Por Claudia Alejandra Heredia.
Y un día me decidí. Ya conocía algunas de
sus obras pero no había tomado conciencia de su magnitud e impronta. Como a la
mayoría de los pobladores del sudoeste de la provincia de Buenos Aires les
sucedió, la cotidianeidad de su presencia ante mis ojos las convirtió en casi
invisibles.
Enormes estructuras de alto impacto urbano
emergiendo en la horizontalidad de la llanura, en zonas rurales o pueblos
diminutos, apenas un poco más grandes que en tiempos de su fundación, no más de
50 años antes, cuando formaban la línea de frontera con los indios.
Así que armé mi bolsito y me dirigí a la
Ciudad de Azul, a cumplir un sueño: ver con mis propios ojos una de las
esculturas más imponentes... el llamado “ÁNGEL EXTERMINADOR” del
olvidado arquitecto de las pampas.
Francisco Salamone (1897-1959) nació en
Leonforte, Sicilia. A los 6 años sus padres decidieron emigrar a América del
Sur. Francisco es el típico hijo de inmigrantes europeos que llegaron
pobrísimos pero que dieron al país hijos profesionales. Estudió en el Colegio
Otto Krause egresando como Maestro Mayor de Obras y en 1917 viajó a Córdoba
para seguir sus estudios en la universidad. A los 25 años ya tenía dos títulos:
Ingeniero Arquitecto e Ingeniero Civil. Fue admitido en la Sociedad Central de
Arquitectos pero se desvinculó por ser sus proyectos rechazados y criticados
En 1928 se casó con Adolfina Croft Finita,
hija del cónsul inglés en le Ciudad de Bahía Blanca. Se instalaron en Córdoba
donde Francisco desarrolló sus primeras armas en la proyección y construcción
del trazado de la plaza y el matadero de Villa María y la municipalidad de Las
Varillas.
En 1935 regresan a Buenos Aires y allí comienza
su historia. En plena Presidencia del General Agustín P. Justo su período de
trabajo corresponde al gobierno de Manuel Fresco en la provincia de Buenos
Aires, conservador del Partido Democrático Nacional, su Ministro de obras
públicas fue el ingeniero José Manuel
Bustillo, hermano del arquitecto Alejandro Bustillo.
Por aquella época circulaba un dicho: NO SE MUEVE UN LADRILLO SIN QUE LO HAGA
BUSTILLO.
Manuel Fresco lanzó un plan de obras
municipales para cambiar la fisonomía de los pueblos bonaerenses y Francisco
Salamone ganó los concursos para llevar adelante las construcciones.
Agregando al dicho: LO QUE FRESCO DISPONE
LO CONSTRUYE SALAMONE.
Setentas obras en menos de cuatro años
(1936-1940) en más de treinta localidades, todas proyectadas, diseñadas y
dirigidas por él mismo en sitios olvidados de la pampa húmeda: Balcarce, Rauch,
Laprida, Coronel Pringles, Guaminí, Alberti, Tornquist, Alem, Adolfo Alsina,
Pellegrini, Azul, Gonzales Chaves, Chascomús, Salliqueló y mas...
Su método consistía en llegar al sitio donde
debía realizarse la construcción y sentado allí, con carbonilla y papel
dibujaba y diseñaba varios bosquejos hasta elegir el definitivo que luego
entregaba a los escultores para que plasmaran la idea. Supervisaba todas sus
obras trasladándose en una avioneta que él mismo piloteaba.
Con su nueva técnica de la Piedra Líquida u
Hormigón Armado quebró la línea horizontal de la llanura y se convirtió en el
arquitecto oficial de Manuel Fresco. Ésta asociación provocaría que se lo
tildara de fascista, especialmente entre quienes criticaban su estilo y veían
en sus obras una simbología del régimen.
Existe una evidente relación
ideológico-arquitectónica en el paisaje plano y monótono de la llanura
bonaerense del cual emergen estructuras monumentales que ponen de manifiesto la
supremacía de un Estado gigantesco y poderoso elevándose por encima de las
instituciones religiosas. Con su estilo art déco Salamone construye en los
municipios altas torres espigadas más altas que las de las iglesias, que elevan
relojes hacia el cielo en edificios municipales en pueblos diminutos y
olvidados.
CIUDAD DE AZUL
Pero volviendo a mi viaje, llegué a Azul,
ciudad de la línea de frontera fundada por Juan Manuel de Rosas allá por el año
1832, y ya instalada salí rumbo a mi principal objetivo: el cementerio.
