Rosas

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domingo, 31 de enero de 2021

Regina Pacini y Marcelo T. de Alvear

 Por Camila Eugenia Castro

Regina Pacini había nacido en Lisboa. Su padre era un barítono italiano de buena familia alejado de su medio debido a su afición al teatro; en esos tiempos ser artista era algo casi pecaminoso. Siendo muy niña Regina quedó impresionada por un artista que valiéndose de un pito imitaba gorjeos de pájaros. Al volver a su casa, la niña empezó a repetir los trinos con su voz infantil. El padre notó de inmediato esta cualidad de la muchacha y la hizo estudiar canto.  Durante varios años fue perfeccionando su arte sin actuar públicamente. Su debut tendría características singulares. Se iba a realizar una velada de gran gala en el Teatro Real de Lisboa. Asistiría la familia reinante y toda la nobleza lusitana. Pero hete aquí que la primera actriz enferma repentinamente. ¿Quién hará el papel de La Sonámbula? Desesperación entre los dirigentes del teatro. ReginaElla sabe cantar La Sonámbula.  Fue un delirio. La reina Amelia le regaló la estola que lucía en su real cuello. Regina contaría, años más tarde, que ésta fue la única ocasión en su vida en que no tuvo miedo de actuar en un teatro… No era raro que tuviera la inconsciencia de la juventud: esa noche cumplía dieciséis años… Después de este deslumbrante éxito, Regina empezó a actuar en toda Europa. Las salas de más jerarquía la disputaban. El Scala de Milán, el Real de Madrid, el Liceo de Barcelona. Regina se había dado enteramente a su arte. Era una gran actriz, una estupenda soprano, pero sobre todas las cosas, una gran señora. Hacia fines de siglo no había una artista lírica que reuniera las preferencias del público europeo como ella.

Marcelo la conoció en Buenos Aires, en 1898, en la temporada del teatro San Martín. Desde el primer momento quedó enamorado de la diva. No faltaba noche a su palco ni dejaba de enviarle puntualmente enormes ramos de flores. La voz de Regina producíale una intensa emoción. Cuentan sus coetáneos que cuando la Pacini empezaba a cantar alguna de sus famosas arias —La Sonámbula, Lucía, El Barbero— Marcelo se retiraba al antepalco y allí, apoyado en los amplios cortinados, lloraba dulcemente. Asedió a la Pacini durante su estadía en Buenos Aires con la suficiencia y el entusiasmo que le prestaba su experiencia galante. Acostumbrado a las fáciles conquistas de cupletistas, le obsequió costosos regalos. La muchacha aceptaba las flores, devolvía invariablemente los presentes… Terminó la temporada, marchóse la Pacini a San Petersburgo… y Marcelo atrás de ella. No fue un breve capricho. Ocho años duró la persecución. Ocho años por Europa siguiendo tras las huellas de su amada, cubriendo de flores su itinerario, oyendo embelesado sus arias, recibiendo de vuelta sus regalos.  Finalmente triunfó la devoción de Marcelo.  Un buen día la madre le dijo a Regina que era tiempo de decidirse. La resolución que tenía que tomar la diva era bien dura: si se casaba, su carrera artística debía concluir. Y ella tenía una acendrada vocación. Es difícil arrancarse del aplauso de los públicos fieles. Pero Regina conocía bien a su adorador y sabía de sus bellas prendas. Al fin tuvo Marcelo respuesta a su fervorosa pregunta.

Se casaron el 26 de abril de 1906. El regalo de bodas de Marcelo fue principesco: el «Manoir de Coeur Volant», una villa cercana a París, de estilo normando, con varias hectáreas de parque. Había tenido una afortunada sesión en Montecarlo que le ayudó a pagar la compra. Allí vivió el matrimonio Alvear durante sus largas estadías en Francia. En la suntuosa recepción la casa tenía un órgano donde a veces solía cantar Regina, acompañada por el maestro organista del Sacre Coeur. El casamiento de Marcelo fue una bomba en Buenos Aires. Su familia había mirado al principio con risueña indiferencia el capricho de este muchacho.  Después, cuando el asunto empezó a ir para largo, hubo inquietud. Ángel de Alvear, su hermano, le pidió en alguna ocasión a Le Breton que disuadiera de esa locura a Marcelo. ¡

La noticia tuvo un efecto no menos sensacional en la sociedad porteña. Todas las posibles suegras, todas las probables novias desollaron a Marcelo y su mujer. El mejor partido de Buenos Aires se había casado con una extranjera dada al teatro, lejos de su país y en oposición a la familia. Los diarios no publicaron la noticia durante algunas semanas, probablemente a pedido de los Alvear; pero finalmente trascendió la novedad y fue la comidilla de la temporada.

La pareja recorrió Europa en un extraño artefacto ruidoso y humeante, llamado automóvil, al que era muy aficionado Marcelo.  Fueron felices. Ella se consagró a su fiel adorador: fue la compañera insustituible de su vida. Supo ser una gran señora cuando su marido ocupaba la jerarquía máxima de su país y puso paz y serenidad en el desorden y violencia de los años de lucha. Regina demostró en algunas ocasiones más carácter y agudeza de criterio que su marido, que a veces pecaba por ingenuo. No sabía nada de política y se guardó muy bien de inmiscuirse en las actividades cívicas de Alvear, pero solía a veces brindar su femenino realismo en momentos difíciles, y cierta intuición le indicaba qué hombres podían perjudicarlo o quiénes debían rodearlo.  Marcelo fue solidario con ella en todo momento. Cuando regresó a Buenos Aires con su flamante esposa se encontró con un ambiente bastante hostil en determinados círculos. La actriz extranjera que se había robado al hombre más codiciado de Buenos Aires sintió desde el comienzo esta atmósfera. Pero Marcelo no la abandonó en la emergencia. Peleó a su lado hasta que ambos pudieron romper los prejuicios, las envidias, los celos, y ambos volvieron a ocupar el lugar que Marcelo tenía desde siempre. Fue el general Roca quien ayudó a disipar ese ambiente. En una gran recepción que ofreció en su residencia brindó al matrimonio Alvear la jerarquía de invitados de honor. Marcelo no olvidaría nunca ese gesto de su adversario político, ya retirado de la vida pública. Tal vez su actitud frente al conflicto con Córdoba, gobernada en 1924 por un hijo del general Roca, tuvo algo que ver con aquel generoso gesto del Zorro, que fue decisivo para introducir a Regina en la sociedad porteña sin desaires ni humillaciones.

Aunque esto no fue fácil. Alguna vez tuvo que percibir Regina la hostilidad de la sedicente aristocracia porteña, ¡ella, que estaba acostumbrada a alternar con reyes y princesas! Una vez Marcelo ve que en una reunión Regina se encuentra aislada y triste.

—¿Qué te ocurre, Regina?

Ella nada dice, pero su marido observa en seguida lo que pasa. Las damas habían dejado sola a su mujer.

Y entonces, con su voz aguda, estentórea, mechada de ceceos, grita para que todos lo escuchen:

—No te preocupes, Regina… ¡A todas esas que están ahí yo les he levantado las polleras!

Así era Marcelo. Noble y temperamental, jugado a fondo, a muerte, por la gente que quería. Merecía una mujer como la que tuvo. Pero se nos ocurre pensar que si en vez de ablandar la hostilidad de la oligarquía Marcelo hubiera roto lanzas con ella y se hubiera apartado de su círculo tal vez se habría encontrado en mejores condiciones para cumplir con el papel político que le tocó jugar después.

sábado, 30 de enero de 2021

La Fuerza de la Ley: el caso de Felipe Ezcurra

Por Ricardo Salvatore

Tradicionalmente, los historiadores de la "Epoca de Rosas" han sobre estimado el poder territorial del hacendado, creando la falsa imagen que la justicia hacía oídos sordos a lo que ocurría dentro de la estancia o que las partidas y los jueces de paz no osarían entrar en el dominio del estanciero a reclamar un desertor o un prófugo de la justicia. Este ideal de propietario feudal a salvo de la intromisión de las autoridades locales, está lejos de la verdad.  Veamos un ejemplo que contradice  las ideas heredadas acerca de la justicia en este período. 

