Rosas

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viernes, 19 de agosto de 2022

La Masonería y su influencia en la Batalla de Pavón

Por el Prof. Jbismarck
El historiador masón Martín V. Lazcano, en su obra sobre las Sociedades Secretas de Buenos Aires13, informó que en una Tenida blanca del 21 de julio de 1860, posterior a la batalla de Cepeda, una logia del recientemente instalado Gran Oriente de la Masonería Argentina otorgó la distinción del grado treinta y tres de la Orden -de modo honorario- a Mitre, Urquiza, Derqui, Sarmiento y Gelly y Obes (ministro de guerra de Buenos Aires). Esa Tenida fue denominada de Unidad Nacional, dado que su propósito era superar la división territorial argentina. Obviamente, tal reunificación se haría sobre la base de la aceptación por el resto del país de la supremacía de Buenos Aires. O sea: que no habría más lucha entre ambos bandos, dado que uno de los contendientes quedaba impuesto.  Decisión que Urquiza habría aceptado eventualmente. Luego, el resultado de Pavón quedaría allí asentado.  Por si acaso, para ejecutar aquella decisión masónica, un oscuro personaje apellidado Yateman, de nacionalidad estadounidense, a mediados de setiembre de 1861, se situó en las proximidades del arroyo de Pavón. Pues, resulta que el aludido Yateman, en obvia función mediadora, fue visto yendo y viniendo de un campo al otro, en los días previos al combate. 
La deducción de esa gestión de la Orden la han colocado historiadores revisionistas como José María Rosa o Fermín Chávez. 
Esto es, que la mediación de las Logias fue la determinante de la suerte de Pavón y de la Argentina en adelante. Por si quedaran dudas, el historiador oficioso de la Masonería Argentina, Alcibíades Lappas, al tratar de Urquiza, confirma los datos sobre la Tenida de 21 de julio de 1860. A continuación apunta que tras Cepeda: (…) también el general Urquiza supo dar la victoria a las armas de la Confederación en los campos de Pavón. Pero no obstante eso, el general victorioso, en magnífico gesto de autosacrificio y renunciamiento, se retiró a Entre Ríos dejando el campo de batalla a las fuerzas opuestas comandadas por Mitre, convencido de que esa era la única manera de terminar con las disidencias y obtener la meta ideal de la pacificación definitiva
El dato más curioso lo aporta otro historiador masón, Emilio J. Corbière, al informar que: Fue el general Urquiza quien alentó la formación de logias como fórmula de entendimiento mutuo y fraternización a fin de poder enfrentar un proceso de unidad nacional en medio de un país dividido, disgregado, sometido a toda clase de presiones externas y con un partido porteñista en la búsqueda de lograr la hegemonía política y control de la Aduana. 
Otro bello gesto unificador. Claro que acá la iniciativa masónica queda de mano de Urquiza y no de Buenos Aires. Por otra parte, tanto Mitre como Derqui fueron destacados masones. 
¿Se aplicaría aquello de quien mejor masonice, mejor masonificador será?, ¿O no?... Como diría un afamado líder sindical: Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario…
Bien. Volvamos a los hechos, en el punto donde los dejáramos.  Urquiza renunció a su cargo militar confederal, pero permaneció como Gobernador (perpetuo, democráticamente eterno) y Capitán General de Entre Ríos, no molestado por el Presidente Mitre. También subsistió como jefe del Partido Federal, aunque sus subordinados, Peñaloza, Varela y López Jordán, junto a los intelectuales de la Generación federal de 1865 (Carlos Guido y Spano, Francisco F. Fernández, Miguel Navarro Viola, José y Rafael Hernández, Olegario Víctor Andrade, Ovidio Lagos, etc.), lo consideraran un traidor. En todo caso, era la segunda vez que traicionaba  (Caseros, y también por motivos económicos; ver: misiones de Cuyás  y Sampere).  Mitre fue Gran Maestre y Gran Comendador de la Orden.  
Derqui, por su lado, presentó la renuncia al cargo presidencial el 5 de noviembre de 1861 y se exilió en Montevideo, donde vivió dos años en la pobreza. En 1867 murió en Corrientes a los 58 años de edad. Tan pobre estaba que no había con qué pagar el entierro que, en definitiva, abonaron sus amigos.
Por treinta y ocho días, siguió la Confederación de la mano del vicepresidente el Grl. Juan Esteban Pedernera, hasta el 12 de diciembre de 1861, en que renunció, previo disolver el Estado Confederal.  
Cuando Urquiza sea asesinado en abril de 1870 en su palacio de San José, José Hernández en carta a Ricardo López Jordán, del 7 de octubre de 1870, sostendrá que Urquiza era: el Gobernador Tirano de Entre Ríos, pero era más que todo, el Jefe Traidor del Gran Partido Federal, y su muerte, mil veces merecida, es una justicia tremenda y ejemplar del partido tantas veces sacrificado y vendido por él. La reacción del partido, debía por lo tanto iniciarse con un acto de moral política, como era el justo castigo al Jefe Traidor  

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