Rosas

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jueves, 30 de junio de 2022

ROSAS, ESE LIMOSNERO DE SOUTHAMPTON

por Fermín Chávez
“Ropas quebró y anuló la actitud reservada y despectiva de Buenos Aires hacia el resto del país, que tantas suspicacias y enconos había provocado. De todos los porteños, Rosas fue el menos porteñista”  Carlos Sánchez Viamonte, 1930.

“Nuestro mayor varón sigue siendo don Juan Manuel de Rosas: un gran ejemplar de la fortaleza del individuo, gran certidumbre de saberse vivir...” Jorge Luis Borges, 1926.

La inauguración del monumento a don Juan Manuel de Rosas en Palermo de San Benito ha servido para mucho. Pero a mi juicio ha servido especialmente para que algunos amargados, sin poder aguantar el chaguarazo, salieran a la palestra para repetir algunos “aforismos sin sentido” en torno al personaje. Reculando mucho vuelven a las andadas y revelan algo lamentable: este menospreciar el camino andado y la luz que se ha echado en la parte sumergida del témpano flotante. Este ignorar que la verdad está en el hecho completo y no en una parte del mismo.
Es explicable el rencor de algunos parientes de Urquiza, como uno que publicó el 7 de noviembre una carta en el diario La Nación que le hizo decir este disparate: “Rosas... cerró colegios, quitó los subsidios y la vida a la Universidad de Buenos Aires...”. Calla que el mismo decreto del 27 de abril de 1838, por el cual se suprimen los sueldos a los maestros de las escuelas públicas —debido al conflicto bélico con Francia- , dispone que los padres de los alumnos costeen los pagos, para librar al erario dol gasto.
No se cerró colegio alguno, ni prima rio. ni secundario, ni la Universidad Si no, ¿ dónde se graduaron más de 100 módicos entre 1838 y 1851 ? ¿Y los 60 v tantos abogados recibidos entre osos mismos años?
El fervor antirrosista lleva a hacer incurrir en inexactitudes grandes corno elefantes a historiadores serios —en otros temas— como Isidoro J. Ruiz Moreno, quien en su artículo de La Nación del 8 de noviembre (“La historia juzga"), repite la distorsión por la cual Rosas aparece entregando las Malvinas a los ingleses, para pagar los intereses adeudados. Quien esto escribe ha investigado en archivos dicha cuestión y el asunto es otro. La “transacción pecuniaria” de que hablan las Instrucciones dadas a Manuel Moreno aparece bien aclarada en el documento que Felipe Arana envió al cónsul argentino en Londres, Jorge F. Dickson, el 23-XII-1842, para que “demande del gobierno de S.M. Británica una indemnización por el derecho a las Malvinas y que entre en ésta el empréstito y sus rentas vencidas y por vencer...”. En suma: no existió ninguna oferta de venta.
Frente a quienes han elogiado la conducta de Rosas en el exilio, nuestro amigo Ruiz Moreno lo hace aparecer como un limosnero “sin grandeza”. Si hasta Hipólito Yrígoyen —siempre tan parco— destacó como ejemplo la conducta del desterrado.
Por su parte, María Sáenz Quesada se desfoga y desboca contra los “revisionistas” de la década de 1930, como si no hubiesen existido antes Juan Bautista Alberdi, Ernesto Quesada, Adolfo Saldías, Dardo Corvalán Mendilaharsu y otros, que aportaron lucos para descubrir el témpano en su parte sumergida. Y se queda con José Mármol, ol frustrado pretendiente de Manuelita Rosas, que nunca fue perseguido por Ciriaco Cuitiño u otro “mazorquero”.
A estos compatriotas les convendría leer el discurso de Alberdi de 1837, en el Salón de Marcos Sastre; su carta a Máximo Terrero del 14 de agosto de 1864 ( Nada más público y notorio que la honorabilidad con que lleva el General Rosas su vida de refugiado en el país de los libres”); o su texto de 1847 La República Argentina 37 años después de la Revolución de Mayo. Veía en la cabeza de Rosas ‘‘la escarapela de Belgrano". Y repasar las páginas del general Ignacio H. Fotheringham, publicadas en 1902. O las de Domingo F. Sarmiento en su Bosquejo de Biografía de Don Dalmacio Velez Sársfield, de 1875. Escuche María Sáenz Quesada: “Rosas era un republicano que ponía en juego todos los artificios del sistema popular representativo. Era la expresión de la voluntad del pueblo..Claro que ella puede responder con las palabras que utilizó Leopoldo Meló, tras su derrota por Yrigoyen: “Hemos sido víctimas de la encrucijada aleve y traidora del cuarto oscuro”. O con el miedo de Mariquita Sánchez.
Más cuerdo es el artículo, en la misma edición de La Nación, del doctor Pacho O’Donnell, sobre las relaciones de Rosas y San Martín. Aquí ya no se repite el ligero diagnóstico de quien dijo que el legado del sable se debió a que el Libertador estaba chocho, y por eso testó como lo hizo.
Una llamativa nota fue brindada esta vez por el diario Página 12, siempre muy liberal y bien informado: no se enteró de la inauguración del monumento, ni siquiera para explotar el hiperrevisionismo del Presidente, con su versión sobre Facundo Quiroga, vivo después de Caseros y generoso con el limosnero de Southampton.
Quizá a estos muchachos progresistas del diario les convendría leer las Memorias del general húngaro Juan F. Czetz, a quien Sarmiento nombró primer director del flamante Colegio Militar, al que organizó entre 1870 y 1874. Czetz dice del exiliado cosas muy interesantes: las atenciones que don Juan Manuel tuvo para con él, hasta el punto que lo llevó en tílbury hasta la estación ferroviaria de Londres. “También —dice— me entregó tres ejemplares de su protesta contra la confiscación de sus bienes dirigida al capitán general Justo J. de Urquiza, el cual se había demostrado con él bastante noble y generoso en su destierro, palabras textuales de Rozas”. Claro que Sarmiento no sabía que nombraba a un simpatizante de don Juan Manuel.
¿Dónde andará Ciríaco Cuitiño? ¿Por las orillas del Zanjón del Hospital? En una de ésas es convocado por Ruckauf, como lo sugiere al final de su nota María Saenz Quesada. Por favor, Ciríaco, no te escondas en la iglesia de la Concepción...

Rosas en los altares: ¿Mal gusto o sacrilegio?

 Por Pablo Otero

En 1839, tras la frustrada conspiración de Maza, se exacerbó el culto a la figura del Restaurador. La exhibición de su retrato en las Iglesias originó, durante décadas, un interesante y ejemplar debate que también llegó a las páginas de este diario.

Hace 140 años, un 14 de marzo de 1877, fallecía en el exilio británico, Juan Manuel de Rosas. Su actuación pública lo convirtió, quizás, en el personaje más controvertido y discutido de nuestra historia.   Una de las más reiteradas acusaciones utilizadas para denostarlo, incluso durante su gobierno por parte de los exiliados en Montevideo, fue la de presunta idolatría, profanación y sacrilegio en que incurría al permitir a sus partidarios adorar su imagen en las iglesias católicas. Una imputación que se hizo más fuerte luego de la frustrada conspiración del coronel Ramón Maza para eliminar al Restaurador de las Leyes en junio de 1839. Una conjuración que terminó con el asesinato de sus protagonistas y aumentó la violencia política, el miedo y el culto a la figura de Rosas.   "En el pórtico de cada templo, el clero vestido de sobrepelliz, sonando el órgano e iluminado el templo, recibía bajo palio el retrato de Rosas, y colocándolo en el altar mayor le tributaban un culto bestial", denunciaba el periodista José Rivera Indarte (1814-1845) en un artículo publicado en El Nacional de Montevideo. A partir de ese momento, el relato comenzó a tomarse como cierto y a ser repetido por otros periodistas e historiadores antirosistas. "Doloroso es decirlo, el púlpito se ha convertido también en instrumento del crimen. La imagen de este crucificador del pueblo argentino se ha colocado sobre el altar consagrado a la adoración del Salvador del mundo. ¡Recuerda jamás la historia una profanación más sacrílega!", afirmaba Félix Frías (1816-1881).    Esta visión de los hechos se oficializó en 1857, ya derrocado Rosas, cuando la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, separada de la Confederación liderada por Urquiza, le inicia un juicio a Rosas, que es aprobado por el Congreso y elevado a la Justicia, la cual en 1861 falló y condenó a muerte a Rosas por considerarlo, entre otros cargos, "reo de lesa patria", por los crímenes cometidos, por el mal ejercicio del poder público y por el "atentado sacrílego de ofrecer sobre los altares a la adoración pública la estampa del criminal al lado mismo de la imagen de Dios".   Después de los periodistas, la política y la justicia fue el turno de los historiadores de tradición liberal como, por ejemplo, Ricardo Levene (1885-1959) quien aseguraba que "en las iglesias se colocaba el retrato en el altar, y los sacerdotes, desde el púlpito exhortaban a la adoración y el culto de Rosas".    Fue un hecho que se mantuvo como cierto hasta el surgimiento de la corriente revisionista a mediados de 1920. El historiador Alberto Ezcurra Medrano (1909-1982) realizó una pormenorizada investigación al respecto, la cual salió publicada en la Revista Crisol en 1935 y reproducida, cuatro años después, en la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, bajo el título "Rosas en los altares". En primer lugar, a partir de testimonios que provienen de la tradición oral -que él mismo recoge como, por ejemplo, el del padre José Sató, Superior de los Padres Jesuitas- sostiene que el retrato de Rosas nunca se colocó en los altares, sino que ocupaba una silla que a él le estaba destinada, y que quedaba vacía cuando Rosas no podía concurrir a la celebración.

