Por Jbismarck
El 02 de febrero de 1970, Perón
recordó la obra del destacado político Juan Manuel de Rosas mientras
estaba en su residencia de Puerta de Hierro en Madrid y contestaba la
carta que le había enviado el Dr. Manuel de Anchorena desde Buenos
Aires, informándole sobre la “Campaña Pro-Repatriación de los restos del
Brigadier Gral. Don Juan Manuel de Rosas”.
Reconocía Perón que “Don Juan Manuel,
no sólo ha tenido la gloria de su grandeza, sino que también ha merecido
el honor que le han rendido la infamia y la calumnia de los hombres
pequeños. La calumnia, la diatriba y el insulto, son siempre homenajes
que se rinden a un mérito, a una virtud o a un valor. Pocos han sido más
indecentemente calumniados, ello sería ya mérito suficiente como para
considerar sin más entre los grandes...”
“Desde niño ha repugnado a mi espíritu
cuanto se ha escrito sobre Rosas en las ‘historias fabricadas por los
escribas de la ignominia y el rencor’. Hace muchos años, en oportunidad
de realizar investigaciones históricas en el Archivo General de la
Nación, se me ocurrió echar una ojeada a los archivos documentales de la
época de la Santa Federación y me fue dado comprobar que la
documentación existente me era totalmente desconocida y yacía bajo una
capa de polvo que evidenciaba lo poco que había sido consultada hasta
entonces. Esa ‘historia’ había sido escrita ‘de oído’, como la música
barata, por ‘historiadores’ de ocasión y por encargo. Ha sido necesario
esperar la acción de los revisionistas históricos para conocer una
realidad oculta bajo la oscuridad nefasta de la mentira...”
“En la lucha por la liberación, el
Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, merece ser el arquetipo que
nos inspire y que nos guíe, porque a lo largo de más de un siglo y medio
de colonialismo vergonzante, ha sido uno de los pocos que supieron
defender honradamente la soberanía nacional en que se debe asentar la
decencia de una Patria y, no en vano San Martín, que había luchado por
esa misma liberación, desde el exilio, al que lo habían condenado los
enemigos de afuera y de adentro, le hizo allegar su espada y su encomio,
que era como arrimarle un poco de su gloria de soldado y de su alma de
ciudadano excepcional.”
Expresó luego su sentimiento “de argentino y de soldado”, haciendo llegar su “solidaridad y enhorabuena”.
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