Por el Prof. Jbismarck
Fines de junio de 1839. Rosas descubre una conjuración para derrocarle y quitarle la vida. Iniciada por los jóvenes de la Asociación de Mayo, iba a dirigir el movimiento militar el teniente coronel Ramón Maza. Su padre, el doctor Manuel Vicente de Maza, ocuparía el gobierno, provisionalmente. Los conspiradores han contado con un desembarco de Lavalle, quien, dedicado a preparar su instalación en Martín García, no se decidió. Mediante la presencia del joven Félix Frías, embarcado en el navio francés Sapho frente a la rada porteña, los conjurados mantenían informado a Lavalle en Montevideo de sus progresos. Rosas tenía noticias del movimiento desde meses atrás. Una gran parte de la sociedad distinguida conspiraba.
En abril, en que pasa unos días en Palermo, él solo, con un empleado, escribe incesantemente. El general Paz dice: “se obraba con tan poca reserva que he oído en un estrado, delante de dos señoras, hacer mención de los puntos más reservados, sin la menor precaución. un secreto que rolaba entre nubes de depositarios”. Pero Rosas no tiene la certeza de la conjuración y los nombres de sus enemigos hasta que uno de los conspiradores los delata.
¡Conjuración descubierta contra la vida del Restaurador! el pueblo que está exasperado por la alianza de los unitarios con los franceses y con Rivera, experimenta una conmoción. La Sociedad Popular Restauradora, reunida en sesión permanente, pide el castigo de los asesinos. Esa misma noche es asaltada la quinta de Maza. Son tan violentas la indignación del pueblo y su furia por vengarse, que Rosas no puede contenerlas. Entonces le ofrece a su amigo, por medio del cónsul norteamericano y de otras personas, la posibilidad de huir. A Terrero le escribe el 26 de junio: “Vuelvo a repetirte lo que ya te he manifestado, que es absolutamente necesario que el doctor Maza salga del país. Tremendos cargos pesan sobre él, y la opinión pública, lo señala conspirando contra el Gobierno. El Gobierno no puede salvarlo: Dile que es preciso que se aleje: éste es mi consejo y quizá muy pronto sea tarde”. Pero Maza, se dirige a la Legislatura y allí, en su despacho de presidente, mientras firma su renuncia, es muerto a puñaladas por dos sujetos. Mientras tanto, Manuelita trata de salvar a Ramón. “Hubo muchas lágrimas en casa -dirá Rosas varios lustros más tarde—, pero si veinte veces se presentara el mismo caso lo haría; no me arrepiento”. El 28 a la madrugada, Ramón Maza es fusilado.
Rosas ordena levantar un sumario, que no da luz alguna. Más tarde, preso uno de los asesinos por otra causa se le descubre su culpabilidad y se le fusila. Los conjurados y sus cómplices son innumerables. Rosas encarcela a muy pocos: Carlos Tejedor, Santiago Albarracín, Avelino Balcarce y algún otro. Procede con ellos con magnanimidad extraordinaria, y que la pasión política le ha desconocido. Perdona a todos, salvo al relojero francés Félix Tiola, ex sargento mayor de Napoleón, a quien fusilará en agosto por reincidente, pues ha aconsejado a alguien comprar caballos para Lavalle. “Póngase en libertad al joven Carlos Tejedor, entregándolo a su padre, a quien se le prevendrá cuide de que su hijo no se relacione con salvajes unitarios”. A Balcarce y a los demás, les da la ciudad por cárcel. El Historiador liberal Isidoro Ruiz Moreno dice que los restos de los Maza fueron llevados al cementerio en un carrito y arrojados en la fosa común. El tiempo, que suele complacerse en deshacer las calumnias, los desmentirá. Los restos de los Maza, conservados en la bóveda de don Valentín Alsina, en una sola urna en la que sus nombres se leían con perfecta claridad, fueron incinerados.E! brigadier Miguel Estanislao Soler habló en la “función federal” celebrada en la parroquia de la Concepción, con motivo de la misa y te deum por haber salvado la vida de Rosas "del alevoso puñal del salvaje bando unitario, vendido al inmundo y asqueroso oro de los rastreros franceses. Si los federales tuviésemos que sufrir la fatalidad de perder a nuestro Héroe Porteño el señor general Rosas en la lucha que dignamente sostiene contra los pérfidos unitarios y asqueroso guarda cerdos Luis Felipe el anarquista, brindo porque el feliz sucesor de aquel tome el apelativo de Rosas, y con él nos dirija hasta morir o vencer a nuestros enemigos. ¡Viva la Federación!'¡Viva el porteño Rosas! iMueran los salvajes unitarios! iMueran los anarquistas de Luis Felipe guarda sucios! iMuera el mulato Rivera y su sirviente Juan Lavalle!
bibliografía
Gálvez Manuel "Vida de don Juan Manuel de Rosas"
Ibarguren Carlos "Juan Manuel de Rosas, su vida, su drama su tiempo
Irazusta Julio "Vida de Rosas a través de su correspondencia"
Levene Ricardo "Historia Argentina"
Ruiz Moreno Isidoro "Campañas Militares" T2
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