La segunda prueba es el óleo de Martín L. Boneo (1829-1915) que representa una ceremonia religiosa en la Iglesia de la Piedad donde se puede observar el retrato de Rosas no sobre el altar sino a su izquierda, en el presbiterio.

"LA GACETA MERCANTIL"  El tercero y más categórico elemento que usa para rebatir la leyenda de los escritores unitarios son las crónicas aparecidas en La Gaceta Mercantil, el diario fundado en 1823. Por ejemplo en la edición del 1 de septiembre de 1839 narra la celebración realizada en la Catedral: "En la entrada del templo se agrupaba un numeroso gentío y saliendo a la puerta el senado del Clero, fue introducido en el templo el retrato de S.E. y colocado luego bajo el pabellón que le estaba preparado sobre el presbiterio". El 28 del mismo sobre la celebración llevada a cabo en la Iglesia Nuestra Señora de la Merced informa que "el cura Don Juan Argerich y otros señores sacerdotes recibieron en el atrio del templo el interesante cuadro, y fue colocado cerca del Altar Mayor entre federales magníficos adornos". De estas crónicas y otras más citadas, Ezcurra Medrano concluye que el retrato de Rosas no se colocaba en el altar sino, por lo general, en un asiento, en el presbiterio, cerca del altar, del lado del Evangelio.

"El hecho -sostiene- podrá ser criticado o no, según el criterio con que se juzgue a Rosas, pero lo indiscutible es que no constituyó profanación ni sacrilegio", entendiendo este como la acción de tratar indignamente los sacramentos, acciones litúrgicas, personas, cosas o lugares consagrados a Dios.

La respuesta a Ezcurra Medrano se originó varios años después. El 1 de noviembre de 1959 el historiador Ernesto J. Fitte publicó en La Prensa un artículo que se tituló "Acotaciones sobre la efigie de Rosas en las funciones religiosas". En el mismo, rescata la tradición liberal con dos situaciones concretas. Una se trata de una carta, de 1838, del comandante militar de Patagones, coronel Hernández, en la cual narra la negativa del cura párroco del lugar, Pedro Luque, de colocar un retrato de Rosas en su iglesia y su consecuente detención. El otro elemento es un interesante extracto de las memorias del marino estadounidense, Davis Glasgow Farragut (1801-1870) durante su paso por Buenos Aires.

El reconocido almirante narra la visita que realizó a Rosas en su estancia de Palermo, durante varios días en 1842. Allí tuvo la oportunidad de presenciar "el mes de Rosas" una fiesta que se realizaba en octubre en su homenaje y que había sido decretado por la Legislatura e incluía celebraciones religiosas.

En este caso, Farragut observó en la residencia de Palermo la instalación de un amplio dosel y debajo "un altar para el servicio divino y a la izquierda otro más pequeño", que cuando comenzó la celebración un cuadro de Rosas "fue colocado en el pequeño altar, dos oficiales con la espada desenvainada, montaron guardia" y que "un anciano sacerdote pronunció un discurso que no contuvo más que elogios a Rosas". Esto -concluye Fitte- "es incurrir en pecado de idolatría y en delito de profanación".

Pocas semanas después de la aparición de este artículo en La Prensa, Ezcurra Medrano le respondió desde la Revista de Cultura Revisión. Luego de ironizar que "el antirrevisionismo ha tardado 25 años en reaccionar" reafirmó su postura, destacó la poca precisión de Farragut, rechazó las acusaciones de Fitte contra Rosas y agregó que el privilegio de que el retrato de Rosas ocupara un lugar prominente en el presbiterio, o sea, en las proximidades del altar "podrá parecer inconveniente, de mal gusto, pero no encuadra dentro de la idolatría ni de la profanación, porque dicho retrato no estaba allí para recibir culto, sino más bien para tributarlo a Dios, custodiando su altar".

Esta afirmación puede corroborarse si se tiene en cuenta la relación de Rosas con la Iglesia. Frente a la guerra civil y a los sangrientos enfrentamientos que se sucedían después de la Revolución de Mayo, el caudillo federal vio en la Iglesia Católica uno de los componentes e instrumentos esenciales para lograr la unión social. Por eso, más allá de su fe religiosa y su rechazo al liberalismo, tomó la "causa del altar", como el mismo la llama, como una de sus banderas y durante los primeros años de su gobierno adoptó medidas que generaron el consentimiento y el apoyo explícito de la jerarquía eclesiástica.

El entonces obispo de Buenos Aires monseñor Mariano Medrano y Cabrera, por ejemplo, sostuvo que "las personas piadosas están por la federación", que Rosas "es un decidido protector" de la Iglesia y que la recuperación institucional será posible en la medida en que perdure su gobierno.

 

Asimismo, en 1836, mediante una circular enviada a los párrocos, determinó el modo en que debían usar la divisa federal de color punzó. Con los años esta cercana relación se fue desvirtuando con los excesos ya conocidos.

Toda esta historia invita a reflexionar que si bien había, y aún existe, una división ideológica con respecto a Rosas, una verdadera grieta, se logró debatir con argumentos, seriedad y dejando para la posteridad el legado de una historia documentada y abierta al debate y a las rectificaciones.


¡GRACIAS ETERNAS, QUERIDA COMUNIDAD DE PUERTO MADRYN!

Por  VGM César Trejo

1982 - 19 de JUNIO - 2022
Hace cuarenta años, miles de soldados combatientes volvíamos como prisioneros de guerra a bordo del "Camberra", y nos recibía todo el pueblo de Puerto Madryn, Provincia de Chubut. Habíamos estado navegando casi cuatro días, demasiado tiempo para un trayecto que no debía extenderse más de una jornada. Por los altoparlante, nuestros captores informaron -traducción mediante un compañero que entendía perfectamente el idioma del enemigo-, que demoramos el arribo al continente porque el General Galtieri no había convalidado con su firma el cese del fuego, y temían un ataque aéreo contra el buque. El 18 de Junio, una vez depuesto Galtieri y con la asunción interina al frente de la Junta militar del Gral. Américo Saint Jean, el Canberra enfiló rumbo al continente.