Todos los genios tienen sus excentricidades, y
en el caso de Salamone anticipaba sus obras con un planeamiento obsesivo del
paisaje. Siempre los naranjos estratégicamente plantados conducen a sus
obras. En la ciudad de Azul si uno sigue
el camino de los naranjos a lo largo de la calle Necochea llegará fácilmente a
destino. Ver una foto o un video no es suficiente para anticipar el impacto
emocional que provoca a la vista el dar la vuelta a la esquina y toparse
abruptamente con una estructura en hormigón de 43 metros de simétrica fachada y
22 metros de altura que abraza toda la esquina. Nada ha sido librado al
azar...Al diseñar el nuevo portal del cementerio, Salamone instala el conjunto
arquitectónico en la ochava, para crear una mayor imponencia.
Parado en el centro de la escena el Ángel
Exterminador o Ángel de la Muerte con sus enormes alas y las manos cruzadas
sobre la empuñadura de una espada. Su rostro tiene el ceño fruncido y según la
posición del sol, las líneas cubistas, facetadas, parecen moverse, cambiar de
posición. En realidad la escultura refiere al Arcángel San Miguel, quien, según
la tradición católica, defiende con su espada a las almas del demonio y las
recibe en el juicio final . Nada de oscuro ni tenebroso hay en ello, aunque
según cuentan los pocos pobladores que quedan vivos desde el momento de la
inauguración y emplazamiento del ángel, la gente comenzó a enterrar a sus
muertos en los pueblos vecinos por temor a la creencia de que el ángel se
llevaría a todos los que entrasen a visitar a sus difuntos.
Completan la estructura externa unas enormes
letras RIP (REQUIESCAT IN PACE) y llamaradas zigzagueantes en los extremos,
internamente también llama la atención la imponencia y sencillez de una cruz
gigante de cemento.
Por una ley del año 1929 los trabajos públicos
debían ser encargados y financiados directamente por los municipios, no por el
gobierno de la provincia. En Azul, como también sucedió en Carhué, la obra fue
fuertemente resistida por el concejo deliberante y generó tal deuda que el
ingenio popular creó la idea de que esas monumentales letras RIP en realidad
significaban “Resulta Imposible Pagar”.
Uno de los Cristos del escultor Chierico en la
capilla del cementerio y el detalle de su pie.
El Portal del cementerio fue realmente
impactante, pero no fue solo ello lo que me atrajo a la ciudad de Azul, en
segundo lugar mi interés estaba puesto en conocer la Plaza San Martín,
utilizando distintas variantes dentro del art déco, rara vez el siciliano va a
repetir un mismo diseño en las diferentes plazas donde dejó su inconfundible
sello.
En la plaza principal de Azul, todo converge
en torno a la estatua ecuestre del Libertador Don José de San Martín, ubicada
sobre un basamento de hormigón, en medio de una fuente que en algún momento
tuvo varias cascadas que daban un efecto de movimiento. Y si hablamos de
movimiento, es una sensación extraña
pararse por primera vez sobre las baldosas romboidales blancas, grises y
negras, los que lo hacen por primera vez experimentan una sensación de mareo y
ni hablar si se animan a dar unas vueltas trotando... el piso parece moverse en
un oleaje que fluye desde la estatua de San Martín hacia el exterior … en contraposición
con los diferentes diseños de bancos que convergen hacia el interior,
comenzando por los más trabajados a los más sencillos. En ésta plaza
encontramos tres tipos de bancos, varias combinaciones de luminarias y cuatro
macetones enormes. Todo en un marcado contraste con la Catedral Gótica Nuestra
Señora del Rosario situada en la vereda de enfrente.
Caminando por la bella costanera “Cacique
Cipriano Catriel” y siguiendo el curso de arroyo llegamos al Parque Municipal
Domingo Faustino Sarmiento diseñado por el paisajista francés Carlos Thays. Con
más de 22 hectáreas y 250 especies de árboles distribuidos entre pérgolas,
puentes y senderos zigzagueantes, atravesado por el arroyo Azul, es el pulmón
verde de la ciudad y lo que nos detiene aquí es su portal de ingreso, simple
pero imponente consta de tres agujas de más de 30 metros de altura pero de
diferente diseño entre sí.
En líneas generales la trilogía básica de la
obra de Salamone es Municipio-Cementerio- Matadero.
CIUDADES DE LAPRIDA Y SALDUNGARAY
Si bien muchas fueron las fachadas de
cementerios, tres son las más importantes: en la ciudad de Azul, en Laprida y
en la diminuta ciudad de Saldungaray.
En Laprida encontramos la máxima expresión del
urbanismo salamónico. Tres kilómetros de ruta en medio de una frondosa galería
de árboles que conduce al centro. Allí la municipalidad y la plaza principal y
la misma galería continúa hasta el cementerio. Una estructura hueca en forma de
cruz de 30 metros de altura que soporta un Jesucristo cubista, facetado, podría
pensarse demasiado para un camposanto tan reducido.