Un sobrino de Rosas,  Felipe Escurra, entró en problemas con el juez de paz de Chivilcoy, Lázaro Molina por proteger un supuesto delincuente. Molina, tratando de esclarecer el caso de un rapto de una "joven de familia" había pedido a Ezcurra le remitiese a su ayudante Carmen Ramírez para una indagatoria." Tal vez alentado por sus relaciones familiares y sus servicios a la causa federal, Felipe Escurra se negó a esta requisitoria, diciendo que el ya había reprendido a su ayudante, y que el juez de paz no tenía autoridad para "atropellar" su casa, extraer sus peones y molestar a sus capataces.  El juez de paz tomó por la fuerza la vivienda, arrestó a Ezcurra, y lo sometió al interrogatorio de costumbre. Entre otras cosas, le preguntó en un tono didáctico y retórico, -Si no sabe que todo ciudadano respeta y tiene que respetar las Leyes vigentes y autoridades legítimamente constituídas"; Ezcurra sólo pudo responder que sí. Le preguntó a renglón seguido si al resistirse a la orden de entregar al peón Rodriguez no estaba desafiando directamente a la ley; Ezcurra nuevamente tuvo que darle la razón.   Enviado a prisión y embargados sus bienes, Felipe Ezcurra envió una petición de clemencia al gobernador, su tío, por intermedio de su hija pequeña. Al mismo tiempo intercedieron por él su madre (quien escribió a Manuelita pidiendo el favor de Rosas) y su esposa (quien se apeló directamente a la bondad del dictador), sin demasiados resultados.   Rosas hizo lugar al desembargo de sus bienes, pero no dispuso la libertad de Felipe hasta seis meses más tarde, cuando la salud del preso había deteriorado y era alarmante. Esta actitud de Rosas sirvió para reafirmar las creencias del juez de paz en el 'imperio de la ley': "Sr. -escribió a Terrero- el vulgo que con sus dichos había sido escandalizado, hoy está convencido de que el Excmo. Sr. Gobernador, su tío, en el mero hecho de tenerle detenido, como hasta ahora lo tiene, corrigió y corrige el mal donde y en quien quiera que sea el perpetrador".

En tiempos de guerra, cuando la usual subordinación de las autoridades militares a las civiles se revertia, los -comisionados- militares enviados por Rosas para aprehender desertores causaban frecuentes resquemores entre los estancieros.  En 1836 se quejaba el juez de paz de Monsalvo que estos comisionados "no respetan capataces, ni peones aún cuando tengan papeletas de contrata autorizada por el Juez de Paz y Comisario del Partido, o papeleta de enrolamiento en la La queja del juez de paz remarca la violación de estos cazadores de desertores de ciertos preceptos legales (los capataces y peones con contrata y papeleta no deberían ser molestados) pero, a la vez, pone en evidencia el limitado poder territorial de los estancieros, cuyas estancias eran penetradas por estos agentes.  La fuerza de la ley, sin embargo,  dependía en mayor medida de la cooperación de estancieros, autoridades militares y vecinos que de las irrupciones violentas y las amenazas

viernes, 29 de enero de 2021

Thomas Malthus y los pro-vida liberales:

Por Floru Senpai

Soy consciente que estoy publicando esto muy tarde en términos de fechas, es decir, estoy tocando el tema dos meses después de la aprobación de la ley de aborto, pero la presente cuestión merece su debido estudio dado que puede esclarecer muchas cosas, tales como desmontar hombres de paja, refutar mitos o dar a conocer los errores cometidos por la mayor parte de aquel bando que decía defender la vida.
En esta página quien administra y escribe las publicaciones con su correspondiente portada se opone tanto a la derecha como a la izquierda y también se opone al aborto, pero considera necesario hacer una fuerte crítica al movimiento pro-vida sobre todo debido a la ineficiencia de la mayor parte del mismo. Primero daré la explicación corta: el bando celeste perdió en el Congreso debido a que carecían de propuestas eficientes para corregir los problemas estructurales preexistentes (a pesar de que ha habido algunos proyectos), un segundo motivo fue oponerse por el simple hecho de oponerse, tratando el tema con total liviandad y un tercer motivo es que la gran mayoría de la dirigencia es liberal o con tendencia hacia la derecha (por ejemplo el partido NOS); como consecuencia de la no-resolución de los problemas estructurales preexistentes o aumento de los mismos, se daría un aumento de la tasa de mortalidad sin alterar mucho la de natalidad.
Los pro-vida que son liberales (y son de hecho la mayoría dentro del movimiento) creen que las ONGs y las leyes del mercado van a sustituir la necesidad de políticas públicas que corrijan los problemas estructurales preexistentes. Muchos opinan desde el sentido común o desde la religión (no nos oponemos a la fe, vale la pena aclarar) ignorando muchas áreas esenciales también.
Otro problema que tampoco se puede ignorar y que veo necesario tratar es la enorme cantidad de hombres de paja que se tienden a cometer con respecto a la teoría económica y demográfica de Thomas Robert Malthus, más concretamente su “Ensayo sobre el principio de la población”, además de demostrar que probablemente este libro sea la génesis ideológica de los provida liberales, refutando también así el mito muy difundido por internet de “Malthus abortero” (mito que en su momento, confieso, yo también he creído)
Breve explicación del contenido del “Ensayo sobre el principio de la población” y resumen de la idea central de Malthus:
El “Ensayo sobre el principio de la población” es uno de los primeros libros que buscó sistematizar la demografía como ciencia. Fue originalmente escrito en 1798 y recibió numerosas correcciones y ediciones hasta la muerte de su autor. Este libro consta de 4 partes: la primera de ellas expone las tres proposiciones centrales a tratar (la disponibilidad de alimentos, el crecimiento poblacional y la relación entre ambas) y los obstáculos al crecimiento poblacional en civilizaciones anteriores a la modernidad; la segunda parte trata sobre los obstáculos al crecimiento poblacional en la Europa moderna, es decir, durante la época en que vivió Malthus; la tercera trata sobre las consecuencias y críticas a sistemas contrarios a aquel defendido por Malthus (recordemos que Malthus era liberal y de la escuela clásica de economía) junto a las leyes inglesas de pobres y la cuarta parte es la propuesta final del autor.
La teoría de Malthus se basa en que mientras los alimentos se multiplican aritméticamente, la población lo hace exponencialmente, duplicándose cada 25 años aproximadamente. Al crecer la población más rápido que la cantidad de alimentos, podría, para Malthus llegar a ocurrir un período en el que la cantidad de alimentos disponibles sería menor a la cantidad de personas en el planeta, lo cual se denomina “catástrofe malthusiana” y podría llegar a derivar en una extinción de la especie humana debido a la escasez de recursos. Malthus presenta además varios obstáculos que mantienen controlado el aumento poblacional los cuales pueden clasificarse como “privativos” (los cuales son voluntarios) o “destructivos” (los cuales son involuntarios) y los tres principales son la “repugnancia moral” (la cual presenta incluso como una virtud), el vicio y la miseria
-La repugnancia o restricción moral para Malthus sería como tal la anticoncepción a partir de la decisión de no casarse, casarse más tarde, o casarse y no procrear ni hacer el amor. Se trata de un obstáculo del tipo privativo dado que depende de la voluntad de las personas ponerla en práctica.
-La miseria abarcaría un conjunto amplio obstáculos poblacionales tales como ocupaciones malsanas, trabajos precarios, pobreza, mala alimentación, insalubridad, enfermedades, epidemias, hambre, pestes. Constituye un obstáculo del tipo destructivo dado que no depende de la voluntad de las personas.
-Para Malthus el vicio es una consecuencia de la miseria y es un obstáculo que puede comportarse tanto de manera privativa como destructiva. Las formas privativas en que se manifiesta el vicio son el libertinaje, prácticas contrarias a la naturaleza, violación del lecho conyugal (promiscuidad e infidelidad), uniones criminales e ilegales; mientras que las formas destructivas en que se manifiesta el vicio son los excesos y guerras.
Cabe destacar que la predicción de Malthus (la cual él estimaba que ocurriría en 1890) no se cumplió debido a que subestimó el factor tecnología y el hecho de que más población multiplicaría la producción de subsistencias.
El mito de “Malthus abortero”:
Como bien hemos dicho anteriormente, en internet está muy difundido el mito de “Malthus abortero” (mito que he de confesar que en su momento también he creído) y se lo suele vincular con Margaret Sanger y los grupos pro-aborto, pero voy a demostrar a partir de lo escrito por el mismo Malthus que esto es un error. Esto no es una defensa a Malthus (de hecho me parece un ser despreciable) sino que aquello que busco hacer es desmentir hombres de paja. Para empezar, Malthus no podría haber sido pro-aborto, debido a su época, contexto, tecnología existente (todavía, si bien las cirugías eran posibles no existían procedimientos quirúrgicos para hacer abortos y tampoco existían los métodos anticonceptivos como hoy los conocemos) y condición de clérigo anglicano. Aunque está documentada la existencia de abortos en esa época, en general era algo impensable, especialmente en los países europeos.
En el libro escrito por Malthus, solamente dos veces se menciona el aborto, más concretamente en las páginas 25 y 50, en los capítulos que refieren a los obstáculos al crecimiento poblacional en los pueblos indígenas americanos y las islas del Pacífico sur. Las citas de las que hablo son las siguientes, siendo la segunda de ellas la que más nos llama la atención:
“Tanto abatimiento y la sujeción a un trabajo forzado, unido a la crueldad de la vida salvaje, son muy desfavorables a la preñez de las mujeres casadas, así como la disolución a que se entregan antes de la época, y los medios que emplean para abortar, perjudican en sobremanera a su fecundidad” (pág. 25)
“Se dice que en la isla Formosa no se permite que las mujeres sean madres antes de los 35 años. Si están encintas antes de esta época, las hace abortar la sacerdotisa: y hasta que el marido no llegue a los 40 años, su mujer continúa viviendo con sus padres y no puede verla sino a hurtadillas” (pag. 50)
Malthus también registra la existencia de infanticidios en el mismo capítulo que la segunda cita, la cual veo necesario colocar debido a que un gran número de personas considera que el aborto, sobre todo en las etapas más tardías del embarazo es una forma de infanticidio:
“La aflicción causada por una o dos malas cosechas, obrando sobre una población hacinada y reducida a una excesiva economía, y haciendo sentir con dureza la mayor necesidad, ha debido producir el infanticidio y la prostitución en una sociedad imperfecta” (pág. 47)
Sin embargo hay dos notas al pie de página en las páginas 47 y 50, escritas por el mismo Thomas Malthus, que nos dan a entender que está tanto en contra del aborto como del infanticidio, incluso pone en duda la existencia de los abortos inducidos en la Isla Formosa pero afirma que en caso de ser verdad ese hecho, lo encuentra horroroso y lo condena. En la primer nota mencionada, condena el infanticidio:
“Al indicar las causas que han podido naturalmente limitar una población superabundante, creo que no se tergiversarán mis intenciones, ni se supondrá que pretendo justificar en lo más mínimo tales acciones, porque haga notar sus efectos. Una causa cualquiera puede muy bien evitar un mal particular, y ser quizá sin comparación peor que el mal que sana” (Nota al pie pág. 47)
En la segunda nota mencionada y que ahora citaremos, condena explícitamente el aborto inducido:
“Esta relación es de J. Albert de Mandesloe, viajero alemán, que pasa por muy verídico: pero en este particular, presumo que habla por los escritos holandeses citados por Montesquieu (…). Esta autoridad no es suficiente para admitir como cierto una costumbre tan extraña: confieso sin embargo que no encuentro el hecho absolutamente imposible. Por la misma narración se ve que entre estos pueblos no se conoce la desigualdad de condiciones, y que las guerras son tan poco sangrientas, que basta para terminarlas la muerte de una sola persona. En un clima muy saludable, donde las costumbres son favorables a la población, y donde está establecida la comunión de bienes, no teniendo nadie la pobreza personal que arruina muchas veces a una familia numerosa, se ha visto el gobierno obligado a ocuparse en contener directamente la población por una ley expresa. Como esta es sin duda la violación más repugnante de los sentimientos naturales, podrían decirse aquí poderosos argumentos contra la comunión de bienes” (Nota al pie pág. 50)
Como bien acabamos de leer, Malthus describe el aborto inducido como “sin duda la violación más repugnante de los sentimientos naturales”, por lo tanto hemos confirmado que Malthus, en términos modernos explícitamente fue pro-vida, específicamente un pro-vida liberal.
La propuesta malthusiana ortodoxa:
Hemos demostrado que Malthus no era pro-aborto sino todo lo contrario, era pro-vida, y lo que pasaremos a demostrar ahora son los elementos que lo conectan con los pro-vida liberales de hoy en día, y el por qué lo conectan con ellos y no con los verdes, además de también demostrar por qué Malthus es tanto la antítesis de Margaret Sanger como de los grupos abortistas modernos.
Luego de haberse declarado explícitamente en contra del aborto, varias páginas después, más concretamente en las partes 3 y 4 del libro encontramos algunas pistas que nos van a recordar a gran parte del discurso de los pro-vida defensores del liberalismo.
Un segundo hombre de paja que se tiende a cometer al hablar de Malthus en internet es creer que él sostenía que los pobres no deberían casarse ni tener hijos, pero él mismo desmiente esta idea, pues también se lo ha acusado de eso en su misma época
“Uno de los cargos que sobre este punto se me hacen es el haber propuesto una ley que impida casarse a los pobres. Y bien lejos de esto he dicho siempre que aun cuando un hombre se casase sin poder mantener a su familia, debía tener plena libertad de hacerlo; lo mismo que he reprobado toda ley positiva que limite la edad del matrimonio como injusta e inmoral. Pero en su lugar he propuesto una medida muy distinta, que es la abolición gradual y muy gradual de las leyes sobre pobres, porque estoy íntimamente convencido de que estas leyes han hecho bajar los salarios y empeorado la suerte de las clases obreras; pues la asistencia que estas clases obtienen para el sostén de sus familias en compensación de sus salarios es muy pequeña.” (págs. 297-298)
