Por Jorge María Ramallo
San Martín y Rosas no se conocieron personalmente. Tuvieron
Una relación estrictamente epistolar que podemos ubicar cronológicamente entre
el 5 de agosto de 1838 y el 15 de agosto de 1850, es decir, durante el lapso de
doce años.
Los temas tratados en esa correspondencia giran en torno de tres
ejes de coincidencia:
1o La situación personal de San Martín, por entonces
exiliado en Francia.
2o La situación de la Confederación Argentina, acosada por
las dos primeras potencias del mundo en aquella época.
3o La situación europea, conmovida por los comienzos de la
revolución social.
1. La situación personal de San Martín:
Con respecto al primer eje de coincidencia, vinculado con la
situación personal de San Martín, éste le confía a Rosas en carta desde Gran
Bourg, cerca de París, del 5 de agosto de 1838 -con la que inicia la
correspondencia- las causas de su ostracismo en 1824, que atribuye al "gobierno
que, en aquella época, mandaba en Buenos Aires", " y a los hombres de
la oposición que "hacían circular la absurda idea que mi regreso del Perú
no tenía otro objeto que el de derribar la administración de Buenos Aires";
y, posteriormente, en 1829, porque a su regreso a Buenos Aires se encontró con
la guerra civil; “preferí un nuevo ostracismo -le dice- a tomar ninguna parte en sus
disensiones, pero siempre con la esperanza de morir en su seno".
En la misma carta, San Martín también le refiere a Rosas las
precarias condiciones de salud en que se encontraba: "seis años de males no interrumpidos han deteriorado mi
constitución, pero no mi moral, ni los deseos de ser útil a nuestra
patria". En consecuencia, le
ofrece sus servicios en el conflicto iniciado con Francia en marzo de ese año
"para servir a la patria
honradamente, en cualquier clase que se me destine".
Rosas con su respuesta, de fecha 24 de enero de 1839,
procura satisfacerlo. A tal efecto le propone "prestar en lo sucesivo a esta República sus buenos servicios en
Inglaterra o Francia". Y le agrega: "Al hacer a usted esta franca
manifestación, sólo me propongo darle una prueba del alto aprecio que me merece
la importancia de su persona, recordando lo mucho que debe a sus afanes y
desvelos la independencia de esta
República, como las de Chile y Perú, más no exigir a usted ninguna clase de
sacrificio que sea penoso, ni menos que se prive del placer que podrá tener en
volver cuanto antes a su patria, en donde su presencia nos sería muy grata a
todos los patriotas federales".
Al respecto, San Martín le contesta el 10 de julio siguiente: "que destinado a las armas desde mis
primeros años, ni mi educación, instrucción ni talentos no son propios para
desempeñar una comisión de cuyo éxito puede depender la felicidad de nuestro
país" . Por lo cual, no acepta el ofrecimiento.
En ese mismo año 1839, Rosas lo designa ministro
plenipotenciario en el Perú (17 de julio de 1839), cargo que San Martín, por
las mismas razones, tampoco acepta.
Posteriormente, en 1848, en otra manifestación de su deseo
de ayudar a San Martín, Rosas nombra a
su yerno, Mariano Balcarce oficial de la Legación Argentina en París, a quien
después autoriza a acompañarlo si tuviera que retirarse de esa ciudad por los
graves acontecimientos revolucionarios de que era escenario, como efectivamente
ocurrió despues.
Además, desde 1844, le rinde homenaje en todos los mensajes
anuales que dirige a la Legislatura, lo
que conforta espiritualmente a San Martín, según se lo hace saber expresamente
en varias misivas
2. La situación de la Confederación Argentina.
En cuanto al segundo eje de coincidencia, referente a la
situación de la Confederación Argentina, San Martín se pronuncia categóricamente
por la defensa de la soberanía y del honor de la República, "contra las injustas pretensiones de
los extranjeros que trataban de humillarla", como lo expresa
claramente en su testamento del 23 de enero de 1844, al legarle a Rosas el sable que lo había acompañado en toda la guerra de
la independencia de la América del Sud
Entiende, además, como lo expresa en carta del 10 de mayo de
1846, que la contienda con las dos primeras potencias de Europa "es de tanta trascendencia como la de
nuestra emancipación de la España".
