto empuje a la ya descolorida versión mitrista. También expuso sobre la corporación de historiadores que coaptaron los contenidos universitarios del estudio de nuestro pasado, referidos a esta última corriente mencionada. De todos modos fue una disertación donde el sentido ecuánime de ayudar a razonar y aprender, a relacionar autores y pensamientos, fue absolutamente categórico y donde practicamente no había dudas, acerca de lo expuesto. Las preguntas de todas maneras se fueron sucediendo y el doctor Otaño las fue respondiendo acorde a cada consulta. En tiempos donde todo tipo de conocimiento tiene precio y con el mismo algunos se capitalizan, deben ustedes comprender, que el carácter gratuito de estas reuniones, tienen que ser aprovechados por todos los interesados en el andar de la patria y ese pasado que debemos conocer. Los invitamos a ser siempre parte de estas reuniones de los Institutos Rosas, y a confraternizar con aquellos, que creemos que el tiempo que suele considerarse como perdido, es en realidad una inversión.













viernes, 25 de marzo de 2022

50 Años de "Machine Head"

 Por el Prof. Julio R. Otaño

Hace 42 años que lo escucho: desde que lo conseguí (eran caros los vinilos y a Deep Purple no lo pasaban en las radios fm de los 80...donde irrumpia la "Música Disco"), cambiándoselo a mi amigo (qepd) Claudio Vattino por "Zeppelin I".  Era un LP de vinilo con una imagen purpura y la P.  Desde el inolvidable Wincofon, nos dio muchísimo placer, hasta que "Lazy" y "Pictures of home" se rayaron...igual le pusimos una ficha de entel (que será eso? dirían mis alumnos) y seguimos. Hasta el día de hoy....42 años escuchando estos inolvidables temas..."Highway Star" en el auto recorriendo las extensas rutas argentinas.....Hace un tiempo hablando con Claudia Heredia (ella sabe inglés y traduce canciones) me comentaba el significado de las letras de "Highway Star" o de "Lazy" y le digo "Basta..que me desilusiono"...naaaa...Seguirán siendo los mejores (en mi hermeneútica).  Deep Purple es una banda creada en Gran Bretaña a finales de la década de los 60. Su trayectoria parte del rock psicodélico y progresivo hacia el hard rock, siendo base del heavy metal surgido en los años 70.   Deep Purple comenzaron su andadura en la industria musical bajo el nombre de Roundabout, un combo que acompañaba a las andanzas en solitario de Chris Curtis, antiguo componente del grupo The Searchers.  La primera formación estaba compuesta por el vocalista Rod Evans, el guitarrista Ritchie Blackmore (nacido el 14 de abril de 1945 en Weston super Mare), el bajista Nick Simper, el batería Ian Paice y el ex teclista de los Artwoods Jon Lord (nacido el 9 de junio de 1941 en Leicester).

Esta formación data de 1968, año en el que grabaron su álbum debut, “Shades of Deep Purple” (1968), estupendo disco de pop lisérgico en el que realizaban una versión del clásico “Hey Joe” y del “Help” de los Beatles.    La falta de éxito del disco provocó la marcha de Rod Evans, que formó Captain Beyond, y del bajista Nick Simper, que se unió al grupo Warhorse.  Fueron reemplazos por dos excomponentes del grupo Episode Six, el cantante Ian Gillan (nacido el 19 de agosto de 1945 en Middlesex) y el bajista galés Roger Glover (nacido el 30 de noviembre de 1945 en Brecon).   El primer disco con Gillan y Glover fue “Concerto For Grupo And Orchestra” (1970), un proyecto básicamente de Lord grabado junto a la Royal Philarmonic Orchestra.  El álbum que comenzó la etapa más comercial del grupo fue “In Rock” (1970), obra maestra del hard rock en la que aceraron su potencial sónico gracias a la mayor influencia dentro del grupo de Ritchie Blackmore, acompañado por el talentoso trabajo en los teclados de Lord y el poderío vocal de Gillan.  Hacia 1971, Deep Purple había pasado dos años seguidos de gira y había grabado sus álbumes de estudio Deep Purple in Rock (1970) y Fireball (1971) en el tiempo libre entre conciertos. Por aquellos momentos la banda tenía la sensación de que estos trabajos no sonaban tan bien como sus actuaciones y había tomado la decisión de grabar el siguiente en un escenario, aunque por recomendación de su discográfica la mejor opción era trabajar en él fuera del Reino Unido, ya que no tendría que pagar tantos impuestos.   Entre septiembre y octubre de 1971, el grupo realizó una gira por su país de origen donde aprovechó para presentar algunas canciones que aparecerían en Machine Head y posteriormente comenzó otra por los Estados Unidos que sería cancelada tras dos conciertos después de que el vocalista Ian Gillan contrajera hepatitis.   El conjunto planeó inicialmente grabar en el casino de Montreux, Suiza, en diciembre y de hecho ya había reservado habitaciones de hotel y el estudio móvil de The Rolling Stones.  El casino era también un local de conciertos donde habían actuado Led Zeppelin, Pink Floyd, Black Sabbath e incluso Deep Purple, cuyos integrantes hicieron amistad con Claude Nobs, fundador y mánager del festival de Jazz de Montreux. El recinto cerraba cada invierno por reformas, lo que permitía su utilización para realizar grabaciones y tras la llegada del quinteto el 3 de diciembre y de la realización de una última actuación, estaría vacío. Su intención era grabar un concierto en uno de los escenarios, lo que habría permitido publicar un álbum doble, con una mitad en directo y otra de estudio.  Teníamos el estudio móvil de The Rolling Stones situado afuera en la nieve... Una vez que llegábamos hasta él para escuchar la grabación, incluso aunque creíamos que no era una toma perfecta, decíamos: “Sí, es lo suficientemente buena”. Simplemente porque no soportábamos la idea de tener que volver.  Ritchie Blackmore.  Frank Zappa y the Mothers of Invention realizaron el último concierto del casino de Montreux, durante el cual, uno de los espectadores disparó una bengala contra el techo del edificio.  Aunque la audiencia inicialmente no reparó en el incidente porque la bóveda estaba cubierta por un falso techo de bambú, una hora más tarde, la gente comenzó a ver chispas. Los músicos dejaron de tocar y de acuerdo con el bajista Roger Glover, Zappa comentó «que no cunda el pánico, pero... ¡FUEGO!» y poco después la dirección ordenó una evacuación controlada. Aunque no hubo víctimas mortales, un grupo quedó atrapado en el sótano antes de ser rescatado por Claude Nobs y tras su salida, el local fue pasto de las llamas.  Glover recordó despertarse una mañana gritando la frase «smoke on the water» —en español: Humo en el agua— y a partir de ella, Gillan escribió la letra que describía la experiencia en el casino.  