Sin embargo la cuestión central que Malthus trata en las partes 3 y 4 de su libro es la cuestión de las “Leyes de pobres inglesas”. En la época en que El Ensayo fue escrito, las leyes de pobres eran el equivalente de lo que hoy en día, en nuestro país conocemos como “planes sociales”, si bien ha habido antes versiones más severas y agresivas de las mismas, que nada tenían que ver con lo que hoy entendemos por “planes sociales”, las de 1795 o “sistema Speenhamland” (el cual inició en Berkshire fue implementado a través de un acta ese mismo año) eran las que estaban vigentes en la época de Malthus, buscaban asegurar un nivel de vida mínimo durante las guerras napoleónicas y otorgar subsidios a las familias pobres a medida que aumentaba la inflación como consecuencia de la guerra, tomando como base el precio del trigo y del pan. Ese subsidio estuvo principalmente orientado a aquellas familias que a pesar de tener trabajo no llegaban a cubrir sus necesidades, estuvo especialmente dirigido a las familias de campesinos y se financiaba con un impuesto negativo a la renta; este sistema era además gestionado por las parroquias. Malthus temía que estos subsidios al salario derivasen en un aumento poblacional desmedido que supere los recursos existentes, pues sostenía que podría estimular el matrimonio y la procreación más allá de las subsistencias. Esta crítica que Malthus hace a este sistema es bastante similar a aquella que hemos oído en el período 2007-2015 a los planes sociales, sobre todo la asignación universal por hijo, la famosa frase “se embarazan por un plan”, mito que fue desmentido en 2019 pues la mayoría de familias que lo cobraron y al día de hoy cobran, no tienen más de uno o dos hijos y esta frase prefabricada suelen repetirla personas afines al liberalismo. Como peronista sostengo que los planes sociales solamente ofrecen una ayuda temporal pues no logran resolver por completo el problema estructural preexistente, pues es un parche momentáneo y se necesitan otro tipo de políticas públicas que logren resolver dichos problemas por completo, tales como la estimulación a crear empresas, proteccionismo para estimular la industrialización y un plan de viviendas efectivo, lo cual permitirá crear trabajo, además de leyes laborales a favor del trabajador. Este es otro tema que trataré en otra publicación, el mito de “peronismo = planes sociales”.
Hay otra cita más de Malthus que tampoco podemos dejar pasar por alto y es la siguiente:
“pues [es] absolutamente necesario oponer un obstáculo a la población. El más sencillo y más natural de todos parece ser el de obligar a cada padre alimentar a sus hijos: esta ley servirá de regla y de freno a la población, porque en fin, se debe creer que ningún hombre querrá engendrar seres desgraciados a quienes no puede alimentar, mas si se encuentra quien cometa tal falta, justo es que sobrelleve individualmente los males que de ella han dimanado y a los que se ha expuesto voluntariamente” (pág. 282).
El “que cada padre deba alimentar a sus hijos” en el sentido malthusiano implica también demonizar las asignaciones por hijo o quita de impuestos por cantidad de hijos, pues se estaría recibiendo una ayuda externa; ahora cambiemos “alimentar” por “educar” o “pagar gastos médicos”, seguirían recayendo los gastos de educación y salud en la familia, dificultando así el acceso a ambas y por ende aumentando así la tasa de mortalidad debido a que dada la baja cualificación de la mano de obra, se emplea a estas personas en trabajos de riesgo o insalubres y en el caso sanitario, se aumentaría la tasa de mortalidad por no poder acceder a los servicios médicos debido a su elevado precio (nos hemos horrorizado con sólo ver las tarifas sanitarias de Estados Unidos en nuestra más absoluta sinceridad)
Para no hacer excesivamente largo este escrito, voy a resumir la esencia de la propuesta de Malthus en una frase corta: abolir gradualmente las leyes sobre pobres y dejar su suerte librada a las leyes del mercado, que es de lo que tratan la tercera y cuarta parte, especialmente esta última. Hay una cita en la página 351 que llama especialmente la atención y es la siguiente:
“(…) Todos los niños que nazcan más allá del número necesario para mantener la población en este estado deben perecer necesariamente a menos que no ocupen el lugar de los adultos muertos. Se ha visto en todo el curso de esta obra que en los Estados ya largo tiempo constituidos, los matrimonios y los nacimientos dependen principalmente de las defunciones, y que para obligar a casarse jóvenes el mejor estímulo es una gran mortalidad. Para ser consecuentes será necesario, que lejos de contrariar a la naturaleza, favorezcamos la mortalidad que ella produce. Y si nos atemoriza el hambre tendremos el recurso de evitarla con otros medios de destrucción. En vez de encargar a los pobres la limpieza les propondremos costumbres contrarias. Procuraremos que en las ciudades sean las calles estrechas, hacinaremos los hombres en estas casas y tanto haremos que al fin vendrá a visitarnos la peste. Cuidaremos en el campo de colocar las habitaciones junto a las aguas corrompidas y en los parajes malsanos y pantanosos evitando sobre todo los preservativos (parentesís mío: en esa época por ejemplo las vacunas contra la viruela) que algunos hombres benéficos oponen a ciertos contagios. (…)” (pág. 351)
Malthus estaba en contra del aborto y el mismo lo horroriza, pero busca aumentar la tasa de mortalidad con su propuesta, sin alterar mucho la de natalidad (a partir de hacinamientos, arquitectura anti-higiénica, impedimento de políticas sanitarias, etc). Esto se asemeja bastante al ideario de la mayor parte del movimiento pro-vida (recordemos que la mayoría son liberales aunque hay honrosas excepciones). No buscan alterar mucho la tasa de natalidad, pero las consecuencias de dejar los problemas estructurales sin resolver o incluso empeorando (como consecuencia de desalentar políticas públicas que podrían resolverlos), terminarían por elevar la tasa de mortalidad en todas su variantes, por todas las causas posibles.
Malthus, Sanger y los grupos abortistas:
Si bien anteriormente usé la denominación “propuesta malthusiana ortodoxa” no concuerdo con la denominación de “neomalthusianismo” para referirnos a las propuestas de los grupos pro-aborto, las cuales se desprenden de los escritos de Margaret Sanger debido a que como hemos demostrado, si bien persiguen el mismo propósito (el control demográfico), son dos ideas completamente opuestas. Para demostrar esto hace falta hacerlo a partir de ejes: demografía, economía, religión, educación y lo social
En cuanto al eje demográfico, Malthus estaba en contra del aborto y del infanticidio mientras que Sanger estaba a favor de la eugenesia de la eutanasia pero en contra del aborto (según su texto “La mujer y la nueva raza” aunque según algunos allegados, solamente lo aceptaba en embarazos de alto riesgo) aparte de que ésta murió unos pocos años antes de que el aborto fuese legalizado en EEUU (Sanger muere en 1966 y el aborto recién fue legalizado en EEUU en 1973). La propuesta malthusiana ortodoxa no busca necesariamente bajar la natalidad sino que actúa más bien a través del aumento de la tasa de mortalidad mientras que la propuesta de Sanger sí busca efectivamente bajar la tasa de natalidad mientras que la tasa de mortalidad pasa a segundo plano. La relación entre Sanger y el aborto es en sí controversial porque si bien se oponía al mismo, consideraba que con la introducción de nuevos métodos anticonceptivos, el aborto no sería necesario. Malthus nunca habla de eugenesia en su libro, mientras que Sanger sí lo hace tanto en sus textos como sus conferencias.
Con respecto al eje económico, Malthus es un liberal de la escuela clásica que busca dejar la sociedad y las necesidades de la misma libradas a las leyes del mercado mientras que Sanger tenía ideas socialistas
Sobre el eje religioso, Malthus tenía formación protestante (era clérigo anglicano), mientras que Sanger era atea militante y se consideraba enemiga del cristianismo
En cuanto al eje educativo, si bien es verdad que la educación sexual fue teorizada y propuesta por Malthus, ésta se orienta hacia la repugnancia moral, es decir la abstinencia y extensión de la soltería mientras que Sanger orienta la educación sexual hacia los métodos anticonceptivos para que las personas ejerciesen su sexualidad sin tener miedo a los embarazos no deseados, aunque no necesariamente estaba de acuerdo con el sexo libre (eufemismo para “sexo irresponsable”).
En cuanto a lo social, Malthus era bastante conservador mientras que Sanger era progresista para algunas cosas y conservadora para otras.
Ahora vamos con los grupos abortistas de hoy en día, que si bien puede rastrearse su origen hasta los escritos de Sanger, éstos se radicalizaron en algunos ejes. En cuanto a la demografía, éstos militan el control demográfico a partir de alterar la tasa de natalidad tanto con el aborto como los métodos anticonceptivos modernos. En cuanto al eje económico siguen manteniendo en su mayoría una posición socialista o más bien keynesiana, pues buscan que el aborto sea hecho en hospitales públicos y financiados por el Estado pero también puede fluctuar hacia el neoliberalismo con respecto a otras cuestiones (debo recalcar que también existe una minoría liberal o libertaria en el grupo de pañuelo verde, por ejemplo Ayn Rand o Gloria Álvarez). Con respecto al eje religioso, muchos radicalizaron aún más sus ideas anticristianas. En cuanto al eje educativo la propuesta de educación sexual ya no la orientan hacia la abstinencia o moderación sino hacia el “sexo libre” (eufemismo para “sexo irresponsable”) y en cuanto a lo social, se radicalizó con respecto a sus tendencias progresistas.
No puedo considerar bajo ningún concepto a Sanger y personas de ideología similar o afines como continuadores de Malthus debido a que sus propuestas son esencialmente opuestas. Especialmente los grupos pro-aborto modernos son más opuestos a Malthus que la misma Sanger por lo tanto llamar malthusianos a estos grupos ya sean abortistas o antinatalistas simplemente es un error.
Conclusión final:
Si bien estoy en contra del aborto, las “propuestas” o ausencia de las mismas de los pro-vida liberales son económicamente inviables en todo sentido y demográficamente dañinas para Argentina (tan dañina como lo es la propuesta de los grupos de pañuelo verde). Nosotros somos un país subpoblado, en un territorio rico en recursos naturales, con enormes áreas en las que no hay tan siquiera un pueblito y la situación se agravaría aún más si no implementamos las políticas públicas necesarias (plan de viviendas, proteccionismo, mejorar los sistemas públicos de salud y educación, entre otras), pues dejar todo librado a las leyes del mercado, volvería formar familias y/o tener hijos una tarea económicamente gravosa, es decir, muy cara. Mientras los pro-vida liberales efectivamente tienen su raíz ideológica en el maltusianismo más radicalmente ortodoxo (pues su propuesta no altera la tasa de natalidad aunque sí la de mortalidad, económicamente son liberales, muchos parten de una formación religiosa, lo cual es en parte la esencia del movimiento, están en contra de la ESI progre y eligen una más orientada a la abstinencia mientras que socialmente suelen ser conservadores), los grupos de pañuelo verde o pro aborto si bien parten desde las ideas de Margaret Sanger se han radicalizado en algunas áreas y son en esencia lo opuesto a Malthus.
En otra publicación voy a hablar acerca de por qué no es posible ser liberal y pro vida, dando la razones prácticas del por qué se trata de una contradicción, además de refutar los argumentos más comunes para defender la supuesta compatibilidad entre ambas ideas (la cual les adelanto, no existe, creen que con nacer o estar vivo es suficiente pero esto no es así), lo cual es un tema que he dejado afuera de este escrito debido a que se haría excesivamente largo
Fuentes:
-“Ensayo sobre el principio de la población” – Thomas Robert Malthus. Disponible en: https://www.sustanciainfinita.com/.../ENSAYO-Thomas...
-“De las leyes inglesas sobre los pobres a la denuncia moderna de la ayuda social Parte 1° - Michel Husson. Disponible en: https://rebelion.org/desde-las-leyes-inglesas-sobre-los.../
-“De las leyes inglesas sobre los pobres a la denuncia moderna de la ayuda social Parte 2” – Michel Husson. Disponible en: https://rebelion.org/de-las-leyes-inglesas-sobre-los.../
-Aquí dejo el informe de Juan Martín Rossi, del programa de radio online Amos del Mundo, en el cual recopila noticias que desmienten el mito de “se embarazan por un plan” https://www.youtube.com/watch?v=dR_lcrG8wlk&t=304s
-“La mujer y la nueva raza” – Margaret Sanger. Disponible en: https://archive.org/details/womannewrace00sang
-“Reducir la población – Plan de la oligarquía mundial” – Pensar en argentino. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=kH_sPbDg8n4

