Por el Prof. Jbismarck
Arturo Frondizi nació en Paso de los Libres,
Corrientes, el 28 de octubre de 1908. Era
el decimotercer hijo de Julio Frondizi, constructor de caminos y puentes, y de
Isabel Ercoli; ambos habían llegado al país a comienzos de la década de 1890
provenientes de la región de Umbría, Italia.
En 1927 ingresó a la Facultad de
Derecho. Tras una brillante carrera se graduó en 1930 con diploma de honor, que
se negó a recibir porque le sería entregado por el dictador general José Félix
Uriburu. Frondizi tomó contacto en la
clandestinidad con jóvenes radicales y en marzo de 1931 fue detenido por
miembros de la temida sección Orden Social de la Policía Federal, a cargo del
comisario Leopoldo Lugones hijoPasó veinte días en la cárcel de Villa Devoto.
A poco de salir de prisión se afilió formalmente a la UCR. El 5 de enero de 1933 se casó con Elena
Faggionato, hija también de inmigrantes italianos de Umbría. Seis meses
después, el 6 de julio, moría Hipólito Yrigoyen. “El día del sepelio, todavía enfermo, fui
junto con mi mujer a formar parte como un joven anónimo, de la gran columna
popular. Desde la esquina de Tucumán y Callao vi pasar a miles de argentinos
que acompañaban al gran caudillo. El espectáculo era imponente no solo por la
multitud sino por su composición humana. Me emocionó profundamente ver a la
gente humilde sollozante, y una nota totalmente inesperada para mí, la
presencia de una multitud de negros…El caudillo era ya un mito de la Patria. En
diciembre del 33, Frondizi hizo su debut como abogado penalista defendiendo a
los 300 detenidos por la fallida revolución radical originada en su pueblo
natal, Paso de los Libres, aquella sublevación narrada magistralmente por don
Arturo Jauretche en su libro que lleva el prólogo de Jorge Luis Borges. Tras el golpe del 4 de junio de 1943 que puso
fin a la «década infame», el radicalismo intentó una reorganización. Los
sectores más progresistas del partido propusieron un replanteo programático que
se expresó en la «Declaración de Avellaneda» de abril de 1945, redactada por
Moisés Lebensohn y Arturo Frondizi. En
ella planteaban la «organización de una democracia económica […] al servicio
del pueblo y no de minorías» la «nacionalización de los servicios públicos
—energía, transportes, combustibles— y de los monopolios» En las elecciones de febrero de 1946 que le
dieron el triunfo a Perón, Frondizi fue electo diputado nacional. La derrota de
la Unión Democrática produjo un profundo debate en el radicalismo y la renuncia
de toda su conducción. En agosto del año siguiente, nuevamente en Avellaneda,
se reunió el primer Congreso de la corriente interna radical Movimiento de
Intransigencia y Renovación (MIR). Frondizi y Crisólogo Larralde redactaron las
conclusiones, en las que reaparecen principios básicos del yrigoyenismo, como
sus conceptos antiimperialistas. Es
evidente la necesidad de industrializar al país. Debemos industrializarnos para
elevar técnica y culturalmente al hombre que vive al amparo del país. Solo
pueden oponerse a la industrialización de nuestro país los sectores
terratenientes regresivos interesados exclusivamente en vender al exterior sus
productos agropecuarios. Resuelto el problema de la necesidad de la
industrialización, se plantea un segundo interrogante que se refiere al alcance
de esa industrialización. A comienzos de 1948 fue reelecto diputado y el
MIR se impuso en los comicios internos de la capital. Fue el vicepresidente del
célebre bloque de los 44 diputados radicales desde donde desarrolló una intensa
tarea legislativa. En ella se destacan los proyectos de Plan Siderúrgico, la
construcción de la represa de Salto Grande, la nacionalización de la Unión
Telefónica y muy particularmente el proyecto de monopolio estatal de la
industria del petróleo. En 1951 fue
elegido por la Convención Nacional del radicalismo para acompañar a Ricardo
Balbín en la fórmula presidencial en los comicios de ese año. A partir de
entonces, la relación con Balbín y los sectores más recalcitrantemente
antiperonistas se fue enfriando. En
enero de 1954 Frondizi fue elegido presidente del Comité Nacional de la UCR y
escribió su famoso libro Petróleo y política, en el que se adelantaba al fuerte
debate de ese año en torno a los contratos petroleros con la Standard Oil de
California propuestos por Perón. En su
libro, Frondizi pone al petróleo en el centro de la dependencia imperialista de
la Argentina, tema planteado en la introducción bajo el título «La lucha
antiimperialista. Etapa fundamental del proceso democrático en América Latina».
Ubicaba a la Argentina como un país dependiente que debía transformar la
estructura agraria tradicional a través de la industrialización, en la que el
Estado tendría un rol fundamental junto con factores de poder que se
distinguían de los clásicos y que centraba en un partido nacional y popular, el
movimiento obrero y las Fuerzas Armadas.
Gracias a los votos peronistas, Frondizi asumió la presidencia el 1ro de
mayo de 1958, con 49 años de edad y 38 grados de fiebre, rodeado de una enorme
expectativa popular y la sospecha de los factores de poder y de buena parte de
las Fuerzas Armadas. Entre los
invitados especiales se destacaban el vicepresidente de los Estados Unidos,
Richard Nixon (futuro presidente de su país y genocida del pueblo vietnamita);
el presidente del Perú, Manuel Prado, y el de Uruguay, Carlos Fischer. En el
clave y flamante Ministerio de Defensa fue designado Gabriel Del Mazo, uno de
los líderes de la Reforma Universitaria de 1918. En el Ministerio de Hacienda, que en junio
pasó a llamarse de Economía, fue designado el radical Emilio Donato del Carril.
Para su principal socio político, Rogelio Frigerio, Frondizi creó el cargo de secretario de Relaciones Socio-Económicas
en la Casa Rosada, algo así como un superministerio. Durante la campaña electoral, Frondizi
había dicho que «para corregir el estado actual de la educación y la cultura»
era «necesario reconocer a los distintos
sectores nacionales el derecho de enseñar y aprender». Y para ello tendría
«que modificarse la estructura universitaria para ponerla al servicio del
país». La comisión de «notables» para analizar la
cuestión, creada por Frondizi antes de asumir, apuntaba en el mismo sentido:
estaba integrada por Aristóbulo Aráoz de la Madrid, de la UCRI, el peronista
cercano a la Iglesia Raúl Matera y el rector del Instituto Superior de
Filosofía del Salvador, padre Ismael Quiles. El triunvirato se expidió el 11 de junio de 1958
favorablemente al impulso de la actividad privada. El Consejo Superior de la Universidad de
Buenos Aires, cuyo rector era Risieri
Frondizi, hermano menor del presidente, emitió un comunicado señalando que
las universidades públicas eran la mejor
garantía para la enseñanza «libre» y oponiéndose al otorgamiento de títulos habilitantes
por las que calificaba acertadamente como «empresas privadas».
Muy pronto,
lo que parecía una simple medida de carácter educativo se convirtió en motivo
de debate nacional. La sociedad argentina
se dividió entre los defensores de la «laica» educación estatal y los de la
llamada «enseñanza libre», partidarios del funcionamiento de establecimientos
privados con facultad de otorgar títulos habilitantes. Y no faltaron quienes
consideraban que la reglamentación del decreto era una cortina de humo lanzada
por Frondizi para distraer a los sectores medios mientras se firmaban sin el
debido control parlamentario los contratos petroleros. La protesta no se limitó a emitir
comunicados. Hubo multitudinarias marchas y ocupaciones de facultades, como las
de Medicina y Ciencias Económicas, y colegios como el Nacional Buenos Aires, el
Carlos Pellegrini, el Mariano Moreno y el Manuel Belgrano. En todos los casos
la policía actuó con total brutalidad usando palos y gases lacrimógenos para
desalojar a los estudiantes. Mientras el
proyecto de ley pasaba de una Cámara a otra, crecía la movilización de los
partidarios de una y otra postura. La Iglesia movilizó a todos los estudiantes
de sus colegios, a los que se les computaba doble falta si no concurrían a la
«espontánea» demostración, y a los feligreses de sus parroquias, traídos en micros
y trenes fletados por el gobierno nacional. Tras los discursos, los defensores
de la universidad privada marcharon a la Plaza de Mayo en apoyo de Frondizi al
grito de «Laika perra rusa» y «U U U / Risieri a Moscú». El presidente salió
gentilmente a saludar a sus ocasionales simpatizantes. Parecía el mundo del
revés. Los partidarios de la enseñanza laica
concretaron su mayor movilización marchando masivamente al Congreso. Iban
encabezados por el rector de la Universidad de Buenos Aires y por el
vicerrector, el reconocido pediatra y escritor Florencio Escardó. A pesar de
todos los esfuerzos, la ley fue aprobada y la iniciativa privada pudo de ahí en
más crear universidades con la oferta de otorgar títulos académicos. La
habilitación profesional se obtendría a través de un examen en organismos
estatales y se establecía que estos establecimientos no podrían recibir
subsidios del Estado. Al romper el histórico monopolio estatal en
la enseñanza superior, Frondizi obtuvo un relativo respaldo de la Iglesia
Católica pero perdió la simpatía de los sectores medios de tradición liberal y
anticlerical y de la mayoría del movimiento estudiantil. Su hermano Risieri lo
acusó de haber abandonado «el programa democrático, progresista y popular” Las «62 Organizaciones» tienen la obligación
de pronunciarse en favor de la enseñanza Estatal de acuerdo a los postulados de
la Doctrina Peronista y convalidando los pronunciamientos ya realizados por la
CGT de Córdoba, de La Plata, por el Movimiento Universitario Peronista de Santa
Fe y por la Junta Coordinadora Provisoria Nacional de la Juventud Peronista.
