Rosas

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jueves, 30 de diciembre de 2010

Juan Bautista Cabral

Por Jorge Deniri
Sobre Juan Bautista Cabral, como ya puntualicé en mi nota anterior, todas mis pesquisas han venido a rematar, una vez más y como tantas veces sucede con la Historia de Corrientes, en las aseveraciones y documentos de nuestro historiador epónimo: Manuel Florencio Mantilla, quien tan temprano como el año 1905, se prestó a una requisitoria periodística biografiando al héroe de San Lorenzo.
Reseñando lo actuado, dijo que había nacido en la estancia de su tío abuelo Luis Cabral en Saladas, que era hijo “legítimo de criados”, que su apellido se originaba en la costumbre de la época de tomar el de los patrones y que lo llamaban “Bautista” a secas.  De interés para este escrito, considero agregar que se habría presentado voluntario “para servir a la Patria”, que lo hizo con permiso de su patrón y de sus padres, y que así se incorporó a los “granaderos montados”, como se llamaban entonces.  En aquellos comienzos del siglo XX, preocupaba sobre todo el sitio de enterramiento de Cabral, y a eso, Mantilla respondió que “…Fue enterrado en el “Campo Santo de San Lorenzo con los otros que murieron por la Patria…sin ninguna señal particular”, y por esa causa, “…Nadie (sabe) ahora, ni es posible saber, cuál es el lugar del humildísimo cementerio común de 1813 donde se hizo el entierro”. Esa es una incógnita que hoy no se mantiene como tal. Inclusive, últimamente, hasta hubo aspiraciones de identificar los restos de Cabral, someterlos a los manejos de la moderna antropología forense, y rematar trasladándolos a su localidad de origen.
También resumí la que considero “versión canónica” de los sucesos del combate de San Lorenzo asociados a Cabral, tal como Mantilla los presenta en notas al pie de su “Crónica”, donde agrega que su padre se llamaba “Francisco” y su madre “Carmen Robledo”. En lo demás, resalta el parte de San Martín destacando que Cabral, “…atravesado el cuerpo con dos heridas no se le oyeron otros ayes que los de ¡Viva la patria! muero contento por haber vencido al enemigo…”.
Por último, el historiador Arturo de Carranza, a lo ya expuesto agrega que “…en la ficha de Juan Bautista Cabral se le anota como padre a Francisco Cabral y como madre a Carmen Robledo que luego se reitera en el parte con las bajas del combate de San Lorenzo”.
Más adelante, Carranza afirma que “Carmen”, una “criada” de “don Eugenio Tomás Cabral de Alpoin…dio a luz un niño al que se bautizó con el nombre de Juan Bautista…y concibió a su hijo con el indio Francisco, peón de la familia”.
A diferencia de Mantilla, que no aclara la raza de los padres de Cabral, Carranza afirma que “…Eran indios guaraníes bautizados, que habían recibido el apellido de sus respectivos amos o patrones”.
Tanto Mantilla como Carranza, afirman que los padres de Cabral eran “criados”, en apariencia con el sentido de darlos como integrantes de la casa de familia de sus patrones desde muchos años antes. Asimismo coinciden en que se lo llamaba “Bautista” a secas, y así figura en la lista de reclutas correntinos. También lo citan al padre como “peón”, pero en ningún caso se dice que fueran esclavos. Por lo tanto, aunque sus afirmaciones lo den como hijo de “originarios”, estos autores no dan pie para sostener que Cabral era negro
¿De dónde arranca entonces la aseveración de que Cabral era un “zambo”, vale decir hijo de indio con negra?
En apariencia, el primero en explicitar esa especie, - sin compartirla, objetándola -, es el mismo Arturo de Carranza, que en el año 1995, en su nota titulada “Nuestro Cabral”, afirma que “…Otra versión que se ha difundido es que Juan Bautista Cabral era hijo natural de un hermano de don Luis Cabral habido en “la negra Carmen”. Tal afirmación se funda en una carta sin fecha que contiene varias falsedades...”.
