Al promediar 1805 el Mundo se encontraba dividido entre las dos grandes
potencias enemigas; Francia a través del Emperador Napoleón queda dueña de
Europa y Gran Bretaña dueña de los Océanos y Mares, con manos libres para
conquistar mercados donde colocar su gran producción industrial. España, aliada de Francia sería a través de
sus colonias una de sus víctimas.
El 24 de junio de 1806 tropas británicas de elite, desembarcan en
Quilmes al mando de William Carr Beresford ocupando la ciudad de Buenos Aires
al día siguiente.
Prácticamente sin combatir, 1560 ingleses
se apoderaron de una ciudad de 50.000 habitantes. Como señalan crónicas de la
época en los 46 días de dominación inglesa
hubo complacientes que agasajaron a los invasores con sus tertulias, sus
dulces y sus valses y unos cuantos espías.
Pero muchos otros como Santiago de Liniers, Martín de Álzaga y Juan Martín de Pueyrredón buscaban
reunir tropas e iniciar la reconquista.
El primero se dirige a Montevideo a pedir ayuda al Gobernador Ruiz
Huidobro mientras que Álzaga financia y organiza la resistencia dentro de la
ciudad de Buenos Aires y Pueyrredón comenzó a agrupar gauchos y paisanos en los
“Santos Lugares” (Gral San Martín).
Para ello se arrendó los llamados “Caseríos de Perdriel”, propiedad
situada a 4 leguas de Buenos Aires (Villa Ballester). Había tomado el nombre de
su antiguo dueño, el francés Julián Perdriel, y después perteneció a Domingo
Belgrano.
Estaban cercados con espinillos, ombúes y Talas que bordeaban un foso, y
tenía un edificio de dos cuerpos y azotea, cuyas habitaciones daban a un patio
central, cerrado con una reja.
Pueyrredón había reunido el contingente de gauchos, con los blandengues
que el comandante Antonio Olavarría había recogido en la frontera. En ese
histórico lugar, el 31 de julio de 1806 se encuentran reunidos aproximadamente
800 hombres con sus correspondientes caballadas.
Enterado Beresford dispuso de inmediato que parte de las fuerzas
quedaran acuarteladas en estado de alerta y otras, al mando del coronel Denis
Pack, jefe del regimiento 71 Highlanders, se aprestaran a marchar, oficiando de
guía el criollo Francisco González.
En la mañana del 1 de agosto,
Martin Rodriguez desde la torre de la iglesia de “Los Santos Lugares”
(Plaza principal de Gral. San Martín), divisó la llegada de los invasores y se
dirigió rápidamente a Perdriel donde comunicó la novedad a Pueyrredón. A la altura de las actuales instalaciones del
Liceo Militar General San Martin y el Tiro Federal, los británicos hicieron alto para organizar
su despliegue. Beresford dividió la infantería en dos alas,
a derecha e izquierda de la artillería. La reserva permaneció a retaguardia al
mando del Coronel Pack, cubriendo la artillería y al cuerpo de oficiales
encabezado por Beresford. A las 08.30, ambas fuerzas se enfrentaron y no
tardaron mucho las experimentadas tropas inglesas en producir la dispersión de
las fuerzas rioplatenses.
Sólo un centenar de hombres permanecía en el campo, Juan Martín de
Pueyrredón se lanzó entonces en una carga sobre el flanco derecho para
silenciar los cañones; mientras sus hombres se adueñaban de un carro de
municiones, su caballo fue muerto por una bala rasa de cañón, quedando de pie y
rodeado por la oficialidad británica, pero fue rescatado por la valiente
intervención del Alcalde de Pilar, capitán Lorenzo Lopez; Pueyrredón de un salto montó en ancas y ante
el asombro de los ingleses, que no atinaron ni a tirotearlos, dado lo instantáneo
de la acción, desaparecieron tras la loma.
Posteriormente se dirigió a la chacra de Márquez (actuales tierras de
los talleres militares de Boulogne Sur Mer) para reagruparse y esperar a
Liniers para avanzar sobre Buenos Aires.
El número de bajas en ambos bandos fue bajo: veinte ingleses muertos y
diez heridos, y sólo tres muertos y cuatro heridos entre los defensores.
Finalmente Liniers desembarcó el 6 de agosto en inmediaciones de la
desembocadura del Río Reconquista y Pueyrredón
se incorporó a sus fuerzas con sus hombres.
El 12 de agosto se produciría finalmente el ataque y reconquista de la
ciudad.
El combate de “Perdriel”, permitió que el Pago de Santos Lugares, hoy
día Gral. San Martín comenzara a insertarse en la historia grande de la Patria.
La importancia de este encuentro fue ratificado por el Cabildo de Buenos Aires,
al otorgar, con autorización del Virrey, un escudo conmemorativo de la acción
librada, entrega formalizada el 23 de diciembre de 1806.
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