Por el Profesor Jbismarck
Juan Bautista Bustos nació en Punilla, provincia de Córdoba, el 29 de
agosto de 1779. Llegó a Buenos Aires en clase
de capitán de milicias, del contingente tercio de Arribeños, con el que
contribuyó su provincia natal para rechazar la invasión inglesa de 1806.
En 1809, el general Francisco Ortiz de Ocampo lo asciende a teniente
coronel efectivo y entre los argumentos de tal mención hace referencia a
lo actuado por Bustos en la campaña de reconquista de Buenos Aires y
rechazo de la segunda invasión de 1807. Como ejemplo de su valor, Ortiz
de Ocampo describe un enfrentamiento producido el 5 de julio de 1807 en
el cual Bustos, al mando de 30 hombres del cuerpo de arribeños, enfrenta
una columna inglesa de 240 efectivos a la que con valor y pericia logra
rendirla y tomar prisioneros a 214 soldados y 13 oficiales.
Los historiadores le asignan haber participado en un discreto segundo
plano en las jornadas revolucionarias de 1810. Se sabe que en las
posteriores disputas internas de la Primera Junta estuvo al lado de
Saavedra y que fue uno de los oficiales que se movilizó en aquella
suerte de pueblada a favor del saavedrismo ocurrida durante las jornadas
del 5 y el 6 de abril de 1811. Cuando Saavedra cayó en desgracia, él
corrió su suerte, pero para 1815 lo vemos integrando -en su condición de
coronel- el Ejército del Norte. En realidad, el Director Supremo,
Ignacio Álvarez Thomas fue quien le otorgó ese destino.
En 1815, partió de Buenos Aires al mando de mil hombres para integrarse
al Ejército del Norte que venía de sufrir la derrota de Sipe-Sipe.
Rondeau fue reemplazado por Belgrano, quien restableció la disciplina en
Tucumán donde contó con el invalorable apoyo de Bustos, que mandaba el
cuerpo de soldados del 2 de Infantería Patricios.
Por
orden de éste precisamente, se dirigió a Santiago del Estero con un
destacamento de las tres armas, con la misión de sofocar la insurrección
del teniente coronel Juan Francisco Borges en rebeldía contra la Junta
de Buenos Aires. En realidad no
llegó a actuar, pues una vanguardia adelantada por Belgrano a las
órdenes de Gregorio Aráoz de Lamadrid lo apresó y fusiló sin juicio
previo, en diciembre de 1816.
Reintegrado
al Ejército del Norte ocupó el cargo de Jefe de Estado Mayor siendo el
tercero en el mando después de los generales Belgrano y Fernández de la
Cruz. En Arequito el 8 de Enero
de 1820 sublevó los restos del Ejército del Alto Perú, conjuntamente
con el coronel Alejandro Heredia y el comandante José María Paz. Declaró
entonces: “que no seguiría haciendo la guerra civil…”.
Marchó hacia Córdoba, donde el 21 de marzo de 1820 será elegido
gobernador. Se reconcilia con López y culmina el enfrentamiento con los
santafesinos y se alinean ambos con Buenos Aires.
Sostuvo el cargo de gobernador
de Córdoba por 9 años y se puede afirmar que su gobierno fue fecundo,
sin exagerar, el mejor gobernador de Córdoba de todo el siglo XIX:
organizó la política y la Justicia. Se ocupó del progreso de la
educación; renovó los planes de estudios universitarios y de la
instrucción pública en general, creó la Junta Protectora de Escuelas;
desarrolló la imprenta y la libertad de prensa. El 20 de febrero de 1821
promulgó la primera Constitución cordobesa, adelantándose al resto del
país. Propendió, en lo económico, a la libertad de comercio interior,
pero protegiendo las industrias nacionales. Estableció un plan de
administración de correos; fijó impuestos y tasas de Aduana; construyó
obras de defensa y desagüe sobre el río Primero;
En el ámbito nacional en
destacada participación cultivó la amistad y el afecto de San Martín y
de Güemes, a los que apoyó con hombres, armas, caballada y dinero.
