Rosas

Rosas

jueves, 30 de septiembre de 2021

Urquiza, el Jefe Traidor a la Confederación Argentina según Domingo Faustino Sarmiento

Por el Prof. Jbismarck
La carta de Yungay, así llamada, es una de las más famosas de Sarmiento en contra de Urquiza y forma parte del gran ataque que llevó a Alberdi. Desnuda a sus enemigos sin piedad, convencido de sus verdades y arrastrado por algunos errores, posiblemente no intencionales.  Urquiza se calló, pues tenía cosas más importantes que hacer. En su carta. Sarmiento recordaba a Urquiza cómo había tratado de asegurarse el dominio de Buenos Aires y del Congreso. En efecto: había hecho nombrar diputados a Leiva, "su ministro de Entre Ríos; a Elias, a quien hacía morder con el perro Purvis para divertirse y vejarlo; al muchacho Seguí, a su edecancito, Huergo, y extraño no ver a Laguitos y a don Diógenes, y el resto de la familia en lugar de Guido, García. Anchorena. Arana, Pacheco, hombres de respeto y consideración, ya que Alsina, Pórtela. Veloz, Domínguez, Tejedor, Sarmiento y tantos otros podrían ser tachados de unitarios salvajes". 
Urquiza había insinuado a Sarmiento, en Gualeguayehú, que, no bien libertada la república, se retiraría a su casa. En vez de hacer esto había dejado dos batallones correntinos en custodia de la ciudad al mando de Piran. Los antiguos sostenedores de Rosas —Anchorena. Arana, Costa, Lagos y otros— no estaban diispuestos a servir a Urquiza. "¿Qué son los hombres —preguntaba Sarmiento a Urquiza— bestias de posta, indiferentes al que las ha de ensillar?. Los intereses de Buenos Aires unían a rosistas y antirosistas frente al enemigo común que era Urquiza. Sarmiento le aconsejaba, sabiendo' que no lo haría, disolver el Congreso que había reunido, alejar a "sus sirvientes Elias , Seguí, Leiva, Huergo, Gorostiaga, que están diciendo a gritos lo que hay en el fondo", y convocar un nuevo congreso en el cual debían entrar "los señores Alberdi, Guido, Alsína, Anchorena, López, Domínguez, Mitre, Lagos, Vélez, Carril, Pilco, los generales Pacheco, Pinto y Oro, Aberastain, Mármol, Sarmiento, hombres de saber, de prestigio, de autoridad, de conocimientos".
Sarmiento no olvidaba la muerte de Chilavert y de los cientos de la división Aquino, "degollados o fusilados en Palermo, a doscientos pasos de la puerta de su habitación, y cuya putrefacción apestaba el aire. Yo fui a ver el cadáver de Chilavert, hinchado, desfigurado, comido, supurando, diez días después de su ejecución".  El mariscal Márquez, el jefe brasileño, estaba espantado. "¿Por qué mató, general, a Chilavert al día siguiente de la batalla, después de la conversación que tuvieron? " Todo el ejército se quedó asombrado, sin saber por qué causa secreta, pues aparente no había, se deshacía de Chilavert. Muchos días después, contemplando con Mitre su cadáver desfigurado, ¿a quién habrá degollado el general en este pobre Chilavert?, me debía. No sé por qué me parece, replicábale yo, que es al artillero científico, a fin de que su Piran no tenga rival". Chilavert se había pasado a Rosas, pero no lo había servido en la mazorca ni en las expoliaciones
La alianza con el Brasil había hecho mucho daño a Urquiza. Este lo sabía y había alejado a los brasileños en todos los sentidos. Sólo había admitido su dinero. El enviado del emperador, Carnoiro Leao, había expresado ante Sarmiento: "iSí, los millones con que hemos tenido que comprarlo para derrocar a Rosas! ¡Todavía después de entrar a Buenos Aires quería que le diesen los cien mil duros mensuales mientras obscurecía el brillo de nuestras armas en Monte Caseros para atribuirse solo los honores de la victoria!". Las provincias revivían sus ataques a los" porteños. Olvidaban que si Buenos Aires habían aniquilado a las provincias "ha sido por la mano de los provincianos Benavidez. Virasoro, López, Urquiza, sus ciegos instrumentos, sus vendidos verdugos".  Urquiza era el que más prisioneros había degollado. La piel de Berón de Astrada, con la cual se hahía hecho una manea, la había sacado un muchacho que servía a la mesa de Urquiza. Nadie ignoraba que este gobernador había sido rosista hasta que comprendió que Rosas jamás iba a reunir un Congreso ni permitir la navegación en los ríos. Urquiza se rodeaba, según Sarmiento, de hombres "obscurísimos, como Elias, Seguí, Huerguito y tanto otro badulaque que ha mandado al Congreso, y el clérigo Peña, ¿hay algo más obscuro y despreciado?". 
La carta de Yungay causó sensación. Sarmiento era diputado por San Juan,  Continuó sus reflexiones políticas en otros escritos. ¿Quiénes habían impedido que se constituyese el país? los caudillos: López, Bustos, Quiroga. Urquiza no había querido tocar a los caudillos del tiempo de Rosas. La Constitución debía ser "un arreglo cntre los propietarios feudales". En veinticuatro horas, con las piezas fraguadas en Palermo, se llegó al Acuerdo de San Nicolás. Este arreglo hecho entre los lobos levantó las protestas de cinco de las diez provincias convocadas. San Juan depuso a Benavidez; Tucumán, a Gutiérrez; Córdoba, a López; Corrientes, a Virasoro, y Buenos Aires, a López 
El Congreso debía reunirse en Santa Fe , que no tenía prensa, correos, ni casi población. Urquiza había traído el Congreso frente a su casa. Sarmiento analizó todios los defectos del tratado de San Nicolás.  le escribe Sarmiento a Mitre:

«No deje cicatrizar la herida de Pavón. Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste. Southampton o la horca

 

Domingo F. Sarmiento

No hay comentarios:

Publicar un comentario