Rosas

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lunes, 26 de marzo de 2018

Prologo e introducción de "Los vendepatria"

Por Juan D. Perón
  Hace dos años, en un libro de combate, “La Fuerza es el Derecho de las Bestias”, predije lo que ocurriría en la. Argentina. Esas predicciones, desgraciadamente para el país, se han cumplido. Una dictadura de incapaces, manejada por políticos venales y sometida a mandatos extraños, ha hecho posible el desastre. El crimen y la persecución han dividido irreconciliablemente a nuestra comunidad que comienza a debatirse en la anarquía y el caos. En este libro, anhelo mostrar la verdadera naturaleza del pleito que se está decidiendo en nuestro país. Por consideración a los lectores, por la amplitud y la complejidad del problema he debido realizar, más que nada, una tarea de síntesis. Para documentar “el desastre económico” he utilizado las propias publicaciones de nuestros enemigos y los juicios de personas imparciales en forma de asegurar una insospechable ecuanimidad que mi condición de beligerante haría dudosa. El capítulo de “Vendepatrias y Cipayos” comprende el aspecto más complejo del drama argentino en sus relaciones con lo internacional.

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El adelanto técnico ha hecho desaparecer las distancias y, con las luchas enconadas que caracterizan estos tiempos, el mundo se está convirtiendo en un campo de batalla común donde se dirimen, todos los días, nuevas acciones de la guerra fría. La controversia del Capitalismo con el Comunismo se extiende por momentos, abarcando los más insospechados aspectos y dando a la lucha mundial un carácter de integralidad impresionante. Los intereses coloniales, de viejas y profundas raíces en la Argentina, liberada por el Justicialismo y recolonizada por la reacción, hacen concurrir influencias foráneas al pleito aparentemente interno de la Nación Argentina. La hipocresía, utilizada sin medida tanto en lo interno como en lo internacional, dispersa sobre los hechos la ·neblina de la simulación que, cubriéndolo todo, a menudo impide distinguir el panorama. Y o intento aquí conducir al lector por el laberinto de los convencionalismos y mostrarle lo poco que conozco de la verdad. Por eso, este libro está dirigido a la juventud que no conoce esa verdad y a los viejos que la conocemos demasiado. El hombre es el único animal que ha conseguido engañarse a sí mismo, pero también es el único que sabe elegir por sí el camino de la razón. N o creo en la eficacia de seguir cultivando la cizaña de la mentira, prefiero el fruto de la verdad que, aunque cueste, vale mucho más. En este libro no ataco, critico. 
Quien no sea amante de la verdad es mejor que no lo lea.
A dos años de actuación de la dictadura militar que usurpó el poder, el balance de la situación argentina arroja un saldo dramático de crimen, miseria y dolor. Han desaparecido todas las garantías y se ha caído en tal estado de descomposición institucional, que todo hace pensar que el país marcha aceleradamente a la guerra civil. El orden económico ha sido destruido, por la especulación y el asalto de las bandas gobernantes, y la ruina comienza ya a presentarse con caracteres alarmantes. El fracaso político, la anarquía social y la resistencia popular, acentúan aún más las tintas de este cuadro lleno de amenazas.
Desmintiendo las falsedades que la dictadura propala por intermedio de las agencias que, como la United Press, sirven a sus intereses y pasiones, damos una idea sintética de esa realidad, en la que no sólo se ha destruido los valores económicos del país, sino que se ha fusilado sin juicio, se ha masacrado trabajadores y, mediante bandas de civiles armados se ha asesinado millares de ciudadanos, para someter al país y entregarlo, atado de pies y manos, a la explotación foránea.  Deseamos también mostrar a nuestro heroico Pueblo, en la defensa de una causa, mediante la resistencia que opone a la opresión y a la ignominia. La causa del Pueblo Argentino es la causa de todos los pueblos que luchan por su liberación en todas las latitudes de la tierra, cristalizada en la Doctrina Justicialista, cuyas banderas de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Nacional, superando los más cruentos sacrificios, se mantienen triunfantes en el Pueblo que enfrenta a las fuerzas pretorianas de la usurpación y la entrega, que, como en todas partes, fusilan y masacran al Pueblo sin piedad y sin razón.
La causa del Pueblo Argentino es la misma causa por la que combaten los heroicos pueblos árabes del Medio Oriente o de Chipre y por la que combatirán un día no muy lejano, todas las colonias que aún gimen bajo la férula de los déspotas que se disfrazan con el manto de una democracia falaz y explotadora. Esa lucha sólo ha comenzado y estamos persuadidos de que se ha de decidir a favor del Pueblo, como lo será en todas partes donde en la actualidad se combate por la liberación de los oprimidos, contra la colonización anacrónica de un imperialismo en liquidación. Hace dos años, al salir del país, predijimos cuanto está ocurriendo. El desastre de la economía privada, la caída de la economía popular y el desbarajuste de la economía estatal, representan la obra deliberadamente provocada por la dictadura que, obedeciendo al mandato foráneo, ha tratado de desorganizar el país para ponerlo inerme en las manos de los consorcios británicos que financiaron, dirigieron y condujeron toda la acción revolucionaria en la Argentina. La consecuencia ha sido el desequilibrio social y político que está llevando a la Nación al caos y a la anarquía, producto de pretender suprimir la justicia social, destruir la independencia económica, someter a la mayoría por decreto para imponer a una minoría impopular facciosa que, en representación de sus amos, se preste a la recolonización de su propia Patria.
