Rosas

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miércoles, 11 de mayo de 2011

24 de febrero de 1946: Primer triunfo peronista

por el Lic. Pablo A. Vázquez

“Salite de la esquina oligarca loco, tu madre no te quiere y Perón tampoco”

Cántico popular

“Las palabras hacen estragos cuando encuentran un nombre para lo que hasta entonces ha vivido innominado”

Jean – Paul Sartre

La revolución del 4 de junio de 1943, y en particular la figura de Juan Perón, dividieron a la comunidad política argentina. Este hecho se reflejó en la opinión pública y tuvo correspondencia en las publicaciones de la época, casi todas contrarias al golpe de Estado y al ascendiente joven coronel. Sean los de proyección nacional ligados al viejo patriciado como La Nación y La Prensa, como diarios más populares a saber Clarín, La Razón, El Mundo, Noticias Gráficas y Crítica; aquellos de alcance provincial, como La Gazeta (Tucumán), La Voz del Interior (Córdoba), El Día (La Plata - Provincia de Buenos Aires), Los Andes (Mendoza), El Intransigente (Salta) y La Capital (Rosario - Provincia de Santa Fe); como el diario El Pueblo (católico); y la prensa partidarias, por ejemplo, La Vanguardia (socialista), Orientación y La Hora (comunista)[1]; y en las revistas como La Linterna o Cascabel.

Producido el 17 de octubre toda esa superestructura cultural operó en contra de ese hecho histórico que afectó a la “gente decente” y “el pueblo pensante”, denigrando el accionar del pueblo trabajador, desde compararlo con el Fascismo y su “Marcha sobre Roma”, hasta endilgarle epítetos como “murga”, “negrada”, “grasas” y “descamisados”.

Fue vital para Perón contar con medios afines, ya que su proyecto fue apoyado solamente por el periódico La Época, de Eduardo Colom, de impronta yrigoyenista; el diario El Laborista, de extracción sindical; el diario Tribuna, bajo el signo nacionalista de Lautaro Durañona y Vedia; la revista La Descamisada; y algún medio nacionalista que se sumó a la campaña de 1946.

A eso se sumó la injerencia de la embajada de los EE. UU. Con la publicación del Libro Azul, que denunció las supuestas actividades nazis en Argentina e involucrando al coronel Perón. La respuesta fue el libro “Azul y Blanco”, denunciando las pretensiones imperialitas Yankees, una fuerte campaña electoral con el tren “El Descamisado”, por tierra y por los ríos del litoral. El plus de esa época fue la participación de su esposa Eva Duarte, siendo la primera mujer de un candidato en acompañarlo en su actividad proselitista. Hasta la propia Revista Life de los EE.UU informó sobre la campaña de Perón.

Pero a falta de prensa bueno fue la creatividad de Perón y el ingenio popular. Tomando las tradiciones culturales rurales y de los suburbios, unidos al legado sindicalista que amasó una masa crítica de pensamiento y emoción que fueron imbatibles. Cánticos, panfletos, actos callejeros, manifestaciones y murgas sirvieron para la ocasión. Muchachos coreando en barra: “Tambo – orín y Mosca”, para enfrentar a los candidatos de la Unión Democrática. Llevando aparatos mata mosquitos al grito “a Mosca le echamos Fly”. Desfilando en comparsas con imágenes de Perón y de trabajadores.[2] Las mujeres participan en mítines, marchas, se unen a los trabajadores y toman un incipiente protagonismo que al poco tiempo sería reafirmado por Perón y Evita al sancionar al ley 13.010 de voto femenino en 1947.

Escribió Daniel James: “Gran parte de ese espíritu de irreverencia y blasfemia, y de esa redistribución del espacio público, característicos del 17 de octubre y la campaña electoral siguiente, parecían construir una suerte de “antiteatro” basado en el ridículo y el insulto, contra la autoridad simbólica y las pretensiones de la elite argentina”.[3] Las descalificaciones se resignificaron como signos positivos para el primer peronismo. A falta de medios abundaron pintadas con frases y dibujos ingeniosos. La consigna Braden o Perón fue el caballito de batalla. El discurso oficial incorporó el lunfardo, el tango, lo campestre, la murga, el habla popular. La identificación Perón = Pueblo fue absoluta!