La partida del puerto de Puerto Argentino no podía haber sido más tragicómica. Antes de subir al transatlántico inglés, descubrimos un gigantesco depósito donde estaban apiladas las donaciones que el pueblo argentino había juntado y remitido para los soldados que estábamos en el frente: comida no perecedera, sweaters tejidos a mano, pasamontañas, guantes, etc. Abrimos algunas latas de dulce, comimos lo que pudimos hasta saciarnos. Antes de irnos, alguno de nosotros advirtió que todas esas cosas que el pueblo argentino había donado para los combatientes, no podían caer en manos inglesas. Rápidamente se inició un fuego; mientras estábamos haciendo fila para subir al "Canberra", a nuestras espaldas ardía el inmenso depósito que guardaba la materialización del compromiso que miles de nuestros compatriotas nos habían enviado a las trincheras, y que por algún mal cálculo o imprevisión de los responsables logísticos, no habían llegado a sus destinatarios.
Pido disculpas retrospectivas a quienes hicieron ese esfuerzo y descubren hoy, cuatro décadas después, que su encomienda tuvo ese destino ígneo. Pero no podíamos dejarle al enemigo las muestras de amor de nuestro pueblo; además, nuestras órdenes eran destruir todos los elementos (armas, vehículos, etc.), para que el enemigo no pudiera sacar provecho de ellos. (Cosas aprendidas del General. Belgrano, en el éxodo jujeño).
A bordo del "Canberra", intuimos que los ingleses nos ponían sedantes en la comida, porque apenas regresábamos del almuerzo o la cena en el comedor, caíamos en un sopor inmediato, y dormíamos. Quizás haya sido mejor, porque la travesía se acortó, como el turista que cruza el océano en avión y se toma un sedante para soportar el largo vuelo.
En las charlas que venimos dando en las escuelas, casi siempre recuerdo un hecho que se produjo a bordo del "Canberra", y que tuvo como protagonista principal al soldado de nuestro Regimiento Sergio Vainroj, y que significó la primera reacción moral contra la angustia que nos había producido la derrota. En el inmenso salón de fiestas que tenía el buque íbamos apretados más de mil prisioneros argentinos, custodiados por centinelas británicos armados.
En un momento dado, alguien descubrió que en una esquina del inmenso salón estaba una silueta inconfundible de un piano, cubierto por una tela. No recuerdo bien a quién de nosotros se nos ocurrió decirle a Sergio -famoso por su condición de músico, pianista-, que le pidiera a nuestros captores autorización para descubrir el piano, y tocarlo. No era un pedido extraño, porque durante largas partes del trayecto, veníamos escuchando al trompeta de la banda de nuestro Regimiento, tocar distintos temas no militares (tango, jazz, etc.). Sergio era un muchacho tímido, pero no pudo resistirse ante la insistencia generalizada, así que se arrimó a uno de los guardias enemigos, y con su mejor carita de "Tweety", le suplicó que le dejara tocar. Una vez obtenida la autorización, el clamor general, en susurros, fue: "Tocá el Himno, Sergio, tocá el Himno". Sergio sabía que la ejecución del pedido era descabellado, y que entrañaba una segura represalia. Luego de disimular su intención con algunos acordes de algo neutro (no recuerdo si "Para Elisa", de Beethoven), el soldado Vainroj comenzó los acordes iniciales del Himno Nacional Argentino, que produjo en los más de mil soldados que estábamos en el salón, el efecto de un resorte que nos puso de pie, firmes, para entonar sus estrofas, a los gritos.
La reacción de los ingleses no se hizo esperar y comenzaron a insultarnos, a desparramar culatazos con sus fusiles, desesperados por interrumpir la ejecución de nuestra canción patria. Al pobre Sergio lo maltrataron bastante. Pero si existiera una condecoración "Al Heroico Valor post-combate", el soldado Sergio Vainroj sería seguro acreedor de la misma. Porque ese gesto simbolizó el primer acto de rebelión contra la desmalvinización que tendríamos que afrontar prontamente, y que cuarenta años después seguimos enfrentando. (En la obra teatral "Islas de la memoria, historias de guerra en la posgerra", escrita por Julio Cardoso y co-dirigida por Manuel Longueira, la escena final cuenta ese episodio).
Cuando descendimos del "Canberra" en el puerto de Puerto Madryn, ese 19 de Junio de 1982, todo el pueblo nos estaba esperando, pero un cordón de policía militar con sus característicos cascos, cinturones y porras blancos impedían el reencuentro de los combatientes con la comunidad chubutense. Nos trasladaron a un gigantesco hangar (me dicen que hoy es un lugar destinado a los juegos de azar), donde la gente irrumpió para abrazarnos, mostrarnos su afecto, darnos comida, ofrecernos una rápida visita a sus hogares, pedirnos un recuerdo (pañuelos sucios, birretes, lo que fuera).
El pueblo patagónico nos manifestaba así su compromiso con la guerra, que había vivido muy de cerca. Esa jornada es recordada como "El día que Madryn se quedó sin pan" (según parece, bautizado así por un demasiado conocido académico que aportó y sigue aportando a maniobras desmalvinizadoras).
Lo cierto es que hoy, muchísimos veteran


os de guerra se encuentran conmemorando en la hermosa localidad chubutense, ese extraordinario día en que, en nombre del pueblo argentino, recibimos el cálido recibimiento de toda la comunidad madrynense. No sabíamos aún que nos esperarían jornadas mucho menos felices, gracias a las sucesivas élites de nuestro país, mayoritariamente alineadas a las maniobras de poder blando de nuestros enemigos. Pero esa es otra historia, que no debe empañar la hermosa jornada que recordamos hoy.
¡GRACIAS ETERNAS, QUERIDA COMUNIDAD DE PUERTO MADRYN!

miércoles, 29 de junio de 2022

Bernardino y su ¿feliz experiencia?....

Por Valeria Crespo
Bernardino de la Trinidad González Rivadavia nació en Buenos Aires el 20 de mayo de 1780, hijo del doctor Benito González Rivadavia, abogado de la Real Audiencia y oriundo del reino de Galicia, y de doña María Josefa de Jesús Rodríguez y Ribadaneira, porteña, también de ascendencia gallega.
Huérfano de madre a los seis años, en su adolescencia ingresó al Colegio de San Carlos con su hermano Santiago. Mientras éste marchaba a proseguir sus estudios en Córdoba, Bernardino siguió en Buenos Aires los cursos de filosofía y teología, que abandonó en 1803.
Ai producirse la segunda invasión inglesa, se alistó en la 6ta Compañía del Tercio de Voluntarios de Galicia y actuó con el grado de teniente, siendo ascendido a capitán por su eficaz comportamiento. Los sucesos del 19 de eneró de 1809, que le impidieron usar su flamante traje de alférez real, lo empujaron a la causa de Liniers. En agosto de 1809 se casó con Juana del Pino, hija del marqués del Pino, ex virrey del Río de la Plata, y con la que tuvo cuatro hijos: José Joaquín, Constancia, Bernardino y Martín.
En el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, votó en favor de los revolucionarios, aunque no fue hombre de la primera hora ni de la primera fila. Al producirse la revolución del 5 y 6 de abril de 1811, por su parentesco con el jefe de la escuadra realista, Juan Angel Michelena, la Junta de Seguridad lo encontró sospechoso. Así se dispuso que saliera de la ciudad y fuera confinado en la guardia del Salto.
Gozaba ya de cierta popularidad entre los que hicieron la revolución de setiembre de 1811 y formaron el primer tirunvirato e integró este —sin voto— como secretario de Guerra.
Llegó a desempeñarse como triunviro en reemplazo de los titulares, y en las alturas del gobierno puso en marcha un plan político, que se vería interrumpido, pero no modificado: el centralismo bajo la hegemonía de Buenos Aires. La mayor parte de las instituciones y aun los detalles administrativos creados por el primer Triunvirato se debieron a Rivadavia, que fue su nervio y motor. La revolución del 8 de octubre de 1812, preparada por la Logia Lautaro, que capitalizó la impopularidad de muchas de las medidas del todopoderoso secretario, abatió al Triunvirato y al poder de don Bernardino.
En 1814 se preparaba en Cádiz una expedición para recuperar las colonias americanas. El Director Posadas envió a Rivadavia y a Belgrano en misión a Europa, para convencer a Fernando VIl, ya repuesto en el trono español, sobre la conveniencia de negociar "/a libertad civil de estas provincias En Londres, encontraron a Sarratea que estaba en gestiones ante Carlos IV para coronar en las Provincias Unidas a su hijo Francisco de Paula. Para encontrarse con éste y su padre, que estaban en Roma, fueron a esta ciudad en vez de ir a Madrid. La caída definitiva de Napoleón arrasó toda esperanza, y la negociación, en la que intervenía el intrigante Cabarrús, se dio por terminada. Belgrano regresó a Buenos Aires. Rivadavia, desde París, siguió negociando. Sólo pudo ver a Fernando en mayo de 1816 para reiterarle el “vasallaje" de las Provincias Unidas. Rivadavia fue expulsado de la Península. Vuelto a París, trató de ser atendido por !a Santa Alianza. En 1819, suplantado por Valentín Gómez, fue a Londres. Quedó al margen de las gestiones para coronar al príncipe de Lúea, y en 1820, fracasada toda negociación, regresaron a Buenos Aires.
Martín Rodríguez era gobernador de la provincia de Buenos Aires y Rivadavia fue, en 1821, su ministro de Gobierno. Acometió un vasto plan de reformas en el orden cultural, económico, militar y eclesiástico. Al subir Las Heras al gobierno, dejó su cargo Rivadavia y marchó a Londres, donde recibió el nombramiento de ministro plenipotenciario en Gran Bretaña y Francia. Suscribió con aquélla un tratado de amistad, comercio y navegación. No logró apoyo de Canning ante el inminente conflicto con el Brasil, pero promovió el interés londinense en una vasta empresa de minas. De regreso en Buenos Aíres, la Provincia Oriental lo nombró diputado al Congreso. Antes de ocupar su banca, fue designado presidente de la Nación el 7 de febrero de 1826.
Los sucesivos proyectos del presidente Rivadavia y sus medidas centralizadoras levantaron la reacción de las provincias, que desconocieron al Ejecutivo Nacional. En Buenos Aires crecía la oposición federal, encabezada por Manuel Moreno y por Dorrego, que éste último arreciaba desde su periódico El Tribuno. Como en toda la actuación de Rivadavia. las medidas abarcaron desde lo nimio a lo fundamental. El tratado preliminar de paz con el Brasil suscrito por el ministro García en mayo de 1827 y provocaron la renuncia de Rivadavia.
Después de algún tiempo, Rivadavia se fue a París, dedicándose a la traducción de obras. En abril de 1834 regresó a Buenos Aires, pero fue obligado a salir en horas, pese a la mediación de Facundo Quiroga. Se instaló en la República Oriental del Uruguay, en una quinta cedida por el gobierno. Caído Rivera, fue desterrado Rivadavia con otros unitarios a Río de Janeiro. Allí murió su esposa en 1841. Partió solo para Cádiz donde falleció el 2 de setiembre de 1845, de apoplejía fulminante. Años después, sus restos fueron repatriados en contra de los dictados de su testamento en el que dejó expresa su voluntad de no descansar en la tierra de su nacimiento. Su empresa había fracasado. Su acción no había sido fiel a sus propias palabras: "...fatal es la ilusión en que cae un legislador cuando pretende que sus talentos y voluntad pueden mudar la naturaleza de las cosas”.