En consecuencia le ofrece
nuevamente sus servicios a Rosas. Este
le contesta el 20 de mayo de 1847, diciéndole que: "La influencia moral de
los votos patrióticos americanos de usted importa un distinguido servicio a la
independencia de nuestra patria y del continente americano, a la que ud
consagró con tan glorioso honor sus florecientes días". Hecho que se había puesto en evidencia en
1845 en la famosa carta que San Martín le dirigió al cónsul general de la
Confederación Argentina en Londres, Jorge Federico Dickson, que fue publicada
en los periódicos ingleses. Y, posteriormente, en 1849, en otra carta dirigida
al ministro Binau en Francia.
A su vez, San Martín,
en una extensa carta del 2 de noviembre de 1848 le manifiesta que "A pesar
de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de
creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez. Así es que he
tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo
con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción
es tanto más completa cuanto el honor del país no ha tenido nada que sufrir, y
por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos un modelo que
seguir".
Y en marzo de 1849,
Rosas le contesta: "Aprecio intensamente las benévolas expresiones en
cuanto a mi conducta administrativa sobre el país en la intervención
anglofrancesa, en los asuntos de esta República. La noble franqueza con que
Usted me emite sus opiniones da un gran realce a la justicia que Usted hace a
mis sentimientos y procederes públicos. Nada he tenido más a pecho en este
grave y delicado asunto de la intervención, que salvar el honor y la dignidad
de las Repúblicas del Plata, y cuanto más fuertes eran los enemigos que se
presentaban a combatirlas, mayor ha sido mi decisión y constancia para
preservar ilesos aquellos queridos ídolos de todo americano". Y concluye
con estas precisas palabras de homenaje al General San Martín: "Usted nos
ha dejado el ejemplo de lo que vale esa decisión y no he hecho más que
imitarlo".
3 La situación
europea:
En lo que se refiere
al tercer eje de coincidencia, sobre la alterada situación europea, ante la
revolución social iniciada en Francia con los graves sucesos de febrero de 1848
en París y su amenaza de extenderse al resto de Europa, San Martín, en carta a
Rosas del 2 de noviembre de 1848, escrita desde Boulogne Sur Mer -que ya hemos
citado- se pronuncia por la defensa de los valores tradicionales contra la
acción subversiva de los revolucionarios, según afirma: "por las
predicaciones diarias de los clubes y la lectura de miles de panfletos".
Cabe agregar que en correspondencia paralela al mariscal Ramón Castilla, San
Martín se refiere concretamente a "los desorganizadores partidos de terroristas,
comunistas y socialistas, todos reunidos al sólo objeto de despreciar no sólo
el orden y civilización, sino también la propiedad, religión y familia"
(15 de abril de 1849).
Rosas le responde en
consonancia, en carta de marzo de 1849 -también citada- atribuyendo los males
del momento a que "los clubes, las logias y todo lo que ellas saben crear
de pernicioso y malo, tienen todo predominio", por lo cual, continúa:
"no es posible atinar qué resultados traigan, y si la parte sensata y
juiciosa triunfará al fin de sus rapaces enemigos y cimentará el orden en medio
de tanto elemento de desorden".
Finalmente, en su
última carta a Rosas, del 6 de mayo de 1850, a tres meses de su desaparición,
San Martín lo felicita: "Por tantos bienes realizados [...] como
igualmente a toda la Confederación Argentina". Y le agrega, con palabras
de honda gravitación y trascendencia: "Que goce Usted de salud completa, y
que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo
argentino, son los votos que hace y hará siempre a favor de Usted su apasionado
amigo y compatriota".
Rosas le contesta el
15 de agosto de 1850, en carta que ya no llegará a su conocimiento, en los
siguientes términos: "Sólo me resta devolver a usted, a nombre de la
Confederación Argentina y mío, las felicitaciones que nos dirige, deseando que
el viejo soldado de la independencia pueda vivir largos años en salud, para que
veamos nuestra querida patria independiente, tranquila, libre y feliz".
Así quedó rubricada
esta relación, tan singular como trascendente, de la cual el sable del
Libertador es un símbolo Imperecedero.
El Gral. San Martín, gran conocedor de la naturaleza humana, descubrió en Rosas a quien podía seguir sus ideas. De allí las elogiosas palabras que le dedicó.
ResponderEliminarEs impresionante el afecto que demuestran en sus correspondencias estos dos héroes máximos de nuestra patria.
ResponderEliminar¡Qué triste que no llegaran a conocerse personalmente!
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