Rosas

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jueves, 30 de abril de 2015

General de División Enrique Mosconi



Nació en Buenos Aires el 21 de febrero de 1877, siendo hijo del ingeniero Enrique Moscóni y de doña María Juana Canavery.
Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 26 de mayo de 1891, y se graduó con diploma de ho­nor de subteniente de infantería el 20 de noviembre de 1894.
Su foja de servicios registra los siguientes ascensos:
26 de noviembre de 1896 Teniente 2º de Infantería
13 de junio de 1899 Teniente 1º de Infantería
12 de agosto de 1903 Capitán de Infantería
17 de octubre de 1907 Mayor de Ingenieros
3 de abril de 1912 Teniente Coronel de Ingenieros
31 de diciembre de 1917 Coronel de Ingenieros
31 de diciembre de 1925 General de Brigada
31 de diciembre de 1933 General de División
En el año 1899 desempeñó comisiones topográficas en la cordillera, en Mendoza, toman­do parte en los levantamientos topográficos y estudios estadís­ticos de la zona.
En el año 1900 formó parte de la Comisión que realizó los estudios del ferrocarril estraté­gico de Confluencia a Pino Ha­chado.  En junio de 1903 se graduó como ingeniero civil, en la Fa­cultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de la Univer­sidad de Buenos Aires; en septiembre del mismo año se le reconoció como ingeniero mili­tar, siendo transferido al arma de Ingenieros.
Durante su prestación de ser­vicios en el Ministerio de Guerra, ganó el primer premio, entre 11 concursantes, para los proyectos de un cuartel de infantería y uno de caballería a levan­tarse en el lugar que hoy ocupa el Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín. En noviembre de 1904 viajó a Italia, Bélgica y Alemania, don­de realizó estudios para la cons­trucción de la usina hidroeléctrica y a gas pobre que funcionara en Campo de Mayo, adquiriendo además los materiales de hierro, sanitarios y eléctricos para los cuarteles que se levantaron en los años 1905/1910, siendo feli­citado por el Ministerio de Gue­rra por las grandes economías que obtuvo para el Estado, en estas adquisiciones.
De octubre de 1906 a octubre de 1908 fue incorporado al ejér­cito alemán en el Batallón 10 de "Pioners de Wesphalia", y tomó parte en las maniobras impe­riales de 1907. Cursó la Escuela Técnica de Artillería e Ingenieros de Charlotenburgo, y vol­vió a realizar maniobras como mayor en el Regimiento 48 de Infantería.  En Suiza realizó maniobras con la III División de Berna. En diciembre de 1909 fue nombrado vocal de la Comisión de Ingenieros que viajó a Euro­pa para realizar estudios y adquisiciones de materiales técni­cos del arma, y tomó parte en ejercicios de los cuerpos de Za­padores Pontoneros, Telegrafis­tas y Ferrocarrileros de Alema­nia, Francia y Austria Hungría.
 En 1910 patentó en Alemania y cedió al Ministerio de Guerra de la Argentina, un dispositivo para cambio de trocha en roda­dos militares.  Tomó parte en los grandes ejercicios técnicos realizados en el Elba en julio de 1913.   En junio de 1914 fue incorporado como Teniente Coronel al III Regimiento de Infantería de la Guardia, con el cual participó en maniobras de regimiento y de brigada.
Regresó al país en diciembre de 1914, y volvió a comandar el 1° de Ingenieros hasta 1915 en que fue nombrado Subdirector General de Arsenales de Guerra. A mediados de 1916 se le designó Director del Arsenal Esteban de Luca.  El 16 de marzo de 1920 se le nombró Director de Aeronáuti­ca, fundó el Grupo 1° de Aviación, y dio gran impulso al arma.
Director del servicio de Aeronáutica del Ejército en 1922, un día se irritó ante el reclamo de la West India Oil Co., filial de la Standard Oil de New Jersey, de cobrar por anticipado la nafta para los aviones. En su libro El petróleo argentino Mosconi mismo escribió el relato de la entrevista: “Advierta, le dije entonces, que el Servicio Aeronáutico del Ejército no debe un solo centavo a su compañía; que se trata de una repartición militar solvente y dependiente del Ministerio de Guerra y que, por lo tanto, no sólo me sorprenden sus manifestación y exigencia, sino que las considero impertinentes y no las acepto”. Mosconi se guardó lo que pensó y no dijo: “Allí, en el mismo escritorio, me propuse, juramentándome conmigo mismo, cooperar por todos los medios legales a romper los trusts. Designado director general de YPF el 19 de octubre de 1922, realicé tal propósito siete años después, para bien y progreso de nuestra Patria y mayor ventaja de sus habitantes”.   Cuando Alvear lo designó al frente de YPF, Mosconi se propuso estructurar una empresa fuerte y luego “tomar la dirección de nuestro mercado de consumo, llevando los precios a un nivel conveniente y equitativo para los intereses nacionales” para arrastrar a la baja “a todas las firmas importadoras”.
 
