Por Eduardo Galeano
Una matanza de indios inauguró la independencia del Uruguay.
En julio de 1830, se aprobó la Constitución nacional, y un año después el nuevo país fue bautizado con sangre.
Unos quinientos charrúas, que habían sobrevivido a siglos de conquista,
vivían al norte del río Negro, perseguidos, acosados, exiliados en su propia
tierra.
Las nuevas autoridades los convocaron a una reunión. Les prometieron
paz, trabajo, respeto. Los caciques acudieron, seguidos por su gente.
Comieron, bebieron y volvieron a beber hasta caer dormidos. Entonces
fueron ejecutados a punta de bayoneta y tajos de sable.Esta traición se llamó batalla. Y se llamó Salsipuedes, desde entonces, el
arroyo donde ocurrió.
Muy pocos hombres lograron huir. Hubo reparto de mujeres y niños. Las
mujeres fueron carne de cuartel y los niños, esclavitos de las familias patricias
de Montevideo.
Fructuoso Rivera, primer presidente del Uruguay, planificó y celebró esta
obra civilizadora, para terminar con las correrías de las hordas salvajes.
Anunciando el crimen, había escrito: Será grande, será lindísimo.
La avenida más larga del país, que atraviesa la ciudad de Montevideo, lleva
su nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario