Por Luis Oscar Buján
Objetivos de la Política Exterior de la Confederación rosista
1. Mantenimiento de la integridad territorial. Seguridad de las fronteras.
Después de las pérdidas territoriales experimentados por el que fuera el territorio original del Virreinato del Río de la Plata, donde los desaciertos políticos de los ideólogos enervaron los sentimiento autonómicos, la política exterior de Rosas se orientará en la conservación de la integridad del territorio que recibiera al comenzar su mandato. Para ello, el gobierno encargado de las Relaciones Exteriores deberá desplegar una acción enérgica en el plano interno que abarcaria lo político, lo económico e incluso, llegado el caso, la militar. Los sentimientos de algunos de los dirigentes provinciales que llegaban a confundir autonomía con independencia, encontraron aliados poderosos en las naciones ultramarinas interesadas en el establecimiento de colonias, o bien de la balcanización que les aseguraría buenos negocios y mayores posibilidades de inversión financiera. También las naciones limítrofes vieron que la situación interna en la Confederación podría ofrecerles la posibilidad de ampliar sus territorios a expensas de la Argentina; palabras aparte merece la actitud del Brasil que veía en la figura de Rosas y su política un obstáculo en su pretendida hegemonía en la Cuenca del Plata. Serían emigrados argentinos en esos países quiénes alentarían la mayoría de las veces la segregación de territorios de la Confederación, mentes egoístas que con tal de obtener su metas políticas no repararon las promesas de enajenación territorial, olvidando que la misión primera de todo político es la conservación del patrimonio territorial.
Un caso distintivo de la política exterior lo constituiría la relación con el Paraguay, que gozaba de una total autonomia desde 1811 sin que se hubieran presentado problemas hasta el momento en que Carlos Antonio López declarará la independencia de la provincia argentina, La oportunidad el pronunciamiento paraguayo y las consecuencias que este acarreaba, dado que su reconocimiento llevaria a la apertura de la navegación del Río Paraná, objetivo que perseguía Gran Bretaña motivaría que Rosas mantuviera una actitud de intransigencia con la nación guaraní. A las dificultades que esta situación planteaba, Arana le escribía a Guido lo siguiente: "persuadido está de lo que importa a ambas países la incorporación del Paraguay a la Confederación el Gobierno de Buenos Aires jamás pretenderá obligar con armas a aquél país a que la confederacion y que sus relaciones siempre serán conducidas con amistosa benevolencia. Combinando los principios de neutralidad con el de conservación del territorio, dejó “Rosas carecía de fórmulas para resolver la gravísima cuestión planteada por la independencia del Paraguay, pero en su videncia de la realidad política, estaba convencido que el Paraguay autónomo era imposible”, confiaba en que los dirigentes paraguayos advirtieren que el enemigo del Paraguay no eran las provincias argentinas, sino el enemigo común el Imperio del Brasil como quedaría demostrado treinta años más tarde
2.Evitar la ingerencia de los extranjeros en los asuntos internos.
Así como Rosas evitó la intervención argentina en asuntos internos de los Estados vecinos, de la misma manera exigiría de otros estados la política correspondiente; ese derecho soberano sin embargo, no encontrará correspondencia, y tanto en la política desarrollada por la Banda Oriental cuando pasa a ser gobernada por Fructuoso Rivera, como el Brasil, pero fundamentalmente por Francia y por Gran Bretaña, obligarán a que el gobernador de Buenos Aires deba usar todos los métodos de la política para hacer respetar la soberanía nacional. En realidad, la participación de extranjeros en nuestros asuntos sería promovida por gobiernos provinciales, como los casos de Corrientes y de Cullen, en 1838, o por los emigrados que pretendieron conformar una gran coalición internacional contra Rosas, como fue el caso de la misión de Florencio Varela ante las cortes europeas. Este principio de autodeterminación sería sostenido con tesón en todo momento; son bastos conocidos las posiciones ante los reclamos franceses y británicos en 1838 y 1845, pero su actitud fue una constante del gobierno de Rosas lo explica Clemente Basile en ocasión de mediación inglesa ante la guerra con Bolivia: “...la aceptación de la mediación de Inglaterra, si Rosas exigiera tales garantías, habría significado una claudicación para el gobernador, una aprobación de las intromisiones de un país extraño para resolver asuntos que eran privativos soberanía argentina” .
3.Defensa de los derechos argentinos
La defensa de los derechos de la Confederación Argentina como nación soberana sería otro de objetivos propuestos por el gobierno de Rosas. En el planteo de los reclamos ante Gran Bretaña por los derechos argentinos sobre las Malvinas; en la exigencia de revisar el tratado de 1825 para anular las cuestiones de la libertad de culto y las ventajas comerciales que se le habían otorgado a la nación europea; en los reclamos; las agresiones extranjeras buscando tratados leoninos; en fin, en la permanente exigencia al reconocimiento de los derechos nacionales, el gobierno de Rosas se caracterizaría como pocos en nuestra historia diplomática. Esta posición sería claramente precisada por el Gobernador cuando en la respuesta a la oferta de mediación propuesta por Inglaterra en el conflicto con el Mariscal Santa Cruz, dijo: “...un Estado no tiene derecho para entrometerse en los arreglos internos del Perú y Bolivia separados e independientes; que estas dos naciones tienen derecho a formarse en una Confederación de Estados si lo creen conveniente, es una doctrina que el gobierno argentino jamás ha negado (.. y cuando se trata de principios fundados sobre la justicia universal, no puede ser vituperable América lo que los gabinetes europeos admiten como texto de su diplomacia”. Ante la insistencia que se aceptara esa mediación, en carta al gobernador de Tucumán, Heredia en 6 de junio de ese mismo año, Rosas le dice: “ ...o habíamos de renunciar a nuestra dignidad y a nuestra independencia política, o necesariamente debíamos apelar a las armas” .
4. Respeto e igualdad jurídica entre las naciones.
De los objetivos anteriores se desprende este principio de reciprocidad. En ocasión de producirse el primer bloqueo francés al Río de la Plata, el objetivo oculto de la nación gala, era demostrar el principio de superioridad del derecho francés sobre el derecho argentino . Arana respondería al Cónsul francés en 8 de enero de 1839: “Cualquier concesión a las pretensiones exigidas por el Consulado (...) determinaría no solamente menoscabar su soberanía, su independencia y su dignidad, sino también reducir a los ciudadanos de la Confederación a una condición mucho más triste y más degradante que aquella en la cual vivían como colonos bajo la dominación española...”
La firma de tratados que garantiza la igualdad jurídica de los Estados sería una de las condiciones reclamadas e impuestas por el gobierno rosista, cuando se trate de resolver conflictos, sosteniendo que no se podía reclamar por la fuerza o los cañones, privilegios que solamente pueden concederse por tratados. El triunfo de esta posición quedaría concretado con la firma de los tratados de 1840 y 1849-1850. Consecuentemente con esta exigencia, y habiendo experimentado su gobierno los riesgos que producía el permitir que los gobiernos toman partido por alguna facción local, Rosas evitaría comprometer a su diplomacia en actitudes semejantes.
En este sentido, uno de los ejemplos más claros lo tendremos en las instrucciones dadas a los enviados ante Chile y Bolivia, en las que el propio Rosas recomendaba: “...presentarse siempre neutrales ante los partidos políticos del lugar” .
Los Principios
Es académicamente aceptado que los principios generales de la política Exterior deben ser siempre:
-Formular siempre una política realista, ya que no sólo importan los valores contenidos en ella, sino también el éxito final de la misma.
-Definir la política exterior en términos de Interés Nacional, que responda a los intereses permanentes del país, y no de grupos o de individuos .
