20 de Noviembre de 1845, Vuelta
de Obligado, recodo del río Paraná en las afueras de San Pedro: Cuando sonó el
primer cañonazo enemigo, una verdadera ciudad flotante con 20 inmensos barcos
de guerra y 110 barcos mercantes, Mansilla se dio cuenta que la cuarta guerra
exterior del país comenzaba. El héroe dio la señal y el Himno Nacional Argentino estalló en la barranca, la Banda del
Regimiento Patricios se esmeró como nunca y los cientos de pechos de acero cantando jurando “con gloria morir”. Cantaban los artilleros, los infantes,
los marineros, los jinetes, los jefes, los oficiales y los soldados, los
veteranos de cien encuentros y los novicios que por primera vez, olían la
sangre y la muerte. Veteranos que
cruzaron los Andes, otros que se habían batido con gloria contra el Imperio del
Brasil, marineros héroes del río al mando de Brown. La superioridad del
enemigo era abrumadora. Los proyectiles franceses e ingleses hacían estragos,
la tecnología era avasallante…los cañones de 80 golpeaban el vacío, asesinaban
la nada; las granadas explosivas no acallaban la música ni podían matar la
poesía. Oficiales Británicos y franceses,
con sus uniformes de gala, cubiertos de entorchados, dirigían con el catalejo el bombardeo implacable e impune. ¿Quiénes eran esos locos vestidos de rojo
punzó? Que morían cantando y luchando…Las barrancas de Vuelta de
obligado ardieron en llamas y la lucha se prolongó durante ocho largas
horas…las escuadras a pesar de sufrir grandes daños y barcos hundidos logró
cruzar Pero la hazaña principal estaba
cumplida, con el Himno entonado frente al adversario y que escucharían después
los siglos. Fue la primera gran batalla
de la “Guerra del Paraná”, vinieron otras: Tonelero, Acevedo, San Lorenzo y
culmina con la gran victoria Argentina en la Angostura del Quebracho el 4 de
junio de 1846. Los tratados
posteriores confirmaron la gloria de la Confederación Argentina….el
reconocimiento a la Soberanía sobre los ríos interiores.
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