martes, 26 de enero de 2021

Los "Civilizados" Generales José María Paz y Lamadrid y su trato al "Bárbaro" Gral. José Félix Aldao

 Por el Prof. Jbismarck

El 25 de febrero de 1830, el unitario Gral. Paz atacó y venció al Federal juan Facundo Quiroga, en Oncativo, Córdoba.  El riojano estaba convencido de que la batalla se produciría varios días más tarde, tiempo que permitiría la llegada del general José Benito Villafañe, quien ya había entrado por el norte de Córdoba con unos mil quinientos hombres para sumarse a sus fuerzas. Pero por esa misma razón habría decidido Paz, lanzar el ataque sin demora, sorprendiendo y venciendo otra vez a Facundo.  Por su parte Lamadrid quiso dejar expresa constancia en sus Memorias de cómo y cuándo fue tomado prisionero el Fraile Aldao: “Para un más exacto conocimiento, quiero referir cómo fue tomado el Fraile-General. Cuando yo me dirigí a los dos hombres de la escolta de Quiroga, que mandé lancear, mi fuerza pasó en la persecución de la caballería enemiga, y a las dos o tres cuadras de haberme yo separado, conoce mi ya referido soldado al general Aldao [había sido prisionero suyo poco tiempo antes] y embístelo con su lanza, gritando: ‘¡Aquí está el fraile Aldao!’, y le tira una lanceada. ”Al dicho del soldado de ser aquel el general Aldao, paran todos sus caballos y se dirigen sobre él a registrarlo para quitarle cuanto tenía. Cuando el teniente Navarro acudió al punto de la reunión, ya el FraileGeneral estaba desplumado y cuando le preguntaron por Quiroga, les dijo: ‘Ese que iba a mi lado con el caballo cansado, ese era Quiroga’. ¡Era ya tarde! Había tomádole el caballo a un soldado o sargento de los suyos y dádole tres onzas de oro. Cuando siguieron en su alcance, tomaron y mataron al que había recibido las tres onzas, pero el general se había puesto en salvo. Mi deseo de que me los hicieran conocer a aquellos dos hombres de su escolta que por librar a su general me engañaron, fue lo que salvó a Quiroga de caer en mis manos y al fraile de ser allí mismo lanceado. ”Sería yo un infame si disfrazara la verdad. Si yo estoy presente, hago lancear al fraile general, pero después que me hubiese enseñado a Quiroga; a este le habría conservado la vida porque ese era mi intento, pues había ofrecido en todos los cuerpos un premio al soldado que me lo entregara vivo, con la mira de obtener una gracia de mi general. La gracia que yo quería obtener respecto a Quiroga era la de cuidarlo en una jaula para hacerlo conocer en los pueblos que tanto había ultrajado, y hacer que cada uno de los individuos que él había azotado o abofeteado lo azotara y abofeteara también”



La versión de Paz (1892), dice: “En uno de estos enviones fue que cayó prisionero el segundo general del ejército enemigo, el fraile Aldao. Me sería imposible describir la sensación que experimenté a su vista y los impulsos de que se vio combatido mi corazón. Triunfaron como siempre, las ideas generosas, y concluí por decirle algo de consolante y entregarlo a mi ayudante Campero, para que lo condujese, tratándolo con consideración. Estaríamos ya a cuatro leguas del campo de batalla cuando esto sucedió”. Aldao fue llevado a Córdoba como trofeo. Lo exhibieron públicamente, atado y sobre una mula, para escarnio del público que insultó y apedreó al “monstruo”. 

En prisión se enteró de la muerte de su hermano José y del ex gobernador Juan Corvalán, bárbaramente asesinados por quienes se arrogaban la representación de la civilización. Oncativo tuvo consecuencias determinantes en la escena política nacional: quienes creían en la posibilidad de alcanzar acuerdos con los unitarios fueron desplazados por el furor de quienes consideraron confirmada su convicción de que sólo se imponía la guerra, sobre todo tras las noticias de los degüellos masivos de oficiales y soldados federales que habían seguido al combate. 

Uno de los dialoguistas, el general Tomás Guido, explica en una carta a su amigo San Martín por qué renunciaba al cargo de ministro del gobierno bonaerense: “La derrota de Quiroga [en Oncativo] rompió los diques que contenían al partido exaltado, y ya ni el señor Rosas, cuyo carácter es bien dispuesto, podía dejar de hacer concesiones, ni yo continuar en el despacho sin torcer el camino que había tomado”. Sustituyó a Guido un “duro”, Tomás de Anchorena, que publicó de inmediato un decreto contra los “decembristas”, es decir contra los participantes del movimiento del 1 de diciembre de 1828 que había derivado en el lamentable fusilamiento de Dorrego: “Todo el que sea considerado públicamente como autor, fautor o cómplice del suceso del 1 de diciembre o de algunos de los grandes atentados cometidos contra las leyes por el gobierno intruso [de Lavalle] será reo de rebelión, con las penas consiguientes”. 

