Da pena que en este momento Mitre tenga tan poca prensa en medios oficiales y escuelas. Por eso es conveniente hablar de él donde se pueda, porque encarna ideales necesarios para que la Argentina salga adelante. Su presidencia fue la de un hombre maduro, que no abandonaba su pasión intelectual. A lo largo de su existencia, mientras peleaba en los campos de batalla, regía los destinos de su provincia y del país, participaba en las luchas parlamentarias, se desempeñaba como diplomático y presidía uno de los grandes partidos políticos de su tiempo, echaba las bases de la historia científica en la Argentina, redactaba periódicos de cultura y de combate y daba vida a un órgano destinado a sobrevivirlo: LA NACION. Además, fundaba instituciones, inspiraba iniciativas y mantenía fluido contacto epistolar sobre los más variados temas con ilustres personajes del país y el extranjero”.
Los temas vinculados con la historia naval argentina y americana preocuparon a Mitre desde su juventud, cuando había sido testigo junto con sus hermanos, en la infancia, de la batalla de Carmen de Patagones, en que se produjo el ataque a esa ciudad por parte de la marina del Imperio del Brasil para combatir a los corsarios que respondían a las órdenes del almirante Brown en desproporcionada lucha contra la marina de aquel país. Mitre se convirtió en uno de los defensores de Montevideo sitiado por las fuerzas del general Manuel Oribe y comenzó a escribir el Diario de la juventud en que anotaba sus vivencias de combate y sus lecturas frente al enemigo. Durante su exilio en la Banda Oriental entrevistó a figuras que habían participado junto a San Martín en la formación de la escuadra libertadora al Perú, y conoció a los intelectuales y políticos “proscriptos” por el rosismo, como Esteban Echeverría y josé Mármol. Sus apuntes y los documentos que recogió sirvieron para trazar el perfil de figuras como Manuel Blanco Encalada, Thomas Cochrane e Hipólito Bouchard entre otros.
Después de Caseros, conoció en Buenos Aires al almirante Guillermo Brown. Lo visitó varias veces en su quinta de Barracas, escuchó los relatos de sus fantásticas aventuras por los mares del mundo, estimuló al viejo marino a que escribiera sus memorias sobre las luchas navales en que había intervenido y lo despidió en la hora de su muerte. A lo largo de su existencia, en medio de sus obligaciones cívicas y militares, e incluso durante la presidencia de la Nación, se ocupó de reunir memorias e instar a los actores sobrevivientes a que las redactaran, lo cual le permitió ampliar los testimonios documentales que poseía. Mitre entrevistó, al marino y político José Matías Zapiola, el doctor Victorio Anastasio Echavarría y la esposa de Bouchard, Norberta Merlo. “Mitre no era un historiador frío sino también un hombre de letras, dueño de una prosa sensacional”.
Militar, escritor, gobernante/larga serie de triunfos evoca/ Y por si ello no fuera bastante/ nos tradujo el poema del Dante/ y se puso de acuerdo con Roca”.
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