Desgraciadamente para la dictadura, la historia sólo marcha hacia adelante. Su intento de retrotraer al país al año 1943, como era de imaginar, les ha resultado fatal. La consecuencia de semejante desatino ha sido una crisis de desequilibrio que no. tiene precedente ni remedio, porque cuando se llega a este punto, la fuerza y la violencia resultan inoperantes e impotentes para resolver nada, desde que los problemas 110 se pueden ya resolver con cárceles, masacres y fusilamientos. Por el carácter colonialista del levantamiento naval, el problema de la República Argentina ha dejado de ser un simple pleito político para transformarse en un movimiento de liberación nacional contra las fuerzas de ocupación de un colonialismo que hace más de un siglo puja por sentar sus reales en el Río de la Plata. Esta es la circunstancia que explica la actitud contumaz de los dos sinvergüenzas que encabezan el elenco de la usurpación que a pesar de su fracaso político, del desastre económico que han provocado, de la anarquía social en que han sumido al país y del repudio unánime del Pueblo, permanecen imperturbables y ajenos a todo en sus cargos de virreyes. Pero es también esta circunstancia la que justifica la férrea decisión popular de luchar por su independencia.  La marina y la parte de las otras fuerzas armadas, que se prestaron al motín contra el Gobierno Constitucional, comienzan a darse cuenta de que han sido las causantes del desastre de la Nación y de que serán las responsables de los largos años de miseria y dolor en que se sumirá al Pueblo. Los que en nombre de la “libertad” y la “democracia” han perseguido sin piedad a la ciudadanía, comienzan también a percatarse de que han sido un ciego instrumento de las más bajas pasiones y de los más sórdidos intereses de los grupos dominantes. Que ha fusilado patriotas y masacrado hermanos sólo para servir a esos bastardos intereses y pasiones.
Aramburu y Rojas, insensibles, ignorantes e incapaces, son los culpables de todos los males que han desencadenado y los autores directos de tanto crimen, miseria y dolores inútiles. Sus sucesivos fracasos comienzan a imponerles una retirada y así, la dictadura militar que azota al país, busca desesperadamente un escape político a través del fraude, como un intento de evitar la amenaza de la reacción del Pueblo integralmente insurreccionado. Por eso trata de cubrir su retirada mediante un “continuismo” que ensaye legalizar su inexplicable revolución, en la que no se ha dejado error, arbitrariedad ni crimen por cometer contra la Patria, el Pueblo y la ciudadanía. Las elecciones de Constituyentes han evidenciado de manera indudable el fraude y la concurrencia frondizista no ha hecho sino dar apariencias de legalidad a ese fraude y demostrar el perjuicio de concurrir a futuras elecciones de ese tipo.
Habíamos repudiado estas elecciones por la ilegitimidad de la derogación de la Constitución Justicialista, por la ilegalidad de la convocatoria, por la exclusión de varios millones de ciudadanos del Padrón Electoral, por las arbitrariedades, inhabilitaciones y prisiones de dirigentes y por las trabas de todo orden creadas a las fuerzas mayoritarias. Consumado este inaudito acto electoral se suma la evidencia del fraude en todas sus formas mediante las más burdas maniobras realizadas antes, durante y después de los comicios mismos: se violan todas las normas preelectorales, se perturban los comicios, se escamotean las cifras alterandose en todas formas los resultados, se ocultan los guarismos de los votos en blanco y se omite toda referencia a los votos anulados, observados e impugnados y, lo más escandaloso, resalta en las propias informaciones de la dictadura, en las que aparecen sobrando casi un millón de votos, sobre los 9.728.839 de inscriptos en el Registro Electoral de la República.  Frente a este cuadro ignominioso de falsedad y mala fe, ¿qué puede esperar la ciudadanía de las anunciadas elecciones de febrero? Si las fuerzas peronistas formaran partido o se agregaran a las que simulan la oposición, sólo habrían sumado el escarnio al error, porque la dictadura, mediante la trampa electoral, aparecería como victoria e, inconscientemente, nosotros habríamos concurrido a la legalización de ese fraude. Concurrir a cualquier elección convocada por la dictadura, es complicarse en un acto ilegítimo en perjuicio del Pueblo, dando apariencias de legalidad a una elección fraudulenta.
La dictadura pretende arreglarlo todo con simulaciones y falsedades, sin percatarse de que la realidad económica, social y política, sólo .puede ser la verdad. Todas sus mentiras, ampliamente propaladas por sus agencias, sólo le servirán para escarnecerse más cada día porque “la mentira tiene las piernas cortas” y, cuando la realidad llega, la simulación se desvanece y sólo queda el deshonor de la infamia y el recuerdo del engaño.  En este libro queremos presentar precisamente el contraste de esas falsedades, a la luz de la realidad que es la verdad comprobada por los números y los hechos, que no pueden ser negados ni cambiados por la sofística dictatorial. Es allí donde haremos resaltar las falsedades anteriores, que nos posibiliten deducir y desmentir las falsedades presentes.  

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