Para esto el Estado dispone de tres instrumentos: la Diplomacia, la propaganda y los armamentos. De estos se desprenderá la capacidad real de negociación que pueda tener un estado, después de haber:
a) fijado prioridades;
b) guiado a la opinión pública;
c) aplicado una diplomacia eficiente y profesional;
d) haber obtenido una capacidad real de negociación.
Dos serían las prioridades de la política rosista, que estaban además en correspondencia con los objetivos que hemos analizado. El primero de ellos:
a) Neutralidad con los países vecinos.
Durante el período rosista los conflictos que la Confederación debió enfrentar fueron innumerables; destaquemos los conflictos con Francia y con Gran Bretaña por su carácter de potencias y por la acción desarrollada por los emigrados, que alentando los afanes expansionistas implicaban la posibilidad de un conflicto agregado con los vecinos. Es este sentido, Rosas trató siempre de no comprometer la acción política con situaciones que pudiesen desembocar en un conflicto bélico, prefiriendo la negociación diplomática al uso de la fuerza. Así en la cuestión de la Banda Oriental apelaría sólo a la guerra cuando Rivera, aliado a Francia y los unitarios, la declarara e inicie acciones sobre la Mesopotamia. Otro tanto ocurrirá con el Paraguay, que en actitud similar a la uruguaya, en 1847 invade las Misiones; aquí la prudencia aconsejaba no hacer uso de la fuerza, y esperar la oportunidad de negociar. Con Chile, a pesar de su proyección sobre el Estrecho de Magallanes y la Patagonia, sólo motivaron enérgicas protestas, pero ninguna acción armada. Un juicio sobre esta política la ofrece el “Annuarie des Deux Mondes”, al decir: “...en lo que concierne a las dificultades que pueden surgir entre los estados hispanoamericanos, ligados por una nacionalidad e intereses comunes, afecta no admitir en principio sino la vía de las negociaciones amistosas” En el caso de la cuestión planteada con la Confederación Peruano-Boliviana, la respuesta y los métodos utilizados serían diferentes ya que también era diferente la situación. Bolivia tenía pendiente de solución la cuestión de Tarija, anexada a ese país desde 1825, originándose una disputa territorial. En 1836, Santa Cruz entra en guerra con Chile y la Argentina. En esa ocasión Rosas escribe a Heredia en 28 de diciembre de 1836: “.. .la guerra que ésta República debe hacer no a Bolivia sino a la administración del Presidente Santa Cruz ..”. Pensaba sin duda en la posibilidad futura de arreglar la cuestión pendiente, y la prudencia aconsejaba no despertar odios irreductibles entre dos pueblos hermanados.
Esta misma actitud le llevó a evitar situaciones que pudieran comprometer la neutralidad futura, y en ese sentido escribía a Oribe en 12 de enero de 1842: “...respecto de Tarija, no es digno de la República Argentina reincorporarla por la fuerza, ni reclamar nuestros derechos en circunstancias que Bolivia se encuentra afligida y envuelta en anarquía. Que esto debe ser obra de la paz, por negociaciones pacíficas, dignas y honorables”. Se sentaba así uno de los principios rectores de la política exterior nacional: “no utilizar la fuerza ante un país hermano con dificultades no obstante que asiste la razón y el derecho”.
b) Desarrollo de una política americanista.
Escribía el Diputado Garrigós a Guido en 1839: “Los gobiernos de Europa nos tratan como sus subalternos con el más alto desprecio, considerándonos como salvajes o berberiscos; y es porque somos débiles. Deberíamos pues pensar en hacernos fuertes (...) y esto lo conseguiríamos haciendo causa común los americanos (..) deber nuestro es marcar a los gobiernos de América la línea de conducta que deben observar, si es que quieren realmente ser libres e independientes”. Las políticas desarrolladas por Rosas en este sentido, respondieron a su punto de vista americanista del que dio varias y repetidas muestras a lo largo del período en que le tocó gobernar y dirigir la política exterior argentina. En esta política no sólo estaba comprometido el gobernador, sino también a todos los hombres que compartían con él la responsabilidad del gobierno. Coincidiendo con Garrigós, Anchorena afirmaba que: “La causa que actualmente sostenemos es la de toda la Confederación, es la de todas las repúblicas americanas” . Vicente Sierra sostenía al respecto que: “No era esta una literatura que buscara trascendentalizar hechos por razones menguadas de política interna, sino expresión de un alto pensamiento americanista, tendiente a establecer que no habría problemas argentinos, chilenos, peruanos o bolivianos que no fueran problemas continentales, sobre todo si se trataba de fortalecer una unidad dispuesta a enfrentar presiones exteriores” .
