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Entrevista a Francisco José Pestanha.
- ¿Cual es su perspectiva respecto a la situación actual del revisionismo histórico en nuestro país?
Observamos que, hace aproximadamente veinte años, comenzó un proceso de revitalización de esta corriente, que se inició con un conjunto de ensayos y de investigaciones extra o para académicas con mayor o menor rigurosidad metodológica. No obstante ello, hoy puede visualizarse con nitidez la presencia, en algunos textos académicos, de la matriz revisionista. El revisionismo histórico argentino, más precisamente, el historicismo revisionista en nuestro país, posee a esta altura un vasto desarrollo, e indudablemente, ha efectuado aportes a la historiografía nacional de inagotable valor. En la actualidad esta corriente ha resurgido y se encuentra en un período de plena expansión.
Es importante destacar que dentro del revisionismo conviven diversas perspectivas que no obstante enriquecerlo, lo complejizan. En ese sentido a un primer revisionismo surgido a fines del siglo XIX y vinculado al transcurrir del derrotero hispano criollo, le devendrá luego una nueva orientación vinculada a la irrupción de las masas en la política y a sus consignas de igualitarismo social. Este segundo revisionismo que denominamos “clásico” expresará una interpretación novedosa respecto al yrigoyenismo, al peronismo y a sus antecedentes históricos, y además, respecto a los movimientos emancipatorios, el tercermundismo y el antiimperialismo. Además algunas corrientes de origen marxista propondrán una versión específica que contendrá elementos revisionistas. A ello me refiero cuando enuncio la cuestión de las diversas perspectivas.
- ¿Cuáles son las razones por la que UD entiende que el revisionismo ha resurgido?
Las razones son múltiples y diversas. A simple vista una primera razón que motivó el resurgimiento es que aún en la actualidad persisten algunos de los motivos por los cuales emergió el primer revisionismo, allá por fines del siglo XIX. Como lo hemos señalado, esta corriente historiográfica emergió inicialmente como resistencia vital a un relato histórico dotado de aspiraciones hegemónicas que intentará imponerse al concluir las guerras civiles, más precisamente, con posterioridad a las batallas de Caseros y Pavón. Alguno de los prejuicios, las alteraciones y las omisiones de aquel primer intento de relato aún se encuentran inmersas en los textos escolarizados y también en los académicos. Es por ello que hablamos de resurgimiento. Una segunda razón se encuentra vinculada a la necesidad de recuperar las historias locales y regionales. Allí existen cuantiosos textos elaborados y publicados en las últimas dos décadas que dan cuenta del pasado de las provincias y municipios, gran parte de ellos orientados a rescatar elementos del orden de lo identitario. Una tercera causa, radica en la exigencia de reivindicar la historia de las culturas nativas argentinas que durante muchos años estuvieron ausentes en los relatos o desnaturalizadas por visiones positivistas y/o euro centristas. Existen otras motivaciones, pero creo que estas son las principales.
- ¿Quienes son a su criterio los principales exponentes de la corriente o matriz revisionista?
Mis maestros me enseñaron a analizar procesos históricos y culturales y no itinerarios individuales. El historicismo revisionista presupone un sujeto colectivo y, colectiva es por lo tanto su matriz. Como enseñaba Hernández Arregui, aquí no se admiten ni “padrinazgos”, ni “mandarines” del saber. Además, a la par de revisionistas mas experimentados han surgido nuevos referentes, e inclusive pueden hoy observarse textos con contenidos u orientaciones revisionistas de autores que no se inscriben en esta corriente.
- El Instituto Manuel Dorrego ¿constituyó una tentativa para aglutinar a los autores revisionistas?
En parte si, a pesar que en varios ensayos como uno que fue publicado por UPCN “El historicismo revisionista como fenómeno histórico cultural”, advertí que el revisionismo, como auténtico fenómeno histórico cultural, resulta de dificultosa institucionalización y, además, que cualquier tentativa podría devenir en una nueva frustración. No obstante ello, acompañe y defendí a capa y espada la decisión presidencial y acepte participar en el Dorrego como miembro de número. Pensé que tal vez el Instituto podía reforzar el trabajo que espontáneamente venía realizándose hace décadas en todo el país sin recursos y con escasísima difusión. Desgraciadamente tales fines no fueron alcanzados y el Dorrego término, como advertimos oportunamente, prisionero de una microfísica político institucional que fue paulatinamente desnaturalizando sus objetivos. De allí la crisis por la que atraviesa.