Con el estudio móvil de The Rolling Stones situado a la entrada y con todo el equipo en el vestíbulo principal, el grupo tuvo que recorrer las habitaciones y salir por el balcón para poder escuchar los resultados en la camioneta de grabación, hasta que finalmente sus integrantes desistieron y en su lugar tocaron sus instrumentos hasta quedar satisfechos.  El álbum comienza con «Highway Star», escrita el 13 de septiembre de 1971 cuando la banda viajaba en autobús para dar un concierto en Portsmouth. Los mánagers habían organizado el trayecto con un grupo de periodistas para que entrevistaran a los músicos y cuando uno preguntó a Blackmore cómo componía, este respondió «así» y tocó con su guitarra el riff inicial de la canción. Gillan mientras tanto improvisó algunas letras como «We're on the road, we're a rock'n'roll band» —en español: Estamos en la carretera, somos una banda de rock'n'roll— y sus compañeros realizaron algunos arreglos para poder interpretarla en directo esa misma noche. Por su parte, Blackmore basó su solo en uno que había aprendido de Johnny Burnette y que le gustaba por su parecido con el trabajo de Johann Sebastian Bach. «Maybe I'm A Leo» tenía originalmente el título «One Just Before Midnight», aunque sería cambiado para hacer referencia al signo zodiacal de Gillan. Glover creó el riff principal tras escuchar el tema «How Do You Sleep?» de John Lennon y destacó que fue de su agrado que este no comenzara con el primer compás. Deep Purple solo la interpretó en directo en una ocasión, en 1972.  «Pictures of Home» describe las vistas e imágenes del área de Montreux e inicialmente incluía un solo de batería de Ian Paice como introducción que no aparecería en la edición original, aunque sería añadida en la reedición por su vigesimoquinto aniversario.  Por su parte, «Never Before», era según el quinteto, la pista más comercial y por ello salió a la venta como sencillo.  «Smoke on the Water», cuyo título hace referencia a una nube de humo sobre el lago Lemán, documenta la experiencia de la grabación de Machine Head, así como el incendio del casino y su evacuación, y las sesiones en el Grand Hôtel.  Su pista básica fue el único material utilizable de la etapa en el Pavilion, antes de que la policía le pusiera fin. Blackmore creó su riff principal y apuntó que su éxito posterior era debido a su simpleza y sus cuatro notas, algo que comparó con la apertura de la Sinfonía n.º 5 de Beethoven. Aunque la canción es una de las más populares de la banda y de la música rock en general, esta no pensaba que fuera muy comercial y sería una de las últimas piezas del disco que tocaría en directo.    «Lazy» estaría inspirada según Glover en el tema «Sleepy» de Oscar Brown y según Blackmore en «Stepping Out» de Eric Clapton. El grupo la diseñó para ser un vehículo para varias partes instrumentales y de este modo incluye una introducción de órgano de Jon Lord, el sonido de la armónica de Gillan y un solo de Blackmore que el guitarrista grabó en dos días.    «Space Truckin'» había sido compuesta como una parodia de las letras de la música rock de la década de 1950, pero con una temática orientada hacia la ciencia ficción y de hecho Gillan recurrió a frases sin sentido como «music in our solar system» —en español: Música en nuestro sistema solar—. Deep Purple la estrenó en vivo en su primera actuación tras la grabación y permaneció como la pista de cierre de sus conciertos incluso tras las salidas del vocalista y Glover en 1973.   El conjunto también grabó una balada titulada «When a Blind Man Cries» durante las sesiones de Machine Head pero que no aparecería en el álbum sino en posteriores reediciones y como cara B del sencillo «Never Before».  De acuerdo con Gillan «es la historia de una persona ciega que no se queja y que está acostumbrada a lidiar con lo que le ha dado la vida. Cuando un ciego llora, realmente tiene que ser por algo serio».

