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jueves, 11 de abril de 2024

PERÓN, TENIENTE ROSISTA Y PRESIDENTE SANMARTINIANO. LA CONFIRMACIÓN DEL REVISIONISMO HISTÓRICO COMO MOVIMIENTO POPULAR, NACIONAL Y FEDERALISTA

Por Marcelo Gullo
El tres veces presidente constitucional de la República Argentina el General EJuan Domingo Perón fue, sin duda alguna, un profundo conocedor de la “verdadera” historia argentina y un gran admirador del Brigadier General Juan Manuel de Rosas. Sin embargo, muchos militantes del campo nacional y popular desconocen, hoy día, la admiración de Perón por la figura de Juan Manuel de Rosas y su decidida adscripción al revisionismo histórico. Tanto más grave es el desconocimiento de ese hecho por parte de ensayistas e historiadores que se ubican, desde hace poco, en el campo nacional y popular. Por otra parte, algunos historiadores “mitroliberales” o “mitromarxistas”, poco profundos creen que Juan Domingo Perón adhirió al revisionismo histórico luego de su derrocamiento, en septiembre de 1955, como reacción a la autodenominada “revolución libertadora” que definía al golpe de estado de septiembre de 1955 como un “Nuevo Caseros” y al gobierno del General Perón, como la “Segunda Tiranía” (Goebel, Michael, 2004: 251) Se impone, entonces, documentar la temprana adscripción del joven Perón, a la figura de Juan Manuel de Rosas, y al revisionismo histórico. Por otra parte, es preciso detallar las declaraciones y acciones que, para restablecer la verdadera Historia de la Argentina, realizó Juan Domingo Perón, en su dilatada carrera política. 
Importa precisar que este tema no reviste un carácter simplemente historiográfico, sino sustancialmente político, pues los más jóvenes y los no tan jóvenes, suelen ignorar que –como afirmaba Arturo Jauretche en Política nacional y revisionismo histórico- “sin el conocimiento de una historia auténtica no es posible el conocimiento del presente, y el desconocimiento del presente lleva implícita la imposibilidad de calcular el futuro, porque el hecho cotidiano es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será, que no por difuso es inaccesible e inaprensible”. (Jauretche, Arturo, 2006: 14) Sin duda alguna, “la verdad histórica es el antecedente de cualquier política que se defina como nacional.”(Jauretche, Arturo, 2006: 16)  EL JOVEN TENIENTE ROSISTA Habitualmente, el joven teniente Juan Domingo Perón, escribía afectuosamente hasta dos cartas mensuales a sus padres, manifestándoles, asiduamente, su estado de ánimo y alguna que otra apreciación personal de la situación política nacional e internacional. Así, el 26 de noviembre de 1918, el joven oficial de infantería, tomó unas hojas membretadas del Casino de Oficiales del Arsenal Esteban de Luca, en que revistaba y se dispuso a escribir a sus padres. Prolijamente estampada la letra de Juan Perón comenzó a fluir en perfecta horizontalidad con respecto a los márgenes. (Crespo, Jorge, 1998) En dicha carta, que constituye un documento histórico de trascendental importancia, el Teniente Perón escribió: “Mis queridos padres: Hoy he recibido carta y me alegra mucho que estén buenos y contentos con el triunfo de las ideas aliadas; pero debo hacer presente que no está bien eso de la lista negra, por cuanto es un atropello… No olvides papá que este espíritu de patriotismo que vos mismo supiste inculcarme, brama hoy un odio tremendo a Inglaterra que se reveló en 1806 y 1807 y con las tristemente argentinas Islas Malvinas,donde hasta hoy hay gobierno inglés; por eso fui contrario siempre a lo que fuera británico, y después del Brasil a nadie ni nada tengo tanta repulsión. Francia e Inglaterra siempre conspiraron contra nuestro comercio y nuestro adelanto y si no a los hechos: En 1845 llegó a Buenos Aires la abrumadora intervención anglo-francesa; se libró el combate de Obligado, que no es un episodio insignificante de la Historia Argentina, sino glorioso porque en él se luchó por la eterna argentinización del Río de la Plata por el cual luchaban Francia e Inglaterra por política brasilera encarnada en el diplomático Visconde de Abrantes. Rosas…, fue el más grande argentino de esos años y el mejor diplomático de su época, ¿ no demostró serlo cuando en medio de la guerra recibió a Mr. Hood…No demostró ser argentino y tener un carácter de hierro cuando después de haber fracasado diez plenipotenciarios ingleses consiguió más por su ingenio que por la fuerza de la República que en esa época constaba solo con 800.000 habitantes; todo cuanto quiso y pensó de la Gran Bretaña y Francia; porque fue gobernante experto y él siempre sintió gran odio por Inglaterra porque esta siempre conspiró contra nuestro Gran Río, ese grato recuerdo tenemos de Rosas que fue el único gobernante desde 1810 hasta 1915 que no cedió ante nadie ni a la Gran Bretaña y Francia juntas y como les contestó no admitía nada hasta que no saludasen al pabellón argentino con 21 cañonazos porque lo habían ofendido; al día siguiente, sin que nadie le requiriera a la Gran Bretaña, entraba a Los Pozos la corbeta Harpy y, enarbolando el pabellón argentino al tope de proa, hizo el saludo de 21 cañonazos. Rosas ante todo fue un patriota”. (Chávez, Fermín, 2001: 22) La carta, dirigida a su padre don Mario Perón residente en Malaspina, en la provincia de Chubut, no tiene desperdicio para un conocimiento profundo y serio del pensamiento del joven oficial que, a la sazón, tenía 23 años. La carta, escrita sin ningún tipo de intencionalidad política, expresa el sentimiento auténtico del joven Perón sobre la figura histórica de Juan Manuel de Rosas. Es evidente que Perón ya había descubierto la falsificación de la historia realizada por Mitre y su descendencia intelectual y que, el joven teniente, sentía una profunda admiración por la figura de Rosas. Por otra parte, como afirma Fermín Chávez, la “referencia a la intervención decisiva del vizconde de Abrantes indica que – Perón – no tocaba de oído”. (Chávez, Fermín, 2001: 23) Los documentos históricos, no dejan, así, lugar a ninguna duda sobre la adhesión del joven Juan Domingo Perón, al revisionismo histórico. El 8 de enero de 1970, desde su exilio madrileño, Perón le escribía a Manuel de Anchorena: “He recibido su amable carta del 24 de diciembre próximo pasado y le agradezco el envío de la publicacion sobre la campaña Pro-Repatriación de los restos del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas y para la solidificación de las bases de nuestra liberación nacional. Ambas cosas deben merecer la preocupación patriótica de los argentinos, porque para asegurar el destino de la Patria es tan importante defender su futuro como hacer justicia a su pasado. Don Juan Manuel, no solo ha tenido la gloria de su grandeza, sino que también ha merecido el honor que le han rendido la infamia y la calumnia de los hombres pequeños…Desde niño ha repugnado a mí espíritu cuanto se ha escrito sobre Rosas en las 'historias' fabricadas por escribas de la ignominia y el rencor. Hace muchos años, en oportunidad de realizar investigaciones históricas en el Archivo General de la Nación, se me ocurrió echar una ojeada a los archivos documentales de la época de la Santa Federación y me fue dado comprobar que la documentación existente era totalmente desconocida…Ha sido necesario esperar la acción de los revisionistas históricos para conocer una realidad oculta bajo la oscuridad nefasta de la mentira.” (Anchorena, Manuel, 1990: 32) 
LA ESTRATEGIA DEL PRESIDENTE PERÓN PARA REIVINDICAR A ROSAS Cuando el teniente Perón manifestó a su padre su admiración por Rosas, gobernaba la Argentina el presidente Hipólito Yrigoyen quien – como afirma Arturo Jauretche- mantenía su rosismo como un culto secreto que practicaba en su círculo íntimo de amigos, sin atreverse, jamás, a profesarlo públicamente.[1] Cuando Juan Domingo Perón fue, a partir de 1946, presidente de los argentinos, aparentemente tampoco emprendió la reivindicación histórica de Juan Manuel de Rosas. Cabe entonces realizar la siguiente pregunta: ¿No pudo, no supo o no quiso el presidente Perón asumir la defensa de Juan Manuel de Rosas al que había calificado, siendo joven, como “el más grande argentino de su época”? Para responder acertadamente a esta pregunta es preciso entender que Perón como político y estadista nunca fue un jugador de póker, sino de ajedrez. Es preciso comprender que, en esos años, reivindicar a Rosas, era equivalente a reivindicar, en nuestros días a un dictador genocida como Rafael Videla. Rosas no había sido ni un tirano ni un asesino – como lo presentaba la historia mitrista hegemónica en todos los niveles de la educación en argentina desde la escuela primaria a la Universidad- y Perón lo sabía perfectamente pero, dado que la mayoría de los argentinos habían sido educados en el antirosismo, llegó a la conclusión de que había que llegar a la reivindicación histórica de Rosas de forma indirecta. Todavía, en la década de 1940, Bernardino Rivadavia aparecía como la figura histórica más importante de la historia argentina. Fue entonces que Perón planificó que, el año 1950, debía ser el Año Sanmartiniano. Puesto San Martín como figura central de la Historia Argentina, el estudio de su accionar político y de su epistolario, conduciría, como una autopista, al triunfo del revisionismo histórico pues