En el año 1839, Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires, tuvo que enfrentar una serie de graves acontecimientos que pusieron en riesgo su, vida. Frente a sus propias narices se configuraba una conspiración nacida de un núcleo de jóvenes, hijos de distinguidas familias, entre ellos Carlos Tejedor, Jacinto Rodríguez Peña y el coronel Ramón Maza, jefe del Regimiento 3 de Caballería. El padre de este último no era otro que el Doctor Manuel Vicente Maza, presidente del Supremo Tribunal de Justicia y la Honorable Cámara de Representantes y, en especial, amigo personal del Restaurador.
Los jóvenes, en permanente comunicación con los unitarios exiliados en Montevideo: Juan Galo Lavalle y Valentín Alsina, creyeron contar con la adhesión de unitarios y federales, y principalmente del comandante Nicolás Granada y su regimiento. El plan consistía en asesinar a Juan Manuel de Rosas y lograr que el pueblo se subleve con el General Lavalle a la cabeza, quien debía desembarcar en los pagos de Ajó para unirse a Ramón Maza y sus partidarios.
Como ya era habitual, el "León de Riobamba", contaba con el apoyo de la escuadra francesa... y allí está Juan Galo en la embarcación... dubitativo, pasaba el tiempo y no impartía ninguna orden... hasta que, sorpresivamente, cambia de rumbo y desembarca en Entre Ríos...
En Buenos Aires, Ramón Maza ya no podía esperar más. La conspiración se había convertido en un secreto a viva voz. Rosas, enterado de cada detalle y de quienes eran los implicados, compadeciéndose de su amigo Vicente, le dio la oportunidad de escapar, pero éste no quiso abandonar a su hijo y terminó apuñalado en la Legislatura mientras pretendía firmar su renuncia. Ramón Maza pretendió llevar adelante su plan sin la ayuda de Lavalle y, como era de esperarse, fue detenido y ejecutado al día siguiente de la muerte de su padre.
Mientras tanto, en el sur de la provincia de Buenos Aires, se gestaba una rebelión conectada con los planes de Maza en la ciudad. La rebelión estallaría luego que el gobernador fuera asesinado y llegara el apoyo de Lavalle.
El mayor problema del gobierno de Juan Manuel de Rosas en esos tiempos era el económico. El bloqueo francés al Río de la Plata llevaba ya un año y había provocado el cierre de las exportaciones, la caída del comercio y una notable disminución de los ingresos. Era necesario recaudar fondos y el Restaurador decidió terminar con los abusos de los estancieros que, amparados en la ley de enfiteusis rivadaviana del año 1826, usufructuaban las tierras sin pagar los cánones correspondientes. Su orden fue clara: o pagan lo adeudado o las tierras públicas se ponen en venta.
Como era de esperarse, la medida causó un gran descontento en el campo. Los estancieros esperaban la noticia de la muerte del gobernador y del desembarco de Lavalle, pero, ante el fracaso de la conspiración, los hechos se precipitaron y en la plaza de la ciudad de Dolores, el comandante Manuel Rico arengó a la gente a luchar contra el tirano que quería arrebatarles sus tierras; lo que se conoció como "El Grito de Dolores". Ambrosio Cramer, un oficial francés que había peleado en el ejército napoleónico logró el levantamiento de los gauchos de Chascomús mediante engaños, haciéndoles creer que Rosas había sido asesinado por las mismas tropas que avanzaban hacia ellos y que era necesario vengarlo.
Nicolás Granada, comandante de las Divisiones del Sur, al enterarse de la conspiración, informó a Prudencio Rosas y a Vicente González "El carancho del monte" y avanzaron sobre Chascomús.
Allí, a orillas de la laguna, se produjo el encuentro de ambas fuerzas. Aquello nisiquiera llegó a ser un combate, ya que los gauchos, al ver que quien avanzaba hacia ellos era el mismísimo Prudencio Rosas, se dieron cuenta que habían sido engañados y se dispersaron negándose a combatir, fieles al Restaurador.
La autoproclamada "Revolución de los Libres del Sur", que ni fue revolución ni luchaba por la libertad sino por intereses económicos de los propios ganaderos, fue rápidamente sofocada.
Cramer y Domingo Lastra cayeron muertos en la revuelta. El comandante Manuel Rico huyó en un barco que lo cruzó a la Banda Oriental. Gervasio "el cardo" Rosas sospechado de participar en la revuelta, fue arrestado y salvado de ser pasado a degüello por el expreso pedido de su madre Agustina López de Osornio, quien con su carácter implacable exigió clemencia para con su hijo y regañó a Juan Manuel quien, siendo el hombre más poderoso del momento, no dudó en postrarse de rodillas frente a su madre para implorar su perdón.
Rosas no tomó represalias contra gauchos ni indios, sabiendo que habían actuado bajo engaño y al darse cuenta del mismo habían mantenido su lealtad.
En cambio, castigó fuertemente a Pedro Castelli, hijo de Juan José Castelli, vocal de la Primera Junta de Gobierno, quien había sido puesto al frente por Rico como principal líder de la rebelión. Escondido en una estancia, fue descubierto y degollado.
Claudia Alejandra Heredia
Bibliografía:
-Bajarlía, J.J. (1983). Sables, historias y crímenes. Bruguera.
-Rosa, J.M. (2016). Rosas Nuestro Contemporáneo. Ediciones Instituto Superior Dr. Arturo Jauretche.
-EnlacesInfobae."El trágico fin de Pedro Castelli"