Machine Head salió a la venta el 25 de marzo de 1972 y para promocionar su lanzamiento,  Purple Records programó una gira por los Estados Unidos que tendría que cancelarse después de que Blackmore cayera enfermo. Por su parte, la gira por el Reino Unido daría comienzo en junio, en el Rainbow Theatre de Londres y dos meses más tarde le seguiría una por Japón, donde la banda grabó el álbum en directo Made in Japan (1972), que incluiría «Highway Star», «Smoke on the Water», «Lazy» y «Space Truckin'».

La portada la creó el fotógrafo Shepard Sherbell al poner el título del disco en una hoja de metal pulida que sostuvo para que actuara como un espejo frente al cual se encontraba el grupo. El artista luego tomó una imagen del reflejo, aunque en la versión final puede apreciarse parte de su cuerpo, concretamente debajo de la palabra Head. El libreto lo diseñaron principalmente Glover y el mánager Tony Edwards y presenta una selección de fotografías de los cinco músicos, así como de Claude Nobs, a quien el conjunto dedicó el álbum.   Tras su lanzamiento, Machine Head llegó a las primeras posiciones de las listas de varios países. En el Reino Unido fue su segundo número uno consecutivo,27 donde además obtuvo una certificación de oro, mientras que en Alemania fue su tercero. El álbum también encabezó las listas de Francia, Canadá, Australia y Dinamarca, y alcanzó el top 5 en naciones como Noruega, Austria, los Países Bajos, Italia y Suecia.  Por su parte, en los Estados Unidos obtuvo dos certificaciones de platino y subió hasta el séptimo puesto, el cual sería el mejor en su carrera hasta el sexto alcanzado por Made in Japan.  «Never Before» fue el primer sencillo y su recepción comercial fue discreta, pues su mejor posición sería la cuarta alcanzada en Suiza. A este le seguiría «Smoke on the Water», que tuvo un mayor impacto y llegó al número dos en Canadá y al cuatro en los Estados Unidos, que sería su mejor dato en dicho país, donde además recibiría una certificación de oro.  El álbum recibió principalmente reseñas positivas por parte de la prensa musical. Lester Bangs de Rolling Stone elogió la letra de «Highway Star» y «Space Truckin'» y toda la música, aunque fue menos entusiasta con las letras restantes: «Entre esos dos clásicos de Deep Purple no hay más que buena música, aunque algunas de las letras pueden dejar un poco que desear». En la conclusión de su crítica admitió que «sé que toda esa banalidad es parte de la diversión del rock 'n' roll. Y estoy seguro de que amaré locamente sus próximos cinco álbumes, siempre y cuando suenen exactamente como los tres últimos». La emoción y la intensidad abundan en cada ritmo que culmina en un pieza tan espléndida como “Lazy”». Por su parte, un crítico de Cashbox admitió que el título Machine Head «describe completamente el poder de la música que contiene. Las siete pistas están estructuradas para mostrar los talentos individuales de cada miembro, tanto como compositores como músicos».

Con el paso de los años, el disco siguió recibiendo críticas favorables y así Tom Graves, escritor del libro The All-Music Guide to Rock lo calificó «el disco de heavy metal defitinitivo de los 70, en el que cada canción bombardea como si fuera la Tercera Guerra Mundial. El momento culminante es “Smoke on the Water”, que tiene un riff obligatorio para cualquiera que tenga una guitarra». Gary Graff, autor de MusicHound Rock: The Essential Album Guide lo consideró «el momento definitivo de Deep Purple, un poderoso documento de una banda en su apogeo con poderosos temas como “Smoke on the Water”, “Space Truckin'” y “Highway Star”». Eduardo Rivadavia de Allmusic remarcó que «el cuarto álbum de Led Zeppelin, Paranoid de Black Sabbath y Machine Head han resistido la prueba del tiempo como la Santísima Trinidad del hard rock y el heavy metal inglés. Y aunque es probablemente el menos alabado de los tres, contiene “la madre de todos los riffs de guitarra” y uno de los primeros en ser aprendido por todos los guitarristas principiantes, “Smoke on the Water”. “Highway Star” personifica toda la intensidad y versatilidad de Deep Purple, mientras presenta quizás el duelo de solos más grande de la historia entre el guitarrista Ritchie Blackmore y el organista Jon Lord. Sí, la lenta “Maybe I'm a Leo” muestra algunos signos de edad, pero los impactantes “Pictures of Home” y “Never Before” siguen siendo tan vitales como siempre. Y finalmente, el espectacular “Space Truckin'” con otro tremendo riff de Blackmore, proporcionando una conclusión adecuada para uno de los álbumes esenciales de hard rock de todos los tiempos». Sid Smith de BBC Music afirmó que «se convirtió en el punto de referencia con el que se juzgaría todo lo que le seguiría. En el canon del heavy rock, esta es una obra repleta de clásicos. El vocalista Ian Gillan destaca en “Highway Star” y “Never Before”, este último, un sencillo excelente que cubre tanto el pop como el rock y algunos cambios de estilo funky. Blackmore domina el álbum presentando algunas de sus interpretaciones más sobrias y reflexivas en “When A Blind Man Cries” y por supuesto, “Smoke on the Water”».

