por Norberto Jorge Chiviló
Cuando estaba finalizando el
invierno, en la lejana ciudad de
Southampton (1), el 14 de marzo de
1877, falleció quien había gravitado
durante más de tres décadas en la política
argentina, siendo también un personaje
importantísimo en nuestra historia.
Fue llamado El Restaurador de las Leyes, El
Gran Americano, El Republicano, El defensor de
la independencia americana, El padre de los
pobres, Gran cacique indio, entre otros
nombres. Sus enemigos lo apodaron El tirano, El
Calígula del Plata, El Nerón del Plata.
Nunca hubo un gobernante tan admirado y
querido por la mayoría de la población
argentina, pertenecientes a todas las clases
sociales, como así también tan odiado por una
minoría intelectual.
Fue reconocido como gran gobernante no
solo en toda América, sino también en los
países más importantes de Europa, porque con
astucia, tesón inconmovible y grandes dotes de
diplomático y de gran estadista, hizo inclinar
ante la nuestra -por los agravios inferido a
nuestra soberanía-, las banderas de las dos más
grandes potencias de la época, Francia e
Inglaterra. Su nombre: Juan Manuel de Rosas.
Aún hoy a 140 años de su desaparición física,
se lo sigue atacando con gran pasión y con
argumentos ya menguados y con gran pasión
también se lo sigue defendiendo como el gran
argentino que fue, porque como dice el
profesor y doctor Jorge Oscar Sulé: "Rosas es la
llave de la historia argentina".
Quienes aún hoy lo atacan, no le perdonan ni
lo más mínimo, pero sí perdonan, demostrando
así su hipocresía, mayores y graves desaciertos a
quienes fueron sus tenaces y desvergonzados
opositores.
Nuestro héroe, fue vencido en la batalla de
Caseros por quién había sido uno de sus
mejores generales, Justo José de Urquiza,
devenido luego en felón y vendido como un
Judas al oro del Imperio del Brasil, el enemigo
por antonomasia de la Argentina de aquellos
tiempos.
Él, quien era una de los más ricos estancieros
de nuestra tierra, después de la batalla que lo
desalojó del poder, se embarcó en el navío
inglés Centaur para pasar cuatro días después al
Conflict en camino al exilio, junto a sus hijos
Juan y Manuelita y otros importantes personajes
de la Confederación Argentina.
Después de atravesar el Atlántico en un largo
viaje, desembarcó en la ciudad que veinticinco
años después lo vio morir. Allí se afincó durante
todos esos largos años, primero en el centro de
la ciudad y luego en una finca alquilada, donde
recreó una pequeña estanzuela al estilo criollo,
para no extrañar tanto a su
querida Pampa.
Por su estrechez
económica, debió procurarse
el sustento con su trabajo
personal, para poder vivir
dignamente en esa tierra
extranjera. Él, a quien en su
patria no le faltaban bienes
que habían sido bien
habidos y logrados en forma
honesta, no le preocupó
llevar parte de ellos al exilio,
que le hubieran permitido
vivir como un príncipe y en
forma desahogada. Sí se
preocupó, en llevarse baúles
repletos de documentos de
su administración para salvar
su honor y defender su
honradez en el manejo de
los dineros públicos de su
administración. Esos baúles
fueron acondicionados antes
de la trágica batalla y como
presintiendo que el fin de su
gobierno estaba próximo,
porque el destino de las
armas le sería adverso.
Él sabía que después de
su derrota, sus enemigos
políticos se ensañarían con
su nombre y su honor -como
lo habían hecho hasta ese
momento- y tratarían de
presentarlo ante las futuras
generaciones como un
monstruo execrable, con lo
cual justificarían su propio proceder como
aliados a los gobiernos enemigos y oposición a
su gobierno, borrando todo lo que se pudiera
de lo real acaecido y recreando una "historia" o
como se diría en la actualidad una "memoria" o
un "relato", totalmente parcializada y
distorsionada de lo que habían sido los hechos
sucedidos. Y así fue… durante más de un siglo,
en el cual las distintas generaciones de
argentinos fueron educados con esa "historia"
llamada "oficial", distorsionada y mentirosa,
construida por los vencedores de Caseros,
reconocido por Sarmiento en carta a José María
Ramos Mejía, cuando este estaba escribiendo
Neurosis de los hombres célebres en la Historia
Argentina, le decía: “Prevendríamos al joven
autor que no reciba como moneda de buena
ley todas las acusaciones que se han hecho a
Rosas; en aquellos tiempos de combate y de
lucha..."
"Historia" que fue repetida y machacada año
a año a cada argentino, prácticamente desde la
cuna, desde la infancia en la escuela primaria
hasta la adultez en la universidad, transmitida
hasta el cansancio a través de la prensa y los
medios de comunicación y denostando con los
más variados epítetos a quienes osaran
controvertirla.
Pero no todos fueron dóciles a tal
adoctrinamiento. Al principio, pocos fueron los
que se dieron cuenta que se les quería vender
gato por liebre, pero con el paso del tiempo y a
través de la prédica de aquellos, más
argentinos, fueron abriendo sus ojos y
descubriendo así cual había sido la verdad
histórica.
Si bien actualmente el juicio de muchísimos
argentinos sobre Rosas ha cambiado, aún
muchos trasnochados siguen repitiendo sin
ruborizarse esa "historia" devenida en historieta
de quiosco, negando hechos ya incontrovertidos
y que son muy gloriosos para nuestra Nación. El odio a Rosas de estos despistados, puede
más que el amor a la Patria. Por ejemplo, en
cada aniversario del Combate de Vuelta de
Obligado, y en especial después de convertida
la fecha en feriado nacional, no faltan
"historiadores", "escritores" y demás yerbas,
quienes niegan el valor de ese hecho de armas
en la historia Patria. Su argumento es, que el
combate fue una "derrota" y que se trataría de
un acontecimiento que atañe solo a la
provincia de Buenos Aires y por lo tanto que
nada tiene que ver la Nación.
Aún cuando según sus limitadas miras, con
respecto al primer argumento si ello así
hubiera sido, no advierten que toda batalla
librada en defensa de la soberanía nacional y el
suelo patrio, en las que muchos argentinos
dieron su sangre, nunca es una derrota, sino
un peldaño más en la construcción de nuestra
nacionalidad. Además no advierten el
significado real de aquella batalla, con el cruce
de cadenas sobre el río Paraná -con alto valor
simbólico- y la férrea defensa opuesta por
nuestros soldados y que esa fue la primera de
una serie de hechos de armas que culminaron
con una espléndida victoria del ejército
nacional y más aún brillante victoria de la
diplomacia de la Confederación Argentina, no
solo nunca más igualada por nuestro país, sino
también me animo a decirlo por ningún otro
país del mundo. Con respecto al segundo
argumento, el hecho de que la batalla hubiera
tenido lugar en las costas de Buenos Aires -
Vuelta de Obligado- y la mayoría de los
defensores fueron bonaerenses, no le da un
carácter localista al hecho, para que otros
argentinos no puedan sentirse también
orgullosos y considerar al hecho como propio y
también como perteneciente a la Nación toda.
Siguiendo el pensamiento mezquino de
aquellas personas, cabría la pregunta: ¿solo los
porteños podrían sentirse orgullosos de las
jornadas de la Reconquista y Defensa de
Buenos Aires y de los sucesos de Mayo de 1810
y los bonaerenses de la defensa en Vuelta de
Obligado?, ¿solo los cuyanos podrían sentirse
orgullosos de la hazaña sanmartiniana del
cruce de los Andes y los salteños con respecto
a la defensa gaucha del norte argentino?. Yo,
como la inmensa mayoría nos sentimos
orgullosos de todo ello, porque si bien
pudieron haber tenido más protagonismo los
porteños, bonaerenses, cuyanos o salteños en
aquellos acontecimientos, pero todos eran ni
más ni menos que argentinos… y ellos eran
argentinos que nos antecedieron en la vida y
que cada uno desde su lugar forjó la Patria que
nos cobija a todos.
Cuando en algunas oportunidades he
polemizado con las personas que así piensan,
les pregunté si de haber vivido en aquella
época, donde hubieran preferido estar, ¿en los
buques franceses o ingleses o entre los
defensores de Obligado?; hubiera querido, de
corazón, me dijesen que entre los defensores,
pero no… siempre un elocuente silencio recibí
como respuesta… su odio a Rosas puede más
que el amor a la Patria. Además, todos ellos,
generalmente, consideran a San Martín, como
el gran personaje patrio y máxima figura de la
nacionalidad, pero cuando se les habla sobre el
legado del sable libertador que San Martín hizo
en su testamento a favor de su amigo Rosas y
las palabras elogiosas que tuvo hacia el mismo
y su gobierno y la obstinada defensa de los
valores patrios… ahí ya no aceptan ni ese
gesto, ni las palabras y los conceptos en favor
del "tirano". Para ellos como para la "historia
oficial", la vida de San Martín termina con su
regreso definitivo a Europa en 1829… de su
testamento, de las cartas intercambiadas con
Rosas… nada de nada…
Rosas tuvo la dicha, que nadie pudo ni
podrá borrar nunca, si bien durante
muchísimos años fue vilmente ocultada y fue
su relación con el Libertador y que este fue el
primer rosista, ya que siempre lo consideró
como un gran hombre y un gran patriota por
la defensa a ultranza de la defensa y la
dignidad nacional.