Negocios clandestinos Durante el bloqueo francés

 Por Tomás de Iriarte

El bloqueo francés del Río de la Plata, durante la época de Rosas, tuvo entretelones curiosos y no siempre confesables. Lo que pareció, en general, oposición a Rosas, derivó, por instantes, en negócios unitarios de dudosa o inconfesable ilicitud. El ferviente unitario Tomás de Iriarte. que integró la Comisión Argentina de Montevideo, en contacto con los sitiadores y apoyada por ellos, se queja así, en sus Memorias:

“Fue curioso ver que esos hombres, tan afectados de falsos sentimientos de ultrajada nacionalidad por el bloqueo francés, no sólo sacudieron el yugo de sus infundados escrúpulos, sino que abusaron de sus nuevas y recientes relaciones con las autoridades francesas para hacer negocios clandestinos lucrando. Con el pretexto de enviar un agente a Buenos Aires que se pusiese en relación con los descontentos y trajese noticias de la situación del país y de los recursos de Rosas, consiguieron del contraalmirante Le Blanc les proporcionase una embarcación con un salvoconducto para que las fuerzas bloqueadoras no impidiesen su entrada en el puerto de Buenos Aires. Este buque debió conducir, y condujo, en efecto, al comisionado Buter; pero el contraalmirante puso por condición del servicio que prestaba que el buque iría vacío y sin carga, porque, naturalmente, el jefe francés quería evitar que sus subordinados, con órdenes estrechas para hacer efectivo el bloqueo, sospechasen que él permitía aquella excepción con el objeto de alguna especulación mercantil en su propio provecho. Los hombres escrupulosos prometieron cuanto se les exigió a este respecto, y, sin embargo, la embarcación fue cargada hasta el tope de efectos y productos de ultramar, caros y escasos en el mercado de Buenos Aires. No sé si hubo también retorno, pero sí que la expedición fue tan feliz que el doctor Agüero, don Florencio Varela. don Juan Nepomuceno Madero y no sé qué otros individuos del mismo círculo reportaron del envío de su agente Buter una utilidad neta, cada uno, de nueve mil pesos plata. Cuando el contraalmirante Le Blanc tuvo conocimiento te esta sucia felonía, se indignó de que lo hubieran burlado, pero tuvo que disimular su enojo, porque ya no tenía remedio. He aquí el patriotismo y la pureza de los hombres fatuos que tenían la necia pretensión de considerarse como la flor y nata de la emigración argentina, y donde tuvieron manejos fraudulentos y escandalosos de los hombres, que para preparar la expedición del genera Lavalle, manejaron los fondos con que contribuyó el gobierno de Montevideo y muchos patriotas orientales y argentinos.

Muchos hicieron su negocio, pero particularmente una persona insignificante: don Juan Nepomuceno Madero (cuñado de Varela), a quien, por influjo y recomendación de su hermano político, el general Lavalle nombró su comisario. Madero, que no tenía medios de subsistencia, se enriqueció con sus robos y raterías y hasta ahora (1847) no ha rendido sus cuenta* Hoy día tiene un buen capital y trabaja a medías con su cuñado Varela en la imprenta del Comercio del Plata, establecimiento de que son propietarios.”

VII ENCUENTRO DE REVISIONISMO HISTÓRICO

Por Ricardo Geraci Del Campo

El Instituto Nacional de Investigaciones Históricas J.M de Rosas y el Instituto Juan Manuel de Rosas de Gral San Martín,  representados por el Presidente del Instituto Nacional Dr Alberto Gelly Cantilo, Dr. Julio R. Otaño; Lic Miguel Angel Lentino y Mario Nicolas Di Blasio asistieron al VII Encuentro,  realizado en la histórica ciudad de Navarro.   En representación del prestigioso Instituto de Investigaciones Históricas J.M de Rosas de Gral San Martín asistió a dicho evento el Vice Presidente de la entidad y además Director de Museos Históricos de Gral San Martín Dr Julio Ramón Otaño , acompañado por parte de la Comisión Directiva del mencionado Instituto entre los que se encontraban; Claudia Heredia, y Ricardo Geraci. Tal acto tuvo la presencia y custodia de la guardia del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas. La Guardia de los Colorados del Monte. Liderada por el Profesor de danzas tradicionales, Facundo Retrivi.


El VII Encuentro que confluyó en la disertación de prestigiosos historiadores revisionistas de distintas entidades, contó con la presentación del Director del encuentro: el historiador Luis Launay, que obtuvo como en anteriores oportunidades , el apoyo del Municipio de Navarro que puso a disposición el flamante Centro Cultural Manuel Dorrego, que dispone de un anfiteatro estrenado para la ocasión; moderno, cómodo y absolutamente bien equipado con una sonoridad y luminaria excelentemente acopladas al lugar.

El Intendente de dicha ciudad el Dr Facundo Diz, pronunció unas cálidas palabras de bienvenida que dieron lugar al inicio del acto. En el mismo disertaron figuras tales como el Sr Raúl Lambert, el Dr Antonio Salviolo, el integrante de la sociedad afroargentina del tronco colonial Sr Carlos Lamadrid. También desde el cuerpo académico del Instituto Nacional Rosas expuso, el Lic Miguel Angel Lentino y luego tuvieron la oportunidad el historiador Hernan Brienza, el General de Brigada Fabian Brown, el historiador Dr Francisco Pestanha, el Profesor y militante Roberto Surra -(en representación junto al Presidente del Instituto Rosas de 3 de febrero Dr Alberto Bertozzi) y el sociólogo y docente Alfredo Ossorio que cerró el acto referido a exposiciones relacionadas fundamentalmente a las figuras de Manuel Dorrego, Martín Miguel de Güemes, Juan Manuel De Rosas y el caudillaje de nuestras guerras civiles y de independencia. Se tocaron temas referidos al Pensamiento Nacional y el Revisionismo Histórico en función de nuestro presente, con algunas propuestas que requerirán un debate mas profundo. De todos modos el Encuentro fue realmente fructífero y por sobre todo necesario, en total relación a nuestra actualidad con respecto a la historia y su divulgación, los aspectos culturales y los pasos a seguir desde la visión de cada Instituto presente.

En el mismo acto se tuvo el placer de contar con el músico Gustavo Maturano y el invitado Juan Medina quienes además contaron con el grupo folclórico "Romance de Zamba". La actuación de los músicos y bailarines fue destacada creando un clima distendido donde las canciones referidas a la historia nacional y sus protagonistas, emocionaron a todos.

MENCIONES:

Como parte del encuentro y hacia mitad del mismo,  se hizo la entrega de diplomas y menciones a las distintas personalidades que asistieron al VII Encuentro.

Se reconoció la labor brillante al frente del Instituto Rosas a nivel nacional del Dr Alberto Gelly Cantilo

que se expresó con agradecimiento, haciendo énfasis en que el premio era un reconocimiento a la incansable labor del Instituto en función del trabajo realizado permanentemente por la divulgación e investigación de nuestra historia.

También hubo reconocimientos varios que fueron recibidos con emoción como el caso del músico Maturano, el Dr Salviolo, el Sr Lambert y Cesar Lamadrid.

El Dr Julio R Otaño fue distinguido con un diploma en reconocimiento a su permanente labor como investigador, divulgador y formador de grupos de historia, formando además a los nuevos historiadores y haciendo un trabajo integral desde el Partido de Gral San Martín. El Dr Otaño nombrado recientemente Director de Museos Históricos de Gral San Martín, se expresó conforme agradecido a tal mención y por sobre todo expuso el trabajo que se viene realizando en relación a la causa Malvinas, que se está desarrollando con actos, charlas y todo tipo de acciones, de manera intensa en un año malvinero en dicho Partido.

