Rosas

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miércoles, 23 de febrero de 2022

Arturo Jauretche contra Félix Luna

Por el Prof. Jbismarck

Muchas veces consideran a Luna como “revisionista” o “radical”…claramente Luna es un publicista de la “Historia Social” continuadora de la Historia liberal u oficial.  Ello le vale una polémica con Arturo Jauretche en 1972. con motivo de la exhibición de la película Juan Manuel de Rosas, de Manuel Antín, Luna sostiene que “el mismo primitivismo con que la historia de Grosso dividía a los argentinos en buenos y malos es el que campea en esta película. La diferencia consiste en que los malos de Grosso son los buenos de Antín y viceversa... Aquí se revive aquel viejo esquematismo con el más elemental maniqueísmo”.  Jauretche le refuta sosteniendo que Luna se coloca “en esa posición de ‘bendigo a tutti’ que desde un púlpito neutral le permite distribuir justicia mitad por mitad, eclécticamente”. Luna recoge el guante y sostiene “Creo en la ecuanimidad”... y con una estocada antiperonista agrega: “no soy de los que postulan ‘Al enemigo, ni justicia’”... y teoriza: “El país lo han hecho todos, con sus errores y con sus aciertos, y usted mismo, le guste o no, está viviendo en un país estructurado por los hombres que detesta. Podrá intentar modificarlo, pero no puede renunciar a él, ni puede pretender que el país se desprenda de toda una mitad de su historia para asumir solamente la otra mitad...”.

Desde la revista Dinamis llega, poco después, la respuesta de Jauretche: “... Es que el doctor Luna supone que la posición revisionista en que estamos es una posición de jueces. El que se coloca en juez, puede ser ecuánime, nosotros no somos jueces, somos fiscales. Estamos construyendo el proceso a la falsificación de la historia y develando cómo se la falsificó, por qué y qué objeto actual y futuro tiene esa falsificación. No somos jueces porque la historia falsificada no está sentada en el banquillo de los acusados para que nosotros la juzguemos. Lo que queremos es sentarla en el banquillo para acusarla ante los jueces, que son las generaciones que vendrán... no puede haber ecuanimidad hasta que no esté demolido el edificio de la mentira. Le pregunto: ¿Qué estatuas están sobre los pedestales?, ¿qué retratos presiden todos los salones de las escuelas y de los edificios públicos de la república?, ¿qué hechos se rememoran oficialmente y cuáles se silencian?, ¿qué dicen los programas escolares secundarios y hasta universitarios?, ¿qué enseñan los maestros?, ¿qué enseñan los libros de textos desde 1° grado?, ¿quiénes están en las academias?, ¿qué dicen los grandes diarios?... No, Luna, no. ‘Igualá y largamos’ como dice el jinete que se apresta a correr una carrera con otro. No es tiempo de ecuanimidad todavía porque para ello hace falta que todos hayan sido - hombres y hechos- medidos con la misma vara y que las oportunidades sean para todos iguales. ¿No se ha dado cuenta, usted Luna, que la Plaza 11 de Setiembre recuerda un episodio indignante y es una de las plazas más importantes de Buenos Aires?”. Finalmente sostiene: “No confunda, doctor Luna, ecuanimidad con encubrimiento. Y no crea que el revisionismo consiste en desnudar a un santo para vestir a otro. No. Los santos que nosotros defendemos hace ratos que están desnudos y lo que queremos es que los otros se saquen los ropones con que los han disfrazado -hombres y hechos- para empezar, desde allí, entonces sí, una historia con ecuanimidad. La falsificación de la historia es una política de la historia. La revisión también es una política de la historia y debe ser una política combatiente... Es un error frecuente confundir ecuanimidad con eclecticismo. Es lo que le pasa a ese desarrollismo hecho sobre la base de las palabras, puestas por el país y los hechos puestos por el extranjero, que sólo es una variante de la visión crematística liberal que impera en el país después de Caseros: hacer un país en cifras. Nosotros creemos que hacer un país es hacer hombres para que, a su vez, los hombres hagan el país”

Una vez más queda al descubierto que el planteo de Luna y de la Historia Social conduce a vaciar a la historia argentina de toda pasión argentina, de todo el interés vivo -de polémica ideológica y material. Si la Argentina la hicieron tanto unos como otros, según los Halperín y los Luna, quedan en el mismo plano las víctimas y los represores, los incorruptibles y los entregadores, los idealistas que lucharon por un mundo mejor y quienes empujaron hacia atrás por un mundo peor.

En esta glorificación del eclecticismo y este reconocimiento de víctimas y victimarios como iguales hacedores de la argentina, Luna y Romero (h.) se abrazan, intentando legitimar su conducta con el argumento de que "las corrientes historiográficas eclécticas imperan en el mundo” o que "es preferible la tendencia al equilibrio y la conciliación, por parte de la sociedad argentina”. Olvidan -dada su sumisión ideológica a los países centrales- que la riqueza de los mismos (intercambio desigual, exacción imperialista, intereses de la deuda externa) morigera en ellos los enfrentamientos sociales y por ende la controversia ideológica y política, y olvidan que la clase dominante de la Argentina, agotado su período de esplendor, impulsa "esa tendencia general de la sociedad argentina hacia "la armonía”, por sobre los "conflictos”, pues ese aparente empate -el eclecticismo- le sirve tanto para resguardar su pasado como para consolidar su presente.

Bibliografía:  “Las Polémicas de Jauretche”, Los Nacionales editores, Bs. As., 1982.

2 comentarios:

  1. Desde el libelo de Cabía hasta Luna nada ha cambiado...los liberales unitarios siguen con su opresiva de odio y división jamás van a escuchar verdades....

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