Al año siguiente, en 1996, Antonio Emilio Castello publica una “Historia ilustrada de Corrientes” donde explicitando sus propias pesquisas afirma: “Y ahora nos referiremos a los presuntos padres de Juan B. Cabral, un asunto que hasta el día de hoy no pudo ser debidamente aclarado por falta de informes fidedignos”. Luego, Castello menciona a Carranza, pero sostiene que “El historiador y genealogista Arturo de Carranza ha buscado en los archivos correspondientes la fe de bautismo sin poderla hallar…”. Se detiene allí y no menciona el resto de la extensa publicación de Carranza, que analiza incluso las “varias falsedades” de ese escrito sin fecha ni lugar de origen. En cambio, centrándose en su propia investigación, escribe que “…el doctor Héctor Boó, en la ciudad de Corrientes, tuvo la gentileza de facilitarnos, y autorizarnos a publicar su transcripción, un documento de su archivo personal que es una especie de testamento hológrafo (sic), o disposición / hológrafa (sic) de don Luis Cabral – hijo de don Eugenio Cabral de Melo – Robledo y de doña María Teresa de Soto Robledo – a nombre de su esposa doña Tomasa de Casajús. No tenía fecha y decía lo siguiente:
“”Después de mi muerte
“Señora Tomasa de Casajús
“Amada esposa mía
“¨Por la dignidad de la familia Cabral y por el respeto de la tuya, guardarás el secreto que te voy a decir:
“Juan Bautista es hijo de mi hermano José, el cura, y de nuestra negra llamada Carmen Robledo por eso no quiero que lo bauticen hasta después de mi muerte y dale 25 vacas,…caballos y 5 onzas de oro.
“Tu afectísimo esposo
Luis Cabral”
Castello agrega que “José Cabral era cura de Saladas y en esta zona tanto los Casajús como los Cabral tenían campos”.
Remata, concluyendo que “Sin duda este documento arroja luz sobre los padres naturales de Juan Bautista Cabral – una importante novedad como dijimos al comienzo de esta reseña biográfica – y creemos que será muy difícil avanzar mucho más allá de lo que él dice. El humilde y secreto origen del héroe…”.
Asevero sin embargo, que es posible investigar sobre lo ya publicado, y al respecto, lo primero que hago es reiterar que “…el original de esa “carta sin fecha” que menciona este historiador, lo localizamos con Gustavo Sorg, en la tarde del miércoles 21 de septiembre, en uno de los legajos de “Documentos Históricos”, del Fondo Manuel Florencio Mantilla, en el Archivo General de la Provincia…”.
Como se puede ver de la imagen misma, ese documento no proviene de un archivo personal sino del acervo del Archivo General correntino, incluso lleva el sello del repositorio. Del mismo modo, puede observarse que en el texto, de modo perceptible a simple vista, dice “…en nuestra negra Carmen” y no “…de nuestra negra llamada Carmen Robledo”, que es algo muy diferente. También, reiteradamente, lo llama “Juan Bautista”, siendo que familiarmente sólo se usaba el segundo nombre.
Destaco que ese singular documento, es Mantilla mismo quien lo tenía guardado en su archivo. Luego, por una donación que hizo la familia Mantilla, todos sus papeles, pasaron a ser patrimonio del Archivo General. Sin embargo, el propio Mantilla nunca lo tomó en cuenta ni lo mencionó en sus escritos.
En otras palabras, nada lo valida, por el contrario, su naturaleza justifica reinterpretarlo como apócrifo, de autor anónimo, y, como dice Carranza, “…Tal vez para obtener una pensión como pariente del mártir. O simplemente para figurar socialmente en la familia de quien se sacrificó por la gloria de nuestra Patria”, aunque esto último es materia de especulación y no una conclusión indubitable de valor histórico.
Lo relevante, es que a partir de la publicación de Castello, los que cabría englobar como “reconstructores” o “deconstructores” de la Historia de Cabral, han bordoneado sobre esa última versión, a un punto tal que da como para internarnos en la faceta “ideológica” enunciada para su “misión” en Angola, por la ex Presidente Cristina Kirchner en el año 2012, y, en la década transcurrida, han usufructuado tiempo sobrado para catequizar a la doxa sobre la “negritud” de Juan B. Cabral, dejando a un lado, podría decirse, sus posibles raíces guaraníes.

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