Por Osvaldo Jara
María
Beatriz Terán de Weiss fue una de las mejores tenistas argentinas de
todos los tiempos. Sus convicciones políticas y su intento por
democratizar este deporte llevaron a que sea olvidada y silenciada.
Frecuentemente
se suele hablar de grandes deportistas que han escrito las páginas de
gloria de nuestro deporte argentino. Indudablemente, en la memoria
deportiva existe una enorme cantidad de mujeres y hombres con sobradas
aptitudes para integrarla. Sin embargo, no puede dejar de resultar
notable que éstos sean tratados como figuras descontextualizadas, sin
tiempo ni entorno social. Como si se tratase de sujetos ajenos a una
realidad que los rodea. Es precisamente uno de los mecanismos más
efectivos para borrarlos de la historia. María Beatriz Terán de Weiss
representa un claro ejemplo de los tantos personajes que fueron
olvidados adrede; se trata de una “maldita del deporte”.
El
golpe de estado de septiembre de 1955 inició un periodo en el que todas
las conquistas sociales y políticas adquiridas comenzaron a
experimentar un ligero retroceso. No se trataba solamente de la caída
del gobierno peronista. También se estaba truncando un proyecto que
avanzaba hacia un reconocimiento de las mayorías. El decreto 4161 dejaba
traslucir el pensamiento latente en ciertos sectores de la sociedad. A
través de esta resolución quedaba prohibida toda invocación al
peronismo, desde el nombramiento de sus principales referentes políticos
hasta sus escudos y marchas alusivas al movimiento. Se persiguió a
todos aquellos que formaban parte del campo popular y social. Los
asesinatos en los basurales de José León Suárez es una muestra de la
saña que pregonaba la “fusiladora” del 55`.
En
cuanto al deporte se inició un proceso en el cual el revanchismo y la
elitización del deporte fueron los factores predominantes de los tiempos
de dictadura. Esta política (anti) deportiva incluía la persecución a
deportistas que estaban identificados con las masas y el peronismo.
Una
vez derrocado el gobierno de Perón se intervinieron distintos
organismos deportivos con el objeto de controlar este ámbito. Una de las
medidas que se tomaron fue la suspensión y expulsión de atletas que
habían sido “adictos al régimen”. Desde el Comité Olímpico Argentino se
decidió no permitir la participación en las Olimpiadas de Melbourne
(1956) a atletas con amplias chances de conseguir medallas. En el
despacho de Isaac Rojas se creo la Comisión 49’, teniendo como misión
“investigar” y sancionar a los deportistas que tuvieron comportamientos
políticos “incorrectos”. Para dar cuenta del absoluto sentido de la
ignorancia basta con citar la absurda suspensión de todo el seleccionado
de básquet que se había consagrado campeón mundial en 1950. En su
momento, el presidente Perón les había otorgado licencias laborales para
el preparativo del certamen jugado en Buenos Aires. Pero a la tenista
María Beatriz Terán de Weiss se la puede considerar emblemática en
distintos sentidos. Era una de las deportistas más representativas del
la democratización del deporte.
Esta
rosarina había demostrado sus dotes tenísticas desde su juventud.
Cuando llegó a Buenos Aires no tardó en imponer su juego. Durante la
década del cuarenta logra liderar el ranking nacional en cinco
oportunidades (1941/45/46/47/48). Su trayectoria no se redujo sólo al
plano nacional. Fue una de las figuras de los Primeros Juegos Deportivos
Panamericanos de 1951 (realizado en nuestro país), ganando dos medallas
doradas. Es la única representante nacional en ganar el Plate de
Wimbledon (torneo en el competían quienes no llegaban a la final). De
los 1.100 certámenes que disputó logró 832 primeros puestos.
“Aquella maldita”
Sin
dudas, las convicciones políticas de Mary Terán se deben en buena parte
a la influencia de su esposo, Haroldo Weiss. Ambos contrajeron enlace
en 1943; si bien vivieron sus vidas intensamente la felicidad durará
sólo algunos años. Tras el deceso de Haroldo, producto de una penosa
enfermedad, cumplirá una interesante actividad política. En 1952 asume
el cargo de jefa de los Campos Deportivos Municipales. El objetivo que
la tenista se fijó desde este puesto fue el popularizar el deporte y
hacerlo alcanzable hacia todos los sectores. Entre las medidas que más
exacerbaron al ambiente tenístico de aquellos tiempos fue la apertura
del Lawn Tenis para los chicos provenientes de las capas más humildes.
La Fundación Eva Perón proveía de raquetas y todo lo necesario para la
práctica deportiva. Esto sería tomado por el ambiente como una afrenta
por considerarla como una actitud “ajena a la familia del tenis”. También
estaba bajo su supervisión el Ateneo Deportivo Eva Perón. El hecho de
haber impulsado un torneo con el nombre de quien fue la abanderada de
los humildes fue uno de sus mayores pecados. A pesar de que le
reprocharon su proceder al frente de su función pública las obras que
impulsó son innegables y muchas de ellas se encuentran aún levantadas.
Un ejemplo de ello puede ser la ampliación de Lawn Tennis, triplicando
su capacidad de espectadores. Pero esto ni siquiera fue motivo de
reconocimiento. Estas
actitudes la sumieron en una profunda tristeza. Nunca pudo comprender
por qué tanto ensañamiento. A pesar de haber sido una de las mejores
tenistas argentinas nunca se le rindió homenaje alguno. Los últimos años
de su vida estuvieron dedicados a cuidar a su madre, Goyita, y a
manejar su comercio de ropa deportiva. El
8 de diciembre de 1984, y producto de una depresión que la acompañó
durante sus últimos días, decidió arrojarse por el balcón de un
departamento de Mar del Plata para terminar con su vida. A excepción de
Enrique Morea ninguno de los integrantes del ambiente fue a despedir sus
restos. A su impecable ética y convicciones políticas se le sumó el
hecho de ser mujer. Alguna vez sostuvo que ella se adelantó a la vida
argentina veinte años. A Mary se le recuerda una frase que aún en la
actualidad tiene vigencia: “Si a Evita no le perdonaban ser mujer,
conmigo no iban a ser menos”
Evidentemente era mas atractiva que Gabriela Sabatini.
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