En conclusión podemos afirmar que fue una jornada brillante que nos permite reflexionar en seguir trabajando en la mejora de los espacios que en definitiva sirven para sostener el acto de brindarle a la comunidad el conocimiento sobre su pasado, que tan importante y fundamental es para la permanente búsqueda de la identidad nacional. Identidad que nos permitirá mejorar nuestro presente y lanzarnos como el país rico que somos.

Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Gral San Martín

COMISION DIRECTIVA 2022-2023: Pte Dr. DE SANTIS Carlos;. Vice 1ro. MORALES Horacio; Vice 2do.OTAÑO Julio R.; Secretarios CODAZZI LUIS Virginia; BUCCI Gabriel; Tesoreros POUSA Ricardo; BONAFERT Miguel; Voc. Tit.: GERACI DEL CAMPO Ricardo; COSENTINO Jorge;  HOLLMANN María, FALCON Antonio; Com. Rev.Ctas: HEREDIA Claudia; PONTONI Flavio; GARAVAGNO Rodolfo; VERON Anibal; DE NAPOLI Juan Cruz; SOTTO Juan Carlos.



martes, 28 de junio de 2022

Mariquita Sánchez entre Rosas y Sarmiento.....

Por el Prof. JBismarck

Daguerrotipo realizado por Antonio Pozzo en 1854.María Sánchez de Mendeville,viuda de Thompson (1786-1868) Tradicionalmente se dijo que en su casa, se interpretó el Himno Nacional Argentino por primera vez. Sin embargo, algunos historiadores aseguran que Mariquita Sánchez no dejó ningún escrito en el que menciona ese hecho tan importante. (En la instalación del episodio tuvo mucho que ver el cuadro de Pedro Subercaseaux pintado en 1910, basado en las Tradiciones Argentinas de don Pastor Obligado y que hoy puede verse en el Museo Histórico Nacional). Fue una mujer con personalidad y opinión propia. A los 14 años se enamoró de su primo Martín Thompson. 
Contra la opinión de sus padres logró casarse gracias a un “juicio de disenso” resonante en su época. El trámite fue saldado el 20 de julio de 1804, al dar el virrey Sobremonte su permiso para la boda contra la voluntad paterna.
Con la autoridad que le daba esta resolución de su caso, la mujer del himno escribirá años más tarde: “El padre arreglaba todo a su voluntad. Se lo decía a su mujer y a la novia tres o cuatro días antes de hacer el casamiento; esto era muy general. Hablar de corazón a estas gentes era farsa del diablo; el casamiento era un sacramento y cosas mundanas no tenían que ver en esto, ¡ah, jóvenes del día!, si pudieras saber los tormentos de aquella juventud, ¡cómo sabrías apreciar la dicha que gozáis! Las pobres hijas no se habrían atrevido a hacer la menor observación; era preciso obedecer. Los padres creían que ellos sabían mejor lo que convenía a sus hijas y era perder tiempo hacerles variar de opinión. Se casaba una niña hermosa con un hombre que ni era lindo ni elegante ni fino y además que podía ser su padre, pero hombre de juicio, era lo preciso. De aquí venía que muchas jóvenes preferían hacerse religiosas que casarse contra su gusto con hombres que les inspiraban aversión más bien que amor. ¡Amor!, palabra escandalosa en una joven el amor se perseguía, el amor era mirado como depravación”.  Enviudó en 1819. A los 6 meses, Mariquita contrajo nuevas nupcias con Washington de Mendeville, un francés muy cuestionado por sus labores diplomáticas en el exterior. Con él tuvo tres hijos, Julio, Carlos y Enrique, pero una pareja infeliz. Era amiga de Juan Manuel de Rosas (era 7 años mayor que el Restaurador) pero se exilia en Montevideo ante el conflicto entre la Confederación Argentina y Francia (1838-1840) Así, el Restaurador la trata de “francesita parlanchina y coqueta” en una carta de 1838, cuando los franceses anuncian el bloqueo, a la cual Mariquita contesta: “No quiero dejarte en la duda de si te ha escrito una francesa o una americana. Te diré que, desde que estoy unida a un francés, he servido a mi país con más celo y entusiasmo aún, y lo haré siempre del mismo modo, a no ser que se ponga en oposición de la Francia, pues, en tal caso, seré francesa, porque mi marido es francés y está al servicio de su nación. Qué harías si Encarnación se te hiciese unitaria? Yo sé lo que harías. Así, mi amigo, en tu mano está que yo sea americana o francesa. Te quiero como a un hermano y sentiría me declararas la guerra. Hasta entonces permíteme que te hable con la franqueza de nuestra amistad de la infancia”.
Sarmiento la conoce en Montevideo en 1846 y dice lo siguiente “Por la mañana de ayer desayunada en casa de Mariquita Sánchez de Thompson. Nos encontrábamos solos, sentados en un sofá, hablando mientras ella ponderaba y mentía con la gracia que sabe hacerlo. Pese a sus sesenta años me sentí víctima de una erección, ¡vamos, a cualquiera le puede pasar! y entonces estuve a punto de violarla. Pero, justo en ese instante, felizmente alguien irrumpió en la sala y me salvó de tamaño atentado.” (carta a Juan María Gutiérrez)
Participó de la sociedad de beneficencia y continuó luchando con un espíritu independentista, y liberal, en contra de muchos de los principios culturales establecidos en la región rioplatense de fines del siglo XIX.  Falleció a los 81 años, el 23 de octubre de 1868

viernes, 10 de junio de 2022

Recordando a Antonia "Nina" Rizzo....

 Por Julio R. Otaño

La querida Nina Rizzo nuestra profesora eterna, madre de Yeso y de Carbono (2 perritas raza perro) nació en Rosario, Santa Fé  en 1929.  Estudió la carrera de Historia en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad del Litoral, recibiéndose como profesora en 1956, continuando luego sus estudios realizando su doctorado en Historia en la misma casa de estudios en 1968, dirigida por Eduardo Mario Cigliano.  Antonia Rizzo fue una historiadora y arqueóloga argentina, investigadora científica especialista en las culturas prehispánicas del Noreste argentino y de cementerios desde un enfoque de la antropología de la muerte.   Desde la década de 1970 y hasta su muerte en 2008 se desempeñó en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata como ayudante diplomada, jefa de Trabajos Prácticos y profesora en numerosas cátedras: Arqueología Argentina, Arqueología Americana (Culturas precerámicas), Prehistoria del Viejo Mundo, Prehistoria General, Prehistoria Extra-americana y Etnohistoria.   ​ También se desempeñó como docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad del Salvador. En el Instituto Superior del Profesorado San Agustín, en el CONSUDEC y en el Instituto Argentino de Museología de Buenos Aires, fue asesora científica del Museo Municipal de El Dorado, e investigadora de Arqueología de la provincia de Misiones.​ 

Realizó estudios arqueológicos en Santa Fé, Entre Ríos y específicamente Misiones, donde realizó su tesis doctoral a partir de la excavación del sitio Gruta 3 de Mayo cerca del municipio de Garuhapé, y continuó excavando otros sitios, valorizando la arqueología prehistórica de esta región del país. También incursionó en estudios de las misiones jesuíticas del litoral.  Conocí a Nina en abril de 1984, cuando el profesorado “San Agustín” transitaba su último año en el colegio “Sagrada Familia”, sobre la calle Olazábal, en Villa Urquiza.   Era una mujer impactante, no por su apariencia física..bajita, muy blanca, pelo enrulado…sino por su personalidad.  Era un torrente de acciones: explicaba, gesticulaba, nos hacía razonar…” Siempre decía que había que tener memoria pero “no estudiar de memoria”.  Pero no solamente lo decía…sino que lo ponía en práctica. Con mis amigas Virginia Codazzi o Liliana Russo fuimos testigos como Nina buscaba ese objetivo: la victima favorita era Mariana P. (ella y yo éramos los más jóvenes del curso) y ella estudiaba muchísimo, pero no tenía técnicas y lo hacia de memoria…y agachaba la cabeza y comenzaba el monólogo…Nina la paraba y le decía “Marianita explícame lo que estás diciendo”…Mariana hacia lo mismo…y asi sucesivamente…finalmente la aprobaba pero con un gran sufrimiento de parte de nuestra compañera.  

