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viernes, 26 de noviembre de 2021

RAÚLSCALABRINI ORTIZ: REVISIONISMO Y LIBERACIÓN NACIONAL

 Por Arturo Jauretche

Raúl Scalabrini Ortiz (1898-1959), porque su figura y su obra, asumen características particulares. La intención de Scalabrini no fue nunca asumir el revisionismo como mera actitud historiográfica de impugnación académica. Su revisionismo fue un arma de combate, una herramienta de lucha para la liberación de su patria y la redención de su pueblo. Dotado de una exquisita sensibilidad literaria, había llegado a ser en los años anteriores al 30, colaborador de La Nación. Pero producida la caída de Yrigoyen, adhiere al radicalismo en su versión más popular y nacional: el yrigoyenismo. Deja entonces de frecuentar los cenáculos literarios de la "intelligentzia" oficial y comienza una lucha desigual y quijotesca, denunciando toda la trama de la política británica en el Río de la Plata. Poco después de crearse FORJA en 1935, Scalabrini se convertirá en uno de sus principales animadores intelectuales. Profundiza el estudio de la historia nacional y su correlación con los procesos históricos que ha vivido el país. Se vuelca fervoroso al periodismo de combate y del 15 de noviembre al 25 de diciembre en 1939, dirige Reconquista. Pocas veces en la historia del periodismo argentino, un diario que vivió sólo 40 días dejó una huella tan honda. Es que en él aparecieron, desgranados por su pluma, los artículos que luego serían la base de sus dos libros fundamentales: Política británica en el Río de la Plata e Historia de los Ferrocarriles Argentinos. 

 Los intereses imperialistas y sus servidores nativos se sintieron tocados a fondo y utilizaron toda su artillería de recursos para quebralo, sobornarlo o silenciarlo. No lo consiguieron.  Pero lo castigaron sin piedad (ningún golpe bajo fue escatimado para aplicarle a quien, en su juventud, había sido campeón amateur de box). Cuando todo parecía perdido, el arsenal ideológico formado por Scalabrini y el puñado de hombres de FORJA, fue recogido por algunos de los militares que hicieron la revolución de 1943. A partir de octubre de 1945 la lucha por la liberación nacional se clarifica y estructura. El enfrentamiento con los intereses imperialistas, denunciado implacablemente por Scalabrini fue inevitable. Y se triunfó. Debió haber sido el mariscal ideológico de la victoria, se limitó a ser sólo un soldado de la liberación. Cuando el 1ro de marzo de 1948 se nacionalizaron los ferrocarriles, Perón lo invitó a ocupar el palco oficial, pero él se quedó en la plaza, mezclado con el pueblo. No todo lo escrito por Scalabrini se había entendido. Los ferrocarriles se llamaron Sarmiento, Mitre, Urquiza..., Scalabrini siguió en el llano. E incluso se llamó a silencio. Después, cuando en 1955, caía el gobierno que había nacionalizado en buena parte la economía del país y quienes habían usufructuado sus canongías buscaban cómodos refugios y ponían candado a sus bocas, Scalabrini volvió a la pelea. Fue su última campaña. Pero toda una generación juvenil que lo había olvidado o lo desconocía, reencontró al patriota y luchador inclaudicable. Las reediciones de Política Británica... e Historia de los Ferrocarriles Argentinos conocieron un éxito que no habían tenido antes. (En 1957, en el suplemento de la revista Qué, N° 2- 3, se publica "Aquí se aprende a defender a la Patria". En 1961 se reedita Yrigoyen y Perón. Identidad de una línea histórica de reivindicaciones populares. En 1964, aparece con el título de "Cuatro verdades sobre nuestras crisis", una selección de cuatro trabajos publicados entre 1939 a 1948, con prólogo y notas de Vicente Trípoli.) El triunfo actual del revisionismo histórico tiene una deuda incalculable con Scalabrini. Lo que en algunos había sido una añoranza de una sociedad patriarcal y autoritaria, fue en Scalabrini un nacionalismo vigoroso, popular, revolucionario, que no le dio flancos al enemigo y demostró que la revisión histórica no tiene sentido como "divertimento" intelectual si no sirve como instrumento para la liberación nacional. Cuando un mal alevoso lo tumba en 1959, Scalabrini Ortiz, pobre, sin títulos ni medallas académicas, era la imagen real de la dignidad nacional. El lo había dicho con la humildad y la verdad del poeta: "Ya estoy solo y unido/ ya soy solo mi tierra

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