Rosas

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jueves, 13 de octubre de 2022

MISIA ENCARNACIÓN

Ricardo Geraci Del Campo Ríos
Mujer sublime, autoritaria, humilde , leal, práctica y por sobre todo una política nata. Misia Encarnación Ezcurra (*) "no inventó a Rosas" como afirma Vera Pichel quien fuera autora de una biografía de la Heroína de la Federación de la que hay cuestiones interesantes para rescatar, aunque casi toda su interpretación se basa en una mirada cuasi exótica del contexto y coyuntura de esa primera mitad del siglo XIX en un territorio (el de ese entonces) que para la historia universal poco y nada se dijo y se sabe aún.
De todas formas publicaré una parte en la segunda entrega, que nos permitirá advertir su mirada y conceptos sobre solo UN elemento que conformó a doña Encarnación y que la posa sobre sus inicios en el amorío con don Juan Manuel y la relación con doña Agustina (madre del caudillo y suegra de Encarnación) que siendo éstas dos mujeres de <<armas tomar>> con carácteres muy similares, con grandes dotes de mando y una fuerza arrolladora que solían imponer con tan solo una mirada, aún en estas coincidencias, hubo diferencias y en ese centro aparecía el hombre que regiría por más de veinte años la política continental de la América del Sur.
Una diferencia importante entre la madre de Rosas y su fiel compañera, fue que Encarnación supo atravesar su administración en el plano privado, como madre y ejecutora del esquema organizativo en el hogar de los Rosas y lograr grandes influencia en el plano público. Misia Agustina López de Osornio y Gamiz fue una dictadora en su hogar. Fue la que realmente hoy uno conoce vulgarmente como la que "llevaba los pantalones" en la casa. No porque don León Ortiz de Rozas (padre del caudillo) fuese un hombre flojo o de espíritus vagos; el alma arrolladora, metódica y de matrona indómita eran propios de doña Agustina. Contra eso, ni su marido ni su primer hijo Juan Manuel pudieron hacer nada más que "someterse" a los deseos y designios de esa mujer tan conservadora como revolucionaria.
Encarnación con menor autoritarismo, pero no menos severa en ciertos aspectos, llevó también adelante un hogar, cuando éste no contaba con la presencia del jefe. De ese plano privado, empezó a demostrar sin estudio alguno sobre las ciencias políticas ni siendo letrada ni mucho menos, una capacidad innata para pergeñar y ejecutar planes en la esfera política que le permitieron en algún modo a don Juan Manuel de Rosas llegar a su primer gobierno en 1829. Esto no se reduce al concepto de ser la "inventora del Rosas político". Encarnación estuvo al frente cuando su esposo tenía que cumplir tareas en el medio rural que tanto tiempo, dedicación y esfuerzo le demandaba. Cuando Rosas partió (luego de su primer gobierno al frente de la Primera Magistratura de la Prov de Bs As 1829-1832) hacia el desierto en busca de nuevas tierras para anexarlas al conjunto de provincias y poder formar un territorio homogéneo, pacificar las relaciones con los indios y buscar el usufructo de la tierra en función de una matriz productiva agroganadera y agropecuaria, su mujer no descuido la política que se dirimía en la tan chiquita ciudad y su gran influencia a lo largo y ancho de las Provincias Unidas. Encarnación ante la ausencia patriótica de su marido, volcó toda su capacidad natural de política y logró reunir el poder necesario para dejar en claro dentro del Partido Federal, cuales eran las intenciones políticas del modelo rosista para la administración del naciente país. Logró legitimar una idea con la fuerza y astucia necesaria teniendo en cuenta la coyuntura anarquica en la que se veía envuelta la nación. A la vuelta de su socio político, esposo, amante y leal compañero, lo "persuadio" para que tome el mando del control político de la provincia, pero Rosas era un hombre personalista, poco acostumbrado a recibir órdenes y metódico para evitar que las diferencias estropeen sus objetivos. Objetivos que eran los mismos de su mujer, pero en diferentes tiempos de ejecución. De todas formas, ambos lograron amasar un poder que lograron con mucha inteligencia desarrollar por pasos y atados a las circunstancias del momento. La construcción de ese poder fue una obra fantástica, maquiavelica y astuta de una sociedad (la familia) de trabajo, disciplina y patriotismo. El apego a lo argentino (al terruño) que tuvieron Rosas y Encarnación fue genuino y estaba contrapuesto con el advenimiento del positivismo en las Provincias Unidas del Río de la Plata. La defensa de la propiedad privada con el agregado de fomentar las buenas costumbres y los hábitos de desarrollo en sus estancias, establecimientos o dependencias hizo que toda las clases populares (indios, mulatos, negros, orilleros, gauchos) tuvieran un lugar donde poder romper con las necesidades que por siglos padecieron. Eran un sistema de tipo paternalista que tenía un elemento fundamental para poder sostener semejantes funciones. El alma social, política y hasta espiritual tenía nombre y apellido: Encarnación Ezcurra.