 Cuando sorpresivamente Paz cayó prisionero de López, la Liga Unitaria se esfumó. Sus adeptos en Cuyo decidieron huir hacia Chile, llevando al fraile Aldao como rehén. Cuando todo presagiaba su asesinato, el triunfo federal en La Ciudadela significó también su libertad. Quiroga volvió a convocarlo para recuperar el dominio federal en Cuyo

lunes, 25 de enero de 2021

El Golpe Cívico-Militar del 6 de septiembre de 1930, en el Partido de Gral. San Martín: el Monumento en su homenaje....

Por Julio R. Otaño

Testimonio de un cadete: El Dr. Enrique D. Mosquera narra que el 6 de septiembre los cadetes despertaron a las 05.30 horas como siempre “con las estridentes notas diana", se alinearon e hicieron sus camas; a las 06.00 horas formaron “para revista”, antes de marchar para el comedor de cadetes. Era una rutinaria vida, pero Mosquera ese día a las 07.00 debía rendir exámenes trimestrales. Estando en el aula oyeron y vieron vuelos rasantes de aviones sobre la estatua del Tambor de Tacuarí -ubicada en el centro del patio interior-. Unos 15 minutos más tarde cambió: inesperadamente “el clarín vuelve a tocar a reunión, al mismo tiempo que ordenan marchar rápidamente a nuestras Compañías a recibir órdenes.  Llegamos y el Encargado nos ordena cambiarnos de ropa, de fajina y marchar a la Sala de Armas para retirar nuestro equipo y armamento:  su fusil Mauser 1909 “número 1695”, cargas, etc., y allí se enteró que habia revolución y que el capitán Lascalea se había retirado del movimiento revolucionario. Formados con la mochila al hombro comenzaron la marcha por la calle San Lorenzo hacia la Plaza San Martín y desde allí “llegar a la avenida Córdoba, para dirigimos a Casa de Gobierno, a la que teníamos que tomar combatiendo o al asalto”.   

El Jefe del Golpe de Estado era el General José Félix Uriburu:  En esa revuelta estaban los siguientes cadetes de la localidad de San Martín: Juan Jaureguiberry, Mario Antola, Carlos Libonati, y Carlos Almada. D. Julio Méndez -vecino de San Andrés- recuerda que un grupo de cadetes fue embarcado en la Estación de San Andrés directamente para Retiro, mientras que la mayoría de ellos fueron marchando directamente desde el Colegio Militar hacia la Casa Rosada, luego de detenerse en torno a la plaza San Martín.  Los sublevados serían unos 2.500 uniformados y civiles, encolumnados detrás del automóvil de Uriburu. En esos momentos el diario Crítica anunciaba la “alegría” de la revolución y varios aviones de la base del Palomar sobrevolaban la ciudad arrojando volantes revolucionarios.

 Los medios de comunicación instaban a la gente a apoyar la insurrección, perturbando el desplazamiento de los golpistas, pero iban ocupando estaciones, lugares estratégicos, las comisarias a su paso. El Cnel. Reynolds ordena adelantar dos compañías de cadetes infantería para posesionarse en las escalinatas del Congreso pero antes de llegar cadetes fueron atacados por sorpresa desde la Confitería el Molino.   

La columna tomó la Casa de Gobierno y la ocupó sin problemas. El saldo del operativo para el Colegio Militar fueron dos cadetes muertos Carlos Larguía y Jorge Güemes Torino y 24 cadetes heridos. Los cadetes recogieron sus muertos y heridos y avanzaron sobre la Casa Rosada. Inmediatamente Uriburu desplazó fuerzas defensivas.

Después del golpe de 1930 volvieron a la Rosada el 8 de septiembre con uniforme de parada para el juramento del nuevo Presidente de Facto.

El 10 de septiembre el Gral. Uriburu fue reconocido como Presidente de la Argentina por una Acordada ce la Corte Suprema de Justicia dando a la doctrina de los “presidentes de facto* El presidente disolvió el Congreso, declaró el Estado de Sitio e intervino todas las provincias.  

El Municipio de Martin ordenó la construcción de un gran Monumento en la Plaza Central para homenajear a los dos cadetes muertos en la revolución de 1930. 

EL MONUMENTO AL GOLPE DE ESTADO EN LA PLAZA DE GRAL SAN MARTÍN

El 26/10/1984 el Concejo Deliberante del Partido de Gral. San Martín en sesión ordinaria dispuso por la Ordenanza 26621 que “elimine “toda la leyenda” insertada en el monumento granítico emplazado en la central relacionado con hechos de la revolución del 6 de septiembre de 1930”. 

Semanario “Informaciones” del 22/12/1984 transcribe la Ordenanza. Visto las actuaciones, mediante las cuales el bloque de concejales de la UCR eleva consideración un proyecto de Ordenanza por el cual se procederá a retirar la leyenda que alude a la revolución de 1930; y considerando: que todavía nuestra plaza mayor tiene asentado en su seno una piedra inmensa que con su leyenda recuerda también inmenso dolor; que a través de los años atestigua con su fecha 6 de septiembre de 1930, la hoja más negra del calendario de nuestra historia política; y, que un ineludible de argentino bien nacido y en especial todo el pueblo de San Martin hace cumplir ordenanza para borrar ahora y para siempre esa fecha del 6 de septiembre de 1930,  recuerda la caída del primer presidente argentino elegido por el pueblo, Hipólito Yrigoyen, sino también duele más porque fue justamente aquí en San Martín desde el colegio Militar emplazado en la calle San Lorenzo y Leandro N. Alem, donde salieron tropas y cadetes que marcharon manchando nuestras calles de San Martín más adelante plegarse a las mismas el tristemente general Uriburu. 

Es por ello que, vuestra comisión de legislación, interpretación reglamento, por unanimidad de sus miembros presentes los aconseja dar aprobación a I siguiente: Ordenanza. Art. Iro Facultase al Depto. Ejecutivo a disponer la eliminación toda leyenda inserta en una piedra de grandes dimensiones ubicada en la plaza mayor de nuestra ciudad, que recuerde el 6 de septiembre de 1930 como “Revolución' considerarla como fecha de tristeza de la civilidad inmolada”.

El historiador Valdez Tritti dice con razón: “al margen de estas encrucijadas históricas, las actuaciones de ir erigiendo o sacando monumentos de homenajes tan pronto van sucediéndose los grupos de poder político, evidencia una falta de madurez comunitaria que deben ser exploradas por los historiadores del futuro para develar aspectos positivos, negativos o enseñanzas de los hechos políticos del pasado. Seguramente nunca podremos borrar la historia, ni tampoco existen magistrados que puedan dictaminar sobre cuál sangre derramada fue buena o mala en el pasado y esto es así, porque nuestras mentalidades y comunidades van evolucionando moral y culturalmente según pasan los años y van apareciendo nuevas formas de comprensión de la Historia y de la vida”   


sábado, 23 de enero de 2021

COLEGIO MILITAR DE LA NACIÓN ARGENTINA en el Partido de Gral. San Martín (BS AS)

 Por el Profesor Julio R. Otaño

COLEGIO MILITAR DE LA NACIÓN ARGENTINA: El 10 de octubre de 1869 quedó convertido en ley el proyecto creando el Colegio Militar de la Nación, que fuera enviado el 9 de agosto de ese año, a la Cámara de Diputados por el entonces Presidente de la República DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO.   En julio de ese año, se nombró como Director del Colegio Militar al coronel JUAN F. CZETZ, distinguido militar húngaro

El 19 de julio de 1870, con el ingreso de su primer aspirante RAMÓN FALCÓN, comenzó a funcionar el Colegio Militar en su primera sede, el Palacio de Palermo de San Benito, residencia confiscada a Don JUAN MANUEL DE ROSAS.