Nina era así, apasionada para enseñar, entusiasta en sus proyectos y en constante actividad.  Justo ese primer año teníamos dos materias con Nina, “Arqueologia y Prehistoria” e “Historia Antigua I”. Ese primer año del Instituto Superior del Profesorado San Agustín no era para nada homogéneo. Estudiantes de 50 años, de 40, de 30 y algunos de menos de 20.  Pero formamos una amalgama excelente.  Al año siguiente me divorcie de ellos a causa del Servicio Militar Obligatorio.  En 1986 el año del Mundial de Mexico..la tuve en “Historia de Grecia y Roma”, en 1987 en “Historiografía Argentina y Americana”. Termine de cursar en diciembre de 1988 y en abril de 1989 me recibí.  En todas sus materias era BRILLANTE..pero en Arqueología creo que era Superior…sin duda entre las mejores de su tiempo.  Y estaba en los 60 años…cuando ella nos contaba “se lograba la madurez y el equilibrio” según Tucídides y Diógenes Laercio.   El tema de los CEMENTERIOS LE APASIONABA y en relación con los símbolos masónicos la convertió en LA GRAN AUTORIDAD SOBRE EL TEMA.  Ella viajaba por el mundo visitándolos y conociéndolos al igual que en los numerosos Congresos en que participaba en México, Cuba, Brasil y Chile.   Perdí contacto con ella hasta que la volví a encontrar en la cena anual del Instituto Nacional de Investigaciones Juan Manuel de Rosas donde con gran alegría hablamos mucho…estaban también el Brigadier French, Fermín Chávez, Jorge María Ramallo, Alberto Gelly Cantilo, Carlos Pesado Palmieri, entre otros…era la Presidenta de “Las Mujeres Federales”.   Claro..hasta ahora obvie mencionar que Nina siempre fue muy Peronista y muy Rosista.  Por eso también tenía una gran relación conmigo, más allá de mi entusiasmo y pasión por la Historia Argentina, sobre todo.  En los últimos años junto con Carlota Sempe, se dedicó a la investigación del Cementerio de La Plata, en especial en relación con su contexto histórico de fundación y la vinculación con los grupos masónicos. (Sempe, Carlota y Rizzo, Antonia. (2003). El caso paradigmático de La Plata La Plata ciudad simbólica. Presencia Masónica en el Patrimonio Cultural Argentino. Temas de Patrimonio Cultural 8, pp. 109-147.)

Mas allá de verla en el Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas, cada tanto, nos mandábamos mails.  Los últimos correos electrónicos fueron estos:

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Antonia Rizzo <ninarizzopucci@yahoo.com.ar>

juliotano@yahoo.com.ar

15 ene 2008 a las 15:12

Querido Julio: como no me voy a acordar de uds, si fue el grupo de alumnos de Historia del San Agustín mas querido y más loco.  Hemos pasado momentos muy lindos entre viajes y cursos y reuniones.  Espero me mandes decir que sigue tu vida, donde das clases, si te casaste o acompañaste con alguna linda chica. y que es también de la vida de Horlando Aranda.  Yo sigo trabajando en La Plata y el Salvador y dirigiendo proyectos.   Espero que este año del 2008 te traiga lo mejor en compañia de los tuyos.

UN ABRAZO GRANDOTE DE NINA

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Antonia Rizzo <ninarizzopucci@yahoo.com.ar>

juliotano@yahoo.com.ar

 13 jun 2008 a las 12:43

Estimado Julio, recibí tu trabajo y fotos sobre Manuelita Rosas. Muchas gracias.  Pero como tu profesora te tengo que retar.  Todavía no me aprendiste a citar  bien una bibliografía:

APELLIDO Y NOMBRE AUTOR, TITULO OBRA, EDITORIAL, AÑO, LUGAR DE EDICIÓN.

 CARIÑOS. NINA

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Antonia Rizzo <ninarizzopucci@yahoo.com.ar>

juliotano@yahoo.com.ar

15 oct  2008 a las 10:24

 

Querido Julio: recibí el mensaje, pero esa semana retomo las clases en la UNLP. ,así que estaré bastante ocupada y no podré concurrir, pero teneme al tanto de todo lo que ocurra. Me parece REBIEN que le pongan el nombre del Brigadier a una estación de subte de la Línea B. Abrazos  NINA

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9 días después fallecía….de manera imprevista. En La Plata, durante un congreso de cementerios, después de dar su conferencia y rodeada de amigos, colegas y alumnos.  Como le gustaría irse a cualquier Historiador… Fue una verdadera “Maestra de vida” y vivió su vida a pleno, dándose todos los gustos y con mucha pasión.  Hasta siempre Querida Nina Rizzo

La muerte de C. Alejandro Heredia ¿Robles? ¿Avellaneda? ¿Ibarra?