Incluso, trató de interceder ante Buenos Aires para que le procuren al
Libertador apoyo económico para su magna empresa. Pero su empeño
naufragó ante el pérfido Rivadavia, dueño de la situación porteña.
Bustos fue un acendrado defensor del federalismo y de la religión
católica: su reconciliación con Estanislao López fue muy productiva,
cuando éste pacifica la relación con Buenos Aires mediante el Pacto de
Benegas, Bustos ofreció la garantía política del acuerdo proponiendo
llamar a Congreso General Constituyente en nuestra provincia, cosa que
se suscribe.
Este plan naufraga por imperio de la mano negra de Rivadavia quien
posteriormente citará en Buenos Aires a firmar el Tratado del
Cuadrilátero con las provincias del Litoral, acción que devendrá en la
frustrada Constitución unitaria de 1826 que fue rechazada por todo el
Interior. Para colmo, el sector rivadaviano aprovechó la contingencia y
sancionó la ley presidencial, su "portaestandarte" volvía de Europa de
recibir las instrucciones de sus mandantes y lo entronizaron en el
sillón de Rivadavia, que desde ese momento será mal llamado "Primer
presidente".
El despropósito incoado por Rivadavia de firmar la paz a cualquier costo
con Brasil (para proteger el comercio de ultramar con Gran Bretaña)
luego que hubimos derrotado a los ejércitos imperiales en las gloriosas
batallas de Ituzaingó y Juncal, provocaron el motín unitario del 1º de
diciembre de 1828, cuyas funestas consecuencias fueron el inexplicable
fusilamiento de Dorrego y el avance de Paz sobre Córdoba, que el 22 de
abril de 1829 bate a Bustos en la batalla de San Roque, derrocando el
gobierno federal y entronizándose de facto en dicho cargo.
Bustos y el resto de sus hombres se sumaron a
las tropas de Quiroga y lo acompañaron en su derrota de La Tablada.
Según se dice, allí peleó con valentía y arrojo y recibió heridas que un
año después habrían de provocarle la muerte.
Facundo Quiroga acude a apoyar al gobernador depuesto, pero ambos son
derrotados por el eximio estratega militar que fue José María Paz, en
las batallas de La Tablada y en Oncativo.
Luego de las derrotas sufridas, y
con varias heridas, trata de alejarse camino a Santa Fe en busca de
refugio. Lo sorprendió la noche cerca del río Primero. Próximo al Molino
de las Huérfanas, lo avista y persigue una patrulla enemiga que le
intima la rendición, trató de resistirse pero su brazo herido no pudo
blandir su espada. Para colmo, era una zona en que la barranca del río
se alza a bastante altura, cortándose casi verticalmente. Pero ese
valeroso criollo no se entrega, vuelve grupas, le cubre a su caballo los
ojos con un poncho, clavó espuelas, lanzando el animal a la carrera, y
saltó desde el abrupto barranco hasta el lecho del río.
El animal terminó horriblemente fracturado por el golpe y Bustos también
sufrió graves consecuencias ante el impacto de su pecho contra la
cabeza del equino. A pesar de sus heridas, Bustos gana la orilla y se
refugia en una de las quintas de la costa donde atenuaron sus dolores.
Luego marchó a pie y hasta en carretilla hacia su destino final, Santa
Fe, adonde arribó el 10 de julio siendo recibido por López, su otrora
adversario, con el rango que Bustos merecía y dándole asilo como a toda
su familia, que llegó después, desterrada por el insensible Paz que los
persiguió y sumió en la pobreza confiscándoles todos sus bienes.
Poco después, el 18 de setiembre de 1830, muere a los 51 años de edad a
consecuencia de las considerables heridas sufridas. Sus restos fueron
inhumados en predios del convento de Santo Domingo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario