Rosas

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miércoles, 30 de junio de 2021

La Estrella Federal

Por Facundo Di Vincenzo  

En 1933 y en un libro del historiador, docente y escritor Juan Cobos Daract, titulado justamente: La Estrella Federal, publicado en Buenos Aires por Tor, editorial que conservaba desde su creación en 1916, la sana costumbre de publicar libros a precios “populares”. ¿Quién era Juan Cobos Daract? Dejemos que nos lo explique Juan Domingo Perón:

 En la educación militar que se me impartió mis profesores de historia se llamaron primero Cobos Daract y Juan José Biedma y luego Ricardo Levene y Caillet-Bois, esto es, historiógrafos, cronistas colectores de anécdotas, que explicaban en nuestros institutos “lo convenido”, o graduaban el material de acuerdo con los dictados del momento. En su afán detallista no vacilaban en convertir en caballo blanco a las mulas puntanas que el Libertador montaba en Mendoza, Santiago de Chile o Lima; en cambio se resistían a explicar una sola de las razones de las muchas que indujeron a San Martín a expatriarse, luego que se derrumbaron sus ideales de la Confederación Suramericana, cruzado por el sabotaje de las facciones unitarias. Durante más de medio siglo la oficialidad argentina se ha graduado sin saber historia patria, huérfana de toda orientación nacional, sin noción de “servicio”. Imbuida, eso sí, de un espíritu de cuerpo donde conjugaban todos los complejos y se daban cita todas las frustraciones personales.”Más allá de las evidentes críticas que Perón le hace a estos historiados y docentes, en el libro de Juan Cobos Daract, La Estrella Federal, encuentro una explicación sobre el sentido y el espíritu del federalismo, que el autor deja en la voz de uno de los protagonistas de su novela histórica. Escribe Cobos Daract: “¡Ah, no, señor!; yo soy federal de corazón, de conciencia; tengo, con la convicción de mi credo político, el respeto para todos los adversarios dignos, y considero dignos, a todos los unitarios honestos que no apelan para el triunfo de sus ideales, al crimen, o lo que es más grave, imperdonable, a la traición a la patria”.

Nuevamente aparece, en el libro La Estrella Federal, la idea de la defensa de la soberanía política. Incluso se señala como diferencia tajante entre los unitarios y los federales, la apelación de los primeros a la injerencia de potencias imperialistas europeas, como Francia e Inglaterra. Me interesa subrayar que el libro se publica en 1933, año en el cual el gobierno de Agustín Pedro Justo firma el Tratado Roca-Runciman con el Gobierno Británico, con una serie de cláusulas aberrantes para la dignidad nacional, como la creación de un Banco Central en donde los principales beneficiarios eran funcionarios ingleses y distintos sectores privados del capital británico, además se fijaron las bases para la creación de la Corporación de Transporte, que le terminaría por dar a Gran Bretaña el monopolio absoluto de los medios de transporte argentinos. La repercusión del pacto produce una profundización de las críticas al gobierno fraudulento, liberal y semi colonial de Justo, y en algunos autores vinculados con el nacionalismo tradicional, Juan Cobos Daract entre ellos, comenzará una recuperación de aquellas figuras de la historia nacional que han levantado la bandera de la soberanía nacional frente a la embestida imperialista de Estados Unidos y los países europeos, como el caso de Juan Manuel de Rosas y su lucha contra el imperialismo anglofrances durante el siglo XIX.

 Uno de los más encumbrados historiadores argentinos, José Carlos Chiaramote, se abocó durante buena parte de su vida a sostener que no hay un Estado Nacional ni una idea de Nación en el Rio de la Plata desde la revolución de mayo hasta fines del siglo XIX. ¿Por qué afirmaba esto? Porque no encontraba en las fuentes la palabra nación. ¿De qué tipo de fuentes hablaba? Se sumergía en leyes, constituciones, asambleas, y demás textos de orden jurídico. Ahora bien, como señala el filósofo Johan Huizinga en su libro Hombres e ideas (1996), “El antiguo habito humano de atribuir existencia a las cosas sólo cuando estás han recibido nombre nos puede llevar a la conclusión de que en la edad media no existían los rayos cósmicos”.

 Juan Manuel de Rosas, en 1836 mantiene una correspondencia con el gobernador de Santiago del Estero, Felipe Ibarra. Hablan de símbolos, se preocupan por adoptar una reseña y una divisa que logré nuclear a las fuerzas federales frente a sus adversarios los unitarios. Claramente están hablando de un proyecto político, evidentemente tienen una idea de Nación, ambos, Ibarra y Rosas, son además la expresión de las mayorías populares, y esto último es indiscutible tanto para los historiadores de la Academia como para los otros. El historiador Julio Irazusta en su Vida política de Juan Manuel de Rosas. A través de su correspondencia7 sostiene que es en estas cartas en donde Ibarra le propone a Rosas el uso de la Estrella Federal como insignia para las fuerzas “patrióticas”, ya que simbolizaba con sus ocho puntas, a las ocho provincias que se opusieron a la constitución unitaria promovida por el Buenos Aires en 1819. Pero me interesa, para cerrar, tomar un extracto de las cartas entre estas dos figuras. Le escribe Juan Manuel de Rosas a Felipe Ibarra:

 “Esto mismo les digo a los demás amigos que presiden las provincias, porque si queremos ser Nación debemos hacer valer el poder de nuestra República y elevarla al grado de respetabilidad de que es capaz, es preciso que nos esforcemos todos los gobiernos confederados en uniformar nuestra marcha política y nuestros procedimientos en todo lo concerniente a los intereses generales de ellas, sometiéndonos por ahora, a lo que permite la urgencia de nuestras necesidades y el estado naciente del País y dando tiempo al tiempo para que él y el curso de los sucesos nos indiquen lo más conveniente y allanen su ejecución sin violencia, alteración, ni trastorno alguno perjudicial, a fin de que se desengañen los extranjeros de que con sugestiones estudiosas, dirigidas a rivalizar intereses particulares, no han de conseguir lograr predominio sobre nosotros, fraccionando la suma del poder y la respetabilidad que tiene en sí toda la República, y que seguramente es grande obrando de concierto y siempre unidas las diversas Provincias que la componen. De lo contrario, sabe Ud. que nunca seremos nada sino el ludibrio y juguete de los extranjeros que no van más que a su negocio”.

2 comentarios:

  1. No al divino boton Don Arturo puso en la primera zoncera la de Civilización o Barbarie , en aquelmomento y en la actualidad muchos son incapaces de comprender más halla de las formalidades, todos nuestros caudillos tuvieron una clara concepción de pertenencia a una Nación , al punto tal que en muchas de los enfrentamientos contra los unitarios, no perseguian a los derrotados para exterminarlos, porque los hombres hacian falta para defender la Patria de los ataques extranjeros



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