Rosas

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viernes, 24 de septiembre de 2010

María Josefa Ezcurra (1785-1856)

Por Esperanza Trunca
María Josefa Ezcurra, nacida en 1785, hija de Teodora Arguibel y Juan Ignacio Ezcurra, no se comportó de acuerdo a su época. De muy joven, estando ya enamorada de Manuel Belgrano, se casó con un primo por arreglo familia. A los 27 años, sin hijos, su círculo ya comentaba que Doña María Josefa era "una casada con la libertad de una viuda", libertad y arrojo que la llevó a seguir a Belgrano en su campaña al Norte, donde quedó embarazada del general. Al nacer, Pedro Pablo, fue adoptado por Encarnación, su hermana, quien lo crió.    María Josefa en momentos de lucha entre unitarios y federales, fue importante. Es que Belgrano luchó en el campo de batalla pero también en el de las ideas: abrazó la libertad, la igualdad y la fraternidad que pregonó la Revolución Francesa; impulsó la libertad en todas sus posibilidades; abogó por una justa distribución de la riqueza; reclamó por los derechos de indios y mujeres.
En 1802 Manuel Belgrano llevaba ocho años al frente del Consulado de Buenos Aires, una institución que dependía directamente de la Corona española y desde la que había impulsado la educación gratuita, estatal y obligatoria y fomentado mejoras para la agricultura, la industria y el comercio. En 1802, Belgrano conoció a su primer amor, María Josefa Ezcurra, de 17 años, a quien casi doblaba en edad. Fue durante una visita que don Ignacio de Ezcurra hizo al Consulado acompañdo por su hija María Josefa, de 17 años. Manuel entonces casi la doblaba en edad, tenía 32. Pero la distancia siempre es corta cuando la pasión es grande. Entre frases de ocasión y silencios promisorios asomó el amor. Sin embargo, los planes de don Ignacio para su hija eran otros: casarla con primo de alcurnia recién llegado de Pamplona. Además, si bien Manuel era abogado y funcionario no era un aristócrata (la buena posición de su familia se debía a la actividad comercial). Además, tenía ideas raras. Fue así que María Josefa “Pepa” Ezcurra y Arguibel contrajo enlace con el realista Juan Esteban Ezcurra. El amor quedó para mejor ocación, que no tardó en llegar. La Revolución de Mayo, que Belgrano (fue vocal de la Primera Junta) impulsó con el mismo entusiasmo que Mariano Moreno y Juan José Castelli, hizo que el primo Juan regresara despavorido a la Península. También María Josefa se sintió libre de los realistas. Cuando María Josefa pudo disponer de su vida, Manuel ya no estaba. O en realidad estaba en otro lado: haciéndose cargo del Ejército del Norte. Y fue por él. Aunque la relación mantuviera el rótulo de “clandestina” y “sin papeles”.
En marzo de 1812 Pepa se subió a la “mensajería de Tucumán”, que tardaba un mes en llegar a destino. Cuando por fin arribó a San Miguel de Tucumán, Manuel ya estaba en Jujuy. Ella no se desanimó. Desembarcó en San Salvador a fines de abril.
María Josefa y Manuel se unieron, por fin, en el campo de batalla “permanecieron juntos en el norte alrededor de ocho meses que, a su vez, serían los únicos”. También que en esos meses tuvieron lugar tres acontecimientos históricos: la bendición de la bandera argentina en San Salvador de Jujuy (el 25 de Mayo), el éxodo jujeño (iniciado el 23 de agosto) y la batalla de Tucumán (24 de septiembre).  
Sin embargo, cuando María Josefa se enteró de que estaba decidió regresar. Iba a tener un hijo de un hombre con el que no estaba unida de manera legal, ya que al menos formalmente seguía casada con su primo. No alcanzaba para estar juntos. Sí, para tener un hijo. El primogénito se llamó Juan, nació el 30 de julio de 1813 en Santa Fe y fue adoptado por los recién casados Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra, hermana de Pepa. Entonces Juan creció con el nombre de Pedro Rosas. Recién supo quiénes eran sus padres biológicos -que su madre era la tía Pepa y su padre era también uno de los padres de la Patria- cuando cumplió los 24 años. La recuperación de la identidad no ocurrió por azar. En 1837 Juan Manuel de Rosas cumplió con su promesa de decirle la verdad al joven recién cuando fuera mayor de edad. Su primer apellido también es conocido y popular dentro de la historia nacional. Porque Pedro fue adoptado y criado por Juan Manuel de Rosas, quien le dio su apellido. “Le voy a decir algo: usted es hijo de un hombre más grande que yo, que se llama Manuel Belgrano” cuenta la historia reciente que se ha logrado reconstruir sobre el momento en que Rosas le confesó su verdadero origen a su hijo adoptivo. “Entonces, desde ahora voy a ser Pedro Rosas y Belgrano”, respondió, contundente, el hijo oculto de Belgrano.
Pedro Rosas y Belgrano fue criado por Juan Manuel de Rosas y su esposa, que era hermana de la verdadera madre de Pedro. Fue juez de paz en azul y militar. María Josefa acompañó a Manuelita Rosas (hija de Juan Manuel) en actos y fiestas, y atendió a la gente del pueblo que tenía afinidad con el gobierno. Vivió muchos años en una casa de la calle Alsina 455, que actualmente pertenece al Buenos Aires Museo. Esto le granjeó grandes críticas de parte de sus rivales liberales y unitarios. Entre sus máximos detractores se encontró José Mármol, quien la caracterizó en su novela Amalia, como una febril activista y dirigente de sectores populares, sobre todo los mulatos, en una relación de tipo clientelar.
En su casa de la calle Alsina -según se ha dicho- se manejaban muchos de los resortes más importantes del poder rosista. Sin embargo, su relación con Rosas fue zigzagueante y se habría alejado de él hacia el final de su gobierno. Fallecería el 6 de septiembre de 1856 a los 70 años de edad.
Ya adulto, Pedro Pablo Rosas y Belgrano se desempeñó como comandante militar interino y juez de paz en Azul, Provincia de Buenos Aires. La mayor parte de su vida transcurrió en los campos que su padre adoptivo le cedió en ese punto. Contrajo matrimonio con Juana Rodríguez y su historia de amor fue todo lo opuesto a la de sus verdaderos padres: juntos tuvieron 16 hijos.   Pedro Rosas y Belgrano se casaría con Juana Rodriguez en 1851. María Josefa Ezcurra, su madre, sería la madrina de la boda.
El coronel Pedro Rosas y Belgrano falleció el 26 de septiembre de 1863.

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