Juan Bautista Bustos nació en Punilla, provincia de Córdoba, el 29 de agosto de 1779, hijo de Don Pedro León Bustos de Lara y de Tomasa Puebla y Vélez, oriundos de Castilla La Vieja.
Llegó a Buenos Aires en clase de capitán de milicias, del contingente tercio de Arribeños, con el que contribuyó su provincia natal para rechazar la invasión inglesa de 1806.
En 1809, el general Francisco Ortiz de
Ocampo lo asciende a teniente coronel efectivo y entre los argumentos de
tal mención hace referencia a lo actuado por Bustos en la campaña de
reconquista de Buenos Aires y rechazo de la segunda invasión de 1807.
Como ejemplo de su valor, Ortiz de Ocampo describe un enfrentamiento producido el 5 de julio de 1807 en el cual Bustos, al mando de 30 hombres del cuerpo de arribeños, enfrenta una columna inglesa de 240 efectivos a la que con valor y pericia logra rendirla y tomar prisioneros a 214 soldados y 13 oficiales.
Bustos siempre estuvo al servicio de la patria y fue recogiendo ascensos y medallas en base a su actuación personal: se adhiere a la Revolución de Mayo ni bien producida.
En 1811, Belgrano lo asciende a coronel y lo incorpora al regimiento 1 de Patricios.
En 1815, partió de Buenos Aires al mando
de mil hombres para integrarse al Ejército del Norte que venía de sufrir
la derrota de Sipe-Sipe. Rondeau fue reemplazado por Belgrano, quien
restableció la disciplina en Tucumán donde contó con el invalorable
apoyo de Bustos, que mandaba el cuerpo de soldados del 2 de Infantería
Patricios.
Bustos pacificó Santiago del Estero de la sublevación comandada por el teniente coronel Juan Francisco Borges.
En 1817 vino a nuestra ciudad con 300 hombres para frenar la avanzada santafesina, acción que concluyó exitosamente derrotando a Estanislao López en Fraile Muerto el 8 de noviembre.
Sublevación de la Posta de Arequito.
En enero de 1820, el Ejército del Norte es enviado hacia Buenos Aires por Belgrano, a pedido de Rondeau y para que lo auxilie contra el avance de los caudillos del litoral (López y Ramírez).
Pero al llegar a la Posta de Arequito (7 de enero), Bustos, Paz y Heredia se sublevan contra su jefe, dividiendo al ejército. Posteriormente se pusieron todos al mando de Bustos.
Marchó hacia Córdoba, donde el 21 de marzo
de 1820 será elegido gobernador. Se reconcilia con López y culmina el
enfrentamiento con los santafesinos y se alinean ambos con Buenos Aires.
Gobernador de Córdoba. Sostuvo el cargo de
gobernador de Córdoba por 9 años y se puede afirmar que su gobierno fue
fecundo, sin exagerar, el mejor gobernador de Córdoba de todo el siglo
XIX: organizó la política y la Justicia.
Se ocupó del progreso de la educación;
renovó los planes de estudios universitarios y de la instrucción pública
en general, creó la Junta Protectora de Escuelas; desarrolló la
imprenta y la libertad de prensa.
El 20 de febrero de 1821 promulgó la primera Constitución cordobesa, adelantándose al resto del país.
Propendió, en lo económico, a la libertad de comercio interior, pero protegiendo las industrias nacionales.
Estableció un plan de administración de
correos; fijó impuestos y tasas de Aduana; construyó obras de defensa y
desagüe sobre el río Primero; levantó un puente sobre la Cañada a la
altura de la calle 9 de Julio.
Durante su gobierno se organizó el
servicio de fronteras y el 31 de diciembre de 1824 se suprimieron los
Cabildos de Córdoba, Río Cuarto y La Carlota.
En la lucha independentista.
En el ámbito nacional en destacada
participación cultivó la amistad y el afecto de San Martín y de Güemes, a
los que apoyó con hombres, armas, caballada y dinero.
Incluso, trató de interceder ante Buenos Aires para que le procuren al Libertador apoyo económico para su magna empresa.
Pero su empeño naufragó ante el pérfido
Rivadavia, dueño de la situación porteña. Bustos fue un acendrado
defensor del federalismo y de la religión católica: su reconciliación
con Estanislao López fue muy productiva, cuando éste pacifica la
relación con Buenos Aires mediante el Pacto de Benegas, Bustos ofreció
la garantía política del acuerdo proponiendo llamar a Congreso General
Constituyente en nuestra provincia, cosa que se suscribe.
Este plan naufraga por imperio de la mano
negra de Rivadavia quien posteriormente citará en Buenos Aires a firmar
el Tratado del Cuadrilátero con las provincias del Litoral, acción que
devendrá en la frustrada Constitución unitaria de 1826 que fue rechazada
por todo el Interior.
Para colmo, el sector rivadaviano
aprovechó la contingencia y sancionó la ley presidencial, su
"portaestandarte" volvía de Europa de recibir las instrucciones de sus
mandantes y lo entronizaron en el sillón de Rivadavia, que desde ese
momento será mal llamado "Primer presidente".
El despropósito incoado por Rivadavia de
firmar la paz a cualquier costo con Brasil (para proteger el comercio de
ultramar con Gran Bretaña) luego que hubimos derrotado a los ejércitos
imperiales en las gloriosas batallas de Ituzaingó y Juncal, provocaron
el motín unitario del 1º de diciembre de 1828, cuyas funestas
consecuencias fueron el inexplicable fusilamiento de Dorrego y el avance
de Paz sobre Córdoba, que el 22 de abril de 1829 bate a Bustos en la
batalla de San Roque, derrocando el gobierno federal y entronizándose de
facto en dicho cargo.
Facundo Quiroga acude a apoyar al
gobernador depuesto, pero ambos son derrotados por el eximio estratega
militar que fue José María Paz, en las batallas de La Tablada y en
Oncativo.
El salto a la gloria. Luego de las
derrotas sufridas, y con varias heridas, trata de alejarse camino a
Santa Fe en busca de refugio. Lo sorprendió la noche cerca del río
Primero. Próximo al Molino de las Huérfanas, lo avista y persigue una
patrulla enemiga que le intima la rendición, trató de resistirse pero su
brazo herido no pudo blandir su espada. Para colmo, era una zona en que
la barranca del río se alza a bastante altura, cortándose casi
verticalmente. Pero ese valeroso criollo no se entrega, vuelve grupas,
le cubre a su caballo los ojos con un poncho, clavó espuelas, lanzando
el animal a la carrera, y saltó desde el abrupto barranco hasta el lecho
del río.
El animal terminó horriblemente fracturado
por el golpe y Bustos también sufrió graves consecuencias ante el
impacto de su pecho contra la cabeza del equino.
A pesar de sus heridas, Bustos gana la orilla y se refugia en una de las quintas de la costa donde atenuaron sus dolores.
Luego marchó a pie y hasta en carretilla
hacia su destino final, Santa Fe, adonde arribó el 10 de julio siendo
recibido por López, su otrora adversario, con el rango que Bustos
merecía y dándole asilo como a toda su familia, que llegó después,
desterrada por el insensible Paz que los persiguió y sumió en la pobreza
confiscándoles todos sus bienes.
Poco después, el 18 de setiembre de 1830,
muere a los 51 años de edad a consecuencia de las considerables heridas
sufridas. Sus restos fueron inhumados en predios del convento de Santo
Domingo.
Este gran adalid fue olvidado por la
historia perversa que pregonaron los timadores de nuestra memoria, que
abrevaron en la ideología unitaria y extranjerizante.
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