En 1926, al hacer su propio balance, consignaba Mosconi que “se opina comúnmente que el Estado es mal administrador”. Pero “el juicio es exacto cuando el Gobierno no traza ni mantiene normas de buena administración”. En 1922 la industria petrolera fiscal producía un promedio diario de 942 metros cúbicos, contra 2.61 de 1926. Mosconi envió técnicos a especializarse en los campos petrolíferos de los Estados Unidos, México, Venezuela y Europa. Sus estudios sirvieron de base para el Boletín de Informaciones Petroleras y para la creación de cursos complementarios de cinco meses para formación en el área en la Escuela Industrial de la Nación. El mismo espíritu animó en 1928 la fundación del Instituto de Petróleo en la Universidad de Buenos Aires con aprobación del rector, Ricardo Rojas. Rojas quería formar “técnicos argentinos aptos que nos libren de la declamación, más o menos patriótica”.
Mosconi quería una ley para nacionalizar los yacimientos, que veía difícil con la composición del Congreso en 1928. Esa herramienta sería “una valla infranqueable a los avances de empresas que, como la Standard Oil Co. en el norte, inicia y consolida sus conocidos sistemas de penetración y amenaza perturbar nuestro futuro económico y, por consecuencia, nuestra situación política”. El Senado no quiso aprobar la iniciativa de Hipólito Yrigoyen, presidente en su segundo mandato entre 1928 y 1930, y el golpe de Uriburu terminó de abortar la iniciativa.
El 9 de septiembre de 1930, se retira de YPF.  El ciclo de golpes de Estado del siglo XX comenzó el 6 de septiembre de 1930, cuando José Félix Uriburu derrocó a Hipólito Yrigoyen. Quedó en la historia con un mote: “Golpe con olor a petróleo”. Y algo se habrá olido en aquel momento el director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, el ingeniero y general Enrique Mosconi, porque sólo cuatro días después presentó su renuncia.
 
A las empresas petroleras inglesas y norteamericanas no les fue fácil conseguir que Uriburu, incluso con un gabinete afín a capitales de ese origen y de Alemania, lograra desmontar los ocho años de gestión de Mosconi.
No alcanzaron el arresto y la investigación a la que fue sometido el general. YPF se había convertido en una estructura industrial poderosa. La destrucción sólo sería posible 60 años después, en la primera presidencia de Carlos Menem. Y no es que en los dos años de Uriburu faltaron intentos. La Standard Oil, con matriz en los Estados Unidos, presionó para conseguir avances en Salta.  Sin chances de liquidar a YPF, la estrategia privada apuntó a ganar espacios en paralelo. De 1931 es la instalación de la destilería de Shell en Dock Sud. En simultáneo, las otras compañías presionaban para anular la reserva a favor de la explotación estatal dispuesta por el presidente radical Marcelo Torcuato de Alvear en 1924 para las cuencas de Chubut, Santa Cruz, Neuquén, Tierra del Fuego, La Pampa, Salta, Jujuy y Mendoza. 
Entre los años 1931 y 1932, permanece en Italia estudiando la Aeronáutica de ese país.
Cuando regresó fue designado Director General de Tiro y Gimnasia, y se retiró del Ejército con el grado de General de División, el 31 de diciembre de 1933.
Después de una larga enfermedad falleció el 4 de junio del año 1940.

1 comentario:

  1. Un ejemplo de militar y patriota!! ¡¡¡Merece nuestro respeto y veneracion!!

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