por José Luis Muñoz Azpiri (h)
En uno de sus habituales diálogos con el
pueblo el general Perón anunció en la Plaza de Mayo, el 17 de Octubre de 1950,
una síntesis de su pensamiento político y doctrinario contenida en 20 puntos
fundamentales. Este manual práctico de conducta cívica se conoce desde entonces
como "Las 20 verdades del Justicialismo". La quinta "verdad" reza así:
"En la nueva
Argentina el trabajo es un derecho que crea la dignidad del hombre y es un
deber porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume".
A su vez, la verdad anterior sostenía que "no existe
para el peronismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan.
La oración del
trabajo. La única oración que llega a Dios, se ha sostenido, es la
del trabajo: En tiempo de menos ruido y más nueces se dijo: "Laborare est
orare". El brazo caído niega la vida, atrae el dolor, nos vuelve tristes y
menesterosos, aleja todo horizonte de nosotros. El sudor de la frente borra el
designio escrito por la fatalidad; la ruina no puede amenazar la casa reparada
y sostenida de continuo; no hay edificio que se resquebraje cuando lo apuntala
el esfuerzo.
La muerte no puede
triunfar de la vida que es amor hecho trabajo. No hay felicidad en la tierra
pero si existe la alegría; su fuente mana de nuestra vida interna gracias a la
emoción que engendra el trabajo productivo. El destino pende de nuestra mano,
de nuestro brazo tenso. La única oración que llega a Dios es la del pensamiento
y el músculo. Hay que rezar con la pluma, el arado y el martillo.. Hay que
velar al pie de todos los yunques. La luz ha de venir de las fraguas, la salud
nacerá del empuje creador.
"Trabajemos" ("Laboremus"). Tal fue
la consigna de Septimio Severo, el emperador, cuando sintió llegar la muerte en
Britania. El mundo reposaba entonces en su fuerza y su ánimo.
A partir de 1946,
Perón apeló al esfuerzo argentino. Ofreció un premio excitante: la Patria
mayor, la tierra de la profecía, creada por cada uno de nosotros con sus
propias manos. Fue aquella una patriada flor. Todos nos empleamos en ella. La
aventura repitió el verso del Himno: "Aquí el brazo argentino
triunfó". La factoría cedió su lugar a la Nación, Los ojos ahítos de
contemplar el arribo de naves europeas al Puerto volvieron su atención hacia
las migraciones humanas que se desplazaban desde el interior de la República
hacia el Río materno. Nuestro Oriente fue a partir de entonces, el Oeste.
Nadie nos regaló
nada Siempre debió ser así. Todo lo que tenemos proviene de la
escuela del esfuerzo vernáculo. Todo lo hemos aprendido con la pedagogía del
sudor y el ofrecimiento. Nadie nos regaló nunca nada. Quienes nos expoliaron
inventaron la leyenda de nuestra indolencia y nuestra incuria. Cuando todo
estaba hecho aparecieron los críticos para cultivar su propia autobiografía.
Quienes fraguaron la leyenda de nuestra "haraganería" no se tomaron
siquiera el pequeño trabajo de enterarse acerca de lo que trataban. Los únicos
"haraganes" que hubo aquí fueron quienes se regocijaban con el
espectáculo del Puerto desde las ventanas de una cueva financiera.
El letrero del Himno, al que hemos aludido, cubrió
empresas como la de la marcha de Hernandarias hasta la Patagonia., las
expediciones anuales al País de la Sal (Salinas Grandes) durante dos siglos,
obra de cíclopes, poco menos que desconocida - las carretas orientándose por
las estrellas como en la navegación de altura - la liberación de la Patria y
naciones hermanas, la organización y constitución política del país, la
creación de fortines, germen de pueblos, raíz civilizadora, a todo lo largo de
las fronteras Sur y Norte, sobre la pampa, el arenal cuyano y la selva
chaqueña, la Zanja de Alsina, excavada a pico y pala a lo largo de
cuatrocientos kilómetros, tarea digna de los tiempos faraónicos, que aún
aguarda a su cronista, la colonización del Desierto detrás de los "chinos"
de Roca, el trazado de los viejos caminos, la construcción del primer
ferrocarril, el Oeste, hazaña netamente argentina e interrumpida cuando
gobiernos carentes de moral y de principios regalaron locomotoras, estaciones,
rieles y durmientes al extranjero, temerosos y, a la vez, avergonzados que las
ferrovías gauchas pudieran alcanzar el Pacífico, el desmonte y los obrajes en
el Norte, el tendido de centenares de líneas telegráficas, el patrullaje
marítimo desde Ensenada hasta las Islas Malvinas, el descubrimiento de la
Antártida, etc. Mientras tanto, la inteligencia nacional se daba tiempo para
concebir el más grande poema épico del mundo Occidental y remontar la poesía
castellana hasta alturas que no había alcanzado desde la muerte de Calderón. La
ciencia adelantaba con Francisco Javier Muñiz, la paleontología, con Ameghino,
la arqueología, con Ambrosetti.... Cuando el rémington y la tuberculosis
terminaron con el gaucho, sus beneficiarios descubrieron que había nacido
haragán. Perón decidió que el sudor argentino beneficiaría
directamente a la colectividad y no a los descubridores e inventores de la
holgazanería ajena. Es a partir de 1945 que nuestra tarea está rodeada de
respeto y dignidad. Terminaron los encomenderos, los Shylocks de ropavejería.
