Por Ignacio Cloppet El golpe militar del 24 de marzo de 1976, es junto a la rendición en Puerto Argentino (14 de junio de 1982), una de las fechas más infames de nuestra historia. Ambos hechos van de la mano, pues tienen la misma matriz ideológica de la antipatria, de la traición al pueblo y del sometimiento al imperio británico. Son tal vez las peores derrotas que sufrió la Argentina y que aún hoy, después de tantos años, permanece subyugada a su dominio. Por eso estamos donde estamos, seguimos atados a la frustración y a los flagelos provocados por el imperialismo, que retroalimentado con el progresismo desenfadado, viene socavando persistentemente el alma de la patria. La Argentina durante el siglo pasado sufrió el golpe del 6 de septiembre de 1930 encabezado por el general José F. Uriburu contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen. Luego el 16 de septiembre de 1955 sobrevino la revolución libertadora, un golpe cívico militar que derrocó nuevamente el orden constitucional con el objetivo de matar a Perón, que tuvo que exiliarse a la fuerza. Desde entonces, los militares se hicieron dueños y señores de los hilos de la política, manejando los sucesivos gobiernos civiles y militares, hasta su regreso definitivo en 1973.
Rosas
jueves, 14 de octubre de 2010
Isabel Perón, la primera víctima de la dictadura militar
Esos años de exilio, fueron para Perón muy duros, pues tuvo que enfrentar el trago amargo del destierro, sin recursos y viendo como la Argentina de desmoronaba cada año. También significaron tiempos muy difíciles para los militantes de la resistencia peronista que fueron fusilados, perseguidos, proscriptos y confiscados sus bienes.
La llegada de Perón a su tercera presidencia, fue demoledora en las urnas. El 23 de septiembre de 1973, la fórmula Perón–Perón ganó por el 62% de los votos. El pueblo y las urnas le habían dado la razón al exiliado general.
Es oportuno destacar, que el regreso de Perón a la Argentina fue para pacificarla. En ningún momento permitió darle cabida a la lucha armada, ni a la venganza contra sus enemigos. Su móvil político fue promover la unión nacional en aras del bien común. “La labor para lograr la paz interior –decía Perón en 1944– debe consistir en la anulación de los extremismos capitalistas y totalitarios, así sean de derecha y de izquierda, partiendo de la base del desarrollo de una acción política, económica y social adecuada por parte del Estado y de una educación de los individuos encaminada a elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital, especialmente, y reemplazar los sistemas de luchas por el de la colaboración”.
Perón asumió el 12 de octubre de 1973. Los casi ocho meses que gobernó, fueron muy movidos. Logró poner en marcha el país que venía sojuzgado por muchos años de frustraciones. El esfuerzo que realizó deterioró su salud, que empeoró rápidamente.
El lunes 1° de julio por la mañana, tomó la mano de su esposa Isabel, y mirándola con ternura le dijo: “ahora llega el momento de demostrar tu aprendizaje”. Con la muerte de Perón, Isabel se hizo cargo como presidente, la primera mujer en el mundo en llegar a ese sitio. La tarea que le tocó no fue nada fácil, pues los enemigos de Perón, estaban dentro y fuera del Movimiento.
La realidad es que el gobierno de Isabel tuvo muchos aciertos. Hubo un 8% de pobreza, apenas el 10% de informalidad laboral y 3% de desocupación. Se lograron construir miles de viviendas, se nacionalizaron las bocas de expendió, se sancionó la Ley de Contrato de Trabajo, celebró una reunión de gabinete en la Antártida Argentina para ratificar la decisión de hacer respetar la soberanía nacional sobre ese territorio ante la decisión del Reino Unido de suspender unilateralmente la negociación sobre las Islas Malvinas y de enviar la misión denominada “Lord Shackleton”, hechos por los cuales Isabel Perón exigió el retiro de la delegación diplomática británica.
Junto a esos logros tuvo que enfrentar los conflictos internos de los enfrentamientos armados, los atentados, y la acción de la guerrilla (Montoneros y ERP), quiénes sabían muy bien que no contaban con el apoyo popular para derrocar militarmente a Isabel Perón, que era su verdadero anhelo para instaurar la patria socialista.
La llegada de Videla como Comandante en Jefe del Ejército en agosto de 1975, que contaba con el apoyo de la Marina y la Aeronáutica, sumada a la colaboración de algunos peronistas traidores, más la connivencia de los grupos subversivos, fue el caldo de cultivo para que comenzaran a conspirar, preparar y organizar el golpe militar.El 24 de marzo de 1976 los militares volvieron a derrocar un gobierno Peronista. ¿Cuáles fueron las motivaciones para dar comienzo a la etapa más brutal que vivió la historia argentina?
El objetivo principal fue acabar y hacer desaparecer de la faz de la tierra al Peronismo. No hay ninguna duda que el odio hacia Perón y su doctrina era visceral. Por ese motivo, las acciones de terrorismo de estado se hicieron frecuentes, y las principales víctimas fueron los militantes, trabajadores y sindicalistas peronistas. Lo más gravoso es que los militares no solo se ocuparon de la desaparición física, sino que también se dedicaron al ensayo de la desaparición cultural del Peronismo. Como si esto fuera poco, el 24 de marzo de 1976 significó la pena de muerte a la economía argentina, que fue despojada de la palabra nacional. El capital extranjero se convirtió en el máximo corruptor de la Argentina. Precisamente acá no hay memoria, ni verdad ni justicia. Desde esa fatídica fecha con Martínez de Hoz hasta nuestros días, la riqueza que produce el trabajador con el sudor de su frente, termina en manos del extranjero. Cuando me refiero al capital extranjero como el máximo corruptor de la Argentina, ello se traduce en que padecemos: una economía extranjerizada, la destrucción de la industria nacional, la partidocracia demo-liberal, un sistema educativo vacío de contenidos nacionales (sin proyecto nacional, no hay programa educativo emancipador), un periodismo mercenario, cátedras universitarias al servicio del neocolonialismo, la cultura nacional inmersa en esa maquinaria de desargentinizar. Asimismo, al hombre argentino le vaciaron el corazón en nombre del consumismo vacuo, del hedonismo destructor, del individualismo infame y de valores ajenos a nuestra tradición humanista y cristiana. La familia que alguna vez fuera corazón de un proyecto comunitario y solidario, fue y sigue siendo atacada por todos los flancos, a costa del avance del primitivismo agropecuario cuya existencia demanda desesperanza y humillación espiritual.Sin independencia económica, la libertad política es una fantasía y la justicia social una quimera. Sin recuperar al hombre como interés medular de la política y a la comunidad organizada como espacio de realización compartida, seguiremos como hasta aquí estamos.
Una apostilla para tener en cuenta y recuperar la memoria, es que cuando Isabel Perón fue derrocada por el golpe militar, la deuda externa argentina era de 7.800 millones de dólares. En el año 1983 el Gobierno Militar le dejó al presidente Alfonsín una deuda de 45.000 millones de dólares, miles de desaparecidos, la industria nacional despedazada, gran inflación, la moneda devaluada, la censura como herramienta coercitiva, la derrota en Malvinas (que este año se cumplen 40 años), inseguridad e inestabilidad jurídica y un país desmembrado en lo social y cultural. A decir verdad, los peronistas deberían recordar el día 23 de marzo y no el 24. Pues ese 23 fue el último día de un gobierno peronista, pues el 24 la tercera esposa de Perón fue derrocada, humillada, encarcelada y perseguida. Hoy a 46 años del golpe militar, la figura de Isabel Perón merece ser restablecida, dándosele el lugar que le corresponde en la historia.
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