Por Martiniano El Inmortal
Nació en Tucumán en 1788. Fue una de las figuras más cultas del federalismo del interior, doctor en derecho por la Universidad de Córdoba, que conocía literatura clásica y hablaba el latín. Fue él quien le enseñó los primeros rudimentos del latín a su protegido Juan Bautista Alberdi.   Como militar, se distinguió en las batallas de Tucumán (1812) y Salta (1813), con el grado de teniente, y después en la acción de Sipe Sipe (1815). En el ejército del Norte alcanzó el grado de coronel, y figuró entre los protagonistas de la histórica sublevación de Arequito (1820), que dio por tierra con el proyecto de monarquia del Directorio. Luego de este hecho se dirigió a Salta, para ponerse a las órdenes de Güemes, en guerra con los godos.Alejandro Heredia es una gran figura. Ocupa un sitio muy destacado entre los gobernantes del interior durante la época de Rosas. Además, fue hombre de cultura y de ideas independientes, dentro de sus simpatías por la Confederación.  En 1806, logró por concurso una cátedra de latín en la Universidad de Córdoba. Después, los imperativos de la Revolución lo alejaron a él —como a tantos otros— de la cátedra. 
Su actuación fue destacada en ambas batallas, y mereció recomendaciones de Belgrano y de Rondeau, respectivamente. En 1816 era ya teniente coronel cuando el Congreso de Tucumán lo designó Comisionado con motivo de una Revolución ocurrida en La Rioja. En 1820 era coronel en el Regimiento que mandaba Paz en el Ejército del Norte, y tuvo intervención en la aún hoy discutida Sublevación de Arequito (Heredia pensaba, como los del Norte, en la necesidad de defender las fronteras amenazadas). Posteriormente, fue Diputado por Tucumán al Congreso General Constituyente reunido en Buenos Aires en 1824 (si bien ya no era Diputado cuando se dictó la Constitución unitaria de 1826). Y en 1831 fue Diputado ante la Junta de Representantes de Salta, como una consecuencia del reciente triunfo de Quiroga sobre Lamadrid en el Campo de Ciudadela. Al amparo de la hegemonía de Quiroga en el Norte, sube la importancia política de Heredia. 1832 es un año decisivo en su vida política, ya que ese año fue elegido Gobernador de Tucumán. Y en el cargo se mantendrá, a través de elecciones sucesivas, hasta el momento de su muerte. El gobierno o, mejor, los gobiernos de Heredia se caracterizaron por su irradiación e influencia en casi todo el Norte. En el ámbito provincial, por una serie de iniciativas fecundas, particularmente de carácter cultural, pero no menos por sus gestiones administrativas, jurídicas, etcétera. Una idea que singulariza a Heredia (y que le da curiosa individualidad entre los gobernantes de la Confederación, al mismo tiempo que perturba a hombres como Rosas e Ibarra) es la idea de la "Fusión de los partidos". En Heredia, tal intención no se reducía a simples palabras, sino que tomaban estado activo en su conocida protección a jóvenes capaces, aunque éstos no simpatizaran abiertamente con la causa de la "federación" (Alberdi, Marco Avellaneda, Marcos Paz y muchos otros, son testimonios fehacientes de lo que digo). En 1837, la guerra de la Confederación con Bolivia obliga a Heredia a dirigir las fuerzas argentinas contra el General Santa Cruz. Y, en fin, terminada sin pena ni gloria la lucha, el 12 de noviembre de 1838, en Tucumán, Heredia encontró la muerte, asesinado por una partida de sus propios soldados.
MARCO AVELLANEDA Y LA MUERTE DE HEREDIA Los comentarios determinados por la muerte de Heredia pueden servir de ejemplo para mostrar cómo la pasión política suele desvariar y cómo la bandería suele acomodar los sucesos a determinados puntos de vista. Claro que si en los momentos cercanos al hecho la actitud no se justifica, cabe por lo menos una explicación. Lo que ya resulta realmente insostenible es que hoy, a más de cien años del suceso, cierta historiografía repita, sin mayor análisis, determinados alegatos, acusaciones y vituperios. La muerte de Heredia se nos aparece, a la distancia, terrible y misteriosa. Muerte en un ámbito solitario, sobre un fondo rústico, verde y húmedo a la vez. El asesinato del "indio" Heredia constiuye aún un apasionante caso "policial", y lo de policial creo que, sin quitar jerarquía al hecho histórico, sirve para revelar las extrañas resonancias que rodean al hecho. Pero vayamos por parte. En la mañana del día 12 de noviembre de 1938, Alejandro Heredia, Gobernador de Tucumán, fue asesinado en Lules, cerca de la capital, cuando en una galera se dirigía a su finca de Arcadia, acompañado de su hijo. Heredia fue muerto por una partida dirigida por Gabino Robles y completada por los oficiales Juan de Dios Paliza, Vicente Neirot, José Hermenegildo Casas y Gregorio Uriarte Una breve acotación. Posiblemente por la coincidencia de la galera, la partida, la emboscada, etc., Juan María Gutiérrez, al conocer el episodio, lo calificó de Nueva Barranco Yaco 2. Y la coincidencia es más llamativa si tenemos en cuenta la amistad que había unido en vida a Quiroga y Heredia. Por otro lado, no era esa la primera vez que se conspiraba o se atentaba contra la vida de Heredia, aunque fue ésta —claro está— la circunstancia fatal. Con respecto al autor material de la muerte de Heredia, no cabe duda (puesto que múltiples testimonios lo refirman) que el ejecutor principal fue Gabino Robles, el jefe de la partida. Robles era comandante en el ejército de Heredia. Había sido abofeteado por el Gobernador en Salta, y desde ese momento juró matar a quien así lo lo había agraviado. Robles se presentó siempre como único matador. Reparemos, con todo, que el cadáver de Heredia ofrecía varios "balazos y lanzadas", tal como atestiguó Manuel de Yrigoyen, Oficial Mayor de Relaciones Exteriores, el día 14 de noviembre. Manuel de Yrigoyen atribuye el crimen, en ese primer momento, a los cinco oficiales de la partida Teniendo en cuenta la disímil jerarquía de las personas, una venganza personal pareció bien pronto motivo poco consistente para apoyar en él el asesinato. La posterior actuación de Marco Avellaneda, las acusaciones de Ibarra y, más adelante, las contingencias de La Liga del Norte, hicieron que, sobre todo, en el bando rival, creciera la sospecha de que Marco Avellaneda había sido el instigador de la muerte de Heredia. Pero la pasión partidaria y el ardor de la lucha no se contentaba sólo con eso. El interés estaba en mostrar que Marco Avellaneda era, no ya el instigador, sino el "autor" material. Saldías dio posteriormente una versión semejante, recogida —según decía— de labios del propio Robles. Durante su •permanencia en Salta, embriagado según era su costumbre, dio de bofetones al comandante don Gabino Bobles. Este devoró la afrenta, pero juró vengarla. Apenas regresó a Tucumán, Bobles se afilió entre los adversarios del Gobernador. Una noche hubo de sacrificar a Heredia en el teatro a no haber intervenido varias personas que probablemente no conceptuaron oportuno el momento para llevar las cosas a tal extremo. Por las referencias que me hizo el mismo Robles en Tucumán, tengo para mí que, a partir de tal noche, este hombre desgraciado fue el brazo que hicieron suyo los revolucionarios para realizar lo que venían persiguiendo. Todos los antecedentes de este episodio ruidoso lo ponen así de manifiesto. El 12 de noviembre de 1838, Heredia se dirigía en su galera a su hacienda La Arcadia, acompañado de su hijo.  
Al llegar a la altura de Lules salieron de una emboscada los comandantes Gabino Robles, Juan de Dios Paliza, Vicente Neyrot, Gregorio üriarte y el teniente José Casas, montado en el propio caballo que le prestó él día anterior don Marco Avellaneda [se refiere a la Declaración de Metán]. Heredia sacó la cabeza por la portezuela de la galera y con voz angustiosa le preguntó al primero que se le adelantó: ¿Qué hay, Robles? Todo lo que üd, pida le daré...—Hay los bofetones de Salta, y sólo quiero tu vida, tirano, repuso Robles descerrajándole tres tiros [Beferencia de don Gabino Bobles]. Inmediatamente Robles se dirigió a la ciudad con sus compañeros. En el tránsito encontró a don Marco Avellaneda y a don Lucas Zaváleta, y alargándole la mano aquél gritó: ;Ta sucumbió el tirano! (Ver ADOLFO SALDÍAS, Historia de la Confederación Argentina, III, Buenos Aires, 1911, págs. 55-56). Marco Avellaneda (cuando se defiende de Ibarra) no era necesario esperar a su famosa Confesión de Metán para que sus enemigos encontraran en él rastros de culpabilidad. En efecto, es sabido que un documento comunmente utilizado para ligarlo al crimen es la Confesión de Metán, del 3 de octubre de 1841, hecha por Avellaneda ante Mariano Maza en momentos previos a su degüello.  Ahora bien, ¿qué afirmó en esa declaración Marco Avellaneda?  En relación al episodio que nos ocupa, es decir, la muerte de Heredia, leemos lo siguiente: que había conocido a Heredia y que éste fue asesinado por Gabino Robles, Juan de Dios Paliza, Vicente Neirot, un  Uriarte y un Casas..., y que pensaba que el asesinato no había sido más que una venganza personal que, al mismo tiempo, esperaba encontrar también eco favorable en el pueblo de Tucumán. Al preguntársele con qué fin el teniente Casas llevaba un caballo rosillo propiedad de Avellaneda, éste había respondido que, en efecto, Casas, el día anterior -al hecho, le había pedido un caballo para realizar un paseo hasta Los Lules. Por último, Avellaneda se refirió a su encuentro casual con los asesinos el mismo día del hecho, cuando iba hacia El Manantial acompañado de su pariente Lucas Zavaleta. Gabino Robles se había declarado allí como único autor (Robles le dijo que él, con sus propias manos, había asesinado al Gobernador Heredia...) En fin, Avellaneda se refiere a unas apremiadas palabras de aprobación.
Esto es lo fundamental de la declaración, vinculada al episodio de la muerte de Heredia, sin quitar ni agregar nada a lo que realmente interesa, vale decir, al hecho en sí, circunstancias y autor o autores. La declaración se publicó en La gaceta mercantil de Buenos Aires, del 2 de noviembre de 1841. Veamos ahora derivaciones pintorescas (y, algunas, increíbles) de esta confesión. En primer lugar, veamos cómo sintetizó Adolfo Saldías los párrafos publicados en LA GACETA MERCANTIL:
Interrogado respecto del asesinato del general Heredia, refirió igualmente los detalles que sabía, confesando que había prestado su caballo al teniente Casas, uno de los asesinos; que encontrándose con éstos en seguida del asesinato había aplaudido su conducta, y que a solicitud de los mismos había convocado la legislatura para que ésta nombrase el gobernador reemplazante de aquel General...
Que Avellaneda tuvo participación en el asesinato de Heredia y que como uno de los jefes de la Coalisión del Norte habíase envuelto en el torbellino sangriento de la época, sublevando contra sí las iras de sus enemigos que lo acusaban de crueldades y fusilamientos análogos a los que él les echaba en cara, eran hechos ciertos y conocidos tanto de los unitarios como de los federales.. Y da la casualidad de que para salirle al encuentro en el camino donde se consumó el crimen, Robles va en un caballo de Avellaneda...
Es sugestivo que el comandante Gabino Robles montara un caballo de Marco Avellaneda...Pedro Ramos, edecán de Rosas, sostiene que la muerte de Heredia fue para Tucumán el comienzo de una época de anarquía, cuyo desenlace, por las personas que podían prevalecer, no prometía nada favorable para Rosas. Lo mismo podemos decir en relación a Salta, cuyo gobernador era Felipe Heredia, hermano de Alejandro. En fin, la situación de Catamarca, protegida por el gobernador de Tucumán.
Rosas defiénde al finado Heredia de las acusaciones de Ibárra. En lo que se refiere a los unitarios tucumanos, sólo menciona concretamente a ese don Salustiano Zavália. Heredia era aliado del Restaurador y su alianza se extendía, a través de su poderío, a gran parte del norte argentino. La muerte de Heredia, a fines de 1838, trajo un vuelco político inmediato en algunas de dichas provincias perdiendo Tucumán su hegemonía. En esta se designa gobernador a don Bernabé Piedrabuena, que no era rosista. El gobernador de Salta, Felipe Heredia, hermano de Alejandro, ante el alzamiento de algunos jefes departamentales, tiene que resignar el poder en una Comisión Gubernativa, hasta que se nombra mandatario legítimo a don Manuel Solá, primo de Piedrabuena. Y en Jujuy se depone al gobernador don Pablo Alemán, ahijado de Heredia... Sólo don José Cubas, tachado antes de poco federal, sigue gobernando en Catamarca; como en La Rioja, el general Brizuela, su dueño y señor. No hablemos de Santiago... isla política donde —igual que el coyuyo—reinaba imperturbable e inconmovible don Felipe Ibarra, "bombero" de Rosas en el Norte". Escribe Ibarra al Gobernador de Catamarca, José Cubas: Con el amigo Recalde he hablado bastante sobre la perniciosa influencia que puede ejercer en Ud. el malvado Marco Avellaneda, hijo de esa provincia y vecino de Tucumán. Este descarado aspirante, a quien el público acusa de ser el principal autor del horrendo asesinato de Heredia, sólo trata de enredar estos pueblos unos con otros...La carta de Avellaneda a Cubas tiene como fecha el 4 de mayo de 1839. Marco Avellaneda: ibarra Me llama el asesino de Heredia. Le agradezco esta calumnia. Soy bastante republicano para desdeñar la gloria de Bruto... Los que en nuestro siglo han escrito sobre el tiranicidio no han vivido en nuestros países ni han sufrido el yugo de los Quiroga y de los Heredias. No han vivido en un país desmoralizado y sin virtudes públicas, donde una revolución era tan necesaria y justa como imposible. Pero, lo repito, yo no estoy obligado a contestar a una acusación tan calumniosa como vaga. Si se hubiesen citado hechos, si se hubiesen presentado las pruebas, yo las habría refutado. Yo habría confundido a mis calumniadores; pero hubiera empezado protestando que estaba lejos de considerar culpables a los heroicos tiranicidas, que han salvado a mi patria de la más bárbara expresión que se haya conocido jamás.
Un año después (el 30 de mayo de 1840) el hecho de que Marco Avellaneda, como presidente de la Sala de Representantes de Tucumán comunique al Gobernador que la Legislatura ha votado el sobreseimiento de los autores y cómplices del homicidio perpetrado en la persona del ex Gobernador Alejandro Heredia. Confirma la posibilidad que significó la muerte de Heredia para luchar abiertamente contra Rosas y para contribuir a la organización general de la República. No olvidemos que estaba ya en marcha la Liga del Norte y que un episodio como el que cito era la natural consecuencia de afirmaciones y proclamas del momento
En conclusión, y para apoyarme en el dato firme, el asesino concreto de Heredia fue Gabino Robles. Con la complicidad de la partida que él dirigía. La razón fundamental que lo impulsó al crimen parece haber sido una venganza personal. Sin descartar que intereses políticos, al tanto del resentimiento de Robles y sus deseos de venganza, actuaran para decidir el hecho ¿Qué intereses políticos? los de Marco avellaneda y la Coalición del Norte , por fin, la auténtica historia.
Ernesto Palacio: "El mártir de Metán es ejecutado, no por su actividad revolucionaria, sino por su participación en el asesinato de Heredia, según consta en el proceso que expresamente le hizo instruir el general Oribe..." (La verdadera historia de la Coalición del Norte, en Estudios, de Buenos Aires, 1940, n» 350, págs. 123-124).
BIBLIOGRAFÍA:
BUSANICHE JOSÉ LUIS #HISTORIA ARGENTINA"
GALASSO NORBERTO "HISTORIA ARGENTINA"
MENDEZ AVELLANEDA TIBURCIO "EL MARTIR DE METÁN"
PALACIO ERNESTO "HISTORIA ARGENTINA"
SALDÍAS ADOLFO "HISTORIA DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA"
SIERRA VICENTE D. "HISTORIA DE LA ARGENTINA"

