Por el Prof. JBismarck
Guillermo Miller nació en Inglaterra el 12 de diciembre de 1795. Como militar de carrera, tuvo una actuación destacada en su país de origen a las órdenes de Arthur Wellesley, Duque de Wellington. Terminadas las guerras napoleónicas el joven capitán, que por entonces tenía 20 años y había pasado los últimos 5 años de su vida peleando, decidió poner sus habilidades de artillero al servicio de la causa emancipadora. En 1817 llegó a Buenos Aires, incorporándose al Ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata. José de San Martín lo destinó al Regimiento de Artillería de Buenos Aires. Por su participación en la batalla de Cancha Rayada (19 de marzo de 1818) fue ascendido a sargento mayor y el General lo hizo su edecán personal. Durante la Campaña al Perú y ya como marino, intervino en numerosas acciones navales.
En 1818 se apoderó de la fragata española nombrada “María Isabel” y, en 1819, estuvo en la expedición a El Callao, en la toma de Pisco y, bajo las órdenes de Lord Thomas Cochrane, en la captura de la fortaleza de Valdivia, una poderosa plaza austral considerada por los españoles como la puerta de ingreso a los mares del sur. En Pisco y Valdivia recibió 6 heridas de bala al dirigir personalmente sus hombres al ataque. Su coraje indómito llamó la atención del General José de San Martín, quien lo ascendió y lo señaló como segundo al mando del Regimiento 8 de infantería. En 1821 fue condecorado y nuevamente ascendido en el escalafón, esta vez a coronel. Mientras actuaba como Jefe interino del Estado Mayor del Ejército peruano, Simón Bolívar le ordenó recorrer todo el territorio para someterlo a los ejércitos libertadores. Esta misión culminará con las victorias de Junín (6 de agosto de 1824) y de Ayacucho (9 de septiembre de 1824), últimas batallas por la independencia americana que le valieron su ascenso a Gran Mariscal del Ejército del Perú. Posteriormente fue designado Prefecto de Puno, y después, de Potosí. En 1826, Miller volvió a Londres donde fue recibido con honores. De allí viajó a Bruselas para entrevistarse con San Martín, a fin de recabar datos sobre la gesta de la Independencia americana y poder así terminar sus memorias, un escrito bastante polémico por las muchas inexactitudes que contiene. De regreso al Perú en 1837, fue Gobernador de El Callao. A pesar de sus servicios a la causa de la independencia, sufrió persecuciones políticas y destierro. El mariscal Ramón Castilla repuso sus títulos y honores. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio británico de Lima y posteriormente trasladado al Panteón de los próceres de dicha ciudad. Sus Memorias -Memoirs of general Miller: In the service of the republic of Peru- fueron publicadas en Londres en 1829 y traducidas al castellano por el General español José María Torrijos. La obra recibió críticas por algunas afirmaciones controvertidas en su relato de los acontecimientos. Varios compañeros de armas expresaron sus disensos, entre los que se contaba el coronel O´Brien quien, sintiéndose agraviado, quemó en público las Memorias. Falleció el 31 de octubre de 1861, a bordo del navío inglés “Naiad”, que no alcanzó a zarpar de ese puerto americano. Su viuda le entregó a Carranza todos los papeles que su marido había reunido a lo largo de su vida
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