Por el Prof. Jbismarck
Este autor de origen cordobés y de temprana influencia
marxista, acompañará críticamente al gobierno de Perón, afiliándose al partido
oficialista. Entabla una larga relación
cultural con el colorado Ramos y a través de éste, Terzaga se liga aún más
estrechamente a la militancia de la izquierda nacional. Después del golpe de estado de Juan Carlos Onganía
en 1966, comienza a interesarse cada vez más en la época del roquismo y comienza
el extenso trabajo encaminado a la elaboración de una biografía del general. Además
de ser, la producción más extensa y específica sobre Roca del revisionismo
histórico, el texto tiene además la peculiaridad de adentrarse en la
geopolítica, permitida por la visión dialéctica que el materialismo histórico
le proporciona a la visión de Terzaga.
La obra de Terzaga quedaría inconclusa al fallecer en
1974, al igual que Jauretche, Hernández Arregui y el General. Perón. Terzaga realiza un recuento de las
complejas relaciones familiares de Roca, en particular de su línea materna, los
Paz. En el mismo, se destaca a Juan Bautista de Paz, amigo del caudillo federal
Alejandro Heredia, y de sus hijos, Gregorio, general de Rosas y Marcos, quien
sufriría una “conversión de federal tucumano a rosista bonaerense” antes de
desembocar finalmente en vicepresidente de Mitre. Terzaga argumenta el carácter federal de la
familia Paz a la cual se integraría José Segundo Roca al contraer matrimonio
con Agustina Paz.
En la visión del autor, la argentina post-Caseros estaría
marcada por el enfrentamiento del interior, federal por naturaleza a pesar
militancias ocasionales en el bando “unitario”, en oposición a la provincia de
Buenos Aires que continuaría siendo, en su esencia, unitaria. Los provincianos,
en consecuencia, se alinearían detrás del caudillo entrerriano Justo José de
Urquiza, al ver en él la oportunidad de llevar a cabo el postergado programa
federal. En este esquema, José segundo vería ligados a la Confederación la
causa de su provincia y el destino de sus hijos. En base a ello, Terzaga
encuentra la explicación del envió de tres de los hijos (entre los que se
destaca Julio Argentino) de José Segundo al Colegio de Concepción del Uruguay,
en Entre Ríos, donde gobernaba el vencedor de Caseros. Según Terzaga, de entre esta generación de
alumnos es que saldría un elenco que, años más tarde, llevaría a cabo la “revancha
de Pavón” contra el centralismo porteño. Allí los alumnos se familiarizaron con las
obras de Alberdi y participaron luego en la Batalla de Cepeda, y en Pavón donde
se luce el joven Julio A. Roca. La
traición de Urquiza y la destrucción de la “Confederación Argentina” tuvo,
entre sus muchas repercusiones, la consecuencia de enviar al por entonces
teniente Roca a reconstruir su vida en Buenos Aires.
Roca ingresa a las
filas del ejército porteño comandado por Wenceslao Paunero, ocurrido un año
después de Pavón, coincide con la asunción de Marcos Paz como vicepresidente de
Mitre. Esto ocurría al tiempo que el coronel José Segundo Roca, con un acentuado
resentimiento contra Urquiza, retiraba a sus hijos del Colegio de Concepción y
se incorporaba al Estado Mayor de Paunero. Terzaga hace una importante diferencia
entre el joven oficial tucumano cuyas demostraciones de coraje resalta y las
actitudes y costumbres de sus jefes (los coroneles sangrientos uruguays de
mitre) de “cínica extraversión y gusto por la sangre”.
En cuanto se refiere a la Guerra del Paraguay, Si bien la experiencia
común y uniformada de la guerra le habría aportado a esa estructura militar
cierta dirección común, acabaría con un ejército que no solo se tornaría en
contra de sus antiguos líderes (principalmente Mitre) sino que también, ante la
situación de los partidos políticos nacionales, buscaría suplantarlos, convirtiéndose
a sí mismo en partido político con sentido nacional. La imposición de Sarmiento como candidato a la
presidencia habría sido su debut en el escenario político nacional. En consecuencia, la posterior participación
de Roca en la represión de Felipe Varela en el Norte y el Oeste es vista por el
autor como la de un oficial actuando desde la plataforma militar de una
organización que se estructuraba como nacional por su constitución, sus mandos
y sus funciones. De manera similar es entendida la expedición encabezada por Roca
contra Ricardo López Jordán, a pesar de ser descripto como “el último gran
caudillo gaucho de la Argentina”.
Terzaga traza sus orígenes de la Liga de Gobernadores en lo
que define como el “sentimiento federal” de las provincias. La tesis de la participación de viejos
federales en el roquismo es reforzada por el autor con ejemplos tales como las
buenas relaciones que tejió con los Saa de San Luis cuando era todavía coronel,
incorporando al hijo del General Juan Saa a su ejército.
En el tema de la Conquista del Desierto, Terzaga hace una
descripción detallada tanto del plan roquista, como el de su rival, el por
entonces Ministro de Guerra Adolfo Alsina. En lo referente al plan de Roca,
hace referencia a la percepción del mismo de la comandancia de fronteras como
sus “Galias”, es decir, como un paso necesario en su carrera antes de cruzar el
Rubicon que supondría el salto a la presidencia. La concepción de Roca del
problema es presentada como de una coherente acerca de la expansión y la
articulación del espacio nacional, diferente de la bonaerense. En cuanto a las
tribus en sí, el autor destaca la exportación de ganado robado a Chile como su
principal sustento económico. La política de alianzas entre el gobierno chileno
y los jefes tribales encontraría su explicación en las pretensiones de
expansión oriental del país vecino, demostrada en declaraciones tales como una
fechada de 1876 por la cual buscarían llevar su límite hasta la línea del Rio
Negro. Al llevar a cabo la estrategia de conquista, Roca habría dado un viraje
a los supuestos geopolíticos de la época, dándole continuidad real al espacio
geográfico y suprimiendo una frontera en la que convivían la disolución de la
antigua sociedad criolla y tribus nómades agonizantes y volcadas a la mera
depredación. A esto se le agrega el hecho de que habría acabado con el juego
triangular de Buenos Aires, el Litoral y el Interior que hasta entonces había dominado
la política argentina. Esto le habría permitido la convergencia del Ejército
Nacional, la juventud política provinciana y un reducido pero decisivo grupo de
autonomistas alsinistas porteños convergiesen, en la fuerza inicial al PAN. Define
a Roca como una simbiosis que adquiriría “una dimensión nacional, un carácter
superlativo y una graduación refinadamente equilibrada”.
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