Es también Guido quien vuelve a plantear el tema de la unidad continental y de los peligros esta representaba para las potencias europeas: “...preveo muy claramente cuál será la política del Gobierno Británico, que no omitirá medios cuando no para impedir la reunión del congreso(convocado por el Perú), al menos para debilitarlo y desacreditarlo (...) bien conocen los soberanos europeos cuanto les vale en el Nuevo Mundo la subdivisión de los estados y la influencia come que ejercen” .
La Cancillería brasilera, el gobierno de Montevideo y el grupo unitario emigrado le atribuía a Rosas la intención de reconstruir el Virreinato del Río de la Plata, con el afán de producir la radicalización de la posición británica contra éste. Fue en realidad un argumento utilizado por los franceses para colocarse a la cabeza de la coalición antirosista. Irazusta en cambio sostiene “Rosas no tenía el plan de reconstruir el virreinato de Buenos Aires; sino uno mucho más elevado que era el de la confraternidad americana a todo trance, sobre la base de la integridad territorial del país tal como se hallaba cuando él empezó a gobernarlo”.
Si siempre la consideró una provincia argentina, seguramente esperaba que el tiempo haría comprender a los orientales, como también a los paraguayos, la conveniencia de volver al se la Confederación Argentina, por propia decisión y no como resultado de una imposición militar o diplomática.
Hispanoamérica era la expresión de un Estado que había estallado por la acción de los local disolventes o las presiones extranjeras; esta entidad había quedado reducida a una veinte estados que luchaban por constituirse como tales al tiempo que constituir alguna forma de unidad les permitiese defenderse de las amenazas externas, Esto le permitió afirmar a Sierra que: “ al defender principios argentinos, defendió principios americanos. No sólo defendió a la Argentina o al Uruguay, sino a Hispanoamérica en su oposición a la agresividad de las potencias en los afanes expansivos de su comercio. Intuyó como necesaria la unidad de los Estados americanos comprendió que esa tarea no correspondía a su época. Sería obra del futuro”.
Conclusión
Creemos haber demostrado a lo largo del trabajo que Rosas ha sido el creador de la Política Exterior de la Argentina, al darle los atributos que conforman la misma: objetivos, principios, y los elementos fundamentales que la constituyen. Y fue en el Río de la Plata, el lugar donde la misma debió desarrollarse y ponerse de manifiesto.
La relación con el Paraguay para evitar su segregación, la especial relación con Uruguay incluía a Oribe. Hemos visto también que los principios se encarnaron en los hombres a los cupo protagonizar el drama político creado por argentinas, orientales, brasileños y europeos. Carlos Pereyra advertía que “Los hombres de 1810, los directoriales y los unitarios, no se dieron cuenta lo que significaba políticamente dejar al Paraguay en la órbita del Brasil, y alentar en el Uruguay propósitos de autonomía que fatalmente, debían convertirse en facilidades expansión del elemento portugués” .
La defensa de Rosas a Oribe y su política hacia el Paraguay, fueron pensadas para evitar que cayeran en la órbita del Brasil que era lo mismo que caer en la órbita de Europa; fueron pensados para que pudieran insertarse en una política americanista, ya que era la única posibilidad de conservar la Independencia. Independencia que comienza a perderse a partir de Caseros, continúa con Cerro Corá, y culmina con las presidencias liberales y el Ochenta.
¡¡¡ EXCELENTE !!!
ResponderEliminar