quedaría en evidencia la enemistad entre San Martin y Rivadavia y la admiración del Libertador por Juan Manuel de Rosas. Este fue el razonamiento de ese gran ajedrecista político que fue Juan Domingo Perón. Perón, llegó a la conclusión de que los argentinos, estudiando profundamente la vida de San Martín, descubrirían que, desde el inicio de su gobierno, Rivadavia se negó, por completo, a colaborar con los ejércitos que luchaban contra los realistas españoles. Que Rivadavia negó todo tipo de ayuda, tanto al ejército de Martín Miguel de Güemes, que daba batalla en Salta y Tarija, como al Ejército Libertador del Gral. José de San Martín, que combatía en el Perú. Que los dos delegados, enviados por San Martín, para solicitar ayuda financiera y apoyo logístico para culminar la Guerra de Independencia, obtuvieron como respuesta, por parte de Rivadavia y la Legislatura de la Provincia que, a Buenos Aires le convenía que no se fueran los realistas de Perú y que Buenos Aires debía replegarse sobre sí misma.[2] Por otra parte, Perón apostando al largo plazo, estaba seguro que los argentinos se harían una idea más acabada, tanto de las condiciones morales como de los resultados de la interesada administración de Bernardino Rivadavia, con sólo poder conocer algunos fragmentos – ocultados por la historia oficial – del intercambio epistolar entre dos héroes americanos del más elevado valor moral y patriótico, como lo fueron San Martín y O´Higgins, quienes, por lo demás, -comprobarían los argentinos educados en la historia oficial- fueron víctimas directas, tanto en lo personal como en la actividad política y militar, de la acción de Rivadavia. Perón estaba seguro de que ubicando a San Martín como figura central de la Historia Argentina sus conciudadanos llegarían, por fin, al conocimiento de documentos históricos sustanciales como la correspondencia epistolar entre San Martin y O'Higgins y entre San Martín y Rosas.  Dentro del marco de los festejos del bicentenario del nacimiento del Libertador General San Martín, el gobierno peronista procedió a rebautizar la calle Carlos María de Alvear, como avenida del Libertador. La estrategia que Perón eligió para reivindicar la memoria de Rosas fue, evidentemente una estrategia de largo plazo y, convencido como estaba de que para tales fines era mejor persuadir que imponer, durante sus dos primeros gobiernos, el presidente Perón, no repatrió los restos de Juan Manuel de Rosas, como muchos de sus seguidores – entre ellos John Williams Cooke – hubieran deseado pero, no es difícil imaginar que, si hubiera procedido a la repatriación la suerte del cadáver de Rosas no hubiera sido muy distinta que la que sufrió el cadáver de Evita, varias veces ultrajado y profanado.  Sin embargo, es preciso mencionar que fue durante la segunda presidencia de Perón que se llevó a cabo, el 5 de diciembre de 1953, el primer homenaje oficial a los héroes de la Vuelta de Obligado, por resolución del gobierno de la provincia de Buenos Aires, encabezado, en ese entonces, por el Mayor Carlos Aloé. Este homenaje se volvió a repetir el 20 de noviembre de 1954 y su orador principal fue el ministro de Educación bonaerense, el doctor Raymundo J. Salvat. En una entrevista que, en 1973, le realizara Tulio Jacovella, a Juan Domingo Perón, el periodista le preguntó el por qué durante sus dos primeros gobiernos había sido tan tibio el apoyo oficial al revisionismo histórico y le manifestó que muchos intelectuales marcaban que no había habido una política educativa claramente revisionista. Perón respondió entonces: “Tienen razón. Había que esperar que existiera una conciencia nacional bien difundida a todos los niveles. Estos hechos deben madurar, y para eso hace falta muchos años. Fíjese usted que teníamos que enfrentarnos con cien años de mentiras, y estas cosas no se pueden hacer por decreto. Teníamos maestros y profesores secundarios, y hasta universitarios, que habían sido formados – en realidad deformados inconscientementedurante muchas generaciones desde el primer grado de la escuela primaria. Además, estaban los medios masivos de información que respondían a esa óptica por razones obvias. Pero ahora es distinto: el pueblo pide, como un derecho más, la verdad histórica… ¡Hemos devuelto los trofeos de guerra del Testamento del Gral. San Martín, Imágenes del documento que el Libertador redactó en la escribanía de Francois Huillier el 23 de enero de 1844 acompañado por Mariano Balcarce. Paraguay, y no vamos a repatriar con la debida solemnidad los restos de Rosas, legatario del sable del Libertador!” (Perón, Juan Domingo, 2002: 385)

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