Deben también hacerlo porque vastos sectores estudiantiles, actualmente
dirigidos por liberales y comunistas, esperan la solidaridad de los
trabajadores en la lucha que están librando. Los trabajadores Peronistas no
pueden dejarlos abandonados a merced de los comunistas. Debemos ganarlos para
la causa de la Revolución Nacional demostrándoles que solo el Peronismo es
capaz de luchar hasta el fin en defensa de una enseñanza Nacional abierta al
Pueblo. La realidad demostraría que las
universidades privadas, en su mayoría propiedad de la Iglesia, no estaban a la
altura de las circunstancias. Contrariamente a lo que pensaba Frondizi, no se
dedicarán a producir los técnicos que el país necesitaba, que seguirán
proviniendo de la universidad pública, sino a carreras humanísticas o
empresariales. Desgraciadamente las
universidades privadas proliferaron como hongos tras la lluvia y todos
pretendieron la propia. La situación hizo crisis durante el gobierno de Onganía
por la falta de fondos disponibles y el consiguiente descenso de la calidad de
enseñanza y de investigación, favoreciéndose la creación de carreras
humanísticas —sin futuro real en el país— en desmedro de los cursos de alta
tecnología de demanda efectiva y urgente. Arturo Frondizi falleció el 18 de abril de 1995 a los 86 años en el Hospital Italiano de la ciudad de Buenos Aires por causas desconocidas.
Su muerte pasó tan desapercibida, que hasta hoy en día es muy difícil
averiguar la causa exacta de ello. Sus restos fueron inhumados en el
cementerio de Olivos .
«Creo que Frondizi fue uno de los últimos grandes presidentes que tuvo la Argentina... Cuando algunos retrógrados querían volver al modelo económico agroexportador, Frondizi impulsó la integración productiva entre los distintos sectores y potenció la siderurgia, la industria pesada y la petroquímica dando protagonismo a las inversiones de capital y las tecnologías intensivas».
Roberto Lavagna
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ResponderEliminarFrondizi fue una figura por lo menos polemica!!
ResponderEliminarSin entrar en aspectos menores, su mano derecha y ministro del Interior Rogelio Frigerio (su nieto ocupa ahora su mismo puesto), llego a un acuerdo con Peron para que apoyara la candidatura de Frondizi en 1958. No se sabe bien lo que ofrecio a cambio, pero debia terminar con la proscripcion del peronismo, cosa que no hizo. En la politica petrolera habia escrito antes de asumir su libro "Politica y Petroleo", donde coincidia con las ideas del Gral. Mosconi que el petroleo y el gas debian ser siempre explotados por el Estado, pero una vez en el poder llamo a la Exxon, a la Shell y otras empresas extranjeras, cuando YPF bien administrado podria haber logrado el autoabastecimiento como demostraron Canessa y Silenzi de Stagni.
Ademas en su gobierno, un grupo comando israeli entro en la Argentina clandestinamente, (como si el pais fuera un basural) y secuestro a un aleman que estaba trabajando en Mercedes Benz, el que habia llegado en la epoca de Peron, supuestamente el "criminal de guerra nazi", Eichmann, que fue juzgado sumariamente y ejecutado en Israel. El gobierno de Frondizi no efectuo ninguna queja por ese pisoteo que sufrio el pais. Yrigoyen y Peron no lo hubieran permitido.
En fin, no coincido con la opinion de Lavagna de que fue "un gran presidente". Podriamos decir que no fue un mal presidente, e incluso considerarlo "aceptable".
Carancho de Monte.
07 diciembre, 2016 23:52