Nada quedó librado al azar. La diagonal
flanqueada por árboles va en dirección este-oeste al cementerio, de modo que,
al comenzar la primavera, el sol salía por detrás. Además tenía unos
reflectores con luces azules que se encendían al anochecer acentuando la
imponencia del Cristo en la cruz.
Seguimos en la ciudad de Laprida. En la plaza
principal encontramos el mismo entramado zigzagueante de Azul y en su centro,
una fuente-macetero con una extrañísima forma de “nave espacial” pero que es el
mástil de la bandera del pueblo.
En la vereda de enfrente, el edificio
municipal parece tener forma de avión estrellado... o es la imaginación de los
pobladores que vieron plasmada en aquella construcción el accidente sufrido por
el arquitecto en las inmediaciones del sitio mientras piloteaba su avioneta,
afortunadamente sin graves consecuencias.
La “locura de Saldungaray” completa sus tres
portales de cementerios más impactantes. La cabeza inerte de un Cristo en medio
de un disco de 18 metros de diámetro, simbolizando según dicen algunos “la
rueda de la vida” o dándole una simbología más personal según otros que ven
plasmada allí la imagen de la ruleta, uno de los vicios que condujeron al
arquitecto a su fin. Detrás de la cabeza pendiente y su cruz, cristales
azulados acompañan una serie de rayos en ésta increíble estructura emergiendo
en el paisaje rural.
CEMENTERIO DE BALCARCE.
CIUDAD DE TORNQUIST
La ciudad de Tornquist es un cobijo de
colonias alemanas y de ésta ciudad es el único registro en video que disponemos
sobre la inauguración del edificio municipal en el año 1938. Se celebró un
desfile que congregó a las autoridades municipales y pobladores de las regiones
aledañas. Luego del desfile el cura párroco manifestó su disconformidad porque
el nuevo edificio municipal era más alto que el de la iglesia con cruz y todo.
Esta es una muestra del rechazo a la obra de Salamone y su posterior
modificación del entorno, plantándose árboles que hoy en día impiden ver en
conjunto el diseño de la plaza y sus edificios linderos. El resultado es un
parque con glorietas, pérgolas, fuentes y lagos artificiales con patos
anteponiéndose al Palacio Municipal.
CIUDADES DE CARHUÉ Y VILLA LAGO EPECUÉN
En Carhué el edificio de la Municipalidad es
el más alto de todos los edificios de Salamone, mide 36 metros de altura y
estaba proyectado que midiera 10 metros más pero no llegó a concretarse por
razones de presupuesto. Posee en su base una fuente con agua.
En ésta ciudad encontramos otro ejemplo de la
resistencia a sus obras. Los concejales tuvieron que ser obligados por la
fuerza pública para dar quorum en las sesiones para la aprobación del proyecto.
Carhué y Villa Lago Epecuén son los pueblos de
mi infancia... sin saberlo me senté en bancos bajo glorietas, diseñados por
Salamone. Fui testigo del Cristo de Chierico sumergido hasta el pecho, marcando
el límite de la inundación y protegiendo a la ciudad de Carhué de no ser
devastada y destruída por las aguas como sí lo fue Epecuén en el año 1985.
El escultor Santiago Chierico creó un diseño
de Cristo cubista pequeño como boceto para crear el Cristo monumental que
precede al cementerio de Laprida. Los famosos “cristos” que Salamone obsequiaba
a cada ciudad donde dejaba su obra y que también eran una manera de dejar su
sello en cada lugar.
El de Carhué fue emplazado en la bifurcación
de dos caminos: el que conducía al cementerio y el que llegaba a Villa Lago Epecuén,
ciudad turística, famosa por las propiedades curativas del barro y la salinidad
de sus aguas. Situada al márgen de la laguna homónima, perteneciente al sistema
de encadenadas, en el año 1985 se produjo el desborde del terraplén que
contenía el caudal de agua, dejando sumergida a la ciudad durante 20 años.
Cuentan los lugareños que el agua sólo llegó hasta el pecho del Cristo y desde
entonces comenzó a ser venerado como el protector de la zona. Poco a poco las
aguas comenzaron a descender pero toda la región se perdió. El Cristo muestra
los estragos sufridos... hoy en día Epecuén es un pueblo fantasma detenido en
el tiempo y visitado como atracción turística.
LOS MATADEROS
Un capítulo aparte es el de los mataderos.
Fueron puestos de trabajo en las ciudades y un avance en las condiciones
higiénicas de la época ya que anteriormente el faenado se realizaba a cielo
abierto. Con la aparición de los mataderos, los carniceros llegaban allí a
comprar las reses que iban a vender en el día. La infraestructura contaba con
rieles transportadores hacia el área de faenado y el depósito en cámaras
frigoríficas hasta el momento de su traslado.