Tampoco nadie nunca podrá igualarlo. El
haber tenido en su casa el sable de San
Martín!.¿Con que otro homenaje se lo podrá
comparar?, …con ninguno.
Él recibió el homenaje más importante para
todo argentino, que no fue igualado por otro
personaje histórico de nuestro país, ni ayer, ni
hoy, ni mañana.
En este 140 aniversario de su fallecimiento,
podemos afirmar que su pensamiento, sus
actos como buen, eficiente y honesto… sí,
honesto gobernante, bien pueden ser tomados
como ejemplos y siguen vivos.
Su apego a la ley, resaltada en el manifiesto
al pueblo de Buenos Aires del 10 de octubre de
1820: "…SED SUMISOS A LA LEY", lema que
tomamos como estandarte en este periódico y
que figura en cada número, es de
incuestionable actualidad, como así también
cuando años mas tarde en la proclama del 16
de setiembre de 1829, instaba al
"RESPETO A LA AUTORIDAD Y
OBEDIENCIA A LAS LEYES".
C u a n t o s m a l e s n o s
hubiéramos ahorrado los
argentinos, de haberse cumplido
y obedecido la ley a rajatabla
tanto por el pueblo como por
quienes nos gobiernan, cuan
distinto hubiera sido nuestra
actual realidad.
El republicanismo de Rosas,
con ejemplos varios que así lo
pintan y que resaltamos en tres
números de este periódico ( N°
26 a 28), debiera ser ejemplo
para los políticos de nuestra
época.
A mediados de abril ppdo. los
ciudadanos nos enteramos que
patrulleros comprados con
dinero público, habían sido
ploteados con el nombre del jefe
comunal que había hecho la
compra. Pero por desgracia, ello
no había ocurrido en una sola
comuna y como un hecho
aislado, sino en varias y de
distintos signos políticos.
Contraponiendo a esos
desagradables hechos, he aquí
uno de los ejemplos de Rosas.
Cuando en el año 1841 la
Confederación Argentina compró
el bergantín "Oscar" para
incorporarlo a la flota nacional,
el jefe de la escuadra, el Alte.
Guillermo Brown, por intermedio
de su subordinado el capitán de
marina Álvaro J. de Alzogaray,
solicitó autorización al gobierno
para darle el nombre del "muy
esclarecido y muy querido de los
Argentinos Federales, nombre de
Ilustre Restaurador de las Leyes".
Rosas, a través de su edecán,
declinó el homenaje y pidió que
al navío se le diera el nombre de
San Martín "que este es el
nombre del Santo patrono de
esta Ciudad, que fue un bravo guerrero
esclarecido, y que es también el nombre del
Ilustre general San Martín a quien tantos y tan
valerosos servicios eminentes debe la Causa de
nuestra Independencia y la del Continente
Americano" (ver texto de ambas cartas en ER N°
2, pág. 3). Existen otros ejemplos en el mismo
sentido.
Rosas, como San Martín y otros esclarecidos
patriotas, no han muerto, ellos deben ser guía
y ejemplo para los argentinos bien nacidos, del
presente y del mañana.
(1) Esta ciudad y puerto, es uno de los más
importantes del Reino Unido, se encuentra
situado al sur de Inglaterra y a 110 km. de
Londres. En el siglo XX fue destino de lujosos
transatlánticos y lo sigue siendo en la
actualidad. Desde allí zarpó el RMS Titanic el
día 10 de abril de 1912, iniciando su viaje
inaugural hacia Nueva York, hundiéndose en la
noche del 14 y madrugada del 15 de dicho mes
después de chocar con un iceberg. Durante los
primeros meses de la segunda guerra mundial,
la ciudad sufrió continuos bombardeos por la
ofensiva aérea de la Luftwaffe, por la existencia
en sus suburbios de importantes industrias en
especial dedicadas a la construcción de
aviones, lo que ocasionó la destrucción de gran
parte de la ciudad
EXTRAIDO DEL PERIODICO "EL RESTAURADOR"
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