Afirmó Pierre Bourdieu que “las experiencias privadas pasan nada menos que por un cambio de estado cuando se reconocen a sí mismas en al objetividad pública de un discurso ya constituido, signo objetivo de su derecho a que se hable de ellas y a que se hable públicamente”.[4]

Con la unión del Partido Laborista, la UCR Junta Renovadora, El Partido Independiente, los Centros Coronel Perón, la Alianza Libertadora Nacionalista y el apoyo de los viejos forjistas y los sindicatos Perón ganó con el 56 % de los votos. Las elecciones del 24 de febrero de 1946, custodiadas por el Ejército, resultan inobjetables. Perón obtiene la victoria sumando 1.500.000 votos contra 1.200.000 de sus opositores.

Tras el triunfo electoral, el peronismo “procedió a implementar una serie de medidas tendientes a revertir la desfavorable relación de fuerzas en el ámbito periodístico. Para ello se siguieron dos caminos: por un lado, se adquirieron varios diarios a través de terceros; por el otro, se silenciaron aquellos medios opositores que se mantenían irreductibles. En el primer caso debe consignarse la compra de la editorial Haynes, de capital anglonorteamiericano, que publicaba el diario El Mundo y una serie de revistas de gran aceptación popular. Al frente de la empresa fue designado el mayor Carlos Aloé, futuro gobernador de la provincia de Buenos Aires. Paralelamente se conformó otra empresa, Democracia S.A, que pasó a editar los periódicos Democracia, El Laborista, Crítica y Noticias Gráficas. Hacia 1951 surge otra gran empresa periodística oficial, Alea S.A, también dirigida por Aloe, que absorbió a Haynes y Democracia S.A, a quienes se les sumaron La Razón, La Época, el Líder – que había aparecido en 1946 – y varios diarios del interior del país. (…). Respecto del segundo camino enunciado, diversas fueron las maneras de cercar y silenciar a la prensa opositora. La clausura fue una de ellas. Dicha medida recayó sobre le semanario Provincias Unidas (…), sobre La Vanguardia y sobre Tribuna Democrática (…) Pero sin lugar a dudas el hecho emblemático (…) fue la expropiación, por ley del Congreso Nacional (…) del diario La Prensa”.[5] En este marco fue de suma importancia el aporte que los diarios favorables al peronismo brindaron en la campaña electoral y en los primeros meses de gobierno[6].





[1] Ver PANELLA, Claudio y FONTICELLI, Marcelo, La prensa de izquierda y el peronismo (1943 - 1949), Socialistas y comunistas frente a Perón, La Plata, EDULP, 2007.

[2] Ver LUNA, Félix, El 45, Bs. As, Hyspamerica, 1984.

[3] JAMES, Daniel, Resistencia e integración, El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946 – 1976, Bs. As, Sudamericana, 1999, p. 50.

[4] Ver BOURDIEU, Pierre, Razones Prácticas, Sobre la teoría de la acción, Barcelona, Anagrama, 1999.

[5] PANELLA, Claudio y FONTICELLI, Marcelo, ob. cit, pps. 16 – 17. Sobre el caso específico de La Prensa ver PANELLA, Claudio, La Prensa y el Peronismo, Crítica, conflicto, expropiación, La Plata, EPC, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad de La Plata, 1999.

[6] Según los datos brindados por el propio Carlos Aloé a la Comisión Investigadora º 7, impulsada de facto por la Revolución Libertadora, las publicaciones favorables al peronismo fueron 224, las opositoras, 120, y las independientes 227, en Comisión Nacional de Investigaciones, Libro Negro de la Segunda Tiranía, Decreto ley nº 14.988/56, Bs. As, s/e, 1958, p. 101.

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