miércoles, 1 de junio de 2022

Paco Urondo "Si Ustedes lo permiten" y Carta de Julio Cortázar

Si ustedes lo permiten     Paco Urondo
prefiero seguir viviendo.
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:
siempre he vivido en la gloria; nada
importante me ha faltado.
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor y miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.
Me averguenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,
un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora sin darme cuenta voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a cualquiera o aburrir de golpe.
Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme pero los he derrotado
para siempre, sé que futuro y memoria se vengarán algún día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la Cenicienta aunque algunos
me recuerden con cariño o descubran mi zapatito y también vayan muriendo.
No descarto la posibilidad de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia. La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.
Suelo confiar en mis fuerzas y mi salud
y en mi destino y en la buena suerte,

sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando la puerta de nuestra desidia.
estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no sirve y se corrompe.
Poder hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida.
tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.
estar hablando, sostener
esta victoria, este puño, saludar, despedirme.
Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.
Francisco Paco Urondo


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CARTA MUY ABIERTA A FRANCISCO URONDO

Por Julio Cortázar
Publicada en Liberation, 1973

Parece, según noticias de buena fuente, que de un tiempo a esta parte, no es nada fácil dar con vos personalmente.  Siempre fuiste un poco jodón, pero en este caso estoy convencido de que no tenés la culpa de que los amigos no puedan tomarse un vinito con vos, y como no soy rencoroso te escribo, Paco, con la seguridad de que muy pronto has de cambiar de conducta y no solamente aceptar visitas sino incluso devolverlas.
A la espera de todo eso te voy a hacer rabiar un poco, porque si a vos no se te puede ver resulta que a otros si, y a lo mejor te divierte que te cuente como me las arreglé en Quito hace apenas dos meses, para ir a pegarle un abrazo a Jaime Galarza.  Yo a este punto ya lo conocía de París, no personalmente pero allá, lo sabés de sobra, somo muchos los latinoamericanos que se juntan y hablan y por ahí van saliendo algunas cosas, pavaditas, claro, no vamos a exagerar.  Y los ecuatorianos me habían contado cosas de Galarza, yo lo había leído y de golpe zás, El festín del petróleo.   Nada, doscientas páginas poniendo en claro lo que a mucha gente le interesaba mantener oscuro, el invariable escamoteo de una riqueza casi increible, pactos y contratos y consorcios y cualquier cosa menos petróleo del Ecuador para los ecuatoriños.
Vos te imaginás las consecuencias del libro: por un lado la edición que se agota antes de que haya tiempo de secuestrarla, y por otro una maquinita bien montada, Jaime Galarza a la cárcel como”cómplice intelectual” de una operación más bien movida en un supermercado.
Todas estas cosas se repiten tanto que uno tiene la impresión de estar contando siempre lo mismo, en todo caso si te aburrís chiflame. Lo fuí a ver, y resultó más fácil de lo que pensaban algunos.
Fuí con la rubia Mireya (como irrespetuosamente la llamaste vos alguna vez a mi compañera), porque esta lituana loca no es de las que me deja ir solo a lugares de mala fama.
Y como mala, es mala, algo sabés de eso, te sacan el pasaporte a la entrada y vos pensás que por ahí se les pierde, esos descuidos penosos.
A Jaime lo encontramos con otros huéspedes del hotel y algunos amigos, entre ellos por extraña coincidencia un periodista que visitaba a otro detenido y que al día siguiente dió la noticia a tres columnas, cosa que te probará la utilidad de esa clase de circunstancias.
Hablamos largo de Festín y de otros petróleos de este continente, yo aprendí algunas cosas que acaso serán útiles cuando vuelva a Francia, y además, hubo todo eso que hoy no puede haber entre vos y yo, ese quedarse callados, mirándose como nos miramos los amigos, con esa mirada que no tendrán nunca los que nos separan.
Me fuí, claro, pero me fuí sabiendo que de alguna manera no me iba, y que también Jaime se iba conmigo en esa zona del corazón que está para siempre a salvo de los cercos, las rejas y el odio.
Cambiamos un par de libros y abrazos, la rubia Mireya organizó como sólo ella sabe hacerlo un sistema perfecto de postes restantes, revistas, publicaciones y antibióticos para la muchachada de a bordo.
A mi pasaporte no le faltaba ni un sello a la salida, y más bien pienso que tenía uno de yapa.   Ahora sé quién es de veras Jaime Galarza, ahora me siento más fuerte porque su prisión, las cicatrices de la tortura en sus muñecas, serán como tantas otras cosas, parte de mi fuerza.
Y si te cuento esto, Paco viejo, es porque sé que te gustará leerlo y que para vos será como si te hubiera visitado, como si también vos y yo hubiéramos fumado juntos un rato, mirándonos con nuestra sorna de porteños.
Y también porque otros leerán esta carta, cerca o lejos de vos, y comprenderán que de alguna manera quise estar con todos, y que mi abrazo con Jaime es el que todos nos damos y nos daremos siempre, hoy de lejos, mañana en esa calle abierta en que nos encontraremos para seguir el largo, necesario y hermoso camino que lleva a nuestro sueño.

fuente: https://nacionalypopular.com/2016/06/17/paco-urondo-la-pura-verdad-julio-cortazar-el-mes-de-julio/