Por Marcos Azcona
El Gobernador correntino coronel Berón de Astrada reunió a su Ejército en la localidad de Ábalos, organizándolo de la siguiente manera: la infantería de 450 plazas mandada por el coronel Tiburcio Rolón. La artillería estaba servida por dos Compañías a órdenes del teniente coronel Juan Navarro. En la caballería el grueso eran los contingentes milicianos, más los Regimientos regulares de Granaderos a Caballo y de Rebajados (veteranos retirados del servicio), el último de los cuales montaba caballos de un solo pelo blanco. Era su jefe el coronel Manuel de Olazábal, secundado por los coroneles Vicente Ramírez y José López. Toda la tropa usaba gorros planos con la divisa “Ejército Libertador", y uniforme de color celeste.
En Entre Ríos su Gobernador el general Echagüe
reunía unos 7.000 hombres de las tres armas, bien equipados, y reforzado por
contingentes de Buenos Aires y emigrados orientales. La mayoría de sus
integrantes había participado en numerosas acciones de guerra, por lo que su
instrucción y disciplina era mejor que la de sus adversarios.
Berón de Astrada contaba con el movimiento que su aliado el general Rivera debía efectuar sobre el río Uruguay, amenazando o atacando el llanco derecho entrerriano. Desgraciadamente para su confianza, Fructuoso Rivera no se movió de sus lejanas posiciones: una total pasividad fue su conducta. La única provincia que podía haber ayudado a Corrientes, Santa Fe, estaba ya en manos del nuevo Gobernador Juan Pablo López. Al iniciar la campaña, Berón de Astrada y su Ministro Pedro Díaz Colodrero difundieron una proclama fechada el 28 de marzo, justificando su actitud, bajo el lema ¡Viva la Federación Argentina! Era una larga expresión de agravios: incriminaba a Rosas haber desconocido la autonomía de la Provincia de Córdoba, no cumplir el Pacto Federal su declaración de guerra contra Santa Cruz, y su conducta en la cuestión francesa.
Para fines de marzo de 1839, ambos Ejércitos
enemigos se aproximaron a la frontera que los separaba. El de Corrientes fuerte
en alrededor de 5.000 efectivos, y el de Entre Ríos en algo más de 6.000. Ninguna
noticia se tenía del general Rivera en el Estado Oriental. El 30 de marzo las
fuerzas de Berón de Astrada acamparon sobre el camino que conducía a Entré
Ríos, cerca de la margen sur del arroyo Pago Largo. Próximos estaban los montes
aledaños al río Mocoretá, límite entre ambas provincias.
El día 31 por la mañana, el general Pascual de Echagüe abandonó sus posiciones, y marchando por el camino indicado, invadió Corrientes, arrollando a la caballería de Ramírez. Éste se replegó en confusión sobre el Ejército Correntino. Era ya cerca de mediodía y las fuerzas de Berón de Astrada se disponían a comer, cuando tras el primer parte de su vanguardia se pudo escuchar el tiroteo que anunciaba la proximidad del enemigo. Echagüe avanzaba en tres columnas paralelas, y sin variar este dispositivo entró en batalla. El Gobernador de Entre Ríos conducía la columna de la izquierda, el general Servando Gómez (oriental) el centro, y el general Justo J. de Urquiza la derecha. El coronel Vicente Ramírez se retiraba en desorden y lo hizo sobre el ala derecha de sus camaradas, ocasionando confusión en sus filas, pero el centro correntino avanzó disparando sus fusiles y cañones. Pronto la caballería de Corrientes abandonó el campo de batalla con sus jefes Olazábal, Ramírez y López. No ocurrió lo mismo en el centro: allí murieron el propio coronel Berón de Astrada, y los coroneles Navarro y Rolón. La infantería correntina fue dividida, y la que no se entregó prisionera en los primeros momentos, comenzó a retirarse hacia los montes vecinos al río Mocoretá para buscar la salvación en ellos.
Un grupo de infantes que se rindió primero al norte del arroyo Pago Largo fue rodeado por la caballería entrerriana y pasado a cuchillo. Un oficial entrerriano de apellido Calvento con una larga tira de cuero blanco que sobaba con empeño, y haciendo gala de su entretenimiento decía riéndose: ¡Éste es el cuero del salvaje unitario Berón de Astrada!”. Juan Bautista Botello, quien siendo mozo de 15 años recorrió el campo de batalla tres días después de librada:
"El
campo estaba cubierto de cadáveres, en grupos más o menos grandes: había
muchos degollados y también mujeres degolladas. En la costa del arroyo Pago
Largo vi muchos muertos. Se hallaba el cuerpo del
Gobernador Berón de Astrada, y el del coronel Navarro; ambos sobre un cuero de
garras, los dos completamente desnudos. El de Berón estaba boca abajo: un
cuerpo muy blanco, sin una oreja, y notándose que le habían sacado una lonja
como de cuatro dedos de ancho desde la raíz de la nuca hasta la
rabadilla".
El entonces joven oficial de la artillería correntina (luego General oriental) Ventura Rodríguez escribió en sus Memorias que al cadáver del Gobernador “un tal Calvento le sacó una lonja de la piel de las espaldas para hacerle una manea al Restaurador". El general Paz alude durante su campaña en Entre Ríos en 1842 a “un comandante de los tiempos de Artigas y Ramírez, de tristísima celebridad”, que era el teniente coronel Mariano Calvento. El degüello de prisioneros, que ordenó el general Urquiza: éste mismo, al tiempo de negar la afrenta al cadáver de Berón, admitió su responsabilidad en lo último.
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