 SALUD DEEP PURPLE...Y GRACIAS...


sábado, 19 de marzo de 2022

DHH y posguerra: una deuda pendiente

Por  Francisco José Pestanha

Debemos reconocer que —transcurridos cuarenta años— el abordaje sobre algunos aspectos de la posguerra continúa tornándose dificultoso, pero aún así, por su importancia coyuntural y estratégica, nos desafía a seguir involucrándonos en ellos. Sobre el conflicto bélico acontecido en 1982 y sus consecuencias, convergen opiniones, tensiones y disputas que aún no han sido debatidas con la profundidad que merecen. En este breve ensayo hemos de referirnos, entonces, a ciertos tópicos vinculados a la posterioridad del conflicto, a algunos efectos disruptivos derivados del dispositivo conocido como «desmalvinización» y al modo de asimilación por parte de nuestra comunidad de los efectos de una confrontación bélica acontecida durante uno de los períodos más complejos de nuestra historia.  Honestidad mediante —y a efectos de precisar adecuadamente las reflexiones que hemos de volcar más adelante— debemos confesar que la interpelación que ha marcado una huella profunda en nuestra labor de los últimos años fue suscitada a raíz de una demanda —cordial pero impactante— realizada hace más de una década por un contingente de familiares de soldados caídos en Malvinas.

En el contexto de un encuentro informal promovido por el escritor don Enrique Oliva y el veterano César González Trejo —uno de los pensadores más importantes de la cuestión Malvinas—, acompañados en aquella oportunidad por Ernesto Ríos, el pedido se dio en el marco de una muestra-homenaje a FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) —basada en un material inédito perteneciente a la colección de Francisco Capelli, último secretario general de la organización— a la que habían sido invitados los integrantes de la Comisión de Familiares, representados aquel día por Delmira Hasenclever de Cao, Dalal Abd y su esposo, Osvaldo Massad.  En aquella oportunidad, concluido el acto inaugural del encuentro en el teatro Verdi de La Boca y durante un conversatorio que se llevó a cabo después, tomó la palabra Delmira quien expresó casi de modo textual: «Muchas gracias por ayudarnos a tratar de entender un poco más la historia argentina y sobre todo el sentido que tuvo una organización como FORJA en ese período específico, nosotros venimos a ustedes para que nos ayuden en esta batalla que estamos librando por recuperar el sentido por el cual murieron nuestros hijos».  De aquel trascendente encuentro de 2009 participó la Dra. Ana Jaramillo —rectora de la Universidad Nacional de Lanús, única institución universitaria que brindó su apoyo—, por cuya iniciativa se crearía tiempo después el Observatorio Malvinas, proyecto educativo y de investigación nacido del trabajo común entre la Universidad y la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

Aún llevamos impregnada en nuestras conciencias y corazones aquella afanosa petición realizada por los familiares; esta nos indujo —concluidas las jornadas de homenaje— a involucrarnos de inmediato en la cuestión Malvinas, en especial, en lo que atañe a las distintas circunstancias atravesadas por quienes protagonizaron las vicisitudes de posguerra y, aún más, a examinar cómo la superestructura cultural, académica y comunicacional abordó el universo de los veteranos de guerra, el de los caídos, el de los héroes y el de sus familiares.  Si coincidimos en la percepción de que uno de los métodos por el que puede examinarse el devenir histórico de un país es a través de las herramientas mediante las que —la comunidad que lo integra— afronta un acontecimiento traumático, la posguerra per se constituyó para nosotros un discurrir atrayente para hacerlo. Siguiendo esa línea de razonamiento pusimos manos a la obra con el inestimable apoyo de la Universidad y la Corporación Buenos Aires Sur, presidida por aquel entonces por el Dr. Enrique Osvaldo Rodríguez.  Comenzamos nuestra labor llevando a cabo una serie de entrevistas a veteranos de todo el país, a sus familiares, a sus amigos y a representantes destacados de las organizaciones libres del pueblo. Debemos reconocer que, a partir de las primeras impresiones, fueron cobrando vigor dos ideas principales nutridas mediante una tarea académica y cultural incansable —en la que tuvo una participación destacada el artista y documentalista Julio Cardoso— y que consisten, por una parte, en aquella que denominamos «de quiebre» y que sostiene que en el seno de nuestra comunidad se produjo una ruptura no explícita entre la actitud de la población en general[1] y la sostenida por las élites vernáculas. Por otra parte, encontramos aquella que denominamos «fuga» y que, merced a la actitud persistente de estas élites en tal ruptura —lejos de coadyuvar con un adecuado procesamiento—, contribuyó a dilatar indefinidamente los efectos traumáticos de la guerra. La desmalvinización, cuyo concepto había circulado a partir de escasas referencias teóricas, cobró así cuerpo ante nuestros propios ojos con una luminosidad meridiana.  La primera referencia al término fue aquella emanada —no casualmente— por Alain Rouquié quien, en marzo de 1983, sugirió al sector político la idea de la «desmalvinización», con el propósito de que las Fuerzas Armadas no utilizaran el argumento para recuperar su prestigio ético en la sociedad.

Sin embargo, para Fernando Cangiano —veterano de guerra y académico— la desmalvinización estuvo orientada hacia la deshistorización de «la guerra hasta degradarla al nivel de un capricho de un puñado de oficiales, a quienes se figuró impulsados por una enfermiza sed de poder y de gloria. Deliberadamente se desligó el conflicto de una reivindicación nacional histórica de 150 años contra una de las potencias coloniales más crueles y agresivas de los últimos tres siglos». Sostiene Cangiano, además, que «un pilar fundante del dispositivo desmalvinizador fue la victimización e infantilización del exsoldado combatiente. El héroe mutó en víctima ciega e impotente. No fuimos argentinos valientes que luchamos por la soberanía de nuestra patria, aclamados por el pueblo argentino y latinoamericano que se solidarizó con la Argentina más allá de la dictadura, (…) fuimos chicos ignorantes nos dicen, sometidos a todo tipo de escarnios, no por los que nos bombardeaban, sino por los que decían estar de nuestro lado combatiendo».  Cabe aclarar que, en estos años, han proliferado cuerpos analíticos sobre este fenómeno y que suelen incorporar otros tópicos, pero el análisis de Cangiano nos alcanza para enmarcar el sentido de este texto reconociendo, además, su doble condición de veterano y académico de la Universidad de Buenos Aires.  Como decíamos, en la medida que avanzábamos en nuestras indagaciones, la desmalvinización descripta por Cangiano ante nuestra mirada dejó de ser una especulación teórica para mostrarse en toda su patética desnudez, en el marco de un trabajo intelectual que, asumimos, no está exento de pasiones y de sentimientos entrecruzados. No obstante aquello, fuimos arribando a algunas conclusiones que —a cuarenta años de vista— pueden constituir un aporte más para el debate.  Resulta interesante resaltar cómo durante el transcurrir de nuestro itinerario epistemológico fueron visibilizándose desde el poder diferentes tácticas relacionadas con el tratamiento de los combatientes. En ese sentido, solo nos bastó relevar una porción del conglomerado simbólico producido por la superestructura política, militar, mediática y académica, y de aquellos artilugios que se concentraban en los veteranos y sus familias. La desmalvinización, que en principio se había materializado discursivamente como «deshistorización»[2] del conflicto, comenzó a extender sus redes hacia el universo de sus protagonistas.  Debemos recordar que, en una primera fase desmalvinizadora, la dictadura intentó por todos los medios restringir el recibimiento popular y el contacto con los combatientes —cabe recordar aquí los acontecimientos de Puerto Madryn— conduciéndolos autocráticamente a sus respectivas circunscripciones militares para realizar lo que en jerga castrense se denomina «el engorde» acompañado por mecanismos de acción psicológica para su «readaptación». Una vez cumplidas estas condiciones, los combatientes fueron autorizados a reintegrarse a la vida civil con sus familias. Debe recordarse, además, que los soldados debieron suscribir un acuerdo de confidencialidad que consistía en evitar expresiones públicas, reservando bajo juramento los detalles de lo ocurrido a meras anécdotas del campo de operaciones. Observamos aquí cómo la desmalvinización comenzó a ser puesta en marcha por la misma dictadura. Acordemos que la inmensa mayoría de ellos eran compatriotas que habían sido convocados a las armas por la existencia de un servicio militar obligatorio y ninguna relación los unía a los objetivos dictatoriales.  A la desmalvinización iniciada por la dictadura y ya en tiempos de la democracia, le sobrevendría una segunda etapa de ocultamiento mucho más sutil. Comenzó a recurrirse a una nueva categorización de los veteranos como partícipes de un hecho traumático por el que se encontraban limitados a reincorporarse con plenitud a la vida civil. Surgirán así —no sin pátina de marginalidad y estigma— «los locos de la guerra»: muchachos de rostro taciturno y sufrido que, en estaciones de tren u otros medios públicos, distribuirían estampitas a cambio de monedas, impedidos de insertarse en la actividad pública o privada. Lo enunciado vincula a la construcción, a la naturalización de un imaginario destinado a limitar o menoscabar sus expresiones; esta circunstancia no impidió que muchos veteranos se incorporaran casi de inmediato a su discurrir ciudadano.

Además, debe reconocerse que —salvo honrosas pero erráticas excepciones— las políticas estatales dieron la espalda a estas situaciones durante un largo período. No obstante, el Estado, en sus diferentes jurisdicciones, se transformaría con el tiempo en facilitador de políticas para su reinserción en determinados organismos.  En forma paralela y destacable —rasgo característico de la Argentina— los veteranos no esperaron para organizarse. Se creará una federación que no solo se topará con profundos impedimentos para constituirse: lo que es peor, deberá enfrentar la incomprensión y la indiferencia de gran parte del sistema político, de los estamentos académicos y la infiltración por parte de diversos organismos de inteligencia.  Tiempo después, ante la imposibilidad de demostrar y sostener que un universo de más de diez mil combatientes había regresado en un estado de alienación psíquica —circunstancia que, de ser cierta, hubiera demandado la  generación de instrumentos estatales y privados para subsanarla—, sobrevoló una visión más asociada con la victimización de la comunidad respecto de la dictadura y, a consecuencia de ella, el nuevo mote de «los chicos de la guerra», concepto apuntalado por fuertes expresiones artísticas —incluso de tenor cinematográfico— donde se intentó colocar a este universo como víctima de una circunstancia fuera de todo control.  Se sostiene que los procesos de victimización colectiva suelen converger en torno a un eje principal: la «desubjetivación». La victimización del universo de veteranos y sus familias se caracterizó durante décadas por un devenir signado por la tentativa de privación de su subjetividad, eliminando sobre todo la dimensión épica que los había atravesado en su conjunto. Imaginemos por un momento a un joven civil que ingresó —en cumplimiento de la ley— a un servicio militar obligatorio; imbuido en una identidad solidaria a la defensa de su patria y en el espíritu de recuperación de un territorio usurpado por una potencia colonial. Repensemos luego su experiencia concreta, a la postre de la derrota y, a su regreso, dispositivos mediante, la pérdida del sentido por el cual había peleado. Imaginemos también a sus padres, familiares y amigos.  La adopción acrítica del dispositivo desmalvinizador de la victimización y sus secuelas —a extremos del suicidio— fue, tal vez, uno de los recursos más siniestros para afrontar los traumatismos subsiguientes a la guerra en una comunidad que —a la vez de «laboratorio de almas» al decir del poeta Marechal— carecía de un ethos guerrero provisto por su historicidad para reformularlos. Aunque aún no hemos encontrado estadísticas precisas o mejores, los datos resultantes de nuestra investigación revelan que gran parte de los conflictos psicológicos que sufrieron los veteranos estuvieron más relacionados con este aspecto de la desmalvinización, que con su participación en el conflicto.  Las consecuencias de la desmalvinización no solo recayeron sobre los veteranos sino en sus familias, quienes debieron asumir la responsabilidad de elaborar muchas veces en soledad todos los procesos. La desmalvinización y la posterior victimización extendieron sus retículos innumerables a aspectos de la existencia material y espiritual de los veteranos, y a sus entornos cercanos. Algunos de los soldados que participaron en la guerra y que se quitarían la vida después, pertenecían a familias católicas —sus padres en especial—. Como sabemos, el suicidio es condenado doctrinalmente en la cristiandad —un pecado de gravedad extrema— y por lo tanto las madres, que fueron perdiendo a sus hijos en circunstancias de suicidio, se vieron privadas de uno de los derechos humanos básicos, como el derecho a la confortación espiritual.  En un acontecimiento inédito dado a instancias de la rectora[3] de la Universidad Nacional de Lanús, ocurrido el suicidio de uno de nuestros héroes, se organizó una convocatoria a la que asistieron varias familias cuyos hijos, veteranos, se habían quitado la vida. Fueron convocados religiosos de diferentes credos —en especial del católico— y se incluyó la presencia de un obispo para brindar sosiego espiritual a esas madres que no solo habían perdido un hijo sino que, además, no encontraban la paz espiritual por la forma en que habían padecido sus extemporáneas partidas. Lamentablemente y hasta donde sabemos, esta actividad no fue imitada por ninguna otra institución de la que hubiéramos podido dar cuenta.  Este ejemplo constituye apenas una muestra que señala la extensa telaraña desplegada por la desmalvinización y sus consecuencias; podemos acreditar que, a través de tal dispositivo, se han repetido una serie de violaciones a los derechos humanos que —todavía y salvando alguna excepción— no se encuentran en la agenda de los organismos pertinentes. Si bien los mismos han cumplido un rol extraordinario en nuestro país con respecto al juzgamiento del terrorismo de Estado y de los militares que cometieron delitos de guerra en el campo de operaciones, hechos instrumentales para cualquier paradigma civilizatorio y humanista —sobre el universo de combatientes y sus familias—, existen aún numerosas deudas pendientes.  El derecho a una reinserción material y espiritual en una comunidad que en su mayoría acompañó la recuperación transitoria de las islas; el derecho a la salud integral; el derecho al consuelo espiritual; el derecho al reconocimiento por su participación en una batalla contra el colonialismo; el derecho de madres, padres y hermanos al reconocimiento de la labor de los caídos; la necesaria investigación judicial a los británicos que conminaron a nuestros soldados a desactivar minas antipersonales y el reclamo de memoria, verdad y justicia por el crimen de guerra cometido contra el crucero ARA General Belgrano; entre tantos otros, son demandas permanentes que continúan hasta hoy insatisfechas.

Pasadas cuatro décadas —el promedio de edad entre los veteranos ronda los sesenta años— signadas por la lucha y el sufrimiento, pero también por la profunda convicción, el pueblo argentino —a contrario sensu de la superestructura cultural y que es también política, académica y comunicacional— fue construyendo con lentitud un sentido común contrahegemónico, tensando al dispositivo desmalvinizador, obligándolo a dar la vuelta sobre sus propios pasos. Malvinas en sus protagonistas es, también, territorio semántico en disputa y —en rigor de los hechos— dueña de una vigencia vibrante, como nos ha hecho comprender la sensata constancia reivindicadora del ejercicio popular. De una tentativa de privación de los estados de conciencia, nos encaminamos a la recuperación de la conciencia nacional a través del ejemplo de los veteranos y sus familias.