El edificio se erguía al N.O. de la ciudad, distante de ella cerca de una legua, en los terrenos limitados por el arroyo Maldonado y el Río de la Plata. Su construcción databa de 1838.  Este edificio de estilo colonial y de grandes proporciones para la época, que había sido construido para albergar a una familia y al personal de servicio, llegó a cobijar en 1892 a 118 cadetes a los que había que agregar el cuadro de oficiales, el claustro de profesores y el personal de tropa y servicio.

En sus aulas y recintos se mantenían aún, muebles, estufas, alfombras, arañas y espejos que ornamentaron el lugar en tiempos de su original propietario. Algunos de ellos, como un conjunto de rojos sillones de jacarandá, un escritorio de caoba, una cómoda y una caja de caudales, actualmente forman parte del museo del Instituto.   Por espacio de 22 años, funciono en este caserón de Palermo de San Benito el Colegio Militar alcanzado un alto prestigio académico, formando a los cadetes en un riguroso secundario que, por la época, se consideraba de excelencia y se ubicaba entre las mejores academias militares del mundo. Fueron 17 las promociones de oficiales que egresaron de las aulas de este predio, antes de ser abandonado en 1892 en búsqueda de mayor espacio.   La nueva sede se fijó en la localidad de Gral. San Martín. 

 
Los antecedentes del solar que ocupó el Colegio Militar se remontan a la época de la segunda fundación de Buenos Aires. En aquel entonces, Don Juan de Garay hizo el reparto de las tierras entre los miembros de su expedición, desde San Isidro hasta Magdalena. Las chacras situadas entre el Riachuelo de los Navíos y el río Las Conchas (actual Reconquista) fueron destinadas a la agricultura.  A mediados del siglo XVIII se hicieron las primeras construcciones. De esa época data el nombre tradicional de Pago de los Santos Lugares. En 1821, durante el gobierno de Don Martín Rodríguez se decretó la supresión de las órdenes religiosas de los Betlemitas, Recoletos y Mercedarios, confiscándose las tierras y otros bienes. Para esa época la finca tenía los siguientes límites: al NO los bañados del río Las Conchas, a la altura de José León Suárez; al SE la que hoy es la avenida Presidente Perón de la ciudad de San Martín; al NE la calle Ayacucho de la localidad de San Andrés; y al SO la ruta nacional 8, según el trazado urbano actual del partido bonaerense de General San Martín.  En 1839 el Brigadier General Juan Manuel de Rosas, Gobernador de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, instaló en la zona el campamento militar de Santos Lugares, para la instrucción, rearme, remonta y reclutamiento permanente del Ejército Federal.  

El 3 de abril de 1872 se abrió un colegio de artes y oficios cuyos edificios fueron construidos por clérigos regulares de la Orden de las Escuelas Pías dedicados a la enseñanza. El predio había sido adquirido mediante préstamos de particulares e hipotecas de bancos. Después de 10 años de funcionamiento del establecimiento destinado a jóvenes educandos internados y de un noviciado, por no poder cumplir las obligaciones contraídas los religiosos fueron desalojados y la propiedad se vendió judicialmente, en pública subasta, el 20 de abril de 1881.

Años más tarde, el predio con sus edificios pasó a propiedad del Estado, hasta que en 1892 fue destinado a Sede del Colegio Militar.  


Tiro Federal en el Colegio Militar de San Martin El 13/1/1909 comienza la construcción de un stand y polígono de tiro en el predio del Colegio Militar para uso de sus cadetes. El 18/7/1909 se inauguró el polígono de tiro del Colegio Militar (no existía la ruta 8), estando a su cargo el Cnel. Rodolfo Mom.  El Tiro Federal Gral. José de San Martín quedó ubicado en el predio del Colegio Militar de la Nación que todavía ocupaba todo el predio desde la calle San Lorenzo hasta los Eucaliptos de Billinghurst y estaba rodeado de las quintas y ladrilleras de las familias Damonte, Trilla, Seccia, García, Caglioni, etc.

En 1923 se construyó un nuevo polígono de tiro de 350 metros en el Tiro José de San Martín.  En 1937se diseñó e inició la Ruta  N° 8 separando el Tiro Federal Gral. San Martín del edificio del Colegio Militar de la Nación, quedando ubicado hoy frente al Liceo Militar Gral. San Martín.

Los edificios principales del Colegio Militar ocupaban un extenso predio entre las calles San Lorenzo, Leandro N. Alem y la R 8, en las afueras de San Andrés y distante quince cuadras de la plaza Central Martín. Los coches mateos de dos caballos fueron los primeros medios de transporte público que atendían la Estación de San Martín, la plaza Central y el Colegio de la Nación en paseos o emergencias. Había una berlina que llevaba cuatro caballos y llegaba hasta la Plaza San Martín. 

El General Agustín P. Justo egresó del C. Militar en 1892. Fue una figura clave de la Argentina de los años 20 y 30, lente ocupó los cargos de Director del Colegio Militar, Ministro de Guerra la Presidencia del Dr. Marcelo T. de Alvear y finalmente Presidente de la Nación 1932 y 1937.


 
Justo-Mosconi

El General Mosconi egresó en 1894 y este ingeniero Militar es considerado uno de los principales estadistas del Siglo XX.  Desde su cargo al frente de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales YPF, fue un visionario del desarrollo de la industria del petróleo argentina así también uno de los propulsores de la creación de la aviación argentina. Demócrata convencido, su vida fue un ejemplo de rectitud y conducta en todos sus órdenes.  Buscan nuevo edificio para el Colegio Militar: Por Ley 3467 14/1/1897 se autorizó al Poder Ejecutivo para invertir hasta 400.000 pesos para comprar un nuevo predio y edificar un edificio para El Colegio Militar de la Nación, sin recomendar ningún terreno en particular. El primer intento para construirlo en las Barrancas de Belgrano —hoy Hospital Militar-, pero luego se descartó y luego se aprobó la compra y construcción en El Palomar. Estas tierras pertenecieron a las hijas de Pereyra Iraola quienes donaron 10 hectáreas al Gobierno Nacional -las que poseen el histórico palomar- que se documenta el 18/3/1921.  

Egresó Manuel Nicolás Aristóbulo Savio del Colegio Militar: El General Savio fue un cadete ejemplar del Colegio Militar de la Nación y egresó en 1910; fue un luchador de la industrialización de la Argentina moderna y con justicia es llamado el Padre de la Siderurgia Argentina. También fue fundador de la Dirección General de Fabricaciones Militares y de la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina - SOMISA.

Egresó Juan D. Perón del Colegio Militar: Cuando ejercía la dirección de esa unidad el coronel Agustín P. Justo en diciembre de 1913, en el acto realizado en su Plaza de Armas se presentaron los egresados con el grado de subteniente de Infantería y entre ellos estaba el cadete Juan Domingo Perón.

Elpaseo “de las Figuritas”: los fines de semana, las jóvenes sanmartinenses, sobre todo aquellas “en edad de casarse” (frase de 1920..), se embellecían con sus mejores vestuarios y se dirigían a la Plaza Central General San Martín, donde muchas se encontraban con los jóvenes cadetes del colegio Militar, quienes caminando o a bordo de una berlina llegaban a la entonces muy arbolada plaza.  Los Historiadores locales señalan que muchas familias se formaron tomando como inicio este colorido y alegre “Paseo”.

Instalan la Radio-estación: En 1919 cuando los efectivos del Colegio Militar alcanzaron a 409 cadetes, instalan por primera vez el moderno y nuevo sistema de Radioestaciones para asegurar el enlace de comunicaciones con el ministerio y otros comandos.  En 1920. Efectúan mejoras edilicias en el Colegio Militar: Como las obras proyectadas para la construcción del nuevo Colegio Militar en El Palomar se demoraban más de lo previsto, las autoridades nacionales autorizaron efectuar algunas reparaciones en el viejo edificio del Colegio Militar de San Martín.    El director Cnel. Agustín P. Justo en 1920 realizó mejoras en la Entrada Principal, modernizó las aulas de los cadetes, completó los gimnasios y perfeccionó los gabinetes de física y química. También remodelaron y aumentaron las áreas del Casino de Oficiales, enfermería y de la pileta de natación. En 1920 empedraron la calle San Lorenzo hasta el Colegio Militar, aunque el paso de las pesadas carretas de ladrillos arruinaba ese empedrado.    Mientras avanzaba lento la construcción del nuevo Colegio Militar del Palomar, el 21/5/1925 se inauguró el Casino de Oficiales, en un perfecto estilo colonial, con una gran reunión social a la concurrieron autoridades nacionales, provinciales, eclesiásticas, municipales y el Agustín P. Justo, ministro de Guerra y ex director del establecimiento.  La Razón del 19/8/1925 dice que el Príncipe de Gales de Inglaterra y su séquito visitó el Colegio Militar de la Nación y el San Andrés Golf Club.   Más mejoras edilicias: Ese año se registran grandes mejoras en los recursos edilicios, se instalan grandes heladeras para alimentos, una imprenta y talleres de carpintería, mecánico y otros totalmente dotados.  

En la década de 1930 ya estaban asfaltadas las calles San Lorenzo, Diego Pombo y La Crujía que conducían al Colegio Militar. Los cadetes usualmente se transportaban desde el Colegio en coches a caballo hasta y/o desde la estación de San Andrés y/o a la Plaza San Martín para hacer conexión con el tren o el tranvía.  El Panteón del Colegio Militar en San Martín: En un terreno donado por la Municipalidad de Gral. San Martín se levantó el Panteón del Colegio Militar, que se inaugura el 29/6/ 1934 a las 10.00 horas, ante la presencia de Autoridades e importante cantidad de público. La bendición la imparte el capellán del Instituto doctor Manuel Ferro.  1934. Crean Sección Aeronáutica en el Colegio Militar: Con cadetes de 3o y 4o años del Colegio Militar de la Nación que reunieran las condiciones necesarias y de acuerdo a las vacantes asignadas, se crea el 27/8/1934 la Sección Aeronáutica de donde los cadetes egresan como subtenientes de aviación

Con la paz lograda entre Bolivia y el Paraguay, en julio de 1935 viajó a Buenos Aires el presidente brasileño Getulio Vargas como invitado oficial del gobierno argentino. Los presidentes Justo y Vargas presidieron una formación especial y desfile del Colegio Militar de San Martín y ambos presidentes son agasajados con un almuerzo servido en la residencia del intendente Juan Guglialmelli.

En el año 1937 se da el último curso del Colegio Militar en el partido de Gral. San Martín. Estaba terminada la construcción del nuevo Colegio Militar de El Palomar y se ordenó la mudanza.

El 19 de julio de 1937 se cumplían 67 años de la Institución y se celebra con un importante almuerzo en esas viejas instalaciones. Presidió la reunión -especialmente invitado por el Director Cnel. Juan Tonazzi- el presidente de la Nación Gral. D. Agustín Pedro Justo y altas autoridades nacionales y militares, tanto en actividad como en


Directores del Colegio en San Martin: : En 1893 ocupó la dirección del Colegio Militar el general Capdevilla; 1895 a 1897 coronel Enrique O-Donnell; 1897 a 1904 general Francisco Reynolds; 1904 a 1905 coronel Juan F. Duelos coronel Andrés Rodríguez, Pablo Riccheri; 1905 a 1906 general Francisco Reynolds; 1906 a 1907 general Orzábal; 1907 a 1909 teniente coronel Pastor Ricardo Marambio; 1909 a 1915 Cornelio Gutiérrez; 1915 a 1923 general Agustín P Justo: 1923 a 1929 coronel Jorge García; 1929 coronel Francisco Reynolds.

Entrada al actual al Colegio Militar de la Nación en El Palomar < Entrada al Colegio Militar en Gral. San Martín

En 1933 asumió el general Francisco Guido y el Gral. Nicolás Levalle y en 1936 el Coronel Juan N. Tonazzi. 

Escudo del Colegio Militar de la Nación.

Golpe Militar del 6 de septiembre de 1930 – Sede Colegio Militar en Gral San Martín

Testimonio de un cadete: El Dr. Enrique D. Mosquera narra que el 6 de septiembre los cadetes despertaron a las 05.30 horas como siempre “con las estridentes notas diana", se alinearon e hicieron sus camas; a las 06.00 horas formaron “para revista”, antes de marchar para el comedor de cadetes. Era una rutinaria vida, pero Mosquera ese día a las 07.00 debía rendir exámenes trimestrales. Estando en el aula oyeron y vieron vuelos rasantes de aviones sobre la estatua del Tambor de Tacuarí -ubicada en el centro del patio interior-. Unos 15 minutos más tarde cambió: inesperadamente “el clarín vuelve a tocar a reunión, al mismo tiempo que ordenan marchar rápidamente a nuestras Compañías a recibir órdenes.  Llegamos y el Encargado nos ordena cambiarnos de ropa, de fajina y marchar a la Sala de Armas para retirar nuestro equipo y armamento:  su fusil Mauser 1909 “número 1695”, cargas, etc., y allí se enteró que habia revolución y que el capitán Lascalea se había retirado del movimiento revolucionario. Formados con la mochila al hombro comenzaron la marcha por la calle San Lorenzo hacia la Plaza San Martín y desde allí “llegar a la avenida Córdoba, para dirigimos a Casa de Gobierno, a la que teníamos que tomar combatiendo o al asalto”.   

El Jefe del Golpe de Estado era el General José Félix Uriburu:  En esa revuelta estaban los siguientes cadetes de la localidad de San Martín: Juan Jaureguiberry, Mario Antola, Carlos Libonati, y Carlos Almada. D. Julio Méndez -vecino de San Andrés- recuerda que un grupo de cadetes fue embarcado en la Estación de San Andrés directamente para Retiro, mientras que la mayoría de ellos fueron marchando directamente desde el Colegio Mili­tar hacia la Casa Rosada, luego de detenerse en torno a la plaza San Martín.  Los sublevados serían unos 2.500 uniformados y civiles, encolumnados detrás del automóvil de Uriburu. En esos momentos el diario Crítica anunciaba la “alegría” de la revolución y varios aviones de la base del Palomar sobrevolaban la ciudad arrojando volantes revolucionarios.

Los medios de comunicación instaban a la gente a apoyar la insurrección, perturbando el desplazamiento de los golpistas, pero iban ocupando estaciones, lugares estratégicos, las comisarias a su paso. El Cnel. Reynolds ordena adelantar dos compañías de cadetes infantería para posesionarse en las escalinatas del Congreso pero antes de llegar cadetes fueron atacados por sorpresa desde la Confitería el Molino.   

La columna tomó la Casa de Gobierno y la ocupó sin problemas. El saldo del operativo para el Colegio Militar fueron dos cadetes muertos Carlos Lar guía y Jorge Güemes Torino y 24 cadetes heridos. Los cadetes recogieron sus muertos y heridos y avanzaron sobre la Casa Rosada. Inmediatamente Uriburu desplazó fuerzas defensivas.

Después del golpe de 1930 volvieron a la Rosada el 8 de septiembre con uniforme de parada para el juramento del nuevo Presidente de Facto.

El 10 de septiembre el Gral. Uriburu fue reconocido como Presidente de la Argentina por una Acordada ce la Corte Suprema de Justicia dando a la doctrina de los “presidentes de facto* El presidente disolvió el Congreso, declaró el Estado de Sitio e intervino todas las provincias. 

El Municipio de Martin ordenó la construcción de un gran Monumento en la Plaza Central para homenajear a los dos cadetes muertos en la revolución de 1930.