No seremos ya escarnio del indiferente ni instrumento de la voracidad de los
poderosos. Lo mejor que tenemos es el pueblo, lo mejor que tuvimos es el
gaucho. Una gauchada es todavía lo mejor que puede hacer un argentino. Los dos
brazos del peronismo son la ayuda social y la justicia social. Con ellos recibe
el pueblo "un abrazo de justicia y de amor".
Nos afanamos a la labro con gusto y nos unimos a través
de la tarea con nuestra patria y con nosotros mismos. "Si no podéis
trabajar con amor y si solo con el fastidio - recomienda un poeta árabe - es
mejor que abandonéis la tarea y os sentéis a la puerta del templo para recibir
limosna de los que trabajan con alegría". Nos hemos movilizado cantando en
procura de un ideal extraordinario. Hasta 1944 y 1945 el trabajo era tan solo
una de las expresiones de la violación de los derechos humanos y no una
victoria del derecho social.
La Confederación General del Trabajo es la columna
vertebral del Movimiento Nacional Justicialista. Perón derrotó la incuria, la
holganza, la despreocupación, el ¿... y, total, pá que?, el crapuloso "no
te metás", el "vámo y vámo", la incompetencia, la expoliación
que se ceba en la ignorancia y el desgano, presión colonialista que encuentra
apoyo en el compatriota cómodo, la miseria dramática de un enorme porcentaje de
argentinos, las escuelas despobladas, los ranchos con vinchucas, la infancia
desvalida, los reclutas vencidos, los obrajes con paludismo o tracoma, la coca
de los braceros de la zafra, el bocio cuyano, el raquitismo del coya, los
surcos sin agua, las jornadas denigrantes y agobiantes de la minería.
Perón movilizó la
hacienda, la industria, los trabajos públicos, las obras viales y de regadío,
el derecho obrero, la política agraria, el perfeccionamiento de la defensa
nacional, el aumento de los politécnicos, la dignificación de la Universidad
adaptando al estudiante a los ideales éticos argentinos, creando profesionales
con patria y conciencia en las fábricas de títulos, antes que el golpe de 1955
vendiera por un mísero plato de lentejas la conducción de las casa de estudio a
los maniobreros de la Reforma y las consignas de 1917, tal como en su momento
denunció Saúl Taborda. El tiempo perdido en chamuyo se recuperó con el trabajo
silencioso y productivo.
En la ciudad del "no te metás" surgió el varón
"que se metió".Poe Encontró al país importando hasta las alfileres que
usaban las modistas - y con las cuales elaboró todo sus sistema económico Adam
Smith - y lo dejó en 1955 fabricando usinas, aviones, automóviles y
locomotoras. En una década se montó toda una industria liviana y se echaron los
cimientos de la gran siderurgia con los altos hornos de San Nicolás, el hierro
de Sierra Grande y el carbón de Río Turbio, en tanto se realizaba una
revolución social y se poblaba de viviendas y escuelas todo el país.
"Laborare est orare", fue también su divisa.
Trabajar es rezar. Y rezamos. Quiero por tanto elevar esta oración hasta los
cielos de la gloria y velar su sueño de héroe que acunan, desde el 17 de
octubre de 1945, los fundadores y constructores de la nación, San Martín y
Rosas, los patriotas de Mayo, los protagonistas de la Vuelta de Obligado y la
gesta de Malvinas y la "Ida" y la "Vuelta" de Martín
Fierro.
MUY BUENO JOSE LUIS.- FELICITACIONES. EXCELENTE ARTÍCULO. CARLOS A. DE SANTIS
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