Si las élites no resuelven, si no asimilan las enseñanzas de la remalvinización —actualizada a diario por los sectores populares—, será muy difícil recrear una conciencia no solo del hecho colonial: será óbice también para la generación de estrategias que nos permitan recuperar aquello de lo que fuimos desposeídos y de lo que corremos riesgo de perder: la insularidad austral y su proyección sobre el continente antártico.

Las organizaciones de derechos humanos deberán aceptar el reto, incorporando en sus agendas otros vectores que, sin duda, enriquecerán el lugar en la historia que ya ocupan y tienen bien ganado, pero que aún sigue exigiéndoles nuevos desafíos.


[1] Resulta sugestivo que, en cada rincón del país, en cada pueblo, todas las representaciones culturales vinculadas a Malvinas manifiesten de diversos modos la necesidad de reconocerlos como sujetos históricos de heroísmo; el combatiente no es un loco, no es un niño y, sin duda, no es una víctima: es un sujeto protagonista.

[2] Según Cangiano, la deshistorización constituyó un artificio orientado a la «circunscripción del conflicto con los británicos a la guerra, cuando en realidad la disputa por Malvinas se extiende muy hacia atrás en el tiempo. Deshistorización, además, que encontró un hito muy fuerte en la concentración de los análisis de Malvinas vinculados al contexto histórico, político y económico de la dictadura militar. La mayoría de los textos de historia reciente que refieren a la derrota en Malvinas como suceso propicio para la recuperación de la democracia institucional. La deshistorización que podría quedar restringida a una estrategia coyuntural de la comunidad para tratar de colocar a la dictadura en su real dimensión, estuvo acompañada de un proceso mucho más profundo que tuvo que ver con el tratamiento de los veteranos de esa guerra durante estos años». 

[3] La Dra. Ana Jaramillo es autora, entre otros, del libro El enigmático suicidio editado por EdUNLa en el año 2003.

sábado, 12 de marzo de 2022

Recitado de Malvinas GLORIA Y VALOR EN COMBATE

Por ROBERTO RIMOLDI FRAGA
GLORIA ETERNA A LOS HÉROES DE MALVINAS....HOY Y SIEMPRE

 

viernes, 11 de marzo de 2022

Islas Georgias, donde empezó todo

 Por VGM Jorge Cosentino

Las Islas Georgias tienen una larga historia. Fueron la factoría de ballenas más grande del mundo. A finales del siglo XIX y hasta bien entrado el XX en sus costas se fueron construyendo ocho puertos y factorías balleneras y de anfibios (focas, lobos, leones marinos, etcétera). Capitales provenientes de Noruega administraban el Puerto Príncipe Olav, Godthuld y el Puerto Nueva Fortuna. Desde Escocia se formaron Compañías que se asentaron en Leith, Stromness y Husvick en tanto que la Compañía Argentina de Pesca (CAP) estaba a cargo de Grytviken. esta última ciudad-puerto fue el primer asentamiento permanente, inaugurado en 1904 (el mismo año que la Armada Argentina se hacía cargo de la Estación Naval Orcadas ubicada a "apenas" 850 km de Georgias) y operó hasta 1965. Gritvyken era una pequeña ciudad, con iglesia, cine, cancha de futbol, estación meteorológica y casas para que los empleados convivan con sus familias. También tenía un cementerio, en el cual descansan, entre otros, los restos de Ernest Shackleton, el famoso explorador antártico. El último muerto enterrado en el cementerio de Gritvyken es el Suboficial de la Armada Argentina Félix Artuso integrante de la tripulación del submarino Santa Fe. Fue asesinado el 26 de Abril de 1982 en un confuso episodio por un infante ingles mientras operaba el submarino para evitar su hundimiento, luego de la nueva invasión inglesa a las Islas.

Geográficamente se compone de una Isla principal, San Pedro, y una gran cantidad de islotes menores. tiene costas escarpadas e irregulares, las entradas más grandes forman bahías naturales en las cuales aparecen playas y se aprovecharon para construir los puertos que mencionamos o, simplemente, como apostaderos para protegerse de las inclemencias del tiempo, constantes en la zona.   En la época de mayor actividad se calcula que 2000 personas llegaron a habitar la isla. Incluso a principios de 1920 se desató una huelga liderada por una treintena de obreros contratados por la CAP a la que se plegaron otros 200 obreros de los distintos puertos. La huelga fue presentada como una "revolución bolchevique" y los obreros pretendían gobernar la isla y el negocio de las factorías.  El dato interesante es que si bien la huelga fue reprimida por personal de un buque británico (que manifestaban ser los "administradores" de la Isla) los huelguistas fueron remitidos a Buenos Aires para ser juzgados.   Por supuesto que la caza indiscriminada de ballenas y anfibios casi los dejó al borde de la extinción. Se estima que en el pico de la actividad se llegaron a procesar 95000 ballenas y cientos de miles de anfibios. Otros países fueron partícipes de la caza de cetáceos, entre los que se destacan Francia, Japón, Inglaterra y otras potencias europeas, que operaban negociando alquileres en los puertos establecidos. Recién en 1959 con el tratado antártico se empezó a tomar conciencia de la necesidad de proteger a las especies, aunque para esa época el uso de la grasa como combustible había sido reemplazada por el gas y el petróleo, es decir que se había agotado negocioA partir de 1965 la actividad comercial se dio por finalizada y durante varios años se mantuvo una guardia del Servicio Antártico Inglés. Después de los febriles años de factoría, la actividad pasó a ser prácticamente nula hasta el verano de 1981/82.   Varios sucesos ponen otra vez a Georgias en el centro de la escena, esta vez los intereses no son económicos sino políticos. Como en todo acontecimiento histórico hay un detonante que provoca reacciones, pero para llegar a ese detonante se producen necesariamente varias acciones que derivan en una reacción.   En 1965 nuestro País obtiene un gran triunfo con la resolución 2065 de la ONU, que reconoce la disputa de soberanía entre el Reino Unido y Argentina, respetando los intereses, no los deseos, de los ocupantes de Malvinas. En el marco de esa resolución nuestro País brindó una serie de beneficios para los habitantes de Malvinas. Desde la provisión de alimentos frescos hasta la construcción de un aeropuerto en el que operaba LADE (líneas Aéreas del Estado Argentino), incluyendo el envío de maestras bilingües y la educación de los niños Malvinenses en escuelas del continente. Como contrapartida el reino unido se negaba sistemáticamente a discutir sobre la soberanía.

Para fines de 1981, luego de una nueva frustración, nuestro País considera agotadas las negociaciones en el marco de aquella resolución. Paralelamente se producen dos acciones relacionadas en tiempo y espacio. Nuestra Armada proyecta la instalación de una base científica en las Georgias, montada con el mismo concepto que la estación de las Sandwich. Para ese mismo verano un chatarrero Argentino inicia un contrato, tramitado desde 1979, para desmontar los restos de Leith, Stromness y Husvick. El 19 de Marzo desembarcan en la Isla personal y equipos para iniciar las tareas. Más allá de la controversia de la Bandera que los trabajadores izaron el Leith, el verdadero incidente diplomático se produce porque los ingleses se presentan requiriendo sus pasaportes a los chatarreros. Hasta ese momento el traslado desde el continente a los territorios en disputa y viceversa se realizaba tramitando un pase llamado tarjeta blanca, los ingleses al reclamar el pasaporte rompen unilateralmente el acuerdo vigente para viajar.  El incidente diplomático va escalando en intensidad a través de los días. El 22 de Marzo se le ordena al Buque Polar Bahía Paraíso partir desde Ushuaia a Georgias a prestar apoyo a los trabajadores, a fin que no sean deportados. El día 23 el buque llega a Orcadas a buscarnos a los integrantes del Batallón Antártico para integrarnos a la fuerza de apoyo. Los especialistas de Construcciones Navales, mecánica, electricidad, herrería y arquitectura pasábamos de trabajadores a Soldados en operaciones.    A partir del 24 de Marzo nuestro buque se mantuvo navegando alrededor de Georgias a la espera de los acontecimientos. Obviamente desconocíamos los planes operacionales que se gestaban en el continente.

La escalada diplomática estaba poniendo a las autoridades argentinas en jaque. los ingleses habían puesto las cosas de manera tal que cualquier aceptación de sus condiciones implicaría reconocer su soberanía, algo que era impensado. Así, entre la espada y la pared, el 28 de marzo comienzan los aprestos para concretar un plan que se venía estudiando: La recuperación de las Islas Malvinas y sus dependencias. Volviendo a Georgias, los tripulantes del Bahía Paraíso nos enteramos, igual que todos nuestros compatriotas, de las acciones en Malvinas en la mañana del 2 de Abril. Esa misma noche los especialistas de la Armada en construcciones navales, mecánica, electricidad, herrería y arquitectura somos citados al hangar del buque. El jefe del grupo, Teniente de Navío Cortés, nos informa que al día siguiente una parte de nosotros iba a desembarcar en Leith para prestar apoyo y defensa a los obreros, en tanto que el resto quedaría en el barco para colaborar con un grupo de Infantes de Marina que llegaría en la Corbeta Guerrico para, entre todos, expulsar a los ingleses de las Georgias. El oficial nos explicó que, considerando que nuestro grupo estaba formado por profesionales, la participación en las acciones sería voluntaria. Todos, oficiales, suboficiales y soldados nos ofrecimos de voluntarios.

Cada vez que me preguntan porqué todos fuimos voluntarios explico que la convivencia de meses en los trabajos en Sandwich y Orcadas habían hecho de nosotros un grupo humano con una enorme cohesión. Recuerdo noches apoyándonos unos a otros porque extrañábamos a la familia, o por el simple cansancio propio del trabajo en condiciones extremas. La Patria es eso, es la empatía con mi compañero, es trabajar juntos en un proyecto común. Las personas defendemos aquello que amamos: nuestra familia, nuestra cultura, nuestra casa, nuestra tierra. Por ese lazo es que todos fuimos voluntarios, ninguno iba a permitir que otro corriera peligro sin ayudarlo.

El detalle de las operaciones bélicas es secundario a este relato. Si es importante recordar a los Soldados Conscriptos Jorge Águila y Mario Almonacid de la Infantería de Marina y al Cabo Primero Patricio Guanca de la tripulación de la Corbeta ARA Guerrico, quienes murieron en Georgias para que la Patria viva, a ellos Honor y Gloria.