- ¿Podría Ud. precisarnos un poco estos últimos conceptos?
Me resulta un poco doloroso hablar de esta cuestión ya que el Dorrego esta integrado por algunos colegas que respeto personal, intelectual y afectivamente. Básicamente, creo que alguno de los integrantes de su conducción no se encontraban realmente comprometidas ni mental ni espiritualmente con revisionismo. Hubo mucho oportunismo, cierta escatología, algo de divismo y por que no una cuota de politiquería de bajísima estopa. Personalmente me forme con revisionistas auténticos como, entre otros, Fermín Chávez y Ernesto Goldar. Ellos eran plenamente conscientes que, en términos croceanos (de Benedetto Croce), el historicismo revisionista argentino, se constituyó como un espacio de amplísima libertad especulativa. Las instituciones, y sobre aquellas que asumen características como las que le imprimió parte de la conducción del Dorrego, generalmente no constituyen espacios hábiles para este tipo de reflexión. Terminan, en términos de prácticas, prisioneros de modalidades plutocráticas.
- Pero Ud. suele sostener e insistir que un intelectual tiene que comprometerse.
En principio te aclaro que no suelo hablar de intelectuales sino de pensadores. La palabra intelectual presupone un estereotipo vinculado al liberalismo individualista que no comparto, el pensador reflexiona sobre lo colectivo como parte de ese colectivo. En ese sentido, el compromiso con lo colectivo es un componente vital en un pensador siempre y cuando este actúe con honestidad especulativa. El instituto debió erigirse como un ámbito contenedor de todas las experiencias revisionistas. Algunas acciones fueron direccionalas en ese sentido, pero otras, tal vez la mayoría, fueron impulsadas por otra lógica, la individualista. En el Dorrego hubo prácticas iluministas y otras de las que mejor ni hablar por que me generan pavor. Una acertada decisión de política de Estado, merced a algunos mediocres, termino prisionera de algunos oportunistas e infundidos.
- Pacho O´ Donnell denuncio la existencia de infiltrados.
Bueno habría que preguntarle a él respecto que se refiere con la palabra “infiltrados” ya que en parte tuvo la responsabilidad de la selección de los integrantes y ejerció además la conducción del instituto durante la primera etapa. Para concluir con esta cuestión quiero decir que dentro del Dorrego existen compañeros y compañeras de un vasto compromiso, de un prestigio incuestionable y de una honorabilidad irreprochable, pero como en la vida, ciertas veces esas voces son acalladas por quienes consideran que las instituciones son objeto de apropiación o cotos de caza.
Entonces, ¿encuentra alguna esperanza respecto al futuro del Instituto?
La esperanza, sostiene el dicho popular, es lo último que se pierde (risa). Se que en el Dorrego hay gente de bien con mucha claridad. Si el gobierno interviene y promueve una reformulación de los criterios, las dinámicas y además un ordenamiento en la conducción, puede sea recuperable. Sino, seguirá la suerte de otros institutos similares.
- ¿Y el revisionismo?
La matriz revisionista seguirá un desarrollo evolutivo afortunadamente creciente. Por un lado, nos consta la producción extra académica es cuantiosa y continua enriqueciendo el conocimiento de nuestro pasado. El revisionismo no es la única corriente historiográfica en el país. Convive y dialoga con otras que han realizado interesantísimos aportes. Y ese diálogo continuará. Por su parte, la aparición de contenidos e interpretaciones revisionistas en textos académicos resulta un fenómeno novedoso al que hay prestarle especial atención. El revisionismo seguirá aportando a la riqueza intelectual y cultural del país a pesar de aquellos que aún lo siguen negando, o de quienes se han incorporado a esta corriente, tal vez, con el ingenuo anhelo de destruirla desde adentro.
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