En esta primera parte publicaré de la rubrica de Misia Encarnación dos momentos fundamentales para advertir en sus palabras y actos, a la mujer política tanto en el plano público como en el privado.
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CONTEXTO: Rosas en plena Campaña del Desierto recibe de su mujer y socia, una carta donde lo previene de lo que sucede en Buenos Aires dentro del Partido Federal aún después de la caída de Balcarce debido al movimiento más extraordinario de esta mujer intempestiva pero sumamente inteligente, que fue la Revolución de los Restauradores. Lo siguiente no refiere a una politóloga, ni a una socióloga, sino a una mujer de innata sabiduría para lo que significa HACER POLÍTICA. Anteriormente hice referencia a "hacer política" en lo público y en lo privado. La construcción social, biológica y de territorio de aquel siglo XIX, era manifiesta en que cada familia funcionaba como un pequeño pueblo. Su administración no era sencilla, se requería de dotes de mando y una implacable autoridad para que la orquesta funcione. En el plano público, esta mujer tomó tal notoriedad tanto para apostólicos como cismaticos, etc. Tejió una red de leales y un sistema de tipo partidario con pocos recursos y mucha persuacion de las bases. Supo atacar a sus enemigos y supo también recibir con total templanza los ataques.
El 14 de mayo de 1834 escribe a su Juan Manuel:
__"Tu posición es hoy terrible: si tomás ingerencia en la política es malo, si nó sucumbe el país por las infinitas aspiraciones que hay y los poquísimos capaces de dar dirección a la nave del gobierno. Por ahora nada más te digo, sino que mires bien lo que hacés."
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El otro escrito de doña Encarnación remite a un momento bisagra en la vida de la joven pareja. Encarnación suspiraba por Juan Manuel y la falta de éste por estar abocado a la administración de las haciendas familiares y la poca visita a la ciudad que tanto desdeñaba, hacían la vida de esta mujer, una vida estancada; en un sin sentido que se contradecía con un espíritu de conquista y lucha. Por ello le escribe a Rosas unos de esos días sobre la necesidad de casarse. El caudillo que la amaba aceptó y fue maquinando en su disciplinado pensar, la posibilidad de formar familia (tenía 18 años). Naturalmente para esa época, y más aun por el poder que su madre tenía en decisiones de ese tipo, consultaron a doña Agustina que no aceptó por inferir "ser muy jóvenes y tener tiempo". La verdad es que la celosa madre del caudillo no quería a Encarnación. La futura esposa de Rosas lo sabía y planearon juntos un plan para que ello termine por efectuarse (el casamiento). Escribieron una nota donde se suponía que Encarnación le comunicaba a Juan Manuel su embarazo. Rosas dejaría ese papel en la casa de la madre en la ciudad, en su habitación a sabiendas que al retirarse de nuevo al campo, su madre que ordenaba con prolija pulcritud todos los ambientes, entrometida hasta el tuétano, agarraría el papel y descubriría tal noticia. Ellos sabían que los iban a obligar a casarse ya que el no hacerlo con un hijo por venir, era una deshonra que ninguna de las dos familias iban a aceptar. Lo siguiente es ese párrafo donde Encarnación le hace saber a su amante aquello que deseaban que se sepa, y que idearon como un plan que sería antecedente de lo que estaba por venir:
__ "Mi Juan Manuel:
No sé como decírtelo. Pero por favor, apresurá nuestro casamiento porque estoy embarazada. Te quiero mucho. Encarnación." __
• - En la segunda parte, la interpretación en la pluma de Pichel sobre situaciones que atañen a esta primera parte y que son absolutamente imperdibles.
La humilde idea es un aporte a los aspectos psicosociales de la formación tanto de Risas como de Misia Encarnación. Esa construcción que luego se haría carne en aspectos de nuestra historia política y militar, como lo fue entre otras "La Batalla de la Vuelta de Obligado" pronto a su recordatorio.
Fuente de las dos notas:
/ Vera Pichel
Encarnación Ezcurra
(La mujer que inventó a Rosas)
(*) Tratamiento de cortesía o respeto equivalente a mi señora que se emplea en el habla popular de numerosas regiones y que antecede al nombre de la mujer a la que se refiere.

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