Los primeros mataderos obra de Salamone son el
de Epecuén, que resistió a estar sumergido 20 años en aguas salinizadas, los de
Azul, Laprida y Guaminí (éste último según dicen tiene forma de barco). Todos
ellos con el sello distintivo de delgadas láminas semejando cuchillas altísimas
que presagiaban su función.
Epecuén
Azul
Laprida
Guaminí
CIUDADES DE BALCARCE, GUAMINÍ,
CHASCOMÚS, PILAR Y EL RECHAZO A LA OBRA DE SALAMONE
La ciudad de Balcarce es el punto de partida
de las obras de Salamone y un claro ejemplo de la resistencia y el rechazo de
los habitantes y las autoridades del lugar.
En la plaza principal se erigió una confitería
que también funcionaba como escuela de arte. Fue tan criticada y menospreciada
comparándola con una “torta de cumpleaños” cuando en realidad simbolizaba a la
rosa de los vientos y marcaba los cuatro puntos cardinales. Años después de su
inauguración, los vecinos la destruyen por completo.
Balcarce antes y después de la confitería.
Lo mismo sucedió con el edificio que fue
pensado para sede del Palacio Municipal y que, quedando inconclusa su
construcción se convirtió en sede de una escuela llamándosela “el submarino” en
alusión a la extraña forma resultante al privársele de la torre con la que
originalmente había sido proyectada.
La tardía Municipalidad de Chascomús también
fue también peyorativamente comparada con una “torta de cumpleaños” con velas y
todo. Los vecinos la aceptan, pero no mucho... Es un diseño atípico porque
Salamone impone su impronta art déco en un escenario donde debe respetarse el
estilo neo colonial del casco histórico de la ciudad.
También en Guaminí, la construcción futurista
de la plaza fue devaluada y criticada en los años 1939 y 1940 y la gente,
disgustada, dejó de frecuentarla por muchos años.
El pórtico del cementerio de Pilar con su
imponente cruz que descendía para convertirse en puerta fue mutilado y demolido
a fines de los 50.
Si algo hay por destacar es su compromiso con
todo lo referente a los edificios, no solo a su exterior, sino que también al
diseño de interiores en una coherencia estética casi obsesiva, ocupándose del
mobiliario por completo, los cerrajes, las lámparas y la utilización de los
espacios.
SUS ULTIMOS AÑOS
Por razones políticas en el año 1940 se
interrumpe el proyecto urbanístico de Manuel Fresco y Salamone deja de
construir. Quedan descartados sus proyectos en Tres Arroyos y Lobería. Y es en
éste, su período final, que construye el edificio municipal de Chascomús.
Luego de un juicio por una acusación casi
ingenua por problemas en una pavimentación en la ciudad de Tucumán en la que él
había firmado como director técnico, se exilió en Montevideo y solo regresó en
1945. La familia se instaló en la calle Uruguay 1231, donde Francisco montó una
oficina de SAFRRA (ya no se presentaría como Francisco Salamone Ingeniero
Arquitecto) y se autofinanció para levantar algunos pocos edificios en la
capital, completamente alejados de su característico estilo, como el edificio
de la calle Alvear 1917 en Capital Federal.
Y en ésta época tanbién se dedica a sus
conocidas arquicaricaturas de estilo expresionista y cubista
El ingenioso arquitecto, gran transgresor,
impugnador de lo tradicional, estaba influenciado por el art déco, el
funcionalismo, el futurismo italiano, el constructivismo ruso y el
expresionismo alemán.
También encontramos inspiraciones del mundo
del cine, en sintonía con las letras de películas como Metrópolis o el emblema
de la 20th, Century Fox.
Sus obras fueron ignoradas, modificadas,
destruídas hasta el año 2002 en que la sanción de una ley provincial declaró
Patrimonio Cultural toda la obra de Salamone para evitar mas modificaciones. Se
lo considera el arquitecto invisible, negado por la historia... no hay registro
alguno de sus inauguraciones ni existen documentos.
Su estudio fue demolido y su archivo se perdió
para siempre, luego de su muerte en el año 1959. Tuvo 4 hijos y aunque los que
viven le profesan admiración, nunca, jamás, se acercaron a ver su obra.
Nadie sale
indiferente frente al primer impacto con la obra de Salamone. Es lo que impulsa
a muchos extranjeros a recorrer la llamada “Ruta Salamónica” que parte de Azul
y recorre cada poblado, ante la mirada sorprendida de los vecinos que, ya
habituados a contemplarlas, recién en los noventa comenzaron a comprender el
importante patrimonio arquitectónico que representan.
ÉSTE ES MI HUMILDE HOMENAJE A FRANCISCO SALAMONE,
EL
ARQUITECTO MÁS PROLÍFICO, CREATIVO,
NEGADO Y CRITICADO QUE TUVO LA REPÚBLICA
ARGENTINA.