Rosas

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miércoles, 15 de septiembre de 2010

jorge Luis Borges : del rosismo al antipopulismo más atroz....

 Por el Prof. Jbismarck

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986. Escritor argentino de los más destacados de la literatura del siglo XX.  

¿BORGES ROSISTA?  Su obra “El tamaño de mi esperanza” (Editorial Proa, Buenos Aires, 1926); es una mosca blanca en el antirrosismo y antiperonismo borgiano. Allí dice "¿Qué hemos hecho los argentinos? El arrojamiento de los ingleses de Buenos Aires fue la primera hazaña criolla, tal vez. La Guerra de la Independencia fue el grandor romántico que en esos tiempos convenia, pero es dificil calificarla de empresa popular y fue a cumplirse en la otra punta de América. La Santa Federación fue el dejarse vivir porteño hecho norme, fue un genuino organismo criollo que el criollo Urquiza (sin darse mucha cuenta de lo que hacía) mató en Monte Caseros, y que no habló con otra voz que la rencorosa y guaranga de las divisas y la voz póstuma del Martín Fierro de Hernández. Fue una lindísima voluntó de criollismo, pero no llegó a pensar nada y ese su empacamiento, esa su sueñera chucara de gauchón, es menos perdonable que su Mazorca;  Sarmiento (norteamericanizado indio bravo, gran odiador y desentendedor de todo lo criollo), nos europeizó con su fe de hombre recién venido a la cultura y que espera milagros de ella.  He llegado al fin de mi examen y pienso que el lector estará de acuerdo conmigo si afirmo la esencial pobreza de nuestro hacer. No se ha engendrado en estas tierras ni un místico ni un metafísico.   ¡ni un sentidor ni un entendedor de la vida! Nuestro mayor varón sigue siendo don Juan Manuel: gran ejemplar de la fortaleza del individuo, gran certidumbre de saberse vivir, pero incapaz de erigir algo espiritual, y tiranizado al fin más que nadie por su propia tiranía y su oficinismo. En cuanto al general San Martín, ya es un general de neblina para nosotros, con charreteras y entorchados de niebla. Entre los hombres que andan por mi Buenos Aires, hay uno solo que está privilegiado por la leyenda y que va en ella como en un coche cerrado; ese hombre es Irigoyen.  Nuestra realidad vital es grandiosa y nuestra realidad pensada es mendiga." También escribe: “A los criollos les quiero hablar, a los hombres que en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que creen que el sol y la luna están en Europa. Tierra de desterrados es esta, nostalgiosos de lo lejano y ajeno, ellos son los gringos de veras y con ellos no habla mi pluma. Quiero conversar con los otros, con los muchachos querencieros y nuestros que no le achican la realidad a este país. Mi argumento es la patria… ¿Qué hemos hecho los argentinos?  El silencio arrimado al fatalismo tiene eficaz encarnación en los dos caudillos mayores que abrazaron el alma de Buenos Aires: en Rosas e Yrigoyen. Don Juan Manuel, pese a sus fechorías e inútil sangre derramada, fue queridísimo del pueblo. Yrigoyen, pese a sus mojigangas oficiales, nos está siempre gobernando… Se perdió el quieto desgobierno de Rosas, los caminos de hierro fueron avalorando los campos, la mezquina y logrera agricultura desdineró a la ganadería y el criollo, se volvió forastero en su patria… Ya la República se nos extranjeriza, se pierde”   Ese es el Borges amigo de Homero Manzi y de Raúl Scalabrini Ortiz, quien da la dirección de su casa (Quintana 22) para el Comité Yrigoyenista de Intelectuales Jóvenes por la reelección de don Hipólito: “El primer organito saludaba el horizonte/ con su achacoso porte, su habanera y su gringo/ el corralón seguro ya opinaba ‘Yrigoyen’/ Algún piano mandaba tangos de Saborido”. Es el Borges a quien los amigos le ofrecen incorporarse a Forja (1935) y otros lo proponen, después, para el Instituto de Revisionismo Histórico “Juan Manuel de Rosas” y también el que prologa un libro de Arturo Jauretche.

BORGES ANTIRROSISTA Y ANTIPERONISTA

Jorge Luis Borges, en sus ficciones, no eludió referirse a temas y personajes de la historia argentina, escuchó infinitos relatos familiares sobre un pasado que había enfrentado a unitarios y federales. Odió a Rosas, a los caudillos federales, a la divisa punzó.    En Perón vio la reencarnación de Rosas; la batalla de Junín, el coronel Suárez, el oriental Francisco Borges, son sus obsesiones.   Famosamente infame/ su nombre fue desolación en las casas,/ idolátrico amor en el gauchaje/ y horror del tajo en la garganta, escribe en su poema Rosas.                         Sarmiento OBVIAMENTE merece el elogio: El fue nuestra infamia y nuestra gloria/ La luz de Mayo y el horror de Rosas/ Del minucioso porvenir/ Es alguien que sigue odiando, amando y combatiendo/ Sé que en aquellas albas de septiembre/ Que nadie olvidará y que nadie puede contar,/ lo hemos sentido.   El peronismo, en sus ficciones, es mencionado pocas veces. En colaboración con su amigo Adolfo Bioy Casares, escribió La fiesta del Monstruo. Perón nunca es nombrado por quien narra la historia, un peronista que junto con una patota asesinan a un estudiante judío, mientras marchan hacia Plaza de Mayo para escuchar al Monstruo, cuyo discurso se transmite en cadena.  Todo el odio que Borges sentía por el peronismo parece sintetizarse en este cuento, publicado por